sábado, 2 de octubre de 2021

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños

 

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado 26 del Tiempo Ordinario, ciclo B.

 

Dios nos bendice...

 

Libro del Éxodo 23, 20-23:

 

“Así dice el Señor al pueblo de Israel [tras haberle establecido –en el desierto- las leyes de culto, propiedad, libertad, respeto a la vida]:

Voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. Respétale y obedécele. No te rebeles, porque lleva mi nombre y no perdonará tus rebeliones. Si le obedeces fielmente y haces lo que yo digo, “tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios serán mis adversarios”. Mi ángel irá por delante y te llevará a las tierras de los amorreos, fereceos, cananeos, jeveos y jevuseos, y yo acabaré con ellos”.

 

Gran parte de la obra de Dios realizada a favor de los hombres tiene como vehículo de comunicación, y signo de la presencia divina, a los ángeles. Imagen repetida, a su modo, en varias religiones que aprecian la ‘providencia de Dios’.

 

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5.10:

 

“En aquel tiempo se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:

¿Quién es el más importante en el Reino de los cielos?

Él llamó a un niño, lo puso en medio, y dijo: Os digo que si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los cielos. Por tanto, el que se haga como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos...

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial”

Los ángeles son criaturas de Dios que gozan de contemplar su rostro, es decir, son hijos amados en gloria, y sus mensajeros.

 

Momento de reflexión

 

Mi ángel irá por delante.

 

Es difícil que nosotros podamos expresar mejor en lenguaje pedagógico y popular humano el cuidado que Dios tiene con nosotros, sobre todo en momentos de gran trascendencia para nuestra vida y fidelidad.

En el texto elegido, del Éxodo, el ángel quiere hacerse visible, como guiador de los carros, selector de caminos, buscador de fuentes.

Sin embargo, nadie veía corporalmente al ángel al que tenía que obedecer y respetar. Guiaba –sobre todo- en el espíritu, desde dentro, desde la conciencia de amigos de Dios.

Apliquémonos su mensaje:

por fidelidad al Señor, hemos de seguir a la luz de la verdad, de la justicia, de la fraternidad, de la solidaridad con los hombres, de la gratitud a Dios. Así, en actitud de fe perseverante, acabaremos alcanzando la meta del Reino al que aspiramos.

 

Mi hermano es una persona cuyo ángel ve el rostro de Dios.

En el texto del Evangelio encontramos dos motivos de reflexión.

 

Primera: quien acoge a un niño por amor de Dios, acoge a Dios.

Así es de grande nuestra religión. Tanto ama Dios a sus criaturas, a sus hijos, desde la más tierna infancia, que en el rostro de su vida puede y debe descubrirse el rostro del Creador y Padre; y en el vaso de agua o caridad que repartimos debe ponerse toda la delicadeza y ternura de devolver a Dios una gota de su agua o una flor de su jardín.

 

Segunda: no despreciemos a los pequeños, pues su ángeles ven a Dios.

 

Es bello esto, pero ¿es suficiente? Ese giro literario es una forma indirecta de decirnos que respetemos, amemos y sirvamos a los niños y a los mayores porque su dignidad es tan grande –por ser personas, hijos de Dios- que tienen ángeles asistentes al trono del Señor que se cuidan de ellos. Bendito sea Dios.

Pero preguntémonos:

¿No está toda la Biblia impregnada por el aroma de que cada uno de nosotros está llamado a ser ‘ ángel custodio’ del hermano que está a su lado?

¿No somos todos ‘mensajeros de Dios’ en el servicio al Reino que a todos nos hace hijos y hermanos?

Al Dios no lo vemos; a los ángeles-espíritus no los vemos; pero mutuamente podemos los hombres ser ‘custodios, amigos, ángeles de los demás’.

 

DOMINICOS 2003  

Mercaba.org

 Libro del Exodo 23,20-23a.

Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado.
Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él.
Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios.
Entonces mi ángel irá delante de ti.

 

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