¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, hoy Viernes Santo, en la Pasión del Señor.
Dios nos bendice…
Viernes Santo de la Pasión del Señor
Invocamos al Espíritu Santo
Espíritu Santo ven a estos momentos donde nos disponemos de corazón y mente para escuchar el mensaje de Dios y ponerlo en acción en nuestra vida.
-Amén-
Evangelio según Juan 18, 1-40.19,1-42
1 Después de decir estas cosas, Jesús salió con los discípulos y se fue al otro lado del riachuelo del Cedrón. Allí había un jardín, donde Jesús entró con sus discípulos. 2 Judas, el traidor, también conocía ese lugar porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. 3 Así que Judas, tomando consigo una un grupo de soldados y algunos guardias de los principales sacerdotes y fariseos, fueron al jardín armados y llevando linternas y antorchas. 4 Jesús, sabiendo todas las cosas que le iban a pasar, caminó hacia ellos y les preguntó: “¿A quién están buscando?”
5 Ellos le respondieron: “¡A Jesús de Nazaret!”
Jesús les dijo: “¡Yo soy!”
Judas, el traidor, estaba también con ellos. 6 Cuando Jesús dijo: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron al suelo.
7 Jesús les preguntó de nuevo: “¿A quién están buscando?” Ellos respondieron de nuevo: “¡A Jesús de Nazaret!”
8 Jesús dijo: “Ya les he dicho que soy Yo. Si me están buscando a mí, ¡dejen que estos otros se vayan!”
9 Jesús dijo esto para que se cumpliese lo que había dicho antes: “de todos los que me diste, ninguno perdí”.
10 Entonces Simón Pedro, quien tenía una espada, la sacó, atacó a un empleado del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El empleado se llamaba Malco. 11Jesús, entonces, le dijo a Pedro: “¡Mete tu espada en la funda! ¿Crees que no beberé la copa de sufrimiento que el Padre me ha dado?”
12 Entonces el grupo de los soldados, el comandante y los guardias de los judíos arrestaron a Jesús y lo ataron. 13 Luego se lo llevaron primero a la casa de Anás porque él era el suegro de Caifás, quien era el Sumo Sacerdote en ese año. 14 Caifás fue quien había aconsejado a los líderes judíos que lo mejor para ellos era que solo un hombre muriera por el pueblo.
15 Simón Pedro seguía a Jesús, junto con el otro discípulo. Ese discípulo era conocido por el Sumo Sacerdote y por eso logró entrar al patio de la casa de Anás con Jesús; 16 pero Pedro se quedó afuera, cerca de la puerta. El otro discípulo, conocido por el Sumo Sacerdote, salió y habló con la empleada que estaba encargada de la puerta, y ella dejó entrar a Pedro. 17 Entonces ella le preguntó: “¿No eres tú uno de los seguidores de ese hombre?” Él le respondió: ¡No los soy!
18 Debido al frío, los sirvientes y los guardias habían encendido un fuego y estando de pie, estaban calentándose a su alrededor. Pedro también estaba de pie entre ellos, calentándose junto al fuego.
19 El Sumo Sacerdote le hizo algunas preguntas a Jesús sobre sus seguidores y su enseñanza.
20 Jesús le respondió: “He hablado con todos en público, y siempre he enseñado en la sinagoga y en el patio del Templo, donde se reúnen todos los judíos, y nunca dije nada en secreto. 21 Entonces, ¿por qué me haces estas preguntas? Pregúntales a los que me han escuchado, ya que saben muy bien lo que les he dicho”.
22 Cuando Jesús dijo esto, uno de los guardias del Templo que estaba allí lo golpeó en la cara y le dijo: “¿De esta forma le hablas al Sumo Sacerdote?”
23 Jesús le respondió: “Si he hablado mal, ¡prueba en qué cosa está el mal! Pero si no he hablado mal, ¿por qué me pegas?”
24 Entonces Anás envió a Jesús atado a Caifás, el Sumo Sacerdote.
25 Pedro todavía estaba parado allí, calentándose junto al fuego, y algunos de los presentes le preguntaron: “¿No eres tú uno de los seguidores de ese hombre? Pedro, negándolo, dijo: “¡No lo soy!”
26 Uno de los empleados del Sumo Sacerdote, un pariente del hombre a quien Pedro le había cortado la oreja, le preguntó: “¿No te vi yo con Él en el jardín?”
27 Pedro de nuevo lo negó. Y en ese mismo instante el gallo cantó.
28 Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Era ya temprano en la mañana, y los líderes judíos no entraron al palacio porque querían permanecer puros para poder comer la cena de Pascua. 29 Entonces el gobernador Pilato salió a recibirlos y les preguntó: “¿Qué acusación tienen ustedes contra este hombre?”
30 Ellos respondieron: “¿Crees que te entregaríamos a este hombre si no hubiera cometido un crimen?”
31 Pilato dijo: “Tomen a este hombre y júzguenlo ustedes mismos, de acuerdo con su Ley”.
Luego los judíos le respondieron: “No tenemos autoridad de matar a nadie”.
32 Esto sucedió para que se cumpliera la palabra que Jesús dijo sobre la manera en que iba a morir.
33 Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”
34 Jesús le respondió: ¿Estás diciendo esto por ti mismo, o te lo han dicho otras personas de mí?”
35 Pilato dijo: “¿Soy yo judío por casualidad? Tu propia gente y los principales sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?”
36 Jesús respondió: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis seguidores lucharían para que Yo no fuera entregado a los líderes judíos. Pero mi Reino no es de este mundo”
37 Le preguntó Pilato: “¿Entonces tú eres el rey?”
Jesús le respondió: “¡Tú estás diciendo que yo soy el rey! Para esto Yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Toda persona que es de la verdad, escucha mi voz”.
38 Pilato le dijo: “¿Cuál es la verdad?”
Después de decir esto, Pilato volvió a salir a hablar con la multitud de los judíos y les dijo: “No veo razón para condenar a este hombre. 39 Pero, ustedes tienen la costumbre de que les libere un prisionero en la fiesta de Pascua. ¿Quieren entonces que les libere al rey de los judíos?”
40 Todos comenzaron a gritar de nuevo: “¡No a ese hombre! ¡Libera a Barrabás!” Barrabás era un criminal.
1 En ese momento Pilato, tomando a Jesús, hizo que lo azotaran. 2 Los soldados hicieron una corona de ramas espinosas, se la pusieron en la cabeza y lo vistieron con una capa roja, 3 diciéndole: “¡Viva el Rey de los judíos!”, y lo golpeaban en la cara.
4 Pilato volvió a salir y dijo a la multitud: “¡Aquí se los traigo, para hacerles saber que no encuentro ningún delito para condenarlo!”
5 Entonces Jesús salió con la corona de espinas en la cabeza y vestido con la capa roja. Pilato les dijo: “¡Aquí mismo está el hombre!”
6 Cuando los principales sacerdotes y los guardias del Templo vieron a Jesús, comenzaron a gritar: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”
Pilato les dijo: “Ustedes mismos tómenlo y crucifíquenlo porque yo no encuentro ninguna razón criminal para condenar a este hombre”.
7 Los judíos le respondieron: “Nosotros tenemos una Ley, y de acuerdo a nuestra Ley, este hombre debe morir porque dice ser el Hijo de Dios”.
8 Cuando Pilato oyó esto, tuvo aún más miedo. 9 Entró nuevamente al palacio y le preguntó a Jesús: “¿De dónde tú eres? Pero Jesús no le respondió. 10 Entonces Pilato le dijo: ¿No quieres hablar conmigo? Recuerda que tengo la autoridad para liberarte como para que te crucifiquen”.
11 Jesús le respondió: “No tienes ninguna autoridad sobre mí, excepto solo aquella te ha sido dada por Dios. Por tanto, el que me ha entregado a ti, es culpable de un pecado mayor”.
12 A partir de ese momento, Pilato quería liberar a Jesús, pero los judíos gritaban, diciendo: “Si liberas a ese hombre, ¡no eres amigo del Emperador! ¡Toda persona que se hace rey, es enemigo del Emperador!”
13 Cuando Pilato oyó esto, sacó a Jesús afuera y se sentó en la sala del tribunal, en el lugar llamado “Acera de piedra”, o “Enlosado”, que en hebreo es “Gabatá”.
14 Era casi mediodía y era el momento de la preparación de la Pascua. Pilato, entonces, dijo a los judíos: “¡Aquí está su Rey!”
15 Pero ellos gritaron: “¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!”.
Pilato les preguntó: “¿Quieren ustedes que crucifique a su Rey?”
Los principales sacerdotes respondieron: “Nuestro único rey es el Emperador”.
16 Con esto Pilato entregó a Jesús a los soldados para que fuera crucificado. Ellos, entonces, se lo llevaron.
17 Jesús salió llevando su cruz, yendo al lugar llamado “La Calavera” (que en hebreo se dice “Gólgota”).
18 Allí los soldados crucificaron a Jesús, y también crucificaron a otros dos hombres, uno a cada lado de Él, estando Jesús en el medio.
19 Pilato también escribió en un letrero la causa de la condena que decía: “Jesús el Nazareno, rey de los judíos”.
20 Muchos de los judíos leyeron el letrero porque el lugar donde Jesús fue crucificado estaba cerca de la ciudad. El letrero estaba escrito en hebreo, griego y latín.
21 Entonces los principales sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: “No escribas: ‘Rey de los judíos’, sino escribe: ‘Este hombre dijo: yo soy el rey de los judíos’”.
22 Pilato respondió: “Lo que he escrito, he escrito”.
23 Después de que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron su ropa y la dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica que era perfecta sin costura, toda tejida en una sola pieza de arriba a abajo. 24 Entonces los soldados se dijeron unos a otros: “No partamos la túnica, sino apostémosla para ver quien se la gana a la suerte”.
Esto sucedió para que se cumpliese lo que dice la Escritura: “Repartieron mis vestidos entre ellos y sobre mi ropa echaron las suertes” (Ex 12:46; Nm 9:12; Sal 34:20). De esta manera lo hicieron los soldados.
25 Cerca de la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la esposa de Cleofás, y también María Magdalena.
26 Cuando Jesús vio a su madre y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente cerca de ella, le dijo: “Mujer, aquí mismo tienes a tu hijo”.
27 Luego le dijo al discípulo: “Aquí está tu madre”. Y a partir de aquella hora, el discípulo la recibió para que se quedara con él.
28 Después de ese momento, Jesús sabiendo que todo estaba ya consumado, para que se cumpliese lo que dice la Escritura, dijo: “¡Tengo sed!”
29 Había un jarro lleno de vinagre, entonces ellos mojaron una esponja en el vinagre, pusieron la esponja en un rama de hisopo y le tocaron la boca con ella. 30 Cuando Jesús bebió el vinagre, dijo: “¡Todo está cumplido!”
Luego bajando la cabeza, murió entregando el espíritu.
31 Entonces los líderes judíos le pidieron a Pilato que rompiera las piernas de los que habían sido crucificados y que los quitara de las cruces. Porque era el día de la Preparación, y así los cuerpos no quedarían en la cruz en el sábado, pues aquel era el Gran Sábado.
32 Los soldados, entonces, fueron y rompieron las piernas del primer hombre que había sido crucificado con Jesús y luego rompieron las piernas del otro, 33 pero cuando se acercaron a Jesús, vieron que ya estaba muerto y por eso no le rompieron las piernas. 34 Pero uno de los soldados atravesó el costado de Jesús con una lanza y al instante, salió sangre y agua.
35 El que vio esto da testimonio, y su testimonio es verdadero, ya que él sabe que dice la verdad para que todos ustedes también crean 36 Estas cosas sucedieron para que se cumpliese lo que dice la Escritura: “Ninguno de sus huesos será roto”. 37 Y de igual manera otro lugar de la Escritura dice: “Mirarán al que atravesaron”.
38 Después de esto, José, de la ciudad de Arimatea, que era un discípulo de Jesús, pero en secreto, porque tenía miedo de los líderes judíos, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. Pilato se lo permitió, y José fue y se llevó el cuerpo de Jesús. 39 Nicodemo, el que había ido a hablar con Jesús por la noche, fue también con José, llevando como unos treinta y cuatro kilos de una mezcla de aloe y mirra. 40 Los dos hombres tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en sábanas sobre las cuales habían extendido esta mezcla de especias aromáticas, como era la costumbre judía de preparar los cuerpos para ser sepultados.
41 En el lugar donde Jesús había sido crucificado había un jardín, y en ese jardín había una tumba nueva donde aún no se había sepultado a nadie. 42 Pusieron el cuerpo de Jesús allí porque la tumba estaba cerca ya que era la preparación de los judíos.
Palabra del Señor
Lectura, ¿Qué dice el texto?
Jesús le respondió: “He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.
¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho”.
Pilato le dijo: “¿Entonces tú eres rey?”. Jesús respondió: “Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz”.
Pilato les dijo: “Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen”. Los judíos le dijeron: “A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie”.
Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: “Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César”.
Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu atención, tu interés?
Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?
Podemos sentir en todo este texto la presencia de la verdad y el ataque a ella a través de la mentira, manipulación, falsedad, conveniencia, hipocresía y todo este ataque escudándolo por la supuesta “Ley”. En la Palabra del Señor, en su mensaje ¿Qué es lo que él nos enseña?, ¿Escucho atentamente desde mi corazón, desde mi espíritu con buenas acciones y actitudes al Señor?, ¿Alguna vez me he comportado como los judíos de este texto, con esas actitudes de manipulación, conveniencia, mentira, falsedad e hipocresía?, ¿Cuál es mi sentir y el significado de la crucifixión de Jesucristo?, en mi vida ¿A qué me lleva esta acción y actitud que el Señor hizo por nosotros?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?
Oración, ¿Qué le decimos a Dios?
Mi Señor Jesús, viniste a buscarnos a nosotros los débiles ante las tentaciones, a dar la esperanza de salvación, tú más grande ejemplo fue el sacrificio y con ello muestra del inmenso amor que nos tienes, gracias, gracias por esta muestra. Yo a cambio te ofrezco seguir dando mi mejor voluntad y fuerza por seguirte, porque sé que aún siendo quien soy, me amas.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?
Cada uno pone sus intenciones.
-Amén-
Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?
“Escucha mi voz”
(Repetimos)
“Escucha mi voz”
“Escucha mi voz”
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?
Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?
1. Escuchar y comprometernos más con la verdad del Señor.
2. Que en mi vida se vea reflejado en acciones, servicio y actitud el sacrificio del Señor por nosotros.
3. Entregarme en lo que más pueda por amor, así como el Señor lo hizo.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?
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