¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este martes de la 14ª semana del Tiempo
Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice..
Lectio Divina: Mateo
9,32-38
Lectio
Martes, 7 de julio de 2020
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad
caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido
librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por
nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Mateo 9,32-38
Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado. Y
expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía:
«Jamás se vio cosa igual en Israel.» Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe
de los demonios expulsa a los demonios.» Jesús recorría todas las ciudades y
aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y
sanando toda enfermedad y toda dolencia.
Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»
Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»
3) Reflexión
• El evangelio de hoy presenta tres hechos: (a) la curación de un
endemoniado mudo (Mt 9,32-34) y (b) un resumen de las actividades de Jesús (Mt
9,35-38). Estos dos episodios enmarcan la parte narrativa de los capítulos 8 y
9 del evangelio de Mateo, en la que el evangelista trata de mostrar cómo Jesús
practicaba las enseñanzas dadas en el Sermón de la Montaña (Mt 5 a 7). En el
capítulo 10, cuya meditación empieza en el evangelio de mañana, veremos el
segundo gran discurso de Jesús: el Sermón de la Misión (Mt 10,1-42).
• Mateo 9,32-33a: La curación de un mudo. En un único versículo, Mateo
nos dice que un endemoniado mudo fue presentado ante Jesús, y que Jesús expulsa
el demonio y el mudo empieza de nuevo a hablar. Lo que impresiona en la actitud
de Jesús, aquí y en todos los cuatro evangelios, es el cuidado y el cariño con
las personas enfermas. Las enfermedades eran muchas, y no existía la seguridad
social. Las enfermedades no eran sólo corporales: mudez, parálisis, lepra,
ceguera y muchos otros males. En el fondo, estos males eran apenas una
manifestación de un mal mucho más amplio y más profundo que arruinaba la salud
de la gente, a saber, el abandono total y el estado deprimente y no humano en
que se veía obligada a vivir. Las actividades y las curaciones de Jesús se
dirigían no sólo contra las deficiencias corporales, sino también y sobre todo
contra ese mal mayor del abandono material y espiritual en que la gente se veía
obligada a pasar los pocos años de su vida. Pues, además de la explotación
económica que robaba la mitad de los ingresos familiares, la religión oficial
de la época, en vez de ayudar a la gente a encontrar en Dios la fuerza y a
tener esperanza, enseñaba que las enfermedades eran un castigo de Dios por el
pecado. Aumentaba en la gente el sentimiento de exclusión y de condena. Jesús
hacía lo contrario. La acogida llena de ternura y la curación de los enfermos
formaban parte del esfuerzo más amplio para rehacer la relación humana entre
las personas y reestablecer la convivencia comunitaria en los poblados y en las
aldeas de su tierra, Galilea.
• Mateo 9,33b-34: La doble interpretación de la curación del mudo.
Ante la curación del endemoniado mudo, la reacción de la gente es de admiración
y de gratitud: “¡Nunca se vio cosa semejante en Israel!” La reacción de los
fariseos es de desconfianza y de malicia: “Por el príncipe de los demonios
expulsa a los demonios” No pudiendo negar los hechos que producen la admiración
de la gente, la única manera que los fariseos tienen para neutralizar la
influencia de Jesús ante la gente es atribuir la expulsión al poder del
maligno. Marcos trae una larga argumentación de Jesús para poner de manifiesto
la malicia y la falta de coherencia de la interpretación de los fariseos (Mc
3,22-27). Mateo no trae ninguna respuesta de Jesús a la interpretación de los
fariseos, pues cuando la malicia es evidente, la verdad brilla por si misma.
• Mateo 9,35: Incansable, Jesús recurre los poblados. Es bonita la
descripción de la actividad incansable de Jesús, en la que se manifiesta la
doble preocupación a la que aludimos: la acogida llena de ternura y la curación
de los enfermos: “Jesús recorría todas las ciudades y poblados enseñando en las
sinagogas, propagando la Buena Nueva del Reino, y curando todo tipo de dolencia
y enfermedad”. En los capítulos anteriores, Mateo había aludido ya a esta
actividad ambulante de Jesús por los poblados de Galilea (Mt 4,23-24; 8,16).
• Mateo 9,36: La compasión de Jesús. “Y al ver la muchedumbre, sintió
compasión por ella porque estaban vejados y abatidos, como ovejas sin pastor”.
Los que debían ser los pastores no eran pastores, no cuidaban del rebaño. Jesús
trata de ser el pastor (Jn 10,11-14). Mateo ve aquí la realización de la
profecía del Siervo de Yahvé “Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba
con nuestras dolencias” (Mt 8,17 e Is 53,4). Al igual que Jesús, la gran
preocupación del Siervo era “encontrar una palabra de consuelo para quien
estaba desanimado” (Is 50,4). La misma compasión para con el pueblo abandonado,
Jesús la mostró en ocasión de la multiplicación de los panes: son como ovejas
sin pastor (Mt 15,32). El evangelio de Mateo tiene una preocupación constante
en revelar a los judíos convertidos de las comunidades de Galilea y de Siria
que Jesús es el Mesías anunciado por los profetas. Por esto, frecuentemente,
muestra cómo en las actividades de Jesús se realizan las profecías (cf. Mt 1,23;
2,5.15.17.23; 3,3; 4,14-16; etc.).
• Mateo 9,37-38: La mies es mucha y los obreros son pocos. Jesús
transmite a los discípulos la preocupación y la compasión que lo animan por
dentro: "La mies es mucha y los obreros son pocos. Rogad, pues, al dueño
de la mies que envíe obreros a su mies.”
4) Para la reflexión personal
• Compasión ante la multitud cansada y hambrienta. En la historia de
la humanidad, nunca hubo tanta gente cansada y hambrienta como ahora. La TV
divulga los hechos, pero no ofrece respuesta. Los cristianos ¿tenemos esa misma
compasión de Jesús y sabemos irradiarlas a los demás?
• La bondad de Jesús para con los pobres molestaba a los fariseos.
Ellos recurren a la malicia para deshacer y neutralizar el malestar causado por
Jesús. ¿Hay muchas actitudes buenas en las personas que me incomodan? ¿Cómo las
interpreto: con admiración agradecida como la gente o con malicia como los
fariseos?
5) Oración final
¡Cantadle, tañed para Él,
recitad todas sus maravillas;
gloriaos en su santo Nombre,
se alegren los que buscan al Señor! (Sal 105,2-3)
recitad todas sus maravillas;
gloriaos en su santo Nombre,
se alegren los que buscan al Señor! (Sal 105,2-3)
Orden de los Carmelitas
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