¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este Domingo 17º del Tiempo Ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: 17º
Domingo del Tiempo Ordinario (A)
Lectio
Domingo, 26 de julio de 2020
Mateo 13,44-52
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia
en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de
Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a
descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y
muerte.
Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció
para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Mateo 13,44: Parábola del tesoro escondido
Mateo 13,45-46: Parábola del mercader que busca perlas preciosas
Mateo: 13,47-50: Parábola de la red echada al mar
Mateo 13,51-52: Una parábola para concluir el discurso de las parábolas.
Mateo 13,45-46: Parábola del mercader que busca perlas preciosas
Mateo: 13,47-50: Parábola de la red echada al mar
Mateo 13,51-52: Una parábola para concluir el discurso de las parábolas.
b) Clave de lectura:
En este domingo decimoséptimo ordinario meditamos las tres parábolas
que componen la parte final del Discurso de las Parábolas: el
tesoro escondido, el mercader de perlas preciosas y la red echada en el mar.
Las parábolas de Jesús nos ayudan a sintonizar nuestra mirada para percibir
mejor la presencia del Reino de Dios en las cosas más comunes de la vida. En el
curso de la lectura es bueno fijar la atención a cuanto sigue: “¿Qué cosa es
para mí un tesoro escondido, un mercader en perlas preciosas o una red echada
en el mar? ¿De qué modo me ayuda mi experiencia a entender las parábolas del
tesoro, de la perla y de la red?”
c) El texto:
44 «El
Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al
encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va,
vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.
45 «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, 46 y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
45 «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, 46 y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
47 «También es semejante el Reino de los
Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; 48 y
cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los
buenos y tiran los malos. 49 Así sucederá al fin del
mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos 50 y
los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
51 «¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.» 52 Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.»
51 «¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.» 52 Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.»
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar
nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué parte del texto ha llamado principalmente mi atención? ¿Por
qué?
b) Según mi experiencia de vida, ¿qué entiendo por tesoro escondido, por mercader de perlas preciosas o por red echada en el mar?
c) Esta experiencia mía ¿cómo me ayuda a entender las parábolas del tesoro, de la perla y de la red?
d) ¿Cuál es la diferencia que existe entre las parábolas del tesoro y de la perla?
e) ¿Qué dice el texto sobre la misión a realizar en cualidad de discípulos de Cristo?
b) Según mi experiencia de vida, ¿qué entiendo por tesoro escondido, por mercader de perlas preciosas o por red echada en el mar?
c) Esta experiencia mía ¿cómo me ayuda a entender las parábolas del tesoro, de la perla y de la red?
d) ¿Cuál es la diferencia que existe entre las parábolas del tesoro y de la perla?
e) ¿Qué dice el texto sobre la misión a realizar en cualidad de discípulos de Cristo?
5. Para los que quieren profundizar
en el tema
a) Contexto de las parábolas pronunciadas por Jesús:
Los evangelios contienen muchas parábolas de Jesús. Mateo llega hasta
decir: “Todas estas cosas Jesús dijo a la gente en parábolas y no les hablaba
sino era en parábolas” (Mt 13,34). Era el método usado comúnmente en aquella
época para enseñar. Así era cómo Jesús se hacía entender de la gente. En las
parábolas, Jesús parte de cosas muy comunes de la vida y las usa como términos
de comparación para ayudar a las personas a entender mejor las cosas menos
conocidas del Reino de Dios. En el evangelio de este domingo, Jesús parte de
tres cosas bien conocidas de la vida de la gente: el tesoro escondido en el
campo, el mercader que busca perlas finas y la red que los pescadores echan al
mar.
b) Comentario del texto:
Mateo 13,44: La parábola del tesoro escondido
Aquí, el término de comparación para aclarar las cosas del Reino de Dios es el tesoro escondido en el campo. Ninguno sabe que en el campo hay un tesoro. Un hombre lo encuentra por casualidad. No sabía que lo encontraría. Lo encuentra y se alegra y acoge con gratitud lo imprevisto. El tesoro descubierto no le pertenece todavía, será suyo sólo si consigue comprar el campo. Así eran las leyes de la época. Por esto va, vende todo lo que posee y compra aquel campo. Comprando el campo, se hace dueño del tesoro.
Jesús no explica la parábola. Vale aquí lo que ha dicho antes: “Quien tenga oídos oiga” (Mt 13,9.43). O sea: “El Reino de Dios es esto. Lo habéis escuchado. ¡Ahora, tratad de entenderlo! Si Jesús no explica la parábola, tampoco yo la explico. Es tarea de cada uno de nosotros. Pero quisiera dar una sugerencia partiendo de lo que yo mismo he entendido. El campo es nuestra vida. En la vida de cada cual hay un tesoro escondido, tesoro precioso, más precioso que todas las cosas de valor. Quien lo encuentra ¿ da todo lo que posee para comprar aquel tesoro? ¿Lo has encontrado tú?
Mateo 13,45-46: La parábola del mercader en perlas finas
En la primera parábola, el término de comparación era “ el tesoro escondido en
el campo”. En esta parábola, el acento es diverso. El término de comparación no
es la perla preciosa, sino la actividad, el esfuerzo del mercader que busca
perlas preciosas. Todos saben que tales perlas existen. Lo que importa no es
saber que esas perlas existen , sino buscarlas sin descanso, hasta encontrarla.
Las dos parábolas tienen elementos comunes y elementos diversos. En los dos casos, se trata de una cosa preciosa: tesoro y perla. En los dos casos hay un encuentro, y en los dos casos la persona va y vende todo lo que tiene para poder comprar el valor que ha encontrado. En la primera parábola, el encuentro se sucede por casualidad. En la segunda , el encuentro es fruto del esfuerzo y de la búsqueda. Tenemos dos aspectos fundamentales del Reino de Dios. El Reino existe, está escondido en la vida, en espera de quien lo encuentre. El Reino es fruto de una búsqueda y de un encuentro. Son las dos dimensiones fundamentales de la vida humana: la gratitud de amor que nos acoge y nos encuentra y la observancia fiel que nos lleva al encuentro.
Las dos parábolas tienen elementos comunes y elementos diversos. En los dos casos, se trata de una cosa preciosa: tesoro y perla. En los dos casos hay un encuentro, y en los dos casos la persona va y vende todo lo que tiene para poder comprar el valor que ha encontrado. En la primera parábola, el encuentro se sucede por casualidad. En la segunda , el encuentro es fruto del esfuerzo y de la búsqueda. Tenemos dos aspectos fundamentales del Reino de Dios. El Reino existe, está escondido en la vida, en espera de quien lo encuentre. El Reino es fruto de una búsqueda y de un encuentro. Son las dos dimensiones fundamentales de la vida humana: la gratitud de amor que nos acoge y nos encuentra y la observancia fiel que nos lleva al encuentro.
Mateo 13,47-50: La parábola de la red echada en el mar
Aquí el Reino es semejante a una red, no una red cualquiera, sino una red
echada en el mar y que pesca de todo. Se trata de algo típico en la vida de
aquéllos que escuchaban, donde la mayoría eran pescadores, que vivían de la
pesca. Una experiencia que ellos tienen de la red echada en el mar y que
captura de todo, cosas buenas y cosas menos buenas. El pescador no puede evitar
que entren cosas no buenas en su red. Porque él no consigue controlar lo que
viene de abajo, en el fondo del agua del mar, donde se mueve su red. Sólo lo
sabrá cuando tire de la red hacia lo alto y se sienta con sus compañeros para
hacer la separación. Entonces sabrán qué es lo que vale y lo que no vale. De
nuevo, Jesús no explica la parábola, pero da una indicación: “Así será al final
de mundo”. Habrá una separación entre buenos y malos.
Mateo 13, 51-52: Conclusión del discurso parabólico
En el Evangelio de Mateo, el discurso parabólico termina con un breve diálogo
entre Jesús y aquéllos que lo escuchaban que sirve de clave de lectura para
todas las parábolas. Jesús pregunta: “¿Habéis entendido todo esto?” Respuesta
de la gente: “¡Sí!” Y Jesús concluye con una frase muy bella: “Por esto todo
escriba convertido en discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño
de la casa que extrae de su arca cosas nuevas y cosas antiguas” Esta frase
final es otra pequeña parábola. “Las cosas nuevas y las cosas antiguas que el
dueño de la casa saca de su arca” son las cosas de la vida que Jesús apenas ha
propuesto en las parábolas: semillas arrojadas en el campo (Mt 13,4-8), el
grano de mostaza (Mt 13,31-32), la levadura (Mt 13,33), el tesoro escondido en
el campo (Mt 13,44) el mercader de perlas finas (Mt 13,45-46), la red echada en
el mar (Mt 13, 47-48). La experiencia que cada uno tiene de estas cosas es su
tesoro. Y en esta experiencia es donde cada uno encuentra el término de
comparación para poder entender mejor las cosas del Reino de Dios. A veces ,
cuando las parábolas no nos dicen nada y no dejan libre su mensaje, la causa no
es la falta de estudios. Sino la falta de experiencia en la vida o la falta de
profundidad de la propia vida. Las personas que viven en la superficie sin
profundizar en la experiencia de la propia vida, no tienen un arca de donde
extraer cosas nuevas y cosas viejas.
c) Profundizando: La enseñanza de las parábolas
Las parábolas de Jesús son un instrumento pedagógico que se sirve de
la vida cotidiana para indicar cómo ésta nos habla de Dios. La parábolas hacen
transparente la realidad, reveladora de la presencia y acción de Dios.
Convierten contemplativa la mirada de la persona. Una parábola se refiere a
cosas de la vida y por esto es una enseñanza abierta que nos hace partícipes,
que nos compromete, todos tenemos cualquier experiencia de las cosas de la
vida.
La enseñanza en parábolas hace partir a las personas de su experiencia de las cosas comunes de la vida para poder entender el Reino: semilla, sal, luz, oveja, flor, mujer, niños, padre, red, pez tesoro, perla etc.
La enseñanza en parábolas hace partir a las personas de su experiencia de las cosas comunes de la vida para poder entender el Reino: semilla, sal, luz, oveja, flor, mujer, niños, padre, red, pez tesoro, perla etc.
Jesús no acostumbraba generalmente a explicar las parábolas. Sino que por lo
general terminaba con esta frase: “¡Quién haya oído , entienda!” (Mt 11.15;
13,9.43). O sea: “Es esto. Lo habéis escuchado. Ahora tratad de entender”.
Jesús dejaba abierto el sentido de la parábola, no lo determinaba. Señal de que
creía en la capacidad que la gente tenía para descubrir el sentido de la
parábola partiendo de su experiencia de vida. Alguna vez, a petición de sus
discípulos, explicaba su significado (Mt 13,10.36). Por ejemplo, los versículos
36-43 explican la parábola del trigo y de la cizaña y también es posible que
estas explicaciones sean reflexiones de la catequesis que se hacían en las
comunidades de los primeros cristianos. Las comunidades se reunían y discutían
las parábolas de Jesús, tratando de comprender lo que Jesús quería decir. Así,
poco a poco, la enseñanza de Jesús comenzaba a ser asimilada en las catequesis
de las comunidades que luego se convertirán en una explicación de la parábola.
6. Salmo 19,8-15
La ley del Señor es perfecta,
La ley del Señor es perfecta,
hace revivir;
el dictamen del Señor es veraz,
instruye al ingenuo.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegría interior;
el mandato del Señor es límpido,
ilumina los ojos.
El temor del Señor es puro,
estable por siempre;
los juicios del Señor veraces,
justos todos ellos,
apetecibles más que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo de panales.
hace revivir;
el dictamen del Señor es veraz,
instruye al ingenuo.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegría interior;
el mandato del Señor es límpido,
ilumina los ojos.
El temor del Señor es puro,
estable por siempre;
los juicios del Señor veraces,
justos todos ellos,
apetecibles más que el oro,
que el oro más fino;
más dulces que la miel,
más que el jugo de panales.
Por eso tu siervo se empapa en ellos,
guardarlos trae gran ganancia;
Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
De las faltas ocultas límpiame.
Guarda a tu siervo también del orgullo,
no sea que me domine;
entonces seré irreprochable,
libre de delito grave.
guardarlos trae gran ganancia;
Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
De las faltas ocultas límpiame.
Guarda a tu siervo también del orgullo,
no sea que me domine;
entonces seré irreprochable,
libre de delito grave.
Acepta con agrado mis palabras,
el susurro de mi corazón,
sin tregua ante Ti, Señor,
Roca mía, mi redentor.
el susurro de mi corazón,
sin tregua ante Ti, Señor,
Roca mía, mi redentor.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor
la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos
comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que
nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en
práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del
Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Orden de los Carmelitas
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