¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este martes de la XI Semana del Tiempo Ordinario.
Lectio Divina: Mateo 5,43-48
Lectio
Martes, 16 de junio de 2020
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas;
y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu
gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y
deseos. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 5,43-48
«Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
3) Reflexión
• En el evangelio de hoy llegamos a la cima de la Montaña de las
Bienaventuranzas, donde Jesús proclamó la Ley del Reino de Dios, cuyo ideal se
resume en esta frase lapidaria: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial”
(Mt 5,48). ¡Jesús estaba corrigiendo la Ley de Dios! Cinco veces de seguido
había afirmado: “¡Se os dijo, pero yo os digo!” (Mt 5,21.27,31.33.38). Es una
señal de mucho valor de su parte corregir, públicamente, ante toda la gente
reunida, el tesoro más sagrado de la gente, la raíz de su identidad, que era la
Ley de Dios. Jesús quiere comunicar una nueva mirada para entender y practicar
la Ley de Dios. La llave para poder tener esta nueva mirada es la afirmación:
Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. Nunca nadie podrá llegar
a decir: “¡Hoy fui perfecto como el Padre celestial es perfecto!” Estaremos
siempre por debajo de la medida que Jesús nos ha puesto delante. ¿Por qué él
nos puso delante un ideal que para nosotros los mortales es imposible alcanzar?
• Mateo 5,43-45: Oísteis que se os digo: Amarás a tu prójimo y odiarás
a tu enemigo. En esta frase Jesús explicita la mentalidad con la cual los
escriba explicaban la ley; mentalidad que nacía de las divisiones entre judíos
y no judíos, entre prójimo y no prójimo, entre santo y pecador, entre puro e
impuro, etc. Jesús manda subvertir este pretendido orden nacido de divisiones
interesadas. Manda superar las divisiones. “Pues yo os digo: Amad a vuestros
enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre
celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e
injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?”
.Aquí sacamos de la fuente, de donde brota la novedad del Reino. Esta fuente es
Dios mismo, reconocido como Padre, que hace nacer el sol sobre malos y buenos.
Jesús manda que imitemos a este Dios: "Sed perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto" (5,48). Es imitando a este Dios que creamos una
sociedad justa, radicalmente nueva:
• Mateo 5,46-48: Ser perfecto como el Padre celestial es perfecto.
Todo se resume en imitar a Dios: " Porque si amáis a los que os aman, ¿qué
recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no
saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso
mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto
vuestro Padre celestial." (Mt 5,43-48). El amor es el principio y el fin
de todo. No hay mayor amor que dar la vida para los hermanos (Jn 15,13). Jesús
imitó al Padre y reveló su amor. Cada gesto, cada palabra de Jesús, desde el
nacimiento hasta la hora de morir en la cruz, era una expresión de este amor
creador que no depende del presente que recibe, ni discrimina al otro por
motivo de raza, sexo, religión o clase social, sino que nace de un querer al
otro, gratuitamente. Fue un creciendo continuo desde el nacimiento hasta la
muerte en Cruz.
• La manifestación plena del amor creador en Jesús. Fue cuando en la
Cruz ofreció el perdón al soldado que lo torturaba y lo mataba. El soldado,
empleado del imperio, tomó el pulso de Jesús y lo apoyó sobre el brazo de la
cruz, luego colocó un clavo y empezó a dar golpes. Varios martillazos. La
sangre corría. El cuerpo de Jesús se contorcía por el dolor. El soldado, mercenario
ignorante, ajeno a lo que estaba haciendo y a lo que estaba ocurriendo a su
alrededor, seguía dando golpes como si fuera un clavo en la pared de la casa
para colgar un cuadro. En este momento Jesús dirige al Padre esta oración:
“Padre, ¡perdona¡ ¡No saben lo que hacen!” (Lc 23,34). Por más que los hombres
quisieran la falta de humanidad no consiguió apagar en Jesús la humanidad.
Ellos lo prenderán, lo insultarán, escupirán en el rostro, le darán trotazos,
harán de él un rey payaso con la corona de espinas en la cabeza, le flagelarán,
le torturarán, le harán andar por las calles como un criminal, tiene que
escuchar los insultos de las autoridades religiosas, en el calvario lo dejarán
totalmente desnudo a la vista de todos y de todas. Pero el veneno de la falta
de humanidad no consiguió alcanzar la fuente de la humanidad, que brotaba desde
dentro de Jesús. El agua que brotaba desde dentro era más fuerte que el veneno
que venía de fuera, queriendo de nuevo contaminarlo todo. Mirando aquel soldado
ignorante y bruto, Jesús tuvo pena del muchacho y rezó por él y por todos:
“¡Padre, perdona!” y hasta consigue una disculpa: “Son ignorantes. ¡No saben lo
que están haciendo!” Ante el Padre, Jesús se hizo solidario de los que lo
torturaban y maltrataban. Era como el hermano que va con sus hermanos asesinos
ante el juez y él, víctima de sus propios hermanos, dice al juez: “Son mis
hermanos, sabe. Son ignorantes. ¡Pero mejorarán! ” Era como si Jesús estuviera
con miedo que la mínima rabia contra el muchacho pudiera apagar en él el
pequeño resto de humanidad que aún llevaba dentro. Este gesto increíble de
humanidad y de fe en la posibilidad de recuperación de aquel soldado fue la
mayor revelación del amor de Dios. Jesús puede morir: “¡Está todo consumado!” E
inclinando la cabeza, entrega el espíritu (Jn 19,30). Realizó la profecía del
Siervo sufriente (Is 53).
4) Para la reflexión personal
• ¿Cuál es la motivación más profunda del esfuerzo que haces para
observar la Ley de Dios: merecer la salvación o agradecer la bondad inmensa de
Dios que te ha creado, te mantiene en vida y te salva?
• ¿Cómo entiendes la frase: “ser perfecto como el Padre celestial es perfecto?”
5) Oración final
Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado. (Sal 51,3-4)
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado. (Sal 51,3-4)
Orden de los Carmelitas
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