¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este Domingo 3º de Cuaresma, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Domingo 3º
de Cuaresma (A)
Lectio
Domingo, 15 de marzo de 2020
Juan 4,5-42
1. Oración inicial
Señor Jesús,
envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con
el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de
la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que
parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida
y resurrección.
Crea en
nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en
los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los
discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y
testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de
fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María,
que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Una
clave de lectura:
El texto
describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana. Diálogo muy humano, que
demuestra cómo Jesús se relacionaba con las personas y cómo Él mismo aprendía y
se enriquecía hablando con otros. Durante la lectura, intenta prestar atención
a lo que más te sorprende en la conducta tanto de Jesús como de la
Samaritana.
b) Una
división del texto para ayudar a la lectura:
Jn 4,5-6:
Crea el escenario donde se entabla el diálogo
Jn 4,7-26:
Describe el diálogo entre Jesús y la Samaritana
7-15:
Sobre el agua y la sed
16-18:
Sobre el marido y la familia
19-25:
Sobre la religión y el lugar de la adoración
Jn 4,27-30:
Describe el resultado del diálogo en la persona de la Samaritana
Jn 4,31-38:
Describe el resultado del diálogo en la persona de Jesús
Jn 4,39-42:
Describe el resultado de la misión de Jesús en la Samaría
c) El
texto:
5-6: En aquel tiempo: Jesús llegó a un pueblo de Samaría llamado
Sicar, cerca de la tierra que Jacob dio a su hijo José. Allí se encuentra el
pozo de Jacob. Jesús, cansado por la caminata, se sentó al borde del pozo. Era
cerca del mediodía.
7-15: Fue entonces cuando una mujer samaritana llegó para sacar agua,
y Jesús le dijo: «Dame de beber.» Los discípulos se habían ido al pueblo para
comprar algo de comer. La samaritana le dijo: «¿Cómo tú, que eres judío, me
pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Se sabe que los judíos no
tratan con los samaritanos). Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras
quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la
daría.» Ella le dijo: «Señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es
profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva? Nuestro antepasado Jacob nos
dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus animales; ¿eres acaso más
grande que él?» Jesús le dijo: «El que beba de esta agua volverá a tener sed,
pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que
yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna.» La
mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua, y así ya no sufriré la sed ni tendré
que volver aquí a sacar agua.»
16-18: Jesús le dijo: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.» La mujer
contestó: «No tengo marido.» Jesús le dijo: «Has dicho bien que no tienes
marido, pues has tenido cinco maridos, y el que tienes ahora no es tu marido.
En eso has dicho la verdad.»
19-26: La mujer contestó: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres
siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no
dicen que Jerusalén es el lugar en que se debe adorar a Dios?» Jesús le dijo:
«Créeme, mujer: llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será
"en este cerro" o "en Jerusalén". Ustedes, los samaritanos,
adoran lo que no conocen, mientras que nosotros, los judíos, adoramos lo que
conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora, y ya
estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu
y en verdad. Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo
los quiere. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y
en verdad.» La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, (que es el Cristo), está
por venir; cuando venga, nos enseñará todo.» Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que
habla contigo.»
27-30: En aquel momento llegaron los discípulos y se admiraron al verlo
hablar con una mujer. Pero ninguno le preguntó qué quería ni de qué hablaba con
ella. La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decir a la gente:
«Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste
el Cristo?» Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo.
31-38: Mientras tanto los discípulos le insistían: «Maestro, come.»
Pero él les contestó: «El alimento que debo comer, ustedes no lo conocen.» Y se
preguntaban si alguien le habría traído de comer. Jesús les dijo: «Mi alimento
es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado y llevar a cabo su obra.
Ustedes han dicho: "Dentro de cuatro meses será tiempo de cosechar".
¿No es verdad? Pues bien, yo les digo: Levanten la vista y miren los campos: ya
están amarillentos para la siega. El segador ya recibe su paga y junta el grano
para la vida eterna, y con esto el sembrador también participa en la alegría
del segador. Aquí vale el dicho: Uno es el que siembra y otro el que cosecha.
Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde otros han trabajado y sufrido.
Otros se han fatigado y ustedes han retomado de su trabajo.»
39-42: Muchos samaritanos de aquel pueblo creyeron en él por las
palabras de la mujer, que declaraba: «El me ha dicho todo lo que he hecho.»
Cuando llegaron los samaritanos donde él, le pidieron que se quedara con ellos.
Y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron al oír su palabra, y decían a la
mujer: «Ya no creemos por lo que tú has contado. Nosotros mismos lo hemos
escuchado y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»
3. Un momento de silencio orante
para que la
Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para
ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Qué nos
ha llamado más la atención en la conducta tenida por Jesús durante el diálogo
con la Samaritana? ¿Qué pedagogía ha usado para ayudar a la Samaritana a
percibir una dimensión más profunda de la vida?
b) ¿Qué nos
llama más la atención en la conducta de la Samaritana durante el diálogo con
Jesús? ¿Qué influencia ha tenido ella en Jesús?
c) En el
Antiguo Testamento ¿dónde está asociada el agua al don de la vida y al don del
Espíritu Santo?
d) ¿En qué
puntos la conducta de Jesús, me interroga, interpela, provoca o critica?
e) La
Samaritana ha llevado el tema de la conversación hacia la religión. Si tú
pudieras hablar con Jesús y hablar con Él, ¿qué temas quisieras tratar con Él?
¿Por qué?
f) ¿Será
verdad que adoro a Dios en espíritu y verdad o me apoyo y oriento más sobre
ritos y prescripciones?
5. Una clave de lectura
para
aquellos que quieran profundizar más en el tema.
a) El
simbolismo del agua:
* Jesús usa
la palabra agua, en dos sentidos: en sentido material, normal
del agua que quita la sed y en sentido simbólico del agua como fuente
de vida y don del Espíritu. Verdaderamente Jesús usa un lenguaje que las
personas entienden y que, al mismo tiempo, despierta en ellos la voluntad de
profundizar y de descubrir un sentido más profundo de la vida.
* El uso
simbólico del agua tiene su raíz en la tradición del Antiguo Testamento, donde
es frecuente la mística del agua como símbolo de la acción del Espíritu de Dios
en las personas. Jeremías, por ejemplo, opone el agua viva del manantial al
agua de la cisterna (Jr 2,13). Cisterna cuanto más agua sacas, menos agua
habrás. Manantial, cuanto más agua sacas, más agua tendrás. Otros textos del
Antiguo Testamento: Is 12,3; 49,10; 55,1; Ez 47,1-3, etc. Jesús conoce las
tradiciones de su pueblo y sobre ellas se apoya en la conversación con la
Samaritana. Sugiriendo el sentido simbólico del agua, evoca en ella (y en los
lectores y lectoras) todo un conjunto de episodios y frases del Antiguo
Testamento.
b) El
diálogo entre Jesús y la Samaritana:
* Jesús
encuentra a la Samaritana cerca del pozo, lugar tradicional para los encuentros
y las conversaciones (Gén 24,10-27; 29,1-14). Él parte de la necesidad muy
concreta de su propia sed y obra de modo que la mujer se sienta necesaria y
servidora. Jesús se hace el necesitado de ella. Por la pregunta, hace de modo
que la Samaritana pueda descubrir que Él depende de ella para resolver el
problema de su sed. Jesús despierta en ella el gusto de ayudar y servir.
* El
diálogo de Jesús y la Samaritana tiene dos niveles.
(i) El
nivel superficial, en el sentido material del agua que quita la
sed a las personas y del sentido normal de marido como padre de
familia. A este nivel, la conversación es tensa y difícil y no tiene
continuidad. Quien tiene ventaja es la Samaritana. Al principio, Jesús ha
intentado un encuentro con ella a través de la puerta del trabajo cotidiano
(sacar agua), pero no lo ha logrado. Después, ha intentado la puerta de la
familia (llamar al marido), y tampoco ha tenido resultado. Finalmente, la
Samaritana ha tomado el tema de la religión (lugar de la adoración). Jesús
ha logrado entrar por la puerta que ella ha abierto.
(ii) El
nivel profundo, en el sentido simbólico del agua como imagen de
la vida nueva traída por Jesús y del marido como símbolo de la unión
de Dios con su pueblo. A este nivel, la conversación tiene una continuidad
perfecta. Después de haber revelado que Él mismo, Jesús, ofrece el agua de la
nueva vida, dice: "Ve, llama a tu marido y luego regresa acá". En el
pasado, los samaritanos tuvieron cinco maridos, ídolos, ligados a cinco
pueblos que fueron llevados a aquel lugar por el rey de Asiria (2Re 17,30-31).
El sexto marido, el que tenía ahora, no era el verdadero: "¡el que tienes
ahora no es tu marido!" (Jn 4,18). No realizaba el deseo más profundo del
pueblo: la unión con Dios, como marido que se une a su esposa (Is 62,5; 54,5).
El verdadero marido, el séptimo, es Jesús, como fue prometido por Oseas:
"Y te haré mi esposa para siempre; y te desposaré conmigo en justicia, en
juicio, en piedad y misericordia. Y te haré mi esposa fiel, y ¡reconocerás que
soy el Señor!" (Os 2,21-22). Jesús es el esposo que llega (Mc 2,19) para
llevar la vida nueva a la mujer que lo ha buscado toda la vida y, hasta ahora,
no lo había encontrado. Si el pueblo acepta a Jesús como "esposo",
tendrá acceso a Dios en cualquier parte que esté, tanto en espíritu como en
verdad (vv.23-24).
* Jesús
declaró su sed a la Samaritana, pero no tomó el agua. Señal de que su sed era
simbólica y tenía relación con su misión, la sed de realizar la voluntad del
Padre (Jn 4,34). Esta sed está todavía presente en Él, y lo estará por toda la
vida, hasta la muerte. Dice Él en la hora de la muerte: "Tengo sed"
(Jn 19,28). Declara que tiene sed por última vez y así puede decir: "¡Todo
se ha cumplido!" Después inclinando la cabeza entregó el espíritu (Jn
19,30). Realizó su misión.
c) El
relieve de la mujer en el Evangelio de Juan:
* En el
Evangelio de Juan, las mujeres se destacan en siete momentos, decisivos para la
divulgación del Evangelio. A ellas se le atribuyen funciones y misiones,
algunas de las cuáles, en los otros evangelios, son atribuidas a las hombres.
En las
Bodas de Caná, la Madre de Jesús reconoce los límites del Antiguo Testamento y
reafirma la grande ley del Evangelio: "¡Haced todo lo que Él os
diga!" (Jn 2,1-11). La Samaritana es la primera persona que recibe de
Jesús el más grande secreto, a saber, que Él es el Mesías: "Soy yo, que
hablo contigo!" (Jn 4,26). Y se convierte en la evangelizadora de la
Samaria (Jn 4,28-30, 39-42). La mujer, llamada la adúltera, a la hora de ser
perdonada por Jesús, se convierte en juez de la sociedad patriarcal (o del
poder masculino) que la quería condenar (Jn 8,1-11). En los otros evangelios es
Pedro el que hace la profesión de fe en Jesús (Mt 16,16; Mc 8,29; Lc 9,20).
En
el evangelio de Juan, quien hace la profesión de fe es Marta, hermana de María
y Lázaro (Jn 11,27). María, hermana de Marta, unge los pies de Jesús para el
día de su sepultura (Jn 12,7). En aquel tiempo, quien moría en la cruz, no
tenía sepultura, ni podía ser embalsamado. Por esto, María anticipó la unción
del cuerpo de Cristo. Esto significa que ella aceptaba a Jesús como el
Mesías-Siervo que debería morir en la cruz. Pedro no aceptaba a Jesús como
Mesías-Siervo (Jn 13,8) y trató de disuadirlo (Mt 16,22). Así, María se
presenta como modelo para los otros discípulos. A los pies de la Cruz:
"¡Mujer, he ahí a tu hijo!". "¡He ahí a tu Madre!" (Jn
19,25-27). Nace la Iglesia de los pies de la cruz. María es el modelo de la
comunidad cristiana. La Magdalena debe anunciar la Buena Nueva a los hermanos
(Jn 20,11-18). Ella recibe una orden sin la cuál todas las otras órdenes dadas
a los apóstoles no hubieran tenido fuerza ni valor.
* La Madre
de Jesús aparece dos veces en el evangelio de Juan: al principio, en las bodas
de Caná (Jn 2,1-5) y al final, a los pies de la Cruz (Jn 19, 25-27). En los dos
casos ella representa al Antiguo Testamento que espera la llegada del Nuevo y,
en los dos casos, contribuye a fin de que el Nuevo pueda llegar. María es el
anillo de unión entre lo que era antes y lo que debería venir después. En Caná,
es ella, la Madre de Jesús, símbolo del Antiguo Testamento, la que percibe los
límites del Antiguo y da los pasos para que el Nuevo pueda llegar. En la hora
de la muerte es la Madre de Jesús, la que acoge al "Discípulo Amado".
Aquí, el Discípulo Amado es la nueva Comunidad que ha crecido en torno a Jesús.
Es el hijo que ha nacido del Antiguo Testamento. A petición de Jesús, el hijo,
el Nuevo Testamento, acoge la Madre, el Antiguo Testamento, en su casa. Los dos
deben caminar juntos. Porque el Nuevo no se puede entender sin el Antiguo.
Sería un edificio sin fundamento. Y el Antiguo sin el Nuevo sería incompleto.
Sería un árbol sin frutos.
6. Salmo 19 (18)
Dios
dialoga con nosotros por medio de la Naturaleza y de la Biblia
Los cielos
cuentan la gloria del Señor,
proclama el firmamento la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
y una noche a la otra se lo hace saber.
proclama el firmamento la obra de sus manos.
Un día al siguiente le pasa el mensaje
y una noche a la otra se lo hace saber.
No hay
discursos ni palabras
ni voces que se escuchen,
mas por todo el orbe se capta su ritmo,
y el mensaje llega hasta el fin del mundo.
ni voces que se escuchen,
mas por todo el orbe se capta su ritmo,
y el mensaje llega hasta el fin del mundo.
Al sol le
fijó una tienda en lontananza,
de allí sale muy alegre,
como un esposo que deja su alcoba,
como atleta, a correr su carrera.
Sale de un extremo de los cielos
y en su vuelta, que alcanza al otro extremo,
no hay nada que se escape a su calor.
de allí sale muy alegre,
como un esposo que deja su alcoba,
como atleta, a correr su carrera.
Sale de un extremo de los cielos
y en su vuelta, que alcanza al otro extremo,
no hay nada que se escape a su calor.
La ley del
Señor es perfecta, es remedio para el alma,
toda declaración del Señor es cierta y da al sencillo la sabiduría.
Las ordenanzas del Señor son rectas y para el corazón son alegría.
Los mandamientos del Señor son claros y son luz para los ojos.
toda declaración del Señor es cierta y da al sencillo la sabiduría.
Las ordenanzas del Señor son rectas y para el corazón son alegría.
Los mandamientos del Señor son claros y son luz para los ojos.
El temor
del Señor es un diamante, que dura para siempre;
los juicios del Señor son verdad, y todos por igual se verifican.
Son más preciosos que el oro, valen más que montones de oro fino;
más que la miel es su dulzura, más que las gotas del panal.
los juicios del Señor son verdad, y todos por igual se verifican.
Son más preciosos que el oro, valen más que montones de oro fino;
más que la miel es su dulzura, más que las gotas del panal.
También son
luz para tu siervo,
guardarlos es para mí una riqueza.
Pero, ¿quién repara en sus deslices?
Límpiame de los que se me escapan.
Guarda a tu siervo también de la soberbia,
que nunca me domine.
Así seré perfecto
y limpio de pecados graves.
guardarlos es para mí una riqueza.
Pero, ¿quién repara en sus deslices?
Límpiame de los que se me escapan.
Guarda a tu siervo también de la soberbia,
que nunca me domine.
Así seré perfecto
y limpio de pecados graves.
¡Ojalá te
gusten las palabras de mi boca,
esta meditación a solas ante ti,
oh Señor, mi Roca y Redentor!
esta meditación a solas ante ti,
oh Señor, mi Roca y Redentor!
7. Oración final
Señor
Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad
del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la
fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como
María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la
Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por
todos los siglos de los siglos. Amén
Orden de los Carmelitas
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