¡Amor y paz!
Los invito, hermanos,
leer y meditar el Evangelio, a la manera de la lectio divina, en este V
Domingo de Cuaresma, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: 5º Domingo
de Cuaresma (A)
Lectio
Domingo, 29 de marzo de 2020
.
Juan 11,1-45
1. Oración inicial
Señor
Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la
luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la
presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así,
la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como
fuente de vida y resurrección.
Crea
en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura,
en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los
discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y
testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de
fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María,
que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a)
Una clave de lectura:
Leamos el
texto que describe la resurrección de Lázaro. Durante la lectura, trata de
seguir al grupo, los discípulos, hombres y mujeres que siguen a Jesús desde la
Galilea hasta Betania. Debes seguir con atención todo cuanto acontece, desde el
momento del anuncio de la enfermedad del hermano que Marta y María han enviado
a Jesús que se encuentra en Galilea, hasta la resurrección de Lázaro.
b)
Una división del texto para ayudar a la lectura:
Jn 11,1-16:
Jesús recibe el aviso y regresa a Betania para resucitar a Lázaro
Jn 11,17-31: El encuentro de Jesús con las dos hermanas y la profesión de fe de
Marta
Jn 11,32-45: El gran signo de la resurrección de Lázaro
c) El
texto:
1-16: Había un enfermo, Lázaro, de Betania,
pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que ungió al Señor con
perfumes y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro era el enfermo.
Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú quieres, está
enfermo.» Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la
gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba
a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo,
permaneció dos días más en el lugar donde se encontraba. Al cabo de ellos, dice
a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.» Le dicen los discípulos: «Rabbí,
con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?» Jesús
respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza,
porque ve la luz de este mundo; pero si uno anda de noche, tropieza, porque no
está la luz en él.» Dijo esto y añadió: «Nuestro amigo Lázaro duerme; pero voy
a despertarle.» Le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se curará.» Jesús
lo había dicho de su muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del
sueño. Entonces Jesús les dijo abiertamente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por
vosotros de no haber estado allí, para que creáis. Pero vayamos allá.» Entonces
Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también
nosotros a morir con él.»
17-31: Cuando llegó Jesús, se encontró con
que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de
Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de
Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había
venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo
Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Le dice
Jesús: «Tu hermano resucitará.» Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la
resurrección, el último día.» Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección y la
vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí,
no morirá jamás. ¿Crees esto?» Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el
Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.» Dicho esto, fue a llamar
a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.» Ella,
en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue hacia él. Jesús todavía no
había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había
encontrado. Los judíos, que estaban con María en casa consolándola, al ver que
se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro
para llorar allí.
32-45: Cuando María llegó donde estaba
Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi
hermano no habría muerto.» Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los
judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde
lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.» Jesús derramó
lágrimas. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.» Pero algunos de
ellos dijeron: «Éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que
éste no muriera?» Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al
sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedra. Dice Jesús: «Quitad
la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el
cuarto día.» Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de
Dios?» Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y
dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre
me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me
has enviado.» Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal afuera!» Y salió
el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario.
Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.» Muchos de los judíos que habían
venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
3. Un momento de silencio orante
para
que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para
ayudarnos en la meditación y en la oración.
a)
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en todo este episodio narrado con
tantos detalles? ¿Por qué?
b) ¿Cuál es el punto central y más importante de todo lo que el texto nos
cuenta? ¿Por qué?
c) ¿Cuál es el comportamiento de los discípulos? ¿Qué dicen y qué hacen?
d) ¿Cómo se comportan Marta y María? ¿Qué dicen y qué hacen?
e) ¿Cuál es el comportamiento de los judíos? ¿Qué dicen, hacen o planifican?
f) ¿Con quién te identificas más: con los discípulos, con las hermanas, con los
judíos, o con ninguno de ellos?
g) ¿Has pasado alguna vez por momentos en los que se han mezclado desesperación
y esperanza, muerte y vida? En estos momentos difíciles ¿qué es lo que ha
sostenido tu fe?
h) ¿En qué modo Lázaro resucita hoy? ¿Cómo sucede la resurrección hoy, dando
vida nueva a los pobres?
5. Una clave de lectura
para
aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
a)
La diferencia entre el evangelio de Juan y los otros evangelios:
*
Una comparación para entender estas diferencias: Fotografía y Rayos-X-. Ante
una puesta de sol, quedas maravillado de la belleza de la naturaleza. Tu ves y
contemplas aquello que los ojos miran. Es la fotografía. Junto a tí, una amiga
te dice: "¿¡Has visto cómo aquella nubecilla cambia de color más intenso!?
¡Así es nuestra amistad! Ella ha visto más de lo que los ojos miraban. Son los
Rayos-X-. El amor mutuo y la fe en el otro han ampliado la visión. Así es el
Evangelio de Juan, el Evangelio del Discípulo Amado. El nos enseña cómo leer
los otros evangelios y a descubrir en ellos una dimensión más profunda. Los
otros tres evangelistas disparan la fotografía de los milagros. Juan dispara
los Rayos-X-, revelando su sentido profundo y divino, aquél que la sola fe ve
por medio del Espíritu (Jn 14,26; 16,19).
*
Por ejemplo, los sinópticos mencionan veintiocho milagros distintos. Juan
apenas menciona siete y los llama "signos". De estos siete, apenas
tres se encuentran en los sinópticos. Los otros cuatro son exclusivos de Juan:
las bodas de Caná (Jn 2,1-11), la curación de un paralítico en la piscina de
Siloé (Jn 5,1-9), la curación del ciego de nacimiento (Jn 9,1-7) y la
resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44). En el modo cómo describe estos
"signos", Juan hace más que contar simplemente milagros. Él amplía y
hace de modo que ellos puedan manifestar a Jesús como la revelación del Padre.
El Evangelio de Juan trata de clarificar la frase de Jesús: "El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14,9). Cuando colocamos a contraluz la
fotografía de Jesús hecha por el evangelio de Juan, vemos el rostro del Padre.
b)
La narración de la resurrección de Lázaro en el conjunto del Evangelio de Juan:
* El
esquema de los siete signos:
1º Signo: bodas de Caná (Jn 2,1-12)
2º Signo: curación del hijo de un cortesano (Jn 4,46-54)
3º Signo: curación del paralítico (Jn 5,1-18)
4º Signo: multiplicación de los panes (Jn 6,1-15)
5º Signo: Jesús camina sobre las aguas (Jn 6,16-21)
6º Signo: curación del ciego (Jn 9,1-40)
7º Signo: resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44)
El
gran signo es
la HORA de la glorificación de Jesús
*
Los siete signos son siete prefiguraciones de la glorificación de Jesús que
acontecerá en la Hora de su pasión, muerte y resurrección.
Cada signo simboliza un aspecto del significado de la
pasión, muerte y resurrección de Jesús para nuestra vida. Y es "meditando
día y noche" a través de la Lectio Divina o la Lectura Orante, como
podremos descubrir este significado, enriqueciendo con ello nuestra vida.
*
La resurrección de Lázaro, el séptimo signo, abre el camino para la llegada de
la Hora, de la glorificación, que viene a través de la
muerte (Jn 12,23; 17,1). Una de las causas de la condena de Jesús será la
resurrección de Lázaro (Jn 11,50; 12,10). Así, el séptimo signo será para
manifestar la gloria de Dios (Jn 11,4). "Esta enfermedad
no es de muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea
glorificado por ella". (Jn 11,4). Los discípulos no pudieron entender (Jn
11,6-8). Pero aunque no lo entendieron, están dispuestos a andar y morir con
Jesús (Jn 11,16). La comprensión es poca, pero la fe es justa.
c)
El significado de la resurrección de Lázaro:
* En
Betania: Todo sucede en Betania, un pueblecito a los pies del Monte de
los Olivos, vecino a Jerusalén. En esta narración, la familia de Lázaro, en
donde a Jesús le gustaba hospedarse, es el espejo de la comunidad del Discípulo
Amado del final del primer siglo. Espejo también de nuestras comunidades.
Betania quiere decir "Casa de los Pobres". Marta quiere decir
"Señora" (Coordinadora): una mujer coordinaba la comunidad. Lázaro
significa "Dios ayuda": la comunidad pobre que todo lo esperaba de
Dios. María significa "amada de Yahvé" imagen de la comunidad. La
narración de la resurrección de Lázaro quiere comunicarte esta certeza: Jesús
lleva la vida a la comunidad de los pobres; Él es la fuente de la vida para los
que creen en Él.
*
Entre la vida y la muerte: Lázaro ha muerto. Muchos
judíos están en casa de Marta y María para consolarlas por la pérdida del
hermano. Los representantes de la Antigua Alianza no traen la vida nueva.
Apenas consuelan. ¡Jesús es el que traerá la nueva vida! En el evangelio de
Juan, los judíos son también los adversarios que quieren matar a Jesús (Jn
10,31). Así que, por una parte, la amenaza de muerte contra Jesús. De la otra,
¡Jesús que llega para vencer la muerte! En este contexto de vida y muerte es
como se realiza el séptimo signo de la resurrección de Lázaro, la victoria
sobre la muerte.
* Dos
modos de creer en la resurrección: El punto central es el confrontamiento
entre el antiguo modo de creer en la resurrección que sólo tiene lugar al final
de los tiempos y la nueva traída por Jesús, que, desde ahora, vence a la
muerte. Marta, los fariseos y la mayoría del pueblo creían ya en la Resurrección
(Act 23,6-10; Mc 12,18). Creían, pero no la revelaban, porque era fe en una
resurrección que sucedería sólo al final de los tiempos y no en la resurrección
presente de la historia, que es ahora. Aquella no renovaba la vida. Faltaba
hacer un salto. La vida nueva de la resurrección aparecerá con Jesús.
*
La profesión de fe en Jesús es profesión de fe en la vida: Jesús
reta a Marta para que haga este salto. No basta creer en la resurrección que
tendrá lugar al final de los tiempos, sino que se debe creer que la
Resurrección está ya presente hoy en la persona de Jesús y en los que creen en
Él. Sobre éstos la muerte no tiene ningún poder, porque Jesús es la
"resurrección y la vida". Por tanto, Marta, aunque sin ver el signo
concreto de la resurrección de Lázaro, confiesa su fe: "Sí, Señor. Yo creo
que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que debe venir al mundo".
* Humano,
muy humano, igual a nosotros en todo: Después de la profesión de fe, Marta
va a llamar a María su hermana. María va al encuentro de Jesús, que se haya en
el mismo lugar donde Marta lo ha encontrado. Ella repite la misma frase de
Marta: "Señor, si hubieses estado aquí, no hubiera muerto mi hermano"
(Jn 11,21). María llora, todos lloran. Jesús se conmueve. Cuando los pobres
lloran, Jesús se emociona y llora. Ante el llanto de Jesús, los otros
concluyen: "¡Ved cómo lo amaba!" Esta es la característica de las
comunidades del Discípulo Amado: el amor mutuo entre Jesús y los miembros de la
comunidad. Algunos todavía no creen y dudan: "¿No pudo éste, que ha
abierto los ojos del ciego, hacer que no muriese?" (Jn 11,33.35.38). Así
es cómo Juan acentúa la humanidad de Jesús contra aquéllos que, al final del
primer siglo, espiritualizaban la fe y negaban la humanidad de Jesús.
* A
nosotros nos toca quitar la piedra para que Dios nos devuelva la vida:
Jesús ordena quitar la piedra. Marta reacciona: "Señor, ya hiede…pues
lleva cuatro días". Una vez más Jesús la desafía, llamándola de nuevo a la
fe en la resurrección, que es ahora, como un signo de la gloria de Dios:
"¿No te he dicho que si creyeres verás la gloria de Dios?" Quitaron
la piedra. Ante el sepulcro abierto y ante la incredulidad de las personas, Jesús
se dirige al Padre. En su plegaria, ante todo, da las gracias al Padre:
"Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que siempre me
escuchas". El Padre de Jesús es el mismo Dios que siempre escucha el grito
del pobre (Ex 2,24; 3,7). Jesús conoce al Padre y confía en él. Pero ahora le
pide un signo a causa de la muchedumbre que lo rodea, a fin de que pueda creer
que Él, Jesús, es el enviado del Padre. Después grita en alta voz:
"¡Lázaro, sal fuera!" Lázaro salió fuera. Es el triunfo de la vida sobre
la muerte, de la fe sobre la incredulidad. Un agricultor del interior del
Brasil hizo el siguiente comentario: "¡A nosotros toca remover la piedra!
Y así Dios resucita la comunidad. ¡Hay gente que no quiere remover la piedra, y
por esto en su comunidad no hay vida!"
6. Salmo 16 (15)
Dios
nuestra herencia por siempre
Guárdame,
oh Dios, que en ti me refugio.
Digo al Señor: «Tú eres mi Señor,
mi bien, nada hay fuera de ti».
Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
«¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
Pero no les haré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.
El Señor es
la parte de mi herencia y de mi copa,
tú aseguras mi suerte:
me ha tocado un lote precioso,
me encanta mi heredad.
Bendigo al
Señor, que me aconseja;
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente a Yahvé,
con él a mi derecha no vacilo.
Por eso se
me alegra el corazón,
sienten regocijo mis entrañas,
todo mi cuerpo descansa tranquilo;
pues no me abandonarás al Seol,
no dejarás a tu amigo ver la fosa.
Me enseñarás el camino de la vida,
me hartarás de gozo en tu presencia,
de dicha perpetua a tu derecha.
7. Oración final
Señor
Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad
del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la
fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como
María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la
Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por
todos los siglos de los siglos. Amén
Orden de los Carmelitas