¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, a la
manera de la lectio divina, en este martes de la 6ª semana del tiempo
ordinario, ciclo A.
Dios nos bendice...
Lectio Divina: Juan
8,21-30
Lectio
Martes, 31 de marzo de 2020
Tiempo de
Cuaresma
1) Oración inicial
Concédenos, Señor,
perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros
días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Por
nuestro Señor.
2) Lectura
Del
Evangelio según Juan 8,21-30
Jesús les dijo otra vez: «Yo
me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.
Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: `Adonde yo voy, vosotros no podéis ir'? Él les decía:
«Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.
Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy,
moriréis en vuestros pecados.» Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió:
«Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar
pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta;
sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»
Al hablar así, muchos creyeron en él.
Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: `Adonde yo voy, vosotros no podéis ir'? Él les decía:
«Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.
Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy,
moriréis en vuestros pecados.» Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió:
«Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar
pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta;
sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»
Al hablar así, muchos creyeron en él.
3) Reflexión
• La semana pasada, la
liturgia nos llevaba a meditar el 5 del Evangelio de Juan. Esta semana nos pone
delante el capítulo 8 del mismo evangelio. Como el capítulo 5, también el
capítulo 8 contiene reflexiones profundas sobre el misterio de Dios que
envuelve a la persona de Jesús. Aparentemente, se trata de diálogos entre Jesús
y los fariseos (Jn 8,13). Los fariseos quieren saber quién es Jesús. Ellos lo
critican por dar testimonio de sí mismo sin ninguna prueba o testimonio para
legitimarse ante la gente (Jn 8,13). Jesús responde diciendo que él no habla a
partir de sí mismo, sino siempre a partir del Padre y en nombre del Padre (Jn
8,14-19).
• En realidad, los diálogos
son también expresión de cómo era la transmisión catequética de la fe en las
comunidades del discípulo amado al final del primero siglo. Reflejan la lectura
orante que los cristianos hacían de las palabras de Jesús como expresión de la
Palabra de Dios. El método de pregunta y respuesta los ayudaba a encontrar la
respuesta a los problemas que, en aquel final del siglo, los judíos planteaban
a los cristianos. Era una manera concreta de ayudar la comunidad a profundizar
su fe en Jesús y en su mensaje.
• Juan 8,21-22: ’Adonde yo
voy, vosotros no podéis ir'. Aquí Juan aborda un nuevo asunto u otro aspecto
del misterio que envuelve a la persona de Jesús. Jesús habla de su ida y dice
que allí donde él va, los fariseos no pueden seguirle. “Yo me voy y vosotros me
buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.” Ellos buscan a Jesús, pero no lo
encuentran porque no le conocen y lo buscan con criterios equivocados. Ellos
viven en el pecado y van a morir en el pecado. Vivir en el pecado quiere decir
vivir alejado de Dios. Ellos imaginan a Dios de una determinada forma, y Dios
es diferente a como ellos se lo imaginan. Por esto no son capaces de reconocer
la presencia de Dios en Dios. Los fariseos no entienden lo que Jesús quiere
decir y toman todo al pie de la letra: “¿Es que se va a suicidar?”
• Juan 8,23-24: ‘Vosotros
sois de abajo, yo soy de arriba.’ Los fariseos se orientan en todo según los
criterios de este mundo. “¡Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este
mundo!” El marco de referencias que orienta a Jesús en todo lo que dice es el
mundo de arriba, esto es, Dios, el Padre, y la misión que recibió del Padre. El
marco de referencias de los fariseos es el mundo de aquí abajo, sin apertura,
cerrado en sus propios criterios. Por esto, viven en el pecado. Vivir en el
pecado es no tener la mirada de Jesús sobre la vida. La mirada de Jesús es
totalmente abierta para Dios hasta el punto que Dios está en él en toda su
plenitud (Cf. Col 1,19). Nosotros decimos: “Jesús es Dios”. Juan nos convida a
decir: “¡Dios es Jesús!”. Por esto, Jesús dice: “Ya os he dicho que moriréis en
vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados”.
YO SOY es la afirmación con que Dios se presenta a Moisés en el momento de
liberar a su pueblo de la opresión de Egipto (Ex 3,13-14). Es la expresión
máxima de la certeza absoluta de que Dios está en medio de nosotros a través de
Jesús. Jesús es la prueba definitiva de que Dios está con nosotros. Emmanuel.
• Juan 8,25-26: ¿Quién eres
tú? El misterio de Dios en Jesús no cabe en los criterios con los que los
fariseos miran Jesús. De nuevo preguntan: “¿Quién eres tú?” Ellos no entendían
porque no entienden el lenguaje de Jesús. Jesús hablaba con ellos a partir de
todo lo que él experimentaba y vivía en contacto con el Padre y a partir de la
conciencia de su misión. Jesús no se auto-promueve. El apenas dice y expresa lo
que oye del Padre. El es pura revelación porque es pura y total obediencia.
• Juan 8,27-30: ‘Cuando
hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que YO SOY’. Los fariseos
no entienden que Jesús, en todo lo que dice y hace, es expresión del Padre. Lo
comprenderán sólo después que hayan levantado al Hijo del Hombre. “Entonces
sabréis que YO SOY”. La palabra levantar tiene un doble sentido de levantar
sobre la Cruz y ser levantado a la derecha del Padre. La Buena Nueva de la
muerte y de la resurrección revelará quién es Jesús, y ellos sabrán que Jesús
es la presencia de Dios en medio de nosotros. El fundamento de esta certeza de
nuestra fe es doble: de un lado, la certeza de que el Padre está siempre con
Jesús y nunca le deja solo y, por otro lado, la total y radical obediencia de
Jesús al Padre, por la que él se convierte en total apertura y total
transparencia del Padre para nosotros.
4) Para la reflexión personal
•
Quien se encierra en sus criterios y piensa saberlo todo, no será nunca capaz
de comprender al otro. Así eran
los fariseos ante Jesús. Yo ante los demás, ¿cómo me comporto?
• Jesús es radical
obediencia al Padre y por esto es total revelación del Padre. ¿Qué imagen de
Dios se irradia a partir de mí?
5) Oración final
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida. (Sal 101)
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida. (Sal 101)
Orden de los Carmelitas
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