¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes
de la 14a semana del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Mateo 9,18-26
Lectio
Lunes, 8 Julio ,
2019
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que por medio de la
humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la
verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del
pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según
Mateo 9,18-26
Así les estaba hablando, cuando se
acercó un magistrado y se postraba ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir,
pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá.» Jesús se levantó y le siguió
junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde
hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía
para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.» Jesús se volvió, y al verla le
dijo: « ¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado.» Y se salvó la mujer desde aquel
momento. Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la
gente alborotando, decía: « ¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida.»
Y se burlaban de él. Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano,
y la muchacha se levantó. Y esta noticia se divulgó por toda aquella
comarca.
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos lleva a
meditar dos milagros de Jesús a favor de dos mujeres. El primero fue a favor de
una mujer considerada impura por una hemorragia irregular, que padecía desde
hacía doce años. El otro, a favor de una muchacha que acababa de fallecer.
Según la mentalidad de la época, cualquier persona que tocara la sangre o un
cadáver era considerada impura y quien la tocaba, quedaba impuro/a. Sangre y
muerte ¡eran factores de exclusión! Por esto, esas dos mujeres eran personas
marginadas, excluidas de la participación en comunidad. Quien las tocara,
quedaría impuro/a, impedido/a de participar en la comunidad y no podía
relacionarse con Dios. Para poder ser readmitida en la plena participación
comunitaria, la persona tenía que pasar por el rito de la purificación,
prescrito por las normas de la ley. Ahora, curando a través de la fe la
impureza de aquella señora, Jesús abrió un camino nuevo para Dios, un camino
que no dependía de los ritos de purificación, controlados por los sacerdotes. Al
resucitar a la muchacha, venció el poder de la muerte y abrió un nuevo
horizonte para la vida.
• Mateo 9,18-19: La muerte de la
muchacha. Mientras Jesús estaba hablando, un jefe del lugar vino a interceder
para su hija que acababa de morir. El pide a Jesús que fuera a imponer la mano
a la muchacha, “y ella vivirá”. El jefe cree que Jesús tiene el poder de
devolver la vida a la hija. Señal de mucha fe en Jesús, de parte del padre de
la muchacha. Jesús se levanta y va con él, llevando consigo a que siguen: la
curación de la mujer con doce años de hemorragia y la resurrección de la
muchacha. El evangelio de Marcos presenta los mismos dos episodios, pero con
muchos detalles: el jefe se llamaba Jairo, y era uno de los jefes de la
sinagoga. La muchacha no estaba muerta todavía, y tenía doce años, etc. (Mc
5,21-43). Mateo abrevió la narración tan viva de Marcos.
• Mateo 9,20-21: La situación de la
mujer. Durante la caminada hacia la casa del jefe, una mujer que sufría desde
hacía doce años de hemorragia irregular, se acerca a Jesús en busca de
curación. ¡Doce años de hemorragia! Por esto vivía excluida, pues, como
dijimos, en aquel tiempo la sangre volvía impura a la persona. Marcos informa
que la mujer se había gastado todo su patrimonio con los médicos y, en vez de
estar mejor, estaba peor (Mc 5,25-26). Había oído hablar de Jesús (Mc 5,27).
Por esto, nació en ella una nueva esperanza. Decía: “Con sólo tocar su manto me
salvaré”. El catecismo de la época mandaba decir: “Si toco su ropa, quedo
impuro”. La mujer pensaba exactamente lo contrario. Señal de mucho valor. Señal
de que las mujeres no estaban del todo de acuerdo con todo lo que las
autoridades religiosas enseñaban. ¡La enseñanza de los fariseos y de los
escribas no consiguió controlar el pensamiento de la gente! ¡Gracias a Dios! La
mujer se acercó a Jesús por detrás, tocó su manto, y quedó curada.
• Mateo 9,22: La palabra iluminadora
de Jesús. Jesús se da la vuelta y, viendo a la mujer, declara: “¡Animo, hija!
Tu fe te ha salvado.” Frase breve, pero que deja transparentar tres puntos muy
importantes: (a) Al decir “Hija”, Jesús acoge a la mujer en la nueva comunidad,
que se formaba a su alrededor. Ella deja de ser una excluida. (b) Acontece de
hecho aquello que ella esperaba y creía. Queda curada. Muestra esto, de que el
catecismo de las autoridades religiosas no era correcto y que en Jesús se abría
un nuevo camino para que las personas pudiesen obtener la pureza exigida por la
ley y entrar en contacto con Dios. (c) Jesús reconoce que, sin la fe de aquella
mujer, él no hubiera podido hacer el milagro. La curación no fue un rito
mágico, sino un acto de fe.
• Mateo 9,23-24: En la casa del jefe.
En seguida, Jesús va para la casa del jefe. Viendo el alboroto de los que
lloraban por la muerte de la muchacha, Jesús manda que todo el mundo salga de
la casa Dijo: “La muchacha no ha muerto. ¡Está dormida!”. La gente se ríe,
porque sabe distinguir cuando una persona está dormida o cuando está muerta.
Para la gente, la muerte era una barrera que nadie podía superar. Es la risa de
Abrahán y de Sara, esto es, de los que no consiguieron creer que nada es
imposible para Dios (Gn 17,17; 18,12-14; Lc 1,37). Las palabras de Jesús tienen
un significado más profundo aún. La situación de las comunidades del tiempo de
Mateo parecía una situación de muerte. Ellas también tenían que oír: “¡No es
muerte! ¡Ustedes están durmiendo! ¡Despiértense!”
• Mateo 9,25-26: La resurrección de
la muchacha. Jesús no dio importancia a la risa del pueblo. Esperó que todos
estuvieran fuera de la casa. Luego entró, tomó a la muchacha por la mano y se
levantó. Marcos conserva las palabras de Jesús: “Talita kúmi!”, lo que quiere
decir: Muchacha, ¡levántate! (Mc 5,41). La noticia se esparció por toda aquella
región. Y la gente creyó que Jesús es el Señor de la vida que vence la
muerte.
4) Para la reflexión
personal
• Hoy, ¿cuáles son las categorías de
personas que se sienten excluidas de la participación en la comunidad
cristiana? ¿Cuáles son los factores que hoy causan la exclusión de tantas
personas y le dificultan la vida tanto en familia como en la sociedad?
• “La muchacha no ha muerto. ¡Está
dormida!” ¿Estás durmiendo? Pues, ¡despierta! Este es el mensaje del evangelio
de hoy. ¿Qué me dice a mí? ¿Soy de aquellos que se ríen?
5) Oración final
Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey,
bendeciré tu nombre por siempre;
todos los días te bendeciré,
alabaré tu nombre por siempre.
Grande es el Señor, muy digno de
alabanza,
su grandeza carece de límites. (Sal
145,1-3)
Orden de los Carmelitas
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