¡Amor y
paz!
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este lunes de la 2a semana
de Pascua, Ciclo C.
Dios nos
bendice...
Lectio Divina: Juan 3,1-8
Lectio
Lunes, 29 Abril ,
2019
Tiempo
de Pascua
1) Oración inicial
Dios
todopoderoso y eterno, a quien confiadamente podemos llamar ya Padre nuestro,
haz crecer en nuestros corazones el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que
merezcamos gozar, un día, de la herencia que nos has prometido. Por nuestro
Señor Jesucristo.
2) Lectura
Del Evangelio según Juan 3,1-8
Había
entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste a
Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro,
porque nadie puede realizar los signos que tú realizas si Dios no está con él.»
Jesús le respondió:
«En
verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de
Dios.» Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso
entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad,
en verdad te digo:
El
que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo
nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te
asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo. El viento sopla donde
quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo
el que nace del Espíritu.»
3) Reflexión
•
El evangelio de hoy nos trae una parte de la conversación de Jesús con
Nicodemo. Nicodemo aparece varias veces en el evangelio de Juan (Jn 3,1-13;
7,50-52; 19,39). Era una persona que tenía una cierta posición social. Tenía
lideranza entre los judíos y formaba parte del supremo tribunal llamado
Sinedrio. En el evangelio de Juan, él representa al grupo de los judíos que
eran piadosos y sinceros, pero que no llegaban a entender todo lo que Jesús
hacía y hablaba. Nicodemo había oído hablar de señales, de las cosas
maravillosas que Jesús hacía y quedó impresionado. El quiere conversar con
Jesús para poder entender mejor. Era una persona cultivada que pensaba entender
las cosas de Dios. Esperaba al Mesías con un librito de la ley en la mano para
verificar si lo nuevo anunciado por Jesús estaba de acuerdo. Jesús hace
percibir a Nicodemo que la única manera que alguien tiene para poder entender
las cosas de Dios es ¡nacer de nuevo! Hoy acontece lo mismo. Algunos son como
Nicodemo: aceptan como nuevo sólo aquello que está de acuerdo con sus propias
ideas. Aquello con lo que uno no está de acuerdo se rechaza como contrario a la
tradición. Otros se dejan sorprender por los hechos y no tienen miedo a decir:
"¡Nací de nuevo!"
•
Juan 3,1: Un hombre, llamado Nicodemo. Poco antes del encuentro de Jesús con
Nicodemo, el evangelista hablaba de la fe imperfecta de ciertas personas que se
interesan sólo en los milagros de Jesús (Jn 2,23-25). Nicodemo era una de estas
personas. Tenía buena voluntad pero su fe era aún imperfecta. La conversación
con Jesús le va a ayudar a percibir que debe dar un paso más para poder
profundizar en su fe en Jesús y en Dios.
•
Juan 3,2: 1ª pregunta de Nicodemo: tensión entre lo viejo y lo nuevo. Nicodemo
era un fariseo, persona conocida entre los judíos y con un buen raciocinio. Se
fue a encontrar a Jesús de noche y le dice: "Rabbí, sabemos que has venido
de Dios como maestro, porque nadie puede realizar los signos que tú realizas si
Dios no está con él." Nicodemo opina sobre Jesús desde los argumentos que
él, Nicodemo, lleva dentro de sí. Esto es un paso importante, pero no basta
para conocer a Jesús. Las señales que Jesús hace pueden despertar a la persona
e interesarle. Pueden engendrar curiosidad, pero no engendran la entrega, en la
fe. No hacen ver el Reino de Dios presente en Jesús. Por esto es necesario dar
un paso más. ¿Cuál es este paso?
•
Juan 3,3: Respuesta de Jesús: "Tienes que nacer de nuevo!" Para que
Nicodemo pueda percibir el Reino presente en Jesús, el tendrá que percibir el
Reino presente en Jesús, tendrá que nacer de nuevo, de lo alto. Aquel que trata
de comprender a Jesús sólo a partir de sus propios argumentos, no consigue
entenderlo. Jesús es más grande. Si Nicodemo se queda sólo con el catecismo del
pasado en la mano, no va a poder entender a Jesús. Tendrá que abrir del todo su
mano. Tendrá que dejar de lado sus propias certezas y seguridades y entregarse
totalmente. Tendrá que escoger entre, de un lado, guardar la seguridad que le
viene de la religión organizada con sus leyes y tradiciones y, de otro,
lanzarse a la aventura del Espíritu que Jesús le propone.
•
Juan 3,4: 2ª pregunta de Nicodemo: ¿Cómo es posible nacer de nuevo? Nicodemo no
quiere dar su brazo a torcer y pregunta con una cierta ironía: "¿Cómo una
persona puede nacer de nuevo siendo vieja? Podrá entrar una segunda vez en el
vientre de su madre y nacer?" Nicodemo se tomó las palabras de Jesús al
pie de la letra y, por esto, no entendió nada. El hubiera tenido que percibir
que las palabras de Jesús tenían un sentido simbólico.
•
Juan 3,5-8: Respuesta de Jesús: Nacer de lo alto, nacer del espíritu. Jesús
explica lo que quiere decir nacer de lo alto, o nacer de nuevo. y "nacer
del agua y del Espíritu". Aquí tenemos una alusión muy clara al bautismo.
A través de la conversación de Jesús con Nicodemo, el evangelista nos convida a
hacer una revisión de nuestro bautismo. Relata las siguientes palabras de
Jesús: "Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es
Espíritu". Carne significa aquello que nace sólo de nuestras ideas. Lo que
nace de nosotros tiene nuestra medida. Nacer del Espíritu ¡es otra cosa! El
Espíritu es como el viento. "El viento sopla donde quiere, y oyes su voz,
pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del
Espíritu.»
El viento tiene,
dentro de sí, un rumbo, una dirección. Percibimos la dirección del viento, por
ejemplo, el viento del Norte o el viento del Sur, pero no conocemos ni
controlamos la causa a partir de la cual el viento se mueve en esta u otra
dirección. Así es el Espíritu. "Nadie es señor del Espíritu" (Ecl
8,8). Lo que más caracteriza al viento, al Espíritu, es la libertad. El viento,
el espíritu, es libre, no puede ser controlado. El actúa sobre los otros y
nadie consigue actuar sobre él. Su origen es el misterio, su destino es el
misterio. El barquero tiene que describir, en primer lugar, el rumbo del
viento. Después tiene que colocar las velas según ese rumbo. Es lo que Nicodemo
y todos nosotros debemos hacer.
• Una llave para
entender mejor las palabras de Jesús sobre el Espíritu Santo. La lengua
hebraica usa la misma palabra para decir viento y espíritu. Como ya dicho, el
viento tiene, dentro de sí, un rumbo, una dirección: viento del Norte, viento
del Sur. El Espíritu de Dios tiene un rumbo, un proyecto, que ya se manifestaba
en la creación bajo la forma de una paloma que aleteaba sobre el caos (Gn 1,2).
Año tras año, él renueva la faz de la tierra y coloca en movimiento la
naturaleza a través de la secuencia de las estaciones (Sl 104,30; 147,18). Este
mismo Espíritu está presente en la historia. Hace secar el Mar Rojo (Ex 14,21)
hace pasar las codornices y las deja caer sobre el campamento (Nm 11,31). Está
con Moisés y, a partir de él, se distribuye entre los líderes de la gente (Núm
11,24-25). Estaba en los líderes y los llevaba a realizar acciones
libertadoras: Otoniel (Jz 3,10), Gedeón (Jue 6,34), Jefté (Jue 11,29), Sansón
(Jue 13,25; 14,6.19; 15,14), Saúl (1Sm 11,6), y Débora, la profetisa (Jz 4,4).
Estuve presente no grupo dos profetas e agia neles con fuerza contagiosa (1Sm
10,5-6.10). Su acción en los profeta produce envidia en los demás, pero Moisés
reacciona: "¡Ojalá que Dios comunicara su Espíritu a todo el pueblo y
profetizara!" (Núm 11,29).
• A lo largo de los
siglos, creció la esperanza de que el Espíritu de Dios orientara al Mesías en
la realización del proyecto de Dios (Is 11,1-9) y bajara sobre todo el pueblo
de Dios (Ez 36,27; 39,29; Is 32,15; 44,3). La gran promesa del Espíritu se manifiesta
de muchas formas en los profetas del exilio: la visión de los huesos secos,
resucitados por la fuerza del Espíritu de Dios (Ez 37,1-14); la efusión del
Espíritu de Dios sobre todo el pueblo (Jl 3,1-5); la visión del Mesías-Siervo
que será ungido por el Espíritu para establecer el derecho en la tierra y
anunciar la Buena Nueva a los pobres (Is 42,1; 44,1-3; 61,1-3). Ellos
vislumbran un futuro, en que la gente, cada vez de nuevo, renace por la efusión
del Espíritu (Ez 36,26-27; Sl 51,12; cf Is 32,15-20).
• El evangelio de Juan
usa muchas imágenes y símbolos para significar la acción del Espíritu. Como en
la creación (Gén 1,1), así el Espíritu desciende sobre Jesús "como una
paloma, venida del cielo” (Jn 1,32). ¡Es el comienzo de la nueva creación! Jesús
habla las palabras de Dios y nos comunica al Espíritu sin medida (Jn 3,34). Sus
palabras son Espíritu y vida (Jn 6,63). Cuando Jesús se despide, dice que
enviará a otro consolador, a otro defensor, para que quede con nosotros. Es el
Espíritu Santo (Jn 14,16-17). A través de su pasión, muerte y resurrección,
Jesús conquistó el don del Espíritu para nosotros. A través del bautismo todos
nosotros recibimos este mismo Espíritu de Jesús (Jn 1,33). Cuando apareció a
los apóstoles, sopló sobre ellos y dijo: "¡Recibid al Espíritu
Santo!" (Jn 20,22). El Espíritu es como el agua que brota desde el
interior de las personas que creen en Jesús (Jo 7,37-39; 4,14). El primer
efecto de la acción del Espíritu en nosotros es la reconciliación: " A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos.” (Jn 20,23). El Espíritu se nos da para que podamos recordar
y entender el significado pleno de las palabras de Jesús (Jn 14,26; 16,12-13).
Animados por el Espíritu de Jesús, podemos adorar a Dios en cualquier lugar (Jn
4,23-24). Aquí se realiza la libertad del Espíritu del que nos habla San Pablo:
"Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (2Cor
3,17).
4) Para la reflexión
personal
•
¿Cómo acostumbras reaccionar ante las novedades que se presentan? ¿Cómo
Nicodemo que acepta la sorpresa de Dios?
•
¿Jesús compara la acción del Espíritu Santo con el viento (Jn 3,8). ¿Que nos
revela esta comparación sobre la acción del Espíritu de Dios en mi vida? ¿Has
pasado por alguna experiencia que te dio la sensación de nacer de nuevo?
5) Oración final
Bendeciré
en todo tiempo al Señor,
sin
cesar en mi boca su alabanza;
En
el Señor se gloría mi ser,
¡que
lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)
Orden de los Carmelitas
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