¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este jueves después
de Epifanía.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
4,14-22A
Lectio:
Jueves, 10 enero,
2019
1) Oración inicial
¡Oh Dios, que por medio de
tu Hijo has hecho clarear para todos los pueblos la aurora de tu eternidad!,
concede a tu pueblo reconocer la gloria de su Redentor y llegar un día a la luz
eterna. Por nuestro Señor. Amen.
2) Lectura
Del santo Evangelio según
Lucas 4,14-22a
Jesús volvió a Galilea por
la fuerza del Espíritu y su fama se extendió por toda la región. Iba enseñando
en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy.» Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.
Vino a Nazaret, donde se había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al ministro y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy.» Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.
3) Reflexión
• Animado por el Espíritu
Santo, Jesús vuelve a Galilea e inicia a anunciar la Buena Noticia del Reino de
Dios. Yendo por las comunidades y enseñando en las sinagogas llega a Nazaret,
donde se había criado. Volvía a la comunidad en la que, desde pequeño, había
participado en las celebraciones durante treinta años. El sábado siguiente,
según acostumbraba, va a la sinagoga para estar con la gente y participar en la
celebración.
• Jesús se levanta para
hacer la lectura. Escoge el texto de Isaías que habla de los pobres, de los
presos, de los ciegos y de los oprimidos. El texto refleja la situación de la
gente de Galilea en el tiempo de Jesús. En nombre de Dios, Jesús toma postura
en defensa de su pueblo y, usando las palabras de Isaías, define su misión:
anunciar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los cautivos y a
los ciegos que pronto van a ver, despedir libres a los oprimidos. Retomando la
antigua tradición de los profetas, proclama “un año de gracia del Señor”. Proclama
un año de jubileo. Jesús quiere reconstruir la comunidad, el clan, para que
fuera de nuevo expresión de su fe en Dios. Así que si Dios es Padre/Madre,
todos y todas debemos ser hermanos y hermanas unos de otros.
• En el antiguo Israel, la
gran familia o el clan o la comunidad, era la base de la
convivencia social. Era la protección de las familias y de las personas, la
garantía de la posesión de la tierra, el cauce principal de la tradición y de
la defensa de la identidad del pueblo. Era la forma concreta en que el amor de
Dios se encarnaba en el amor del prójimo. Defender el clan, la comunidad, era
lo mismo que defender la Alianza con Dios. En la Galilea del tiempo de Jesús,
un doble cautiverio marcaba la vida de la gente y estaba contribuyendo en la desintegración
del clan, de la comunidad: el cautiverio de la política del
gobierno de Herodes Antipas (4 aC a 39 dC) y el cautiverio de la religión
oficial. A causa del sistema de explotación y de represión de la política de
Herodes Antipas, apoyada por el Imperio Romano, muchas personas eran excluidas,
quedaban sin hogar y sin empleo (Lc 14,21; Mt 20,3.5-6). El clan, la comunidad,
se quedó debilitada. Las familias y las personas quedaron sin ayuda, sin
defensa. Y la religión oficial, mantenida por las autoridades religiosas de la
época, en vez de fortalecer la comunidad, para que pudiera acoger a los
excluidos, reforzó aún más ese cautiverio. La Ley de Dios se usaba para
legitimar la exclusión de mucha gente: mujeres, niños, samaritanos,
extranjeros, leprosos, poseídos, publicanos, enfermos, mutilados, parapléjicos.
Era el contrario de la fraternidad que Dios ¡soñó para todos! Así que, tanto la
coyuntura política y económica como la ideología religiosa, todo conspiraba
para debilitar la comunidad local e impedir la manifestación del Reino de Dios.
El programa de Jesús,
basado en el profeta Isaías, ofrecía una alternativa.
• Terminada la lectura,
Jesús actualiza el texto y lo enlaza con la vida del pueblo diciendo:“¡Hoy se
cumplen estas profecías que acaban de escuchar!” Su manera de enlazar la Biblia
con la vida de la gente, produce una doble reacción. Algunos creen y quedan
admirados. Otros tienen una reacción de descrédito. Quedan escandalizados y no
quieren saber nada de él. Dicen: “¿No es éste el hijo de José?” (Lc 4,22) ¿Por
qué se quedan escandalizados? Porque Jesús habla de acoger a los pobres, a los
ciegos, a los oprimidos. Pero ellos no aceptan su propuesta. Y así, cuando
Jesús presenta su proyecto de acoger a los excluidos, ¡él mismo es excluido!
4) Para la reflexión
personal
• Jesús enlaza la fe en
Dios con la situación social de su pueblo. Y yo, ¿cómo vivo mi fe en Dios?
• ¿En el lugar donde vivo
hay ciegos, presos, oprimidos? ¿Qué hago yo?
5) Oración final
¡Que su fama sea perpetua,
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso! (Sal 72,17)
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso! (Sal 72,17)
Orden de los Carmelitas
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