¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este miércoles de
la 32ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
17,11-19
Lectio:
Miércoles, 14 noviembre,
2018
Tiempo Ordinario
1) Oración inicial
Dios omnipotente y misericordioso,
aparta de nosotros todos los males, para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y
nuestro espíritu, podamos libremente cumplir tu voluntad. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas
17,11-19
De camino a Jerusalén,
pasó por los confines entre Samaría y Galilea. Al entrar en un pueblo, salieron
a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando
la voz, dijeron: «Jesús, Maestro, ¡ten compasión de nosotros!» Al verlos, les
dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban,
quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios
en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba
gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron
limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a
dar gloria a Dios sino este extranjero?» Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te
ha salvado.»
3) Reflexión
• En el Evangelio de hoy,
Lucas cuenta como Jesús cura a diez leprosos, pero uno sólo le agradece. ¡Y era
un samaritano! La gratitud es otro tema muy propio de Lucas: vivir con gratitud
y alabar a Dios por todo aquello que recibimos de él. Por esto, Lucas habla
muchas veces de que la gente quedaba admirada y alababa a Dios por las cosas
que Jesús hacía (Lc 2,28.38; 5,25.26; 7,16; 13,13; 17,15.18; 18,43; 19,37;
etc.). El evangelio de Lucas contiene varios cánticos e himnos que expresan
esta experiencia de gratitud y de reconocimiento (Lc 1,46-55; 1,68-79;
2,29-32).
• Lucas 17,11: Jesús,
camino hacia Jerusalén. Lucas recuerda que Jesús estaba de camino hacia
Jerusalén, pasando por Samaría para ir a Galilea. Desde el comienzo del viaje
(Lc 9,52) hasta ahora (Lc 17,11), Jesús va por Samaría. Sólo ahora está
saliendo de Samaría, pasando por la Galilea para poder llegar a Jerusalén. Esto
significa que las importantes enseñanzas, dadas en estos capítulos de 9 a 17,
fueron dadas todas en un territorio que no ero judío. El oír esto tiene que
haber sido motivo de mucha alegría para las comunidades, venidas del paganismo.
Jesús, el peregrino, sigue su viaje hasta Jerusalén.
Sigue eliminando las
desigualdades que los hombres han creado. Sigua el largo y doloroso camino de
la periferia hacia la capital, de una religión cerrada en sí misma, a una
religión abierta que sabe acoger a los otros como hermanos y hermanas, hijos e
hijas del mismo Padre. Esta apertura se verá en la acogida dada a los diez
leprosos.
• Lucas 17,12-13: El grito
de los leprosos. Diez leprosos se acercan a Jesús, se paran a distancia y
gritan: "Jesús, maestro, ¡ten piedad de nosotros!" El leproso era una
persona excluida. Era marginado y despreciado, sin el derecho a vivir con su
familia. Según la ley de la pureza, los leprosos debían de ir con ropa rota y
el cabello suelto gritando: “¡Impuro! ¡Impuro!” (Lv 13,45-46). Para los
leprosos, la busca de un tratamiento significaba lo mismo que buscar la pureza
para poder ser reintegrados en la comunidad. No podían acercarse a los otros
(Lv 13,45-46). Si un leproso tocaba a alguien le causaba impureza y creaba un
impedimento para la que la persona pudiera dirigirse a Dios. A través de este
grito, ellos expresaban la fe en que Jesús podía curarlos y devolverles la
pureza. Obtener la pureza significaba sentirse, de nuevo, acogido por Dios y
poderse dirigir a El para recibir la bendición prometida a Abrahán.
• Lucas 17,14: La
respuesta de Jesús y la sanación. Jesús responde:"¡Vete a mostrar a los
sacerdotes!" (cf. Mc 1,44). Era el sacerdote que debía verificar la
curación y dar el atestado de pureza (Lv 14,1-32). La respuesta de Jesús exigía
mucha fe de parte de los leprosos. Deben ir donde el sacerdote como si ya
estuvieran curados, cuando, en realidad, su cuerpo seguía cubierto de lepra.
Pero ellos creen en la palabra de Jesús y van donde el sacerdote. Y ocurre que
mientras van de camino, se manifiesta la curación. Quedan purificados. Esta
curación evoca la historia de la purificación de Naamán de Siria (2Re 5,9-10).
El profeta Eliseo mandó al hombre que se lavara en el Jordán. Naamán tenía que
creer en la palabra del profeta. Jesús ordena a los diez leprosos que se
presenten a los sacerdotes. Ellos tenían que creer en la palabra de Jesús.
• Lucas 17,15-16: Reacción
del samaritano. “Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios
en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba
gracias; y éste era un samaritano”. ¿Por qué los otros no volvieron? ¿Por qué
sólo el samaritano? En la opinión de los judíos de Jerusalén, el samaritano no
observaba la ley como era debido. Entre los judíos había la tendencia a
observar la ley para poder merecer o conquistar la justicia. Por la
observancia, ellos iban acumulando créditos ante Dios. La gratitud y la gratuidad
no forman parte del vocabulario de las personas que viven así su relación con
Dios. Tal vez sea por esto que no agradecieron el beneficio recibido. En la
parábola del evangelio de ayer, Jesús había formulado la pregunta sobre la
gratitud: “¿Acaso tiene que dar las gracias al siervo porque hizo lo que le
mandaron?” (Lc 17,9) Y la respuesta era: ¡No! El samaritano representa a las
personas que tienen la conciencia clara de que nosotros, los seres humanos, no
tenemos mérito, ni crédito ante Dios. Todo es gracia, empezando por el don de
la vida.
• Lucas 17,17-19: La
observación final de Jesús. Jesús se extraña: “¿No quedaron limpios los diez?
Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios
sino este extranjero?” Para Jesús, agradecer a los demás por el beneficio
recibido es una manera de dar a Dios la alabanza que le es debida. En este
punto, los samaritanos deban lecciones a los judíos. Hoy son los pobres los que
desempeñan el papel del samaritano y nos ayudan a redescubrir esta dimensión de
la gratuidad de la vida. Todo lo que recibimos tiene que ser visto como un don
de Dios que viene hasta nosotros a través del hermano, de la hermana.
• La acogida dada a los
samaritanos en el evangelio de Lucas. Para Lucas, el lugar que Jesús daba a los
samaritanos es el mismo que el que las comunidades tenían que reservar a los
paganos. Jesús presenta al samaritano como un modelo de gratitud (Lc 17,17-19)
y de amor al prójimo (Lc 10,30-33). Esto debía ser muy chocante, pues para los
judíos, samaritano o pagano, era la misma cosa. No podían tener acceso a los
atrios interiores del Templo de Jerusalén, ni participar del culto. Eran
considerados portadores de impureza, impuros desde la cuna. Para Lucas, pero,
la Buena Nueva de Jesús se dirige, en primer lugar, a las personas y a los
grupos considerados indignos de recibirla. La salvación de Dios que llega hasta
nosotros en Jesús es puro don. No depende de los méritos de nadie.
4) Para la reflexión
personal
• Y tú, ¿sueles agradecer
a las personas? ¿Agradeces por mera costumbre o por convicción? Y en la
oración: ¿agradeces u olvidas?
• Vivir en la gratitud es
una señal de la presencia del Reino en medio de nosotros. ¿Cómo transmitir para
los demás la importancia de vivir en la gratitud y en la gratuidad?
5) Oración final
El Señor es mi pastor,
nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas. (Sal 23,1-2)
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas. (Sal 23,1-2)
Orden de los Carmelitas
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