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¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este lunes de la 23ª
semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: LUCAS
6,6-11
Lectio:
Lunes, 10 septiembre, 2018
Tiempo Ordinario
1) Oración
inicial
Señor, tú que te has
dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor
de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad
verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Lucas 6,6-11
Otro sábado entró Jesús en
la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha
seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para
encontrar de qué acusarle. Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre
que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio.» Él se levantó y se
puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito
hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla.» Y,
mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano.» Él lo hizo, y quedó
restablecida su mano. Ellos se ofuscaron y deliberaban entre sí qué harían a
Jesús.
3) Reflexión
• Contexto. Nuestro pasaje presenta a Jesús curando a un hombre que tenía una mano seca. A diferencia del contexto de los cap. 3-4 en los que Jesús aparece solo, aquí Jesús aparece rodeado de sus discípulos y de las mujeres que lo acompañaban. En los primeros tramos de este camino encontrará el lector diversos modos de escuchar la palabra de Jesús por parte de los que lo siguen que en definitiva podrían sintetizarse en dos experiencias que reclaman a su vez dos tipos de aproximación a Jesús: el de Pedro (5,1-11) y el del centurión (7,1-10).
El primero
encuentra a Jesús que, después de la pesca milagrosa, lo invita a ser pescador
de hombres, y cae después de rodillas ante Jesús: “Aléjate de mí, Señor, que
soy un hombre pecador” (5,8).
El segundo no tiene ninguna comunicación directa
con Jesús: ha oído hablar muy bien sobre Jesús y le envía intermediarios para
pedirle la curación de su criado que está muriendo; pide algo no para sí, sino
para una persona muy querida.
La figura de Pedro representa la actitud del que,
sintiéndose pecador, pone su obrar bajo el influjo de la Palabra de Jesús.
El
centurión, mostrando su solicitud por el criado, aprende a escuchar a Dios.
Pues bien, la curación del hombre que tiene una mano seca se coloca entre estas
vías o actitudes que caracterizan la itinerancia de la vida de Jesús. El hecho
milagroso se produce en un contexto de debate o controversia: las espigas
arrancadas en sábado y una curación también en sábado, precisamente la mano
seca. Entre las dos discusiones, la palabra de Jesús juega un papel crucial:
“El Hijo del hombre es señor del sábado” (6,5).
Yendo a nuestro pasaje,
preguntémonos qué significa esta mano seca? Es símbolo de la salvación del
hombre que es conducido a su situación original, la de la creación. Además, la
mano derecha expresa el obrar humano. Jesús devuelve a este día de la semana,
el sábado, su más profundo sentido: es el día de la alegría, de la
restauración, y no de la limitación. El sábado que Jesús presenta es el sábado
mesiánico, no el sábado legalista; las curaciones realizadas por él son signos
del tiempo mesiánico, de la restauración y liberación del hombre.
• Dinámica del milagro. Lucas pone ante Jesús a un hombre con una mano sin fuerza, seca, paralizada. Nadie se interesa por pedir su curación y menos aún el directamente interesado. Pero la enfermedad no era sólo un problema individual, sino que sus efectos repercuten en toda la comunidad. En nuestro relato no emerge tanto el problema de la enfermedad sino más bien su relación con el sábado. Jesús es criticado porque ha curado en sábado. La diferencia con los fariseos consiste en que éstos, en el día de sábado, no actúan en base al mandamiento del amor que es la esencia de la ley. Jesús, después de ordenar al hombre ponerse en el centro de la asamblea, hace una pregunta decisiva: “¿es lícito o no curar en sábado?”.
Los espacios para la respuesta son reducidos: curar o
no curar, o sea, curar o destruir (v.9). Imaginémonos la dificultad de los
fariseos: había que excluir que en sábado se pudiese hacer el mal o conducir al
hombre a la perdición y menos aún curar ya que ayudar en sábado estaba
permitido sólo en casos de extrema necesidad. Los fariseos se sienten
provocados, lo cual excita su agresividad.
Aparece como evidente que la
intención de Jesús al curar en sábado es procurar el bien del hombre, en primer
lugar el que está enfermo. Esta motivación de amor nos invita a reflexionar
sobre nuestro comportamiento y a fundamentarlo en el de Jesús, que salva. Jesús
no presta atención sólo a la curación del enfermo, sino que está también interesado
por la de sus adversarios: curarlos de su torcida actitud al observar la ley;
observar el sábado sin reanimar al prójimo de sus enfermedades no está en
conformidad con lo que Dios quiere. Para el evangelista, la función del sábado
es hacer el bien, salvar como Jesús hace en su vida terrena.
4) Para la reflexión
personal
• ¿Te sientes urgido las
palabras de Jesús? ¿Cómo te comprometes en tu servicio a la vida? ¿Sabes crear
condiciones para que el otro viva mejor?
• ¿Sabes poner en el
centro de tu atención a todos los hombres y a sus necesidades?
5) Oración final
Se alegrarán los que se
acogen a ti,
gritarán alborozados por siempre;
tú los protegerás, en ti disfrutarán
los que aman tu nombre. (Sal 5,12)
gritarán alborozados por siempre;
tú los protegerás, en ti disfrutarán
los que aman tu nombre. (Sal 5,12)
Orden de los Carmelitas
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