¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este viernes
de la 17ª semana del Tiempo Ordinario.
Dos
nos bendice...
Primera lectura
Lectura de la profecía de
Jeremías (26,1-9):
Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del Señor a Jeremías: «Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo y di a todos los ciudadanos de Judá que entran en el templo para adorar, las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola. A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus malas acciones. Les dirás: Así dice el Señor: Si no me obedecéis, cumpliendo la ley que os di en vuestra presencia, y escuchando las palabras de mis siervos, los profetas, que os enviaba sin cesar (y vosotros no escuchabais), entonces trataré a este templo como al de Silo, a esta ciudad la haré fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra.»
Los profetas, los sacerdotes y el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras, en el templo del Señor. Y, cuando terminó Jeremías de decir cuanto el Señor le había mandado decir al pueblo, lo agarraron los sacerdotes y los profetas y el pueblo, diciendo: «Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo será como el de Silo, y esta ciudad quedará en ruinas, deshabitada?»
Y el pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 68
R/. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado? R/.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R/.
R/. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado? R/.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (13,54-58):
En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso.
Jesús les dijo: «Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
Palabra del Señor
En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: «¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso.
Jesús les dijo: «Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
Palabra del Señor
Comentario
1.1 Jeremías tiene un difícil
encargo: debe predicar las consecuencias del pecado. Esto es hablar con la
verdad, y por eso, cuando la gente no quiere oír la verdad no quiere oír que
sus pecados tendrán consecuencias. De hecho, para pecar y para seguir pecando
es preciso engañar o engañarse haciendo de cuenta que nuestras faltas no
tendrán consecuencias. Pero Jeremías es de Dios y Dios le ha encargado hablar
de eso que nadie quiere oír: pecar trae consecuencias.
1.2 Santa Catalina de Siena dijo una
vez que la estrategia del demonio para llevar a la gente a la condenación era
esta: durante la vida, vendarles los ojos para que no vieran lo que estaban
haciendo; a la hora de la muerte, quitarles la venda de repente y obligarlos a
ver la gravedad espantosa de las faltas cometidas. Este plan es una conjunción
de indolencia irresponsable y desesperación arrogante: vivir distraídos para
morir desesperados.
1.3 Como Dios nos ama, Dios lucha
contra la estrategia del demonio, y lo hace sobre todo a través de medios que nos
pueden parecer muy ordinarios, como es la voz de nuestra conciencia y la voz de
aquellos que, como Jeremías, despiertan a esa conciencia mostrándole las
consecuencias de las obras cometidas. Está en nosotros qué suceda después: podemos
rechazar a Dios y a su profeta, como hicieron los judíos con Jeremías, pero
ciertamente también podemos acoger el amor de Dios, así nos parezca severo, y
emprender un camino nuevo y mejor.
2. Despreciado en su casa
2.1 No creían en Jesús porque le
conocían. Sabían de su familia, de su pasado, de su casa. No podían admitir que
algo tan grande hubiera sucedido en sus narices y que sólo ahora lo estuvieran
viendo. No podían reconocer que en medio de todas esa pobrezas y privaciones,
que todos compartían, se pudiera cultivar una flor de pureza y santidad como la
que de pronto tienen ante sus ojos. Admitir algo así implicaba humillarse y
reconocer que no todo se debía a las circunstancias.
2.2 Ortega y Gasset dijo su inmortal
"yo soy yo y mis circunstancias", pero la mediocridad humana siempre
intenta decir: "yo soy SÓLO mis circunstancias". Es el modo de
explicar la vida en términos de destino, es la manera de endosar las propias
decisiones a la época, el país, los vecinos, la salud, o lo que sea.
2.3 Jesús es
más que sus circunstancias. Aquello que le rodeó no lo anegó. No se dejó
aplastar por el relato que le recitaba la vida. Leyó la vida no como una
sentencia sino como una poesía en la que todavía quedaba oportunidad de
escribir los capítulos decisivos. Y así quiere que seamos nosotros, sus
discípulos.
http://fraynelson.com/homilias.html.
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