¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio en este viernes en que
celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Dios nos bendice...
LECTIO DIVINA: SAGRADO
CORAZÓN DE JESÚS (B)
Lectio:
Viernes, 8 Junio,
2018
Un soldado atraviesa el
Corazón de Jesús
Juan 19,31-37
1. LECTIO
a) Oración inicial:
Concédenos, Señor Jesús,
el poder tener una postura de atenta escucha a tu Palabra. Ayúdanos a no tener
prisas, a no tener la mente inmersa en la superficialidad y en la distracción.
Si somos capaces de meditar tu palabra, ciertamente tendremos la experiencia de
estar inundados por el río de ternura, de compasión, de amor, que de tu Corazón
traspasado fluye para la Humanidad. Haznos comprender el simbolismo de la
sangre y del agua que brotan de tu Corazón. Haz que podamos recoger, también
nosotros, aquella agua y aquella sangre para participar en tu infinita pasión
de amor y de sufrimiento con la que has cargado con todo nuestro sufrimiento
físico y moral. El meditar sobre estos símbolos de tu pasión rompa nuestros
egoísmos, nuestra frialdad, nuestra tibieza. Que aquella agua y sangre de las cuales
nos habla el evangelio de hoy, mitigue nuestras ansias y angustias, lave
nuestra vanagloria, purifique nuestros deseos, transforme nuestros miedos en
esperanzas, nuestras tinieblas en luz. Mientras nos abrimos a la fuerza de tu
Palabra te decimos con el corazón y la vida: “Jesús, tú eres verdaderamente la
revelación del amor”.
b) Lectura del
evangelio:
31 Los judíos, como era el día de la
Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado -porque aquel
sábado era muy solemne- rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los
retiraran. 32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las
piernas del primero y del otro crucificado con él. 33 Pero
al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, 34 sino
que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante
salió sangre y agua. 35 El que lo vio lo atestigua y su
testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros
creáis. 36 Y todo esto sucedió para que se cumpliera la
Escritura: No se le quebrará hueso alguno. 37 Y
también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
c) Momentos de silencio
orante:
Que el silencio sea en
este encuentro con la Palabra una verdadera oración: un hablar con Dios, un
escuchar a Áquel que se revela, te llama por tu nombre y te invita a ser uno
con Él
2. MEDITATIO
a) Clave de lectura –
contenido y división:
El pasaje del evangelio
comienza con la mención de la Pascua de los “judíos” y con una pregunta de Pilatos
(19,31) Tal episodio tiene para el evangelista una importancia extraordinaria.
El corazón del pasaje evangélico es la herida del costado de la que mana sangre
y agua. Se debe tener en cuenta en la narración el cúmulo de símbolos: la
sangre que es figura de la muerte, símbolo del amor infinito; el agua, de la
que viene la vida, símbolo del amor demostrado y comunicado. En el contexto de
la Pascua tales símbolos indican la sangre del Cordero que vence la muerte y el
agua, la fuente que purifica. La carga simbólica de la narración quiere
evidenciar que este amor (sangre) salva dando la vida definitiva
(agua-Espíritu). Cuanto el evangelista ha visto, es el fundamento de la fe. La
narración está así articulada. Ante todo, la obligación del descanso festivo del
día después de la pascua provoca la pregunta hecha por Pilatos de que los
cuerpos deben ser descolgados (19,31); sigue la escena que se desarrolla en la
cruz, en la que un soldado atraviesa el costado de Jesús (19,32-34); finalmente
el testimonio del evangelista, basado en la Ley y los profetas (19,35-37).
b) El descanso festivo
y la pregunta de Pilatos (19,31-33):
Los dirigentes judíos, en
fuerza de la pureza legal pedida por la Pascua ya cercana y preocupados porque
la ejecución de la muerte de Jesús pudiese profanar el día de sábado o la misma
fiesta de la Pascua, “rogaron a Pilatos que les rompiesen las piernas y los
quitasen”. Ellos ni siquiera sospechaban que su Pascua había sido sustituida
por la de Jesús. Es significativa la mención de los cuerpos. No sólo, el de
Jesús, sino también el de los que estaban crucificados con Él. Como expresando
la solidaridad de Jesús hacia los que estaban crucificados con Él y hacia todo
hombre.
El cuerpo de Jesús en la
cruz que lo hace solidario con todos los hombres, es para el evangelista el
santuario de Dios (2,21). Los cuerpos de los crucificados no podían permanecer
en la cruz el día de sábado, estaba en juego la preparación de la fiesta más
solemne de la tradición hebrea. Pero de la misma manera la fiesta quedará
privada de su contenido tradicional y sustituido por el de la muerte y
resurrección de Jesús.
“Los judíos” van a Pilatos
con peticiones concretas: que se rompiesen las piernas de los cuerpos de los
crucificados para acelerar su muerte y se quite el estorbo que ellos
representan en este momento especial. Ninguna de estas peticiones se cumplen en
cuanto se refiere a Cristo: los soldados no le quiebran las piernas; ni
siquiera lo bajarán de la cruz.
c) El costado abierto
(19,34)
De hecho, los soldados
rompen las piernas a los que están con Jesús, pero llegando a Jesús, como lo
vieron “que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas”. Es muy
significativo que los soldados quiebren las piernas a los que están
crucificados con Jesús. Ellos que están vivos, ahora que Él ha muerto, también
pueden ya morir. Es como decir, que Jesús precediéndoles con su muerte les ha
abierto el camino hacia el Padre, y ellos lo pueden seguir. Cuando afirma que
no le quebraron las piernas, el evangelista parece decir: Ninguno puede quitar
la vida a Jesús, él la da por su propia iniciativa (10,17s; 19,30). “Uno de los
soldados, con una lanza, le atravesó el costado y al instante salió sangre y
agua”. El lector se queda sorprendido por el gesto del soldado, porque si ya
estaba muerto ¿qué necesidad había de atravesarlo?
Evidentemente la
hostilidad continúa después de la muerte: al atravesarlo con la punta de la
lanza quiere destruirlo para siempre. Este gesto de odio permite a Jesús dar
amor que produce vida. El hecho es de una importancia excepcional y posee una
gran riqueza de significado.
La sangre que sale del
costado abierto de Jesús simboliza su muerte, que Él acepta para salvar la
humanidad; es expresión de su gloria, de su amor hasta el extremo (1,14;13,1);
es la entrega del pastor que se da por las ovejas (10,11) es el amor del amigo
que da la vida por sus amigos (15,13). Esta extrema prueba de amor, que no se
rinde ante el suplicio de la muerte en cruz, es objeto de contemplación para
nosotros en este día de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. De su
costado abierto fluye el amor, que al mismo tiempo es inseparablemente suyo y
del Padre. También el agua que brota representa, a su vez, al Espíritu,
principio de vida. La sangre y el agua evidencian su amor demostrado y su amor
comunicado. La alusión a los símbolos del agua y del vino en las bodas de Caná
es claro.
Ha llegado la hora en la
que Jesús ofrece el vino de su amor. Ahora empiezan las bodas definitivas. La
ley del amor extremo y sincero (1,17) que Él manifiesta en la cruz, revalidado
por su mandamiento “como yo os he amado, así amaos también vosotros los unos a
los otros" (13,34), viene infusa en el corazón de los creyentes con el
Espíritu. El proyecto divino del amor se completa en Jesús en el brotar de la
sangre y el agua (19,28-30); ahora se espera que se realice en los hombres. En
esto el hombre será ayudado por el Espíritu que emerge del costado atravesado
de Jesús que, transformándolo en un hombre nuevo, le dará la capacidad de amar
y de llegar a ser hijos de Dios (1,12)
d) Testimonio del
evangelista y de la Escritura:
Ante el espectáculo de
Jesús con el costado atravesado, el evangelista, da una prueba grande y un
solemne testimonio, para que todos aquéllos que le escuchan puedan llegar a
creer. Esta manifestación definitiva y suprema será el fundamento de la fe de
los discípulos futuros. Hay que notar que sólo en este episodio, el evangelista
se dirige a sus lectores con el “vosotros”: “para que también vosotros lleguéis
a creer”.
El costado atravesado de
Jesús sobre la cruz es el gran signo hacia el cuál convergen todos los
personajes mencionados a lo largo del evangelio, pero sobre todo los lectores
de hoy, a los cuáles se les concede el comprender el pleno significado de la
existencia de Jesús. La narración del costado abierto es, para el evangelista,
la clave interpretativa de su entregarse por la salvación de la humanidad.
Y aunque si tal signo
pudiera parecer como una paradoja para el lector de hoy, en el plan de Dios se
convierte en manifestación de su potencia salvífica. ¿No podía escoger Dios
otro signo para manifestarse como amor que salva? ¿Por qué ha escogido la de un
hombre condenado a muerte y muerto en una cruz? Esta imagen de Dios, Jesús la
realiza en este signo: Dios se manifiesta solamente en el amor generoso capaz
de dar vida.
e) Algunas preguntas:
- En tu oración personal ¿qué
importancia tiene la contemplación del Corazón atravesado de Jesús? ¿Te dejas
involucrar por los símbolos de sangre y del agua que expresan el don misterioso
de Dios a tu persona y a la humanidad?
- ¿Has pensado alguna vez
que donde se da el máximo rechazo a Dios y a la muerte de Cristo, comienza,
también el momento de la gracia, de la misericordia, del don del Espíritu, de
la vida de fe?
- ¿Cómo ves tus
debilidades? ¿Te acontece el considerarlas como el instrumento y el lugar de la
misericordia, sobre todo cuando se sabe asumir? ¿No sabes que pueden ser el
instrumento con el cuál Dios evangeliza tu corazón, te salva, te perdona, y te
hace nacer al amor con el amor?
- Las personas que se
alejan de Dios, los jóvenes difíciles, las violencias, las guerras…. A menudo
crean dentro de nosotros motivos de quejas, de desesperación, de escepticismo.
¿No has pensado alguna vez que Dios está salvando a los hombres, mujeres,
jóvenes, que en las celdas, o en las comunidades de recuperación de los
tóxicosdependientes experimentan en aquéllos que le ayudan el encuentro con el
Señor y se sienten por Él amados y salvados?
3. ORATIO
a) Isaías 12,2; 4cd;
5-6
He aquí a Dios mi
Salvador:
estoy seguro y sin miedo,
pues el Señor es mi fuerza y mi canción,
él es mi salvación.»
estoy seguro y sin miedo,
pues el Señor es mi fuerza y mi canción,
él es mi salvación.»
«Dad gracias al Señor,
aclamad su nombre,
divulgad entre los pueblos sus hazañas,
pregonad que es sublime su nombre.
aclamad su nombre,
divulgad entre los pueblos sus hazañas,
pregonad que es sublime su nombre.
Cantad al Señor, porque ha
hecho algo sublime,
que es digno de saberse en toda la tierra.
Dad gritos de gozo y de júbilo,
moradores de Sión,
qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»
que es digno de saberse en toda la tierra.
Dad gritos de gozo y de júbilo,
moradores de Sión,
qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»
b) Oración final:
Al final de este momento
de escucha de la Palabra, damos paso a un precioso subsidio de oración sacado
de un estudio amoroso y sapiencial de la Biblia. La plegaria comienza con la
escucha y nos lleva a obrar “con corazón puro y recta conciencia”. El título de
la oración es: “¡Que yo ame, Señor!” ¿Es un fatuo sueño imaginar la humanidad
unida, en la que cada uno es feliz de estar con los otros, de sentirse útil,
comprendido y amado? ¡Cuántas veces, cuántos hombres, ayer hoy y en el futuro,
han tenido y tendrán este sueño, Señor! Porque existe en la naturaleza humana
la necesidad de unidad, el ansia de la caridad. El amor, esta ley que une al
universo es el motivo y la vocación, que Tú, Señor, confía a cada uno que viene
a la vida. Y vivir significa sentirse amado y tener capacidad de amar: cuando
nos sentimos solos, cuando a nuestro alrededor está el vacío, la ausencia de
amor, parece que la vida no tuviera valor, no tuviera ningún motivo, no tuviera
color ¿Por qué, Señor, no todos y no siempre buscan el amor, ni viven para los
demás, ni intentan entregarse a si mismos? Darse recíprocamente, significa
transformar en don el existir de la tierra. ¡Haz, Señor, que yo comprenda y viva
esta maravillosa vocación de amor! (Lucio Renna, carmelita)
4.CONTEMPLATIO
Sobre la tierra, el
conocimiento que podemos tener de Dios, consiste en un silencio divino. Con la
Lectio divina, el hambre de la Palabra, no se apaga, sino que se hace más aguda.
Decía San Agustín: “Lo encontré sólo para buscarlo más ávidamente”. El corazón
cuando está seducido por la Palabra se siente morir, si el encuentro se
retarda.. Y esto es lo que experimentaba Santa Teresa de Jesús: “Muero por que
no muero” Para preparar este momento contemplativo, quiero citar tres frases de
la Beata Isabel de la Trinidad, carmelita. Las tres se han tomado de la sección
que tiene por título un “himno” al dolor, pero no queramos pensar que el
sufrimiento ha sido el absoluto de su vida. Al contrario, ella afirma que hemos
sido llamados para “entrar en el gozo del Señor”. El primer pensamiento: “¡Es
una cosa tan grande, tan divino el sufrimiento! Me parece que si los
Bienaventurados en el cielo pudieran envidiarnos de algo, nos envidiarían de
este tesoro. ¡Es una palanca potente sobre el corazón del Buen Dios! (Carta
a la señora Angles,14 agosto 1904). El segundo: “El sufrimiento es una
cuerda que produce los sonidos más bellos y el alma ama hacerse su instrumento
para conmover más deliciosamente el corazón de Dios” (Retiro: cómo se
puede encontrar el cielo sobre la tierra).
Finalmente: “Nada
conmueve tanto el corazón de Dios, como el sufrimiento. Si no se desea y no se
quiere buscar, aceptemos al menos las pruebas que Dios nos manda. Cuanto más
ama a un alma, más la hace sufrir” (Diario, 17 marzo 1889). ¿Por qué
la Beata Isabel de la Trinidad ve en el sufrimiento ”algo grande y
divino que conmueve el corazón de Dios”? Porque es la senda seguida
por Cristo. En la Pascua de Cristo, pasión y muerte, por una parte, y
resurrección por la otra, se unen como lo cóncavo con lo convexo.
Orden de los Carmelitas
No hay comentarios:
Publicar un comentario