¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer el Evangelio y el comentario, en este Domingo
en que celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y el Día de la Madre.
Dios nos bendice...
En aquel tiempo se
apareció Jesús resucitado a los once y les dijo: "Vayan por todo el mundo
y anuncien a todos la Buena Noticia. El que crea y sea bautizado, obtendrá la
salvación; pero el que no crea, será condenado.
Y estas señales
acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas
lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará
daño; además pondrán las manos sobre los enfermos, y estos sanarán. Después de hablarles,
el Señor Jesús fue levantado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos
salieron a anunciar el mensaje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y
confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas. (Marcos 16, 15-20).
1. La Ascensión del Señor
En esta fiesta de la
Ascensión del Señor, las lecturas bíblicas [Hechos 1, 1-11; Salmo 47 (46);
Efesios 1, 17-23; Marcos 16, 15-20] nos invitan a reflexionar sobre lo que
decimos en el Credo: que Jesucristo resucitado “subió al cielo y está
sentado a la derecha de Dios Padre”. No se trata de la subida física a las
alturas de un superhéroe como los de las historietas, sino de un misterio de
orden espiritual que consiste en la exaltación o glorificación de Jesucristo en
una dimensión distinta de lo material. San Pablo dice en la segunda lectura
que, después de haber bajado a la condición de los muertos, Jesús fue
resucitado por Dios Padre para hacerlo en su naturaleza humana plenamente
partícipe de la gloria divina, / “sentándolo a su derecha en el cielo”//. Esta
imagen simbólica fue tomada de la costumbre que en aquella época tenían los
reyes de hacer subir y situar a la derecha de su trono a quienes se habían
distinguido por el cumplimiento cabal de una misión que se les había
encomendado.
Por otra parte, vale
destacar la frase que oyen los discípulos al final del relato de la Ascensión
del Señor en la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles: “¿Qué
hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?”. Se trata de una invitación a
ponerse en marcha con los pies en la tierra, dispuestos a colaborar activamente
en la misión que Cristo resucitado les ha encomendado y que es la que nos
presenta el Evangelio: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la Buena
Noticia”, la misma que Jesús había proclamado desde el comienzo de su
predicación: que el reino de Dios, es decir, el poder del Amor, ha llegado y se
manifiesta personalmente en Él mismo como Dios hecho hombre, para liberarnos a
todos de la esclavitud del egoísmo y de la injusticia, y darnos una vida nueva
por la acción de su Espíritu Santo.
Al celebrar, pues, el
misterio de la Ascensión del Señor, animados por la fe en Jesucristo resucitado
cuya naturaleza humana participa ya de la gloria de Dios Padre en la eternidad,
renovemos nuestra esperanza en que, si procuramos seguir el ejemplo de vida y
las enseñanzas de Jesús, también nosotros gozaremos del mismo estado de vida
nueva y felicidad sin fin que expresamos cuando nos referimos al “cielo”.
2. Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales
Hoy celebra también la
Iglesia Católica la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Hace 52
años, por disposición del Concilio Ecuménico Vaticano II, comenzó a celebrarse
cada año esta Jornada para promover un recto uso de los medios de comunicación.
El Mensaje del Papa Francisco para esta quincuagésima segunda Jornada Mundial
de las Comunicaciones Sociales lleva por título una frase de Jesús en el
Evangelio según San Juan: «La verdad os hará-libres» (Jn 8, 32), con el
subtítulo «Fake news (noticias falsas) y periodismo de paz».
Dice el Papa en este
Mensaje: “La continua contaminación a través de un lenguaje engañoso termina
por ofuscar la interioridad de la persona. Dostoyevski escribió algo
interesante en este sentido: «Quien se miente a sí mismo y escucha sus propias
mentiras, llega al punto de no poder distinguir la verdad, ni dentro de sí
mismo ni en torno a sí, y de este modo comienza a perder el respeto a sí mismo
y a los demás. Luego, como ya no estima a nadie, deja también de amar, y para
distraer el tedio que produce la falta de cariño y ocuparse en algo, se entrega
a las pasiones y a los placeres más bajos; y por culpa de sus vicios, se hace
como una bestia. Y todo esto deriva del continuo mentir a los demás y a sí
mismo» (Los Hermanos Karamazov, II, 2).
Entonces, ¿cómo
defendernos? El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse
purificar por la verdad. En la visión cristiana, la verdad no es sólo una
realidad conceptual (…), la verdad es aquello sobre lo que uno se puede apoyar
para no caer. En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y
digno de confianza, sobre el que se puede contar siempre, es decir,
«verdadero», es el Dios vivo. He aquí la afirmación de Jesús: «Yo soy la
verdad» (Jn 14,6). Por eso, inspirándonos en una oración franciscana, podríamos
dirigirnos a la Verdad en persona de la siguiente manera:
Señor, haznos
instrumentos de tu paz. Haznos capaces de quitar el veneno de nuestros juicios.
Ayúdanos a hablar de los otros como de hermanos y hermanas. Tú eres fiel y
digno de confianza; haz que nuestras palabras sean semillas de bien para el
mundo: donde hay ruido, haz que practiquemos la escucha; donde hay confusión,
haz que inspiremos armonía; donde hay ambigüedad, haz que llevemos claridad;
donde hay exclusión, haz que llevemos el compartir; donde hay sensacionalismo,
haz que usemos la sobriedad; donde hay superficialidad, haz que planteemos
interrogantes verdaderos; donde hay prejuicio, haz que suscitemos confianza;
donde hay agresividad, haz que llevemos respeto; donde hay falsedad, haz que
llevemos verdad. Amén.”
3. Día de las madres
Asimismo, hoy, segundo
domingo de mayo, se celebra el Día de las Madres. En este mes dedicado
especialmente por la Iglesia Católica a María, la Madre de Dios hecho hombre en
la persona de Jesús, y al conmemorar en esta fecha 13 de mayo su aparición en
Fátima (Portugal) a tres humildes niños pastores, démosle gracias al Creador
por el amor materno, con el cual Él mismo quiso identificarse al comparar su
bondad y misericordia con el cariño y la ternura de una madre, y oremos por
todas las madres para que cumplan cabalmente la misión que Dios les ha dado no
sólo de concebir y dar a luz, sino también de cuidar de sus hijos y educarlos
en el amor y para el amor verdadero a Él, a los seres humanos y a la creación.
El mensaje del Domingo
Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.
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