¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de
Dios y el comentario, en este miércoles
de la 7ª semana del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago
(4,13-17):
Vosotros decís: «Mañana o pasado iremos a esa ciudad y pasaremos allí el año negociando y ganando dinero». Y ni siquiera sabéis qué pasará mañana. Pues, ¿qué es vuestra vida? Una nube que aparece un momento y en seguida desaparece. Debéis decir así: «Si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro.» En vez de eso, no paráis de hacer grandes proyectos, fanfarroneando; y toda jactancia de ese estilo es mala cosa. Al fin y al cabo, quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable.
Palabra de Dios
Vosotros decís: «Mañana o pasado iremos a esa ciudad y pasaremos allí el año negociando y ganando dinero». Y ni siquiera sabéis qué pasará mañana. Pues, ¿qué es vuestra vida? Una nube que aparece un momento y en seguida desaparece. Debéis decir así: «Si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro.» En vez de eso, no paráis de hacer grandes proyectos, fanfarroneando; y toda jactancia de ese estilo es mala cosa. Al fin y al cabo, quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 48,2-3.6-7.8-10.11
R/. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres. R/.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas? R/.
Si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate.
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. R/.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños. R/.
R/. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos
Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres. R/.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas? R/.
Si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate.
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. R/.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san
Marcos (9,38-40):
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.»
Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.»
Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.»
Palabra del Señor
Comentario
¡Pobres discípulos (y pobre Jesús)! Es que
no dan una. Para una vez que Juan, el hijo del Trueno, abre la boca en este
Evangelio, es para desencadenar un chaparrón. Es la vieja pretensión-tentación
de tener la verdad en exclusiva y sentirse con el «poder» de controlar a todos
los demás, repartiendo patentes de ortodoxia, de pertenencia...
Era la vieja mentalidad de tener
una serie de códigos, pistas y condiciones para definir correctamente quiénes
estaban a un lado de una línea (con Dios de su parte) y los que estaban
-¡pobrecillos!- dejados de la mano de Dios, perdidos, confundidos. Pero la
novedad del Reino de Jesús no va por ahí. Fuera de la Iglesia sí hay
salvación, y hay Espíritu, y gentes buenas de las que tenemos que aprender
mucho.
«En la Iglesia Católica -escribía
San Agustín- hay quienes no son católicos. Pero también se pueden
encontrar católicos fuera de la Iglesia. Muchos que parecen estar fuera,
están dentro; muchos de lo que parecen estar dentro están fuera».
El católico es aquel que tiene un
espíritu universal, que eso es lo que significa esta palabra, y sabe descubrir
lo valioso en los otros, el que se sabe siempre en búsqueda de la Verdad, y los
otros tienen mucho que enseñarle.
+ ¿Tú verdad? no, la verdad; y
ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela. (A Machado)
+ La verdad no está de parte de
quién grite más (R Tagore)
+ Cree a aquellos que buscan la
verdad, duda de los que la han encontrado (André Gide)
+ No poseemos la verdad ni el bien nada más
que en parte, y mezclados con la falsedad y con el mal (B Pascal)
El buscador y defensor de la verdad
no le cierra la boca al que tiene otras ideas, ni lo trata como enemigo, ni le
prohíbe seguir pensando, investigando o expresándose. No convierte al
distinto en enemigo, sino que hace mucha mayor gala de los principios del
diálogo, entre los cuales no está el creerse ya, como punto de partida, con
toda la razón. Es verdad que en tiempos de relativismo, de fuertes cambios, y
de confusión hay la fuerte tentación de subrayar lo propio, cerrar filas,
acallar disonancias, estar muy pendientes de los posibles errores y abusos, y
encontrar donde sea enemigos para plantarles cara.
Pues no va con el estilo de Jesús
ese empeño de algunos grupos, movimientos y personas que pretenden tener la
exclusiva de la verdad, de la salvación, de la fe, de la revelación divina e
imponérsela a los otros. No va con Jesús lo de excluir, precisamente él que fue
un excluido por la ortodoxia judía, y que fue durante toda su vida rodeándose de
excluidos, heterodoxos y personas de mala fama. Sino más bien, buscar
puntos de encuentro, tender la mano a todos los colaboradores que quieran
luchar contra los demonios de nuestro mundo, reconocer la bondad ajena, tener
mucha paciencia...
No encontramos en ningún lugar del
Evangelio una preocupación o intención por parte de Jesús por ser muchos, ni
por mostrar el poder de los números de la gente que le seguía, ni siquiera puso
las cosas fáciles para que «se le apuntaran» más. Pocos, pero levadura. Pocos,
pero sal. Poca llama, pero iluminando desde el candelero. Pocas ramas en el
árbol, pero con capacidad para acoger a las aves que quieran anidar en él.
Con palabras del entonces Cardenal Joseph Ratzinger:
Cada empresa tiene el derecho de promocionar
su producto. Pero la Iglesia no es una empresa. Sólo debe anunciar a
Cristo. No debe atraer hacia sí, ni engrandecer su rebaño, ni procurarse
clientes, sino mostrar el rostro de Jesús. La fe no es una mercancía, ni
propiedad de un grupo en expansión. Nosotros no poseemos nada. La Iglesia
anuncia a Cristo, no busca consenso. No se puede presentar como misión lo que
no es otra cosa que burda propaganda sectaria o parcial.
El mensaje de Cristo debe ser anunciado
incluso allí donde no gusta. La Iglesia es Iglesia de mártires, no
Iglesia que martiriza. Una Iglesia tolerante, que no persigue a sus
adversarios.
Cuando los grupos se miran a sí
mismos... acaban ocupados exclusivamente de sí mismos. Cuando los grupos se
miran de frente unos a otros... acaban enfrentados. El asunto es que donde hay
que mirar es... al mundo, al sufrimiento de las gentes, a la defensa de lo
humano... y encontrarnos allí con cualquiera que se sienta llamado a hacer el
bien. No es tarea de la Iglesia hacer aceptos, ni tampoco adoctrinar... sino
ser testigo del Evangelio, salir al encuentro del hombre siendo cauce del amor,
la acogida y la misericordia de Dios. Con aquellos que ni siquiera mencionen a
Dios, o tengan «otro Dios».
Enrique Martínez de la Lama-Noriega,
cmf
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