¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este viernes después de Ceniza.
Dios
nos bendice...
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías
(58,1-9a):
ESTO dice el Señor Dios:
«Grita a pleno pulmón, no te contengas;
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario,
desean conocer mi voluntad.
Como si fuera un pueblo que practica la justicia
y no descuida el mandato de su Dios,
me piden sentencias justas,
quieren acercarse a Dios.
“¿Para qué ayunar, si no haces caso;
mortificarnos, si no te enteras?”
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios
y apremiáis a vuestros servidores;
ayunáis para querellas y litigios,
y herís con furibundos puñetazos.
No ayunéis de este modo,
si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.
¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia:
inclinar la cabeza como un junco,
acostarse sobre saco y ceniza?
¿A eso llamáis ayuno,
día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».
Palabra de Dios
ESTO dice el Señor Dios:
«Grita a pleno pulmón, no te contengas;
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario,
desean conocer mi voluntad.
Como si fuera un pueblo que practica la justicia
y no descuida el mandato de su Dios,
me piden sentencias justas,
quieren acercarse a Dios.
“¿Para qué ayunar, si no haces caso;
mortificarnos, si no te enteras?”
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios
y apremiáis a vuestros servidores;
ayunáis para querellas y litigios,
y herís con furibundos puñetazos.
No ayunéis de este modo,
si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.
¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia:
inclinar la cabeza como un junco,
acostarse sobre saco y ceniza?
¿A eso llamáis ayuno,
día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».
Palabra de Dios
Salmo
Sal 50,3-4.5-6a.18-19
R/. Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
V/. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.
V/. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.
R/. Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias
V/. Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
V/. Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.
V/. Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias. R/.
Evangelio
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (9,14-15):
EN aquel tiempo, os discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».
Palabra del Señor
EN aquel tiempo, os discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán».
Palabra del Señor
Comentario
1.1 Una de las prácticas más propias
de la cuaresma, desde los primeros siglos del cristianismo, es el ayuno. Pero
las raíces de esta práctica se extienden aún más atrás, hasta los tiempos
mismos de los profetas y aun de Moisés, que acompañaba su búsqueda contemplativa
de la voz divina con severos y prolongados ayunos en el Sinaí.
1.2 Es elocuente un texto que nos da
el Éxodo: " Y Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días y cuarenta
noches; no comió pan ni bebió agua. Y escribió en las tablas las palabras del
pacto, los diez mandamientos. Y aconteció que cuando Moisés descendía del monte
Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte,
Moisés no sabía que la piel de su rostro resplandecía por haber hablado con
Dios" (Ex 34,28-29). Aquí aparecen los frutos propios de un ayuno santo:
conocimiento de la voluntad divina, vigor para predicar, luz de contemplación y
de gracia.
2. Ayuno y justicia
2.1 Grandes, pues son los bienes del
ayuno, pero como casi todo lo bueno, el ayuno también es susceptible de
desfiguración y pérdida de su verdadero sentido. Es lo que denuncia Isaías en
su vigoroso texto de la primera lectura de hoy: "utilizan el día del ayuno
para hacer lo que les da la gana y explotar a sus trabajadores; ayunan entre
pleitos y riñas golpeando criminalmente con el puño". Lo grave aquí no es
ayunar, sino utilizar el día de ayuno para hacer prevalecer los propios
intereses. La maldad está en aparentar, de modo que el corazón se endurece
precisamente cuando se muestra como más piadoso y atento al querer de Dios.
2.2 Es así entonces que lo primero que
debe ayunar es la injusticia. Antes que abstenerse de alimentos hay que
abstenerse de pecados, sobre todo de los que lastiman a los hermanos, empezando
por los más pobres. Y es lógico: ¡hermoso es sobre toda hermosura abstenerse de
alimentos si el motivo es no sólo purificar el propio cuerpo y la propia alma
sino ante todo compartirlos con los que no los tienen! Así entendemos cómo la
perfección del ayuno está en la caridad a la que dispone.
3. Educarnos en la tristeza
3.1 Jesús nos muestra otro rostro del
ayuno en su evangelio. El ayuno tiene un rasgo de tristeza que no hay que
quitarlo sino saberlo entender. La cuaresma es, según esto, un tiempo para
aprender a entristecernos, aunque ello suene extraño.
3.2 La
tristeza es señal de desprendimiento o de pérdida, pero si se mira mejor es una
señal de amor. Son nuestros amores los que nos hacen sufrir y los que nos hacen
llorar. Aprender a entristecerse es mejorar la calidad del propio amor y de las
propias lágrimas. Cuando Cristo nos haga falta hasta hacernos llorar y suspirar
por su presencia, el corazón estará listo para recibir su visita, agradecer su
sonrisa y fundirse en su alma bendita y bienaventurada.
http://fraynelson.com/homilias.html.
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