¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios y el comentario,
en este lunes de la XIX Semana del tiempo ordinario.
Celebra, asimismo, la Iglesia la memoria de San Maximiliano Mª. Kolbe, clérigo franciscano conventual polaco
asesinado por los nazis en el campo de concentración Auschwitz durante la
Segunda Guerra Mundial. Fue un gran propagador de la devoción al Inmaculado
Corazón de María.
Dios nos bendice...
Primera
Lectura
Lectura del libro del
Deuteronomio 10,12-22:
Moisés habló al pueblo,
diciendo: «Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que
temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al
Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los
preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu
bien. Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo, la tierra y
todo cuanto la habita; con todo, sólo de vuestros padres se enamoró el Señor,
los amó, y de su descendencia os escogió a vosotros entre todos los pueblos,
como sucede hoy. Circuncidad vuestro corazón, no endurezcáis vuestra cerviz;
que el Señor, vuestro Dios, es Dios de dioses y Señor de señores, Dios
grande, fuerte y terrible; no es parcial ni acepta soborno, hace justicia al
huérfano y a la viuda, ama al forastero, dándole pan y vestido. Amaréis al
forastero, porque forasteros fuisteis en Egipto. Temerás al Señor, tu Dios,
le servirás, te pegarás a él, en su nombre jurarás. Él será tu alabanza, él
será tu Dios, pues él hizo a tu favor las terribles hazañas que tus ojos han
visto. Setenta eran tus padres cuando bajaron a Egipto, y ahora el Señor, tu
Dios, te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo.»
Salmo
Sal
147,12-13.14-15.19-20
R/. Glorifica al
Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor,
Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
Ha puesto paz en tus
fronteras,
te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R/.
Anuncia su palabra a
Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Evangelio
de hoy
Lectura del santo
evangelio según san Mateo 17,22-27
En aquel tiempo,
mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al
Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero
resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?» Contestó: «Sí.» Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?» Contestó: «A los extraños.» Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
Reflexión
San Maximiliano,
mártir de la caridad
El día 10 de octubre de
1982, el entonces Papa Juan Pablo II, hoy santo canonizado, subía a los
altares con el título de santo a su compatriota Maximiliano María Kolbe,
apodándole mártir de la caridad. En la homilía de su canonización, el Santo Juan
Pablo dijo: “Desde hoy la Iglesia quiere llamar «santo» a un hombre a quien
le fue concedido cumplir de manera rigurosamente literal estas palabras del
Redentor: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”
(Jn 15,13).
Así fue. Hacia finales
de julio de 1941, después que los prisioneros, destinados a morir de hambre,
habían sido puestos en fila por orden del jefe del campo, este hombre, Maximiliano
María Kolbe, se presentó espontáneamente, declarándose dispuesto a ir a la
muerte en sustitución de uno de ellos. Esta disponibilidad fue aceptada, y al
padre Maximiliano, después de dos semanas de tormentos a causa del hambre, le
fue quitada la vida con una inyección mortal, el 14 de agosto de 1941. Todo
esto sucedía en el campo de concentración de Auschwitz, donde fueron
asesinados durante la última guerra unos cuatro millones de personas”.
Esto es heroico; esto no
se improvisa. El P. Maximiliano llegó al campo de concentración de Auschwitz
de la mano de María, de quien se consideraba su caballero. Y, al mismo
tiempo, este acto supremo de caridad estuvo precedido de infinidad de gestos
de cercanía y de ayuda hacia cuantos contactaron con él. El gesto último de
amor auténtico y su muerte martirial fue el fruto maduro de su vida. Al
recordarla, la celebramos, pidiéndole al Señor, por su medio, gestos de
caridad similares a los suyos, de la mano de la Santísima Virgen.
Transparencia de
Jesús
El soporte evangélico
del martirio de San Maximiliano es otro martirio, el del propio Jesús. Es la
segunda vez que se lo dice a los discípulos, porque le preocupa por él y por
ellos. No sólo cuenta el hecho sino algunos detalles: que lo entregarán y lo
matarán, pero –lo más importante- al tercer día resucitará. Pues bien, ellos
se pusieron muy tristes, como si fuera la primera vez que lo oían. O quizá es
que habían querido olvidar lo sucedido la otra vez, cuando Pedro, con su
mejor intención increpó a Jesús oponiéndose a que aquello pudiera llegar a
suceder; y, como contrapartida, Pedro recibió una de las mayores reprimendas
que salieron de labios de Jesús. El hecho es que Jesús trata de hablar a sus
discípulos para que estén preparados; y, al mismo tiempo, se desahoga con
ellos, o, al menos, trata de hacerlo.
Y, en segundo lugar,
Jesús se muestra cumplidor exquisito de los deberes que tiene como ciudadano.
En este caso es sobre el impuesto anual que todo judío de Palestina o del
extranjero había de pagar al templo desde los veinte años (Ex 30,11-13;
38,26; cf. Neh 10,33s). Consistía en dos dracmas, el equivalente a dos días
de jornal. Se cobraba el impuesto en la segunda quincena de marzo (Adar); en
Nisán (abril), que señalaba el comienzo del año litúrgico, tenía que estar
cobrado.
Jesús razona con sus
discípulos quiénes tienen que pagar y quiénes deberían estar exonerados de
ese tributo. Pero, es más importante la paz; además quiere dar un buen
ejemplo a los discípulos, porque ellos sí estaban obligados a cumplir aquella
ley. Otro detalle de la transparencia de Jesús, no sólo en lo que hizo sino
en el por qué lo hizo.
¿Juega María en mi vida un papel semejante al que tuvo en San Maximiliano? ¿Hasta dónde llega mi caridad samaritana, mi perdón, mi aceptación del otro a todos los niveles? |
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