A todos los lectores y amigos de este blog, les deseamos que Dios Nuestro Señor los bendiga en todo el año 2017 y les conceda paz, amor y felicidad.
Dios nos bendice…
Epístola I de San Juan 2,18-21.
Hijos míos, ha llegado la última hora. Ustedes oyeron decir que vendría el Anticristo; en realidad, ya han aparecido muchos anticristos, y por eso sabemos que ha llegado la última hora. Ellos salieron de entre nosotros, sin embargo, no eran de los nuestros. Si lo hubieran sido, habrían permanecido con nosotros. Pero debía ponerse de manifiesto que no todos son de los nuestros. Ustedes recibieron la unción del que es Santo, y todos tienen el verdadero conocimiento. Les he escrito, no porque ustedes ignoren la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira procede de la verdad.
Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria.
Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque.
Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
Él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad.
Evangelio según San Juan 1,1-18.
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él, al declarar: "Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo". De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
Comentario
1. Esta es la última hora
1.1 Harto
da qué pensar eso de que en el siglo I ya Juan nos hable de que estamos en la
última hora (1 Jn 2,18). Idea que no era sólo suya. La Carta a los Hebreos
habla de "estos tiempos, que son los últimos...". Tales palabras
resuenan de modo particular en el último día del año civil.
1.2 Juan ve
llegada la última hora por la multiplicación de anticristos, palabra que aquí
debe entenderse seguramente en el sentido general de "adversarios de la
propagación del Evangelio". Las enseñanzas de estos adversarios pueden
deducirse del conjunto de advertencias que trae la Carta. Al parecer se trataba
de tendencias que hoy llamaríamos "gnósticas", que quitaban
importancia a la Encarnación del Verbo y pretendían una especie de salvación
por el conocimiento (gnosis) al margen de la vida y de las enseñanzas
específicas de Cristo. Mucho de esto puede ciertamente encontrarse hoy en la
New Age.
1.3 Juan
hace una lectura de esa abundancia de apóstatas: se trata de una anticipación
del juicio. Y como el gran juicio sólo pertenece a Dios y sólo se dará en el
último día, es claro que ya en nuestra historia es sensible la proximidad de
ese desenlace, porque ya vemos que acontecen primicias del gran juicio divino,
que está separando lo que sí es de lo que no es.
1.4 Así
habría que entender aquello de "esta es la última hora". El sentido
sería: no dejemos que nos desanime la pérdida de hermanos que sólo eran falsos
hermanos. Con su partida ellos están cumpliendo en el fondo un designio de Dios
que purifica a su pueblo y declara lo que es suyo, y que así anticipa el juicio
del final de los tiempos.
2. En el principio ya existía la Palabra...
2.1 Por
contraste con el tema de la última hora, el evangelio de hoy toma el precioso
prólogo de Juan, que nos remite al principio.
2.2 La
impresionante altura contemplativa de este texto nos lleva del modo más
dramático posible a la admiración del misterio de la Navidad. Por siglos,
hombres y mujeres han desfallecido de amor y asombro ante la grandeza de esa
compasión que trae a nuestra historia al Autor de la vida. ¡Qué bello, qué
infinitamente bello nos parece el Niño cuando se nos revela un poco más de
quién es y por qué viene a nuestro humilde valle!
2.3 El
centro de este texto inmortal está, sin duda, en el v. 14: "la Palabra se
hizo hombre y habitó entre nosotros". ¡Se hizo hombre!, ¡se hizo carne,
capacidad de dolor y traición, fragilidad que recorre el borde de la muerte!
2.4 El amor
inconmensurable de la Encarnación es también la razón de su majestad y
soberanía sobre toda carne. La misericordia de Dios quita validez a toda
disculpa del hombre. La luz de Dios revela una verdad que nos desnuda de la
comodidad de no saber quién es el verdadero Señor entre tantas voces de falsos
señores. Por eso el Niño del pesebre es también el juez de nuestras vidas: sólo
quien nos ha amado hasta el extremo de su bondad puede revelarnos el extremo de
nuestra verdad.
http://fraynelson.com/homilias.html.
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