¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XXIV Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Lucas 7,31-35.
Dijo el Señor: « ¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'. Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.»
Comentario
a) El episodio de los
niños que invitan con su música a otros niños no se puede entender sin hacer
referencia a la escena anterior, que no se ha leído en esta selección de
lecturas: el pasaje en que Jesús alaba a Juan Bautista y se lamenta de que
algunos, los fariseos y escribas, no le aceptan.
Por tanto, no acogen bien
ni a Juan ni a Jesús. Uno es austero. El otro, come y bebe con normalidad. Pero
hay siempre excusas para no dar crédito a su mensaje. Al uno le tildan de
fanático. Al otro, de comilón y "amigo de pecadores". Aunque haya
curado al criado del centurión y resucitado al hijo de la viuda de Naín, no le
aceptan.
La comparación de los dos
grupos de niños es expresiva: ni con música alegre ni con triste consiguen unos
que los otros colaboren. Cuando no se quiere a una persona, se encuentran con
facilidad excusas para no hacer caso de lo que nos propone.
b) Eso mismo nos puede
pasar a nosotros, en pasiva y en activa.
A la comunidad cristiana
-desde sus responsables últimos, el Papa o los Obispos, hasta aquella familia
que vive en un piso de la misma escalera dando ejemplo de vida cristiana
íntegra- se la rechaza muchas veces, desacreditándola por cualquier motivo. Hay
personas siempre críticas, con mecanismos de defensa contra todo. Como decía
Jesús de los fariseos, ni entran ni dejan entrar. En el fondo, lo que pasa es
que resulta incómodo el testimonio de alguien y por eso se le persigue o se le
ridiculiza. Es muy antiguo eso de no creer y de no aceptar lo que Cristo o su
Iglesia proponen.
Pero también, por
desgracia, podemos hacer lo mismo nosotros con los demás. Cuando no nos
interesa aceptar un mensaje, sacamos excusas -a veces ridículas o
contradictorias- para justificar de alguna manera nuestra negativa a aceptarlo.
Eso puede pasar en nuestra vida de cada día, en esa sutil y complicada relación
interpersonal que sucede en toda vida comunitaria: si nos invitan a fiesta,
mal, y si nos sugieren duelo, peor. Podemos llegar a ser caprichosos en extremo
en nuestras reacciones de cerrazón y sordera voluntaria, a veces por un
instinto continuado de contradicción a lo que dicen los demás.
Ya dijo Jesús que sólo
"los discípulos de la Sabiduría" entienden estas cosas, los de
corazón sencillo y humilde, los que no están llenos de sí mismos.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 75-78
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 75-78
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