¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la 8ª. Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Marcos 10,28-31.
Pedro le dijo a Jesús: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".
Comentario
La propuesta que Jesús
hace frente a la riqueza (Mc 10, 23-27) escandaliza a los discípulos. Jesús no
se declara tan enemigo de la opulencia como partidario y convencido de la
solidaridad.
Muchos cristianos que salieron de Judea por las persecuciones de las autoridades religiosas, encontraron refugio en la generosidad de los cristianos de Galilea y Antioquía. La solidaridad de los cristianos con toda la gente en calamidad, perteneciente o no a la Iglesia, permitió que muchas familias no sólo encontraran comida y techo en tierras extranjeras, sino que también recibieran afecto, fraternidad y acogida.
Ahora bien, debemos tener en cuenta que esto lo hicieron personas humildes, de muy pocos recursos. Familias y comunidades que apenas tenían lo necesario para vivir. Sin embargo, "la casa" no resultó pequeña cuando se hizo necesario acoger a los desplazados. Y cuando les correspondió a ellos mismos emprender el éxodo, no temieron buscar a quienes consideraban sus "hermanos, hermanas, padres, madres e hijos".
Muchos cristianos que salieron de Judea por las persecuciones de las autoridades religiosas, encontraron refugio en la generosidad de los cristianos de Galilea y Antioquía. La solidaridad de los cristianos con toda la gente en calamidad, perteneciente o no a la Iglesia, permitió que muchas familias no sólo encontraran comida y techo en tierras extranjeras, sino que también recibieran afecto, fraternidad y acogida.
Ahora bien, debemos tener en cuenta que esto lo hicieron personas humildes, de muy pocos recursos. Familias y comunidades que apenas tenían lo necesario para vivir. Sin embargo, "la casa" no resultó pequeña cuando se hizo necesario acoger a los desplazados. Y cuando les correspondió a ellos mismos emprender el éxodo, no temieron buscar a quienes consideraban sus "hermanos, hermanas, padres, madres e hijos".
Hoy, tenemos el mismo
desafío. Nuestras iglesias, comunidades o grupos cristianos por más que sean
pobres, pequeños y frágiles, pueden ayudar a aliviar el dolor de las personas
que han dejado todo atrás. Y no para ofrecerlos un techo o un plato de comida;
Esto es importante, pero es más importante ofrecerles afecto y fraternidad de
modo que se sientan acogidos por una red de manos amigas.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional
Claretiana de Latinoamérica)
No hay comentarios:
Publicar un comentario