¡Amor y paz!
En directa continuidad con
la promesa del profeta, Jesús se presenta hoy como el lugar del descanso. El
amor de Cristo es incomparable y su compasión no se detiene. Mientras que la
voz del Antiguo Testamento nos hace pensar sobre todo en el poder de Dios, un Dios
compasivo, el mensaje del evangelio nos muestra primero la compasión de Dios,
un Dios que es "fuerte" sobre todo en amar.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 2ª. Semana
de Adviento.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 11,28-30.
En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."
Comentario
¿De
qué descanso nos habla Cristo aquí? ¿Cuál es ese reposo que nos anuncia? La
interrogación por el descanso se revierte en pregunta por el cansancio. Hoy
podemos inquirir qué nos cansa; cuál es nuestro cansancio. ¿Estamos cansados de
ser buenos o de querer serlo? ¿Cansados tal vez de que nos decepcionen, porque
todos prometen y nadie cumple? ¿Cansados de sobrevivir y de no tener espacio,
tiempo o sabiduría para llegar a vivir?
Cristo
invita a los cansados a que se acerquen; no dice nada de los que se sienten
bien, es decir, de los que están descansados y tranquilos. Su Evangelio existe sólo
para los que están necesitados. Su palabra apunta a los que han palpado el
borde de sí mismos. Es la lógica de las bienaventuranzas --y las
malaventuranzas--. Suena trivial, pero en la lógica de Cristo encontrará
descanso sólo el que estaba cansado. Faltó ese texto: "Dichosos los
cansados... ¡ay de vosotros, los descansados!".
http://fraynelson.com/homilias.html.
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