¡Amor y paz!
En el evangelio de ayer María Magdalena va a buscar
al Señor y Cristo le sale al encuentro. En cambio en este evangelio nos
encontramos con los típicos seguidores de los días de gloria que huyen el día
del castigo.
Cierto que los discípulos de Emaús tienen el mérito de no haber traicionado a Jesús. Habían esperado que él sería el Salvador. Lo que no han tenido en cuenta es que Cristo persevera hasta el final, es capaz de esperar hasta el último momento y salir al encuentro como un buen amigo que tiende la mano.
Cierto que los discípulos de Emaús tienen el mérito de no haber traicionado a Jesús. Habían esperado que él sería el Salvador. Lo que no han tenido en cuenta es que Cristo persevera hasta el final, es capaz de esperar hasta el último momento y salir al encuentro como un buen amigo que tiende la mano.
Sin embargo, Jesús no quiere limitar nuestra libertad y nos deja libres de aceptar la mano que nos ofrece. Nos acompaña durante todo el camino; pero, si no le pedimos que se quede con nosotros, no lo reconoceremos cuando parta el pan (Catholic.net. Elí Ricardo Marín) .
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este miércoles de la octava de Pascua.
Dios nos bendice…
Evangelio
según San Lucas 24,13-35.
Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!". "¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron". Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?" Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?". En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!". Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Comentario
Lucas, en este pasaje, sintetiza lo que ya desde el
principio de su evangelio ha venido diciendo: Dios se ha acercado a nosotros,
nos ha salido al camino haciéndose uno de nosotros. Los judíos no lo
reconocieron, ni tampoco ahora lo reconocieron los mismos discípulos. Dejando
el cielo se puso a caminar con el hombre, para instruirlo en el camino de la
vida, pero, como dirá san Juan: “los suyos no lo reconocieron, pero a los que
lo reconocieron les dio el poder llegar a ser hijos de Dios”.
Jesús continua saliéndonos al encuentro de las
formas más inusitadas: en un amigo, en los acontecimientos de todos los días, y
ni qué decir en la palabra de Dios, la oración y los sacramentos. Jesús ha
tomado una opción por el hombre, y su deseo es acompañarlo hasta que lleguemos
todos a la cielo. Si nuestros ojos están oscurecidos, puede ser porque, como
los discípulos de Emaús, no creemos aún que está vivo y que tiene
verdaderamente poder para cambiar nuestra vida.
Pidamos todos los días al Espíritu Santo que abra
nuestros ojos y que inflame nuestro corazón para descubrir cómo Jesús nos
acompaña en nuestra diaria jornada.
Que la resurrección de Cristo, llene de amor tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro
No hay comentarios:
Publicar un comentario