¡Amor y paz!
¡Cómo se distorsiona a veces el rol del cristiano
en una sociedad como la nuestra! No es a base de dádivas esporádicas e
insensibles que se remedia la situación de los más necesitados. La limosna no
sustituye a la justicia: sólo es un paliativo que aumenta su miseria.
¿De qué sirven costosos regalos en la época
navideña y en ciertas celebraciones si a lo largo del año hay desprecio o por
lo menos poca atención hacia los carentes de afecto y de bienes materiales?
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este Lunes Santo.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 12,1-11.
Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: "¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?". Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: "Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre". Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.
Comentario
Sin atender al inminente peligro, del cual tiene
perfecto conocimiento, Jesús va a Jerusalén con los discípulos para la Pascua.
Seis días antes de la fiesta llega a Betania, donde se queda por poco tiempo.
Allá, probablemente al anochecer del sábado, se le ofrece un banquete. Los
preparativos de un banquete se podrán hacer sin dificultad el sábado, por la
tarde, porque el tiempo de reposo concluía a la caída del sol.
El evangelista se limita a señalar a Lázaro entre
los comensales y a decir que Marta sirve y que María era la mujer que ungió a
Jesús.
Esta cena o celebración es una acción de gracias a
Jesús por el don de la vida. "Le ofrecieron allá una cena". No ponen
a la familia de Lázaro como sujeto. Es toda la comunidad de todos los tiempos.
Recuperada de su tristeza, la comunidad celebra la vida recibida, reconocida en
Jesús como en su fuente y en Lázaro como beneficiario.
Este banquete en memoria de un muerto se convierte
en acción de gracias para celebrar la presencia del autor de la vida y la
victoria sobre la muerte. Este banquete como la eucaristía misma, anticipa
también en cierto modo el banquete final, cuyos comensales serán todos los que
han recibido la vida definitiva.
"María tomó una libra de perfume de nardo,
auténtico y costoso; le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera
y la casa se llenó de la fragancia del perfume". María muestra su
agradecimiento por el don de la vida; el precio del perfume es símbolo de su
amor sin medida.
Para describir la escena utiliza el evangelista el
lenguaje del Cantar de los Cantares, mostrando que María, representante de la
comunidad, asume, el papel de esposa respecto a Jesús. Así Ct 1, 12:
"Mientras el rey (=esposo) estaba en su diván, mi nardo despedía su
perfume" (Jn 12, 3).
El tema de los cabellos se encuentra en Ct 7, 6:
"con tus trenzas cautivas a un rey".
El perfume que derrama María es símbolo del amor de
la comunidad por Jesús que responde al amor que él le ha mostrado,
comunicándole la vida. Al secarle los pies con el pelo, en el cual queda
cautivado el esposo, se insinúa el amor con que corresponde Jesús a los suyos.
"La casa se llenó de la fragancia del
perfume" (Ct 1, 3 (LXX)) "La fragancia de tus perfumes supera todos
los aromas, perfume derramado es tu nombre, por eso las doncellas se enamoran
de ti". Con Jesús, el esposo, ha vuelto la alegría que llenó a Juan
Bautista (3, 29). La casa entera, la comunidad, se llena de la fragancia del
Espíritu, amor recibido de Jesús y devuelto a él, vínculo de unión entre los
discípulos.
Aquel hedor irremediable del hermano muerto se ha
cambiado en perfume, porque la comunidad sabe ahora que la vida ha vencido a la
muerte. Jesús ha llevado a cabo el designio de Dios sobre el hombre, dándole la
vida definitiva. De ahí el precio del perfume. Esta vida sobrepase todo precio.
"Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el
que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por 300
denarios para dárselos a los pobres?" En la comunidad se alza una voz
discordante. No todos los discípulos aceptan el mensaje de Jesús. Judas
prefiere el dinero al amor y, por tanto, a Jesús. En realidad está poniendo
precio a su persona. Ha tasado lo que no tiene precio. Resuena de nuevo el
texto del Cantar de los Cantares: "Si alguien quisiera comprar el amor con
todas las riquezas de su casa, se haría despreciable" (8, 7). Judas no
cree en el amor generoso; el dinero es para él el valor supremo. María, la
comunidad cristiana, desvaloriza el dinero; Judas desvaloriza el amor.
El pretexto que pone consiste en darle más
importancia a la actividad exterior de la comunidad -compromiso social o
político- que a la expresión de su propia vida.
Al no participar de los valores del grupo, quiere
disimular su falta de integración apelando a una actividad que es en realidad
una evasión; habla como si se pudiese amar a los de fuera sin amar a los de
dentro o como si el amor no fuera la identidad y distintivo de la comunidad y
la plataforma necesaria para el testimonio, del que deriva la posibilidad de la
fe para el mundo (13, 34 ss; 17,22).
Pretende oponer los pobres a Jesús. Piensa que
nadie, ni Jesús mismo, merece un amor total. No está dispuesto a darlo todo por
nadie en concreto, se refugia en lo genérico, en la masa abstracta (los
pobres).
Como solución a la pobreza propone Judas la limosna
en vez de la comunidad; la comunidad, para Jesús, no vive en estructuras de
dinero (compra-venta) sino de acción de gracias y puesta en común (6,11), de
amor compartido y que comparte. Por eso Jesús contesta; "a los pobres los
tenéis siempre entre vosotros".
Estas palabras indican la forma de relación que se
establece entre la comunidad y los pobres.
Los pobres no son el término de una actividad hacia
el exterior, como si estuviesen fuera del grupo cristiano; se les considera
dentro de él, o porque pertenecen a la comunidad o porque se les acoge en ella.
La comunidad está separada del mundo, pero no de los pobres.
Al morir, Jesús va a dar la posibilidad y señalar
el camino para abolir la opresión y la pobreza, pero no partiendo de una
situación de fuerza y de dominio (riquezas) sino de solidaridad (don de sí
hasta la muerte). La comunidad no se distingue de los pobres, es una comunidad
de pobres que se aman y que, a través del compartir, expresión del amor,
superan su condición de oprimidos.
Por eso, los pobres no pueden ser el objeto externo
de la solicitud de la comunidad. El amor no pone una limosna en la mano del
pobre para desentenderse luego. El amor de Jesús consiste en acoger admitiendo
a la propia mesa y a la propia intimidad. Así es como los pobres han de estar
siempre entre los discípulos. Es en la relación personal donde se manifiesta el
amor de Jesús.
MATEOS-BARRETO
EL EVANGELIO DE JUAN
ANALISIS LINGÜISTICO Y COMENTARIO EXEGETICO
EDICIONES CRISTIANDAD/MADRID 1982 .Págs. 538 ss.
EL EVANGELIO DE JUAN
ANALISIS LINGÜISTICO Y COMENTARIO EXEGETICO
EDICIONES CRISTIANDAD/MADRID 1982 .Págs. 538 ss.
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