¡Amor y paz!
En la parábola de la viña, Jesús concreta más su
propia historia de amor y marca pauta para la historia de cuantos hemos
decidido seguir sus pasos.
“Por último les mandó a su hijo, pensando que le respetarían. Pero, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron”.
“Por último les mandó a su hijo, pensando que le respetarían. Pero, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron”.
Así de concreto describe Jesús lo que le iba a
suceder. Era consciente de lo desgarrador que le resultaría responder al Padre
para redimirnos. Fiel a su palabra con el Padre que le envió y fiel a nosotros,
asumió todas las consecuencias de su sincero sí. Es desde su testimonio de
vida, desde donde nos dice a todos los cristianos: “El que quiera que me siga”.
Así de clara y comprometida es su propuesta. Ahora nos corresponde a nosotros
intentar responderle sin miedo a las heridas, sin asustarnos del sufrimiento
(Dominicos 2004).
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio
y el comentario, en este viernes de la 2ª. Semana de Cuaresma.
Dios los bendiga…
Evangelio según San
Mateo 21,33-43.45-46.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: 'Respetarán a mi hijo'. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?». Le respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo". Jesús agregó: "¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos? Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos". Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.
Comentario
Quizás, y a propósito de esta parábola de Jesús,
sería bueno el preguntarnos: ¿qué hemos hecho de nuestra vida, de la viña que
el Señor nos confió el día de nuestro bautismo? ¿Podríamos decir que hemos o
estamos produciendo frutos? O ¿Nos hemos apoderado de ella, sin respetar a
aquellos que nos han sido enviados para pedirnos cuentas (padres, hermanos,
amigos, sacerdotes)? Y ¿qué podríamos decir de la viña que nos entregó nuestro Señor
en nuestra familia, en la esposa, en los hijos, y en general en todo lo que
poseemos?
Es bueno recordar siempre que no somos dueños sino
administradores y que al menos una parte de los frutos le tocan al Señor. Este
tiempo de Cuaresma puede ser una buena oportunidad para cambiar nuestra actitud
en relación a cómo vivo mi bautismo y cómo administro los bienes y las gracias
que Dios me ha dado. No vaya a ser que corramos la suerte de los viñadores de
la parábola.
Que el Señor sea luz y lámpara para tu camino.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro
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