¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a realizar hoy el método de
la Lectio divina, para aprovechar
mejor la lectura de la Palabra de Dios, en este miércoles en que celebramos la
solemnidad de San José, esposo de la Virgen María.
El método de la Lectio
divina tiene cuatro partes: 1.
Lectio (lectura); 2. Meditatio (Meditación); 3.
Oratio (Oración) y 4. Contemplatio (Contemplación).
Dios los bendiga…
1. LECTIO
a) Oración inicial:
Espíritu que aleteas sobre
las aguas,
calma en nosotros las
disonancias,
los flujos inquietos, el
rumor de las palabras,
los torbellinos de vanidad
y haz surgir en el
silencio
la Palabra que nos recrea.
Espíritu que en un suspiro
susurras
en nuestro espíritu el nombre
del Padre,
ven a reunir todos
nuestros deseos,
hazlos crecer en un haz de
luz
que sea la respuesta a tu
luz,
la Palabra del Nuevo Día.
Espíritu de Dios, savia de
amor
del árbol inmenso sobre el
que nos injertamos,
que todos nuestros
hermanos
nos acompañen como un don,
en el gran Cuerpo donde
madura
la Palabra de comunión.
(Fr. Pierre-Yves de Taizé)
b) Lectura del Evangelio:
Mateo 1,16-24
Jacob engendró a José, el
esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las
generaciones son: desde Abrahán hasta David, catorce generaciones; desde David
hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a
Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones. El origen de Jesucristo fue de
esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos
ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, que era
justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado. Así lo tenía
planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José,
hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en
ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se
cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta: Ved que la virgen
concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido
significa: «Dios con nosotros». Despertado José del sueño, hizo como el ángel
del Señor le había mandado,
y tomó consigo a su mujer.
Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.
c) Un momento de silencio para que la Palabra de
Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
2. MEDITATIO
a) Clave de lectura:
El pasaje del evangelio de hoy se toma del primer
capítulo de Mateo que forma parte de la sección referente a la concepción,
nacimiento e infancia de Jesús. El centro de todo el relato es la persona de
Jesús a la que se suman todos los sucesos y las personas mencionadas en la
narración.. Se debe tener presente que el Evangelio revela una teología de la
historia de Jesús, por eso, al acercarnos a la Palabra de Dios debemos recoger
el mensaje escondido bajo los velos de la historia sin perdernos, como
sabiamente nos avisa San Pablo, “en las cuestiones tontas”, guardándonos “de
las genealogías, de las cuestiones y de las discusiones en torno a la ley,
porque son cosas inútiles y vanas”. (Tm 3:9)
Efectivamente, este texto se conecta a la
genealogía de Jesús, que Mateo compone con el intento de subrayar la sucesión
dinástica de Jesús, el salvador de su pueblo (Mt 1:21). A Jesús le son
otorgados todos los derechos hereditarios de la estirpe davídica, de “José,
hijo de David” (Mt 1:20; Lc 2:4-5) su padre legal. Para el mundo bíblico y
hebraico la paternidad legal bastaba para conferir todos los derechos de la
estirpe en cuestión (cf.: la ley del levirato y de la adopción Dt 25:5 ss) Por
esto, después del comienzo de la genealogía, a Jesús se le designa como “Cristo
hijo de David” (Mt 1:1), esto es, el ungido del Señor hijo de David, con el
cual se cumplirán todas las promesas de Dios a David su siervo (2Sam 7:1-16;
2Cr 7:18; 2 Cr 21:7; S 89:30).
Por esto Mateo añade al relato de la genealogía y
de la concepción de Jesús la profecía de Isaías: “Todo esto sucedió para que se
cumpliese lo que había sido dicho por el Señor por medio del profeta: He aquí,
que la virgen concebirá y parirá un hijo que será llamado Emmanuel, que significa
Dios con nosotros” (Mt 1:21-23 + Is 7:14).
Deteniéndonos, por decirlo así, en la realidad
espiritual de la adopción, podemos referirnos al hecho de que el pueblo elegido
posee “la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas” porque “ellos
son Israelitas y poseen la adopción de hijos” (Rm 9:4). Pero también nosotros,
el nuevo pueblo de Dios en Cristo, recibimos la adopción de hijos porque
“cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de
mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a aquéllos que estaban bajo la ley,
para que recibiésemos la adopción de hijos” (Mt 1.21), porque Él es el “Dios
con nosotros” (Mt 1:23) que nos hace hijos adoptivos de Dios. Jesús nace de
“María desposada con José” Mt 1:18a) que “se halló en cinta por obra del
Espíritu Santo” (Mt 1:18b). Mateo no nos cuenta el relato de la anunciación
como lo hace Lucas (Lc 1, 26-38), pero estructura la narración desde el punto
de vista de la experiencia de José el hombre justo. La Biblia nos revela que Dios
ama a sus justos. Pensamos en Noé “hombre justo e íntegro entre sus
contemporáneos” (Gén 6:9). O en Joás que “hizo lo que era recto a los ojos del
Señor” (2Re 12:3).
Una idea constante en la Biblia es el “sueño” como
lugar privilegiado donde Dios da a conocer sus proyectos y planes, y algunas
veces revela el futuro. Bien conocido son los sueños de Jacob en Betel (Gén 28:
10ss) y los de José su hijo, como también los del coopero y repostero
prisioneros en Egipto con él, (Gén 37:5ss; Gén 40:5ss) y los sueños del Faraón
que revelaron los futuros años de prosperidad y carestía (Gén 41:1ss).
A José se le aparece “en sueños un ángel del Señor”
(Mt 1.20) para revelarle el plan de Dios. En los evangelios de la infancia
aparece a menudo el ángel del Señor como mensajero celestial (Mt 1:20.24;
2:13.19; Lc 1:11; 2:9) y también en otras ocasiones esta figura aparece para
tranquilizar, revelar el proyecto de Dios, curar, liberar de la esclavitud
(cf.: Mt 28:2; Jn 5:4; Act 5:19; 8:26; 12: 7.23). Muchas son las referencias al
ángel del Señor también en el Antiguo Testamento, donde originariamente representaba
al mismo Señor que cuida y protege a su pueblo siempre acompañándolo de cerca
(cf.: Gén 16:7–16; 22:12; 24:7; Éx 3:2; Tb 5:4).
b) Preguntas para orientar la meditación y
actualización:
* ¿Qué cosa te ha llamado más la atención en este
pasaje evangélico?
En la clave de lectura hemos ofrecido bastante
espacio para algunos términos: adopción, ángel, sueño, justo
* ¿Qué importancia puede tener para tu camino de
madurez espiritual?
* ¿Qué sentimientos y pensamientos suscitan en tu
corazón?
* ¿Cuál piensas que pudiera ser el mensaje central
del pasaje evangélico?
3. ORATIO
a) Salmo 92
Es bueno dar gracias a
Yahvé,
cantar en tu honor,
Altísimo,
publicar tu amor por la
mañana
y tu fidelidad por las
noches,
con el arpa de diez
cuerdas y la lira,
acompañadas del rasgueo de
la cítara.
Pues con tus hechos,
Yahvé, me alegras,
ante las obras de tus
manos grito:
«¡Qué grandes son tus
obras, Yahvé,
y qué hondos tus
pensamientos!»
El hombre estúpido no entiende,
el insensato no lo
comprende.
Aunque broten como hierba
los malvados
o florezcan todos los
malhechores, acabarán destruidos para siempre;
¡pero tú eres eternamente
excelso!
Mira cómo perecen tus
enemigos,
se dispersan todos los
malhechores.
Pero me dotas de la fuerza
del búfalo,
aceite nuevo derramas
sobre mí;
veré la derrota del que me
acecha,
escucharé la caída de los
malvados.
El justo florece como la
palma,
crece como un cedro del
Líbano.
Plantados en la Casa de
Yahvé,
florecen en los atrios de
nuestro Dios.
Todavía en la vejez
producen fruto,
siguen llenos de frescura
y lozanía,
para anunciar lo recto que
es Yahvé:
«Roca mía, en quien no hay
falsedad».
b) Momentos dedicados al
silencio orante
4. CONTEMPLATIO (Contemplación)
La contemplación cristiana del sueño de Dios, del
plan que Dios realiza para la historia de la humanidad no produce alienación
sino que nos tiene vigilantes y activas las conciencias y nos estimula para
afrontar con valor y abnegación las responsabilidades que la vida nos depara.
http://www.homiletica.org/carmelitas/carmelitas1389.pdf
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