¡Amor y paz!
Nos encontramos con un tercer motivo de enfrentamiento de
Jesús con los fariseos: después del perdón de los pecados y la elección de un
publicano, ahora murmuran porque los discípulos de Jesús no ayunan. Los
argumentos suelen ser más bien flojos. Pero muestran la oposición creciente de
sus enemigos.
Los judíos ayunaban dos veces por semana -los lunes y
jueves- dando a esta práctica un tono de espera mesiánica. También el ayuno del
Bautista y sus discípulos apuntaba a la preparación de la venida del Mesías.
Ahora que ha llegado ya, Jesús les dice que no tiene sentido dar tanta
importancia al ayuno.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en
este lunes de la segunda semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 2,18-22.
Un día en que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, fueron a decirle a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacen los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos?". Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden ayunar cuando el esposo está con ellos? Es natural que no ayunen, mientras tienen consigo al esposo. Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de género nuevo para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido viejo y la rotura se hace más grande. Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque hará reventar los odres, y ya no servirán más ni el vino ni los odres. ¡A vino nuevo, odres nuevos!".
Comentario
Con unas comparaciones muy sencillas y profundas se
retrata a si mismo:
- él es el Novio y por tanto, mientras esté el Novio,
los discípulos están de fiesta; ya vendrá el tiempo de su ausencia, y entonces
ayunarán; - él es la novedad: el paño viejo ya no sirve; los odres viejos
estropean el vino nuevo.
Los judíos tienen que entender que han llegado los
tiempos nuevos y adecuarse a ellos.
El vino nuevo es el evangelio de Jesús. Los odres
viejos, las instituciones judías y sobre todo la mentalidad de algunos. La
tradición -lo que se ha hecho siempre, los surcos que ya hemos marcado- es más
cómoda. Pero los tiempos mesiánicos exigen la incomodidad del cambio y la
novedad. Los odres nuevos son la mentalidad nueva, el corazón nuevo. Lo que les
costó a Pedro y los apóstoles aceptar el vine nuevo, hasta que lograron
liberarse de su formación anterior y aceptar la mentalidad de Cristo, rompiendo
con los esquemas humanos heredados.
El ayuno sigue teniendo sentido en nuestra vida de
seguidores de Cristo.
Tanto humana como cristianamente nos hace bien a todos
el saber renunciar a algo y darlo a los demás, saber controlar nuestras
apetencias y defendernos con libertad interior de las continuas urgencias del
mundo al consumo de bienes que no suelen ser precisamente necesarios. Por
ascética. Por penitencia. Por terapia purificadora. Y porque estamos en el
tiempo en que la Iglesia «no ve» a su Esposo: estamos en el tiempo de su
ausencia visible, en la espera de su manifestación final.
Ahora bien, este ayuno no es un «absoluto» en nuestra
fe. Lo primario es la fiesta, la alegría, la gracia y la comunión. Lo
prioritario es la Pascua, aunque también tengan sentido el Miércoles de Ceniza
y el Viernes Santo como preparación e inauguración de la Pascua. También el
amor supone muchas veces renuncia y ayuno. Pero este ayuno no debe disminuir el
tono festivo, de alegría, de celebración nupcial de los cristianos con Cristo,
el Novio.
El cristianismo es fiesta y comunión, en principio. Así
como en el AT se presentaba con frecuencia a Yahvé como el Novio o el Esposo de
Israel, ahora en el NT es Cristo quien se compara a si mismo con el Novio que
ama a su Esposa, la Iglesia. Y eso provoca alegría, no tristeza.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 44-48
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4.
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 44-48
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