¡Amor y paz!
El pasaje de hoy es un
poco extraño: parece como si Jesús defendiera una actitud tiránica del amo con
su empleado. Cuando éste vuelve del trabajo del campo, todavía le exige que le
prepare y le sirva la cena.
Jesús no está hablando
aquí de las relaciones laborales ni alabando un trato caprichoso.
Lo que le interesa subrayar
es la actitud de sus discípulos ante Dios, que no tiene que ser como la de los
fariseos, que parecen exigir el premio, sino la humildad de los que, después de
haber trabajado, no se dan importancia y son capaces de decir: "somos unos
pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer".
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXXII Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga,…
Evangelio según San Lucas 17,7-10.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".
Comentario
Tenemos que servir a Dios,
no con el propósito de hacer valer luego unos derechos adquiridos, sino con
amor gratuito de hijos.
Y lo que decimos en
nuestra relación con Dios, también se podría aplicar a nuestro trabajo
comunitario, eclesial o familiar. Si hacemos el bien, que no sea llevando
cuenta de lo que hacemos, ni pasando factura, ni pregonando nuestros méritos.
Que no recordemos continuamente a la familia o a la comunidad todo lo que
hacemos por ella y los esfuerzos que nos cuesta.
Sino gratuitamente, como
lo hacen los padres en su entrega total a su familia. Como lo hacen los
verdaderos amigos, que no llevan contabilidad de los favores hechos. Con la
reacción que describe Jesús: "hemos hecho lo que teníamos que hacer: somos
unos pobres siervos". ¡Cuántas veces nos ha enseñado Jesús que trabajemos
gratuitamente, por amor! Eso sí, seguros de que Dios no se dejará ganar en
generosidad: "alegraos y saltad de gozo, que vuestra recompensa será
grande en el cielo" (Lc 6,23), "porque con la medida con que midáis
se os medirá" (Lc 6,38).
Si al final de la jornada
nos sentimos cansados por el trabajo realizado, seguro que también estaremos
satisfechos, porque nada produce más alegría que lo que se ha logrado con
sacrificio. Pero sin darnos importancia ni ir diciendo a todo el mundo lo
cansados que estamos. Entre otras cosas, porque también los otros trabajan. Y
además, si hemos recibido gratis de Dios, es justo que demos gratis, sin
quejarnos demasiado si nadie nos alaba ni nos aplaude. Dios seguro que sí nos
está aplaudiendo, si hemos dado con amor.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 270-274
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 270-274
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