¡Amor y paz!
En labios de Jesús está la
anticipación de su retorno al Padre. En los ojos y oídos de los discípulos está
la incertidumbre de lo que vaya a pasar. Y nuevamente en labios del Maestro
está una respuesta implícita: es verdad que me voy, pero vosotros no quedaréis
abandonados; volverá a vosotros la alegría, en el Espíritu (Dominicos 2013).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la VI Semana de
Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 16,16-20.
Jesús dijo a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me verán, pero después de otro poco me volverán a ver.» Algunos discípulos se preguntaban: « ¿Qué querrá decir con eso: “Dentro de poco ya no me verán y después de otro poco me volverán a ver”? ¿Y qué significa: “Me voy al Padre”?» Y se preguntaban: « ¿A qué se refiere ese “dentro de poco”? No entendemos lo que quiere decir.» Jesús se dio cuenta de que querían preguntarle y les dijo: «Ustedes andan discutiendo sobre lo que les dije: “Dentro de poco tiempo no me verán y después de otro poco me volverán a ver”. En verdad les digo que llorarán y se lamentarán, mientras que el mundo se alegrará. Ustedes estarán apenados, pero su tristeza se convertirá en gozo.
Comentario
a) Este jueves de la
semana sexta de Pascua ha sido durante mucho tiempo el día en que celebrábamos
la fiesta de la Ascensión, que ahora se ha trasladado al próximo domingo.
Con todo, el tono de la
lectura evangélica está impregnado del mismo espíritu de despedida de Jesús,
que, por otra parte, llena todo el discurso de la última cena.
Los apóstoles no entienden
de momento las palabras de Jesús: «dentro de poco ya no me veréis», que luego
ya se darían cuenta que se referían a su muerte inminente, «y dentro de otro
poco me volveréis a ver», esta vez con un anuncio de su resurrección, que más
tarde entenderían mejor.
Ante esta próxima
despedida por la muerte, Jesús les dice que «vosotros lloraréis y os
lamentaréis, y el mundo se alegrará». Pero no será ésa la última palabra: Dios,
una vez más, va a escribir recto con lineas que parecen torcidas y que conducen
al fracaso. Y Jesús va a seguir estando presente, aunque de un modo más
misterioso, en medio de los suyos.
b) Las ausencias de Jesús
nos afectan también muchas veces a nosotros. Y provocan que nos sintamos como
en la oscuridad de la noche y en el eclipse de sol.
Si supiéramos que «dentro
de otro poquito» ya se terminará el túnel en el que nos parece encontrarnos,
nos consolaríamos, pero no tenemos seguridades a corto plazo. Sólo la fe nos
asegura que la ausencia de Jesús es presencia, misteriosa pero real.
También a nosotros, como a
los apóstoles, nos resulta cuesta arriba entender por qué en el camino de una
persona -sea Cristo mismo, o nosotros- tiene que entrar la muerte o la renuncia
o el dolor. Nos gustaría una Pascua sólo de resurrección. Pero la Pascua la
empezamos ya a celebrar el Viernes Santo, con su doble movimiento unitario:
muerte y resurrección. Hay momentos en que «no vemos», y otros en que «volvemos
a ver». Como el mismo Cristo, que también tuvo momentos en que no veía la
presencia del Padre en su vida: « ¿por qué me has abandonado?».
Celebrando la Pascua
debemos crecer en la convicción de que Cristo y su Espíritu están presentes y
activos, aunque no les veamos. La Eucaristía nos va recordando continuamente
esta presencia. Y por tanto no podemos «desalentarnos», o sea, perder el
aliento: «Espíritu» en griego («Pneuma») significa precisamente «Aliento».
J.
ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 132-134
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 132-134
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