¡Amor y paz!
Hoy el Evangelio nos narra
el encuentro que tiene Jesús con dos discípulos, camino de Emaús, en momentos
en que conversaban muy desanimados los sucesos de los últimos días. Muchos
cristianos, jóvenes y mayores, experimentamos en la vida, como estos discípulos,
momentos de desencanto y depresión. A veces por circunstancias personales.
Otras, por la visión deficiente que la misma comunidad puede ofrecer.
El camino de Emaús puede
ser muchas veces nuestro camino. Viaje de ida desde la fe hasta la oscuridad, y
ojalá de vuelta desde la oscuridad hacia la fe. Cuántas veces nuestra oración
podría ser: «quédate con nosotros, que se está haciendo de noche y se oscurece
nuestra vida». La Pascua no es para los perfectos: fue Pascua también para el
paralítico del templo y para los discípulos desanimados de Emaús (José Aldazabal).
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Miércoles de la Octava de
Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 24,13-35.
Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, que está a unos doce kilómetros de Jerusalén, e iban conversando sobre todo lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos, pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. Él les dijo: « ¿De qué van discutiendo por el camino?» Se detuvieron, y parecían muy desanimados. Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: «¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo que ha pasado aquí estos días?» « ¿Qué pasó?», les preguntó. Le contestaron: « ¡Todo el asunto de Jesús Nazareno!» Era un profeta poderoso en obras y palabras, reconocido por Dios y por todo el pueblo. Pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes renegaron de él, lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz. Nosotros pensábamos que él sería el que debía libertar a Israel. Sea lo que sea, ya van dos días desde que sucedieron estas cosas. En realidad, algunas mujeres de nuestro grupo nos han inquietado, pues fueron muy de mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron hablando de una aparición de ángeles que decían que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.» Entonces él les dijo: « ¡Qué poco entienden ustedes y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas. Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día.» Entró, pues, para quedarse con ellos. Y mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. Entonces se dijeron el uno al otro: « ¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a los de su grupo. Estos les dijeron: «Es verdad: el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.» Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Comentario
-Dos discípulos iban a
Emaús... y hablaban entre sí...
El viernes último murió su
amigo. Todo ha terminado.
Vuelven a su casa. Ya no
esperan nada. "Nosotros esperábamos..." Estas palabras están llenas
de una esperanza perdida. Me imagino su decepción. Camino con ellos. Les
escucho. En toda vida humana esto sucede algún día: una gran esperanza perdida,
una muerte cruel, un fracaso humillante, una preocupación, una cuestión
insoluble, un pecado que hace sufrir. Humanamente, no hay salida.
-Jesús se les acercó e iba
con ellos... pero sus ojos estaban ciegos, no podían reconocerle... "¿De
qué estáis hablando? Parecéis tristes."
Por su camino has venido a
encontrarles; e inmediatamente te interesas por sus preocupaciones. Tú conoces
nuestras penas y nuestras decepciones. Me alivia pensar que no ignoras nada de
lo que soporto en el fondo de mí mismo. Me dejo mirar e interrogar por ti.
-Lo de Jesús Nazareno...
Cómo le entregaron nuestros magistrados para que fuese condenado a muerte y
crucificado...
Jesús deja que se expresen
detenidamente, sobre sus preocupaciones.
No se da a conocer
enseguida: deja que hablen, que se desahoguen.
-Bien es verdad que
ciertas mujeres de entre nosotros nos han sobresaltado:
Habiendo ido ellas de
madrugada al sepulcro, no encontraron su cuerpo.
Ellos tampoco están muy
dispuestos a creer.
Todos los relatos del
evangelio son unánimes sobre este punto; dudan, no esperan la resurrección,
están desconcertados...
El relato de San Lucas ha
sido elaborado totalmente para hacernos comprender "cómo se puede
reconocer a Jesús"... cómo se avanza lentamente de la "duda", de
la "desesperación" a la fe.
-¡Hombres tardos de
corazón para creer todo lo que vaticinaron los profetas! Y comenzando por
Moisés y por todos los profetas les fue declarando cuanto a él se refería en
todas las Escrituras.
He aquí el primer método
para "reconocer" a Jesús: tomar contacto, profundamente,
cordialmente, con las Escrituras con la Palabra de Dios.
El Antiguo Testamento
esclarece el Nuevo. La Biblia introduce al evangelio. El proyecto de Dios
prosigue sin ruptura.
Lo que se realiza en
Jesucristo, es lo que Dios preveía desde toda la eternidad, es lo que El había
ya comenzado en la Historia del pueblo de Israel. ¡Cómo hubiéramos querido
estar allí para escuchar los comentarios de Isaías hechos por el mismo Jesús!
Hacer "oración". Procurar por encima de todo tener unos momentos de
corazón a corazón. Leer y releer la Escritura.
-Puesto con ellos a la
mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Se les abrieron los ojos
y le reconocieron.
Esta es la segunda
experiencia para "reconocer a Jesús": la Eucaristía, la fracción del
pan. La Eucaristía es el sacramento, el signo eficaz de la presencia de Cristo
resucitado. Es el gran misterio de la Fe: un signo muy pobre, un signo muy
modesto.
Comulgar con el
"Cuerpo de Cristo". Valorar la Eucaristía por encima de todo.
Arrodillarse alguna vez ante un sagrario.
En el mismo instante se
levantaron, y volvieron a Jerusalén.
Siempre la
"misión". Nadie puede quedarse quieto en su sitio contemplando a
Cristo resucitado: Hay que ponerse en camino y marchar hacia los hermanos.
NOEL
QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 182 s.
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 1
EVANG. DE ADVIENTO A PENTECOSTES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1984.Pág. 182 s.
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