¡Amor y paz!
San Lucas nos cuenta hoy
un episodio de la vida de Jesús para mostrarnos el modelo de nuestra acción
frente al dolor humano, a los enfermos, a los indigentes, a las víctimas de la
violencia y de la guerra, todos aquellos que llevan en el cuerpo o en la mente
las señales del mal, de la enfermedad y de la muerte. Jesús quiere curarlos a
través de nuestro compromiso de discípulos suyos.
También hoy los
seguidores de Jesús se ocupan de los leprosos, de los que padecen sida, de los
enfermos a quienes nadie quiere cuidar. Al obrar de este modo, muestran al
mundo la dignidad incomparable de los hijos y las hijas de Dios. Dignidad que
nadie ni nada puede arrebatarles porque en sus enfermedades y miserias es el
mismo Dios quien reclama nuestra solidaridad y nuestro amor (www.mercaba.org).
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes del Tiempo de Navidad después
de la Epifanía del Señor.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 5,12-16.
Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante él y le rogó: "Señor, si quieres, puedes purificarme". Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". Y al instante la lepra desapareció. Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: "Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio". Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.
Comentario
"Cristo al entrar en
el mundo dice: 'no quiero sacrificios, ni ofrendas, pero me has dado un cuerpo.
Entonces dije: aquí estoy para hacer tu voluntad'" (He 10,5-7; Ps 40,7-9
LXX). ¿Es verdad que para salvarnos de nuestra miseria y para conquistar
nuestro amor, Dios quiso hacerse hombre? Tan cierto como que es un artículo de
fe: "por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y se
hizo a hombre" (credo)...
Sí, esto es lo que Dios hizo para que le amáramos... Es así como quiso manifestarnos el gran amor que nos tiene: "la gracia de Dios nuestro Salvador se manifestó a todos los hombres" (Tt. 2,11). "El hombre no me ama, parece haber dicho el Señor, porque no me ve. Voy a hacerme visible, a conversar con él, de este modo, seguramente me amará": "apareció sobre la tierra, y conversó con los hombres" (Ba 3,38). El amor de Dios por el hombre es inmenso, inmenso desde toda la eternidad: "con amor eterno te amé; por eso prolongué mi misericordia para contigo" (Jr 31,3).
Sí, esto es lo que Dios hizo para que le amáramos... Es así como quiso manifestarnos el gran amor que nos tiene: "la gracia de Dios nuestro Salvador se manifestó a todos los hombres" (Tt. 2,11). "El hombre no me ama, parece haber dicho el Señor, porque no me ve. Voy a hacerme visible, a conversar con él, de este modo, seguramente me amará": "apareció sobre la tierra, y conversó con los hombres" (Ba 3,38). El amor de Dios por el hombre es inmenso, inmenso desde toda la eternidad: "con amor eterno te amé; por eso prolongué mi misericordia para contigo" (Jr 31,3).
Pero todavía no habíamos
visto cuán grande e incomprensible era; cuando el Hijo de Dios se hizo
contemplar bajo la forma de un niño acostado sobre paja en un establo,
verdaderamente se manifestó: "Dios nuestro Salvador mostró su bondad y su
amor para los hombres" (Tt 3,4). " La creación del mundo, observa san
Bernardo, hizo resplandecer el poder de Dios, el gobierno del mundo, su sabiduría;
pero la encarnación del Verbo hizo estallar su misericordia ante todos los que
le miran"...
"Despreciando a Dios, dice san Fulgencio, el hombre se
había separado de él para siempre; y como el hombre ya no podía regresar a
Dios, Dios se dignó venir a encontrarle sobre la tierra". San Agustín ya
había dicho: "no podíamos ir al médico; por eso el médico tuvo la bondad
de venir hasta nosotros".
San
Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia
1er Discurso para la Novena de Navidad
1er Discurso para la Novena de Navidad
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2001-2013
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