¡Amor y paz!
Jesús -al final del sermón
de la montaña- nos asegura que está edificando sobre roca, y por tanto su
edificio está garantizado, aquél que no sólo oye la Palabra sino que la pone
por obra. Edifica sobre arena, y por tanto se expone a un derrumbamiento
lastimoso, el que se contenta con oír la Palabra o con clamar en sus oraciones
¡Señor, Señor!
Cuando Jesús compara la
oración con las obras, la liturgia con la vida, siempre parece que muestra su
preferencia por la vida. Lo que quedan descalificadas son las palabras vacías,
el culto no comprometido, sólo exterior (José Aldazábal).
Los invito, hermanos, a leer
y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la I Semana de
Adviento.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 7,21.24-27.
No son los que me dicen: 'Señor, Señor', los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".
Comentario
"¡Tenemos una ciudad
fortificada! ¿Quién podrá derrocarnos?...
¡Somos dueños de la mitad
del mundo! ¿Quién podrá igualarnos?" Extensa letanía del orgullo humano,
en la que van desfilando los títulos de seguridad, seguidos, como un estribillo,
por el eco de las guerras, el clamor de los explotados y la muerte de los
oprimidos. Basta que se produzca una inesperada devaluación del oro, y veréis
temblar en sus cimientos a esa gente que vive en nuestras ciudades cimentadas
sobre arena. ¿Acaso no se escribe la historia sobre la base de las
civilizaciones destruidas? Pero el hombre es incorregible, y media un abismo
entre nuestros relatos de historia y la Historia vista desde el lado de Dios,
en ese Reino inaudito en el que la gente pobre goza de consideración y los
humildes rebosan de alegría. "No tenemos aquí ciudad permanente... Nuestra
morada está destinada a permanecer eternamente"... ¿Construimos para cien
años o construimos para siempre?
¿Cuál es nuestra Jerusalén? ¿La que se jacta
de tener muro y antemuro o "la que baja del cielo engalanada como una
novia ataviada para su esposo"? ¿Ciudad protegida contra la guerra o
ciudad inerme abandonada al amor? ¿Ciudad de los hombres o ciudad de Dios?
"Los que confían en el Señor son como el monte Sión", dice otro
salmo. Pero un día, Sión fue, a su vez, arrasada... ¡El que pone su confianza
en el Señor no morirá jamás! (Mt/07/21/24-27).
Hombre, ¿en qué tienes
puesta tu confianza? ¿En el dinero, en el poder, en la seguridad...? Sábete que
tu derrumbamiento será total. Porque sólo hay un valor seguro, y ese valor se
llama "Dios".
DIOS CADA DÍA
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
ADVIENTO-NAVIDAD Y SANTORAL
SAL TERRAE/SANTANDER 1989.Pág. 2
SIGUIENDO EL LECCIONARIO FERIAL
ADVIENTO-NAVIDAD Y SANTORAL
SAL TERRAE/SANTANDER 1989.Pág. 2
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