¡Amor y paz!
En el camino de Jesús se refleja
nuestro camino. Hoy leemos tres breves episodios de "vocación" a su
seguimiento, con situaciones diferentes y respuestas que parecen paradójicas
por parte de Jesús.
A uno que lo quería
seguir, Jesús le advierte que no tiene ni dónde reclinar la cabeza: menos que
los pájaros y las zorras, que tienen su nido o su madriguera. A otro lo llama
él, y no le acepta la excusa dilatoria de que tiene que enterrar a su padre:
"deja que los muertos entierren a sus muertos". Al que le pide
permiso para despedirse de su familia, le urge a que deje estar eso, porque
sería como el que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la XXVI
Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,57-62.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios". Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos". Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".
Comentario
Las respuestas no se deben
tomar al pie de la letra, sino como una manera expresiva de acentuar la
radicalidad del seguimiento que pide Jesús, y su urgencia, porque hay mucho
trabajo y no nos podemos entretener en cosas secundarias.
Con su primera respuesta,
nos dice que su seguimiento no nos va a permitir "instalarnos"
cómodamente. Jesús está de camino, es andariego. Como Abrahán desde que salió
de su tierra de Ur y peregrinó por tierras extrañas cumpliendo los planes de
Dios.
Con la segunda, Jesús no
desautoriza la buena obra de enterrar a los muertos. Recordemos el libro de
Tobías, en que aparece como una de las obras más meritorias que hacía el buen
hombre. A Jesús mismo le enterraron, igual que hicieron luego con el primer mártir
Esteban. Lo que nos dice es que no podemos dar largas a nuestro seguimiento. El
trabajo apremia. Sobre todo si la petición de enterrar al padre se interpreta
como una promesa de seguirle una vez que hayan muerto los padres. El evangelio
pone como modelos a los primeros apóstoles, que, "dejándolo todo, le
siguieron".
Lo mismo nos enseña con lo
de "no despedirse de la familia". No está suprimiendo el cuarto
mandamiento. Es cuestión de prioridades. Cuando el discípulo Eliseo le pidió lo
mismo al profeta Elías, éste se lo permitió (I R 19). Jesús es más radical: sus
seguidores no tienen que mirar atrás. Incluso hay que saber renunciar a los
lazos de la familia si lo pide la misión evangelizadora, como hacen tantos
cristianos cuando se sienten llamados a la vocación ministerial o religiosa, y
tantos misioneros, también laicos, que deciden trabajar por Cristo dejando todo
lo demás.
Sin dejarnos distraer ni
por los bienes materiales ni por la familia ni por los muertos. La fe y su
testimonio son valores absolutos. Todos los demás, relativos.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 124-128
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 124-128
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