¡Amor y paz!
¡Qué par de palabras tan
significativas! ¡Cuánta comprensión encierran! ¡Cómo son de necesarias para
alguien que se siente desconsolado y afligido! Son el puente inicial que el
Señor tiende entre Él y una pobre mujer que, además de ser viuda, acaba de
perder a su hijo único. ¿Habrase visto mayor dolor? En una sociedad machista
como la del tiempo de Jesús, son muy
pocas las esperanzas que le quedan a esta pobre mujer… “¡No llores!”
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXIV Semana
del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 7,11-17.
En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores". Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate". El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo". El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.
Comentario
San Lucas es el único de
los cuatro evangelistas que nos relata esa resurrección.
-Jesús se dirigía a una
ciudad llamada Naím. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que
sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda.
Un gentío considerable
acompañaba a esa mujer.
Su marido... su hijo...
habían tenido pues una muerte prematura.
En aquel tiempo, la
condición de las mujeres era especialmente dura si no tenían ni marido ni hijo
varón para protegerlas jurídicamente.
El gran número de
personas, que se habían desplazado para acompañar a la pobre mujer, expresa la
piedad y compasión de la muchedumbre.
-Al verla el Señor, sintió
lástima de ella y le dijo: "¡No llores!" Ese titulo solemne -"El
Señor~- es otorgado más de veinte veces a Jesús por Lucas, mientras que Mateo
(21, 3) y Marcos (11, 3) lo utilizan una sola vez cada uno.
Sí, Señor, eres el más
grande de todos los profetas. Tienes una personalidad misteriosa.
Por eso te llamamos
"El Señor". Creemos que Tú eres Hijo de Dios, igual al Padre.
Sin embargo, eres también
el más sencillo y el más normal de los hombres: delante de un gran sufrimiento,
te emocionas, te compadeces. En esos momentos quiero contemplar la emoción que
embarga tu corazón; y quiero escuchar las palabras que dices a esa madre:
"¡No llores!" Delante de todos los muertos de la tierra tienes
siempre los mismos sentimientos; y tu intención es siempre la misma: quieres
resucitarles a todos... quieres suprimir todas las lágrimas (Apocalipsis 21, 4)
porque tu opción es la vida, porque eres el Dios de los vivos y no el de los
muertos.
Yo avanzo, lo sé, hacia mi
propia muerte.
Pero creo en tu promesa:
creo que mi muerte no será el último acto, sino el penúltimo.
Antes de acusar a Dios,
como se oye tan a menudo -"¡Si existiera Dios, no tendríamos todas esas
desgracias!"- se debería comenzar por no parar la historia humana con ese
penúltimo acto. El proyecto final de Dios, es la "vida eterna". Pero
hay que creer en ella.
-Jesús dijo:
"¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!" Entonces el muerto se
incorporó, se sentó y se puso a hablar.
Es muy importante caer en
la cuenta de que ese tipo de resurrección, por muy notable que sea como signo,
no nos muestra más que una pequeña parte de las posibilidades de Jesús y de su
mensaje real sobre la Resurrección: ciertamente aquí Jesús reanima a un muchacho,
pero no es más que una recuperación temporal de la vida, -¡ese muchacho volverá
a morir cuando sea!- Jesús, por su propia Resurrección nos revelará otro tipo
de vida resucitada: una vida nunca más sometida a la muerte, un modo de vida
completamente nuevo que sobrepasa todos los marcos humanos.
Todos mis amigos, mis
parientes, que he contemplado en su lecho de muerte, cerrados los labios,
inmóvil el pecho... todos revivirán a esa vida definitiva
"Creo en la
resurrección de la carne y en la vida perdurable".
-Y Jesús se lo entregó a
su madre.
¿Pensaba quizá en la suya?
Lucas no pierde ocasión de valorizar a "la mujer" tan fácilmente
repudiada en el mundo antiguo.
-Todos quedaron
sobrecogidos y daban gloria a Dios... La noticia del hecho se divulgó por todo
el país judío y la comarca circundante.
¡La sorpresa... pero
también la alabanza! ¿Vivo yo en acción de gracias? La eucaristía es una acción
de gracias por la vida resucitada de Cristo. Jesús celebró la Cena, la víspera
de su muerte, "dando gracias".
La palabra concerniente a
Jesús sobrepasa ya los límites de Palestina.
NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 178 s.
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 178 s.
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