martes, 18 de septiembre de 2012

“¡No llores!”

¡Amor y paz!

¡Qué par de palabras tan significativas! ¡Cuánta comprensión encierran! ¡Cómo son de necesarias para alguien que se siente desconsolado y afligido! Son el puente inicial que el Señor tiende entre Él y una pobre mujer que, además de ser viuda, acaba de perder a su hijo único. ¿Habrase visto mayor dolor? En una sociedad machista como la del tiempo de Jesús, son muy pocas las esperanzas que le quedan a esta pobre mujer…  “¡No llores!”

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este martes de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Lucas 7,11-17. 
En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores". Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate". El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo". El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina. 
Comentario

San Lucas es el único de los cuatro evangelistas que nos relata esa resurrección.

-Jesús se dirigía a una ciudad llamada Naím. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda.

Un gentío considerable acompañaba a esa mujer.

Su marido... su hijo... habían tenido pues una muerte prematura.

En aquel tiempo, la condición de las mujeres era especialmente dura si no tenían ni marido ni hijo varón para protegerlas jurídicamente.

El gran número de personas, que se habían desplazado para acompañar a la pobre mujer, expresa la piedad y compasión de la muchedumbre.

-Al verla el Señor, sintió lástima de ella y le dijo: "¡No llores!" Ese titulo solemne -"El Señor~- es otorgado más de veinte veces a Jesús por Lucas, mientras que Mateo (21, 3) y Marcos (11, 3) lo utilizan una sola vez cada uno.

Sí, Señor, eres el más grande de todos los profetas. Tienes una personalidad misteriosa.

Por eso te llamamos "El Señor". Creemos que Tú eres Hijo de Dios, igual al Padre.

Sin embargo, eres también el más sencillo y el más normal de los hombres: delante de un gran sufrimiento, te emocionas, te compadeces. En esos momentos quiero contemplar la emoción que embarga tu corazón; y quiero escuchar las palabras que dices a esa madre: "¡No llores!" Delante de todos los muertos de la tierra tienes siempre los mismos sentimientos; y tu intención es siempre la misma: quieres resucitarles a todos... quieres suprimir todas las lágrimas (Apocalipsis 21, 4) porque tu opción es la vida, porque eres el Dios de los vivos y no el de los muertos.

Yo avanzo, lo sé, hacia mi propia muerte.

Pero creo en tu promesa: creo que mi muerte no será el último acto, sino el penúltimo.

Antes de acusar a Dios, como se oye tan a menudo -"¡Si existiera Dios, no tendríamos todas esas desgracias!"- se debería comenzar por no parar la historia humana con ese penúltimo acto. El proyecto final de Dios, es la "vida eterna". Pero hay que creer en ella.

-Jesús dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!" Entonces el muerto se incorporó, se sentó y se puso a hablar.

Es muy importante caer en la cuenta de que ese tipo de resurrección, por muy notable que sea como signo, no nos muestra más que una pequeña parte de las posibilidades de Jesús y de su mensaje real sobre la Resurrección: ciertamente aquí Jesús reanima a un muchacho, pero no es más que una recuperación temporal de la vida, -¡ese muchacho volverá a morir cuando sea!- Jesús, por su propia Resurrección nos revelará otro tipo de vida resucitada: una vida nunca más sometida a la muerte, un modo de vida completamente nuevo que sobrepasa todos los marcos humanos.

Todos mis amigos, mis parientes, que he contemplado en su lecho de muerte, cerrados los labios, inmóvil el pecho... todos revivirán a esa vida definitiva 

"Creo en la resurrección de la carne y en la vida perdurable".

-Y Jesús se lo entregó a su madre.

¿Pensaba quizá en la suya? Lucas no pierde ocasión de valorizar a "la mujer" tan fácilmente repudiada en el mundo antiguo.

-Todos quedaron sobrecogidos y daban gloria a Dios... La noticia del hecho se divulgó por todo el país judío y la comarca circundante.

¡La sorpresa... pero también la alabanza! ¿Vivo yo en acción de gracias? La eucaristía es una acción de gracias por la vida resucitada de Cristo. Jesús celebró la Cena, la víspera de su muerte, "dando gracias".

La palabra concerniente a Jesús sobrepasa ya los límites de Palestina.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 2
EVANG. DE PENTECOSTES A ADVIENTO
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 178 s.

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