¡Amor y paz!
Con motivo de la
celebración de la fiesta del apóstol san Bartolomé, saltamos ayer la lectura
del Evangelio según San Mateo, que nos narraba cómo los fariseos le preguntaban
a Jesús cuál es el mandamiento principal.
Los judíos contaban hasta
365 leyes negativas y 248 positivas, suficientes para desorientar a las
personas de mejor buena voluntad, a la hora de centrarse en lo esencial.
La respuesta de Jesús es
clara: el mandamiento principal es amar. Amar a Dios (lo cita del libro del
Deuteronomio: Dt 6) y amar al prójimo «como a ti mismo» (estaba ya en el
Levítico: Lv 19). Lo que hace Jesús es unir los dos mandamientos y
relacionarlos: «estos dos mandamientos sostienen la ley entera y los profetas».
Hoy, Jesús no se dirige a
letrados y fariseos, sino a la gente y a sus discípulos. Su denuncia pretende
abrirles los ojos para que conozcan la calidad de los que se proclaman maestros
y aunque no pide que desoigan sus consejos sí los insta a no imitarlos porque
no hacen lo que dicen.
Los invito, hermanos, a
leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la XX Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 23,1-12.
"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
Comentario
a) Ayer los fariseos le
preguntaban a Jesús, seguramente con no muy buena intención, cuál era el
mandamiento principal. Hoy escuchan un ataque muy serio de Jesús sobre su
conducta: «haced lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque
ellos no hacen lo que dicen».
Los fariseos eran buenas
personas, deseosas de cumplir la ley, pero en su conducta mantenían unas
actitudes que Jesús desenmascara repetidamente.
Su lista empieza hoy y sigue
durante tres días de la semana próxima:
- se presentan delante de
Dios como los justos y cumplidores;
- se creen superiores a
los demás;
- dan importancia a la
apariencia, a la opinión que otros puedan tener de ellos, y no a lo interior;
- les gustan los primeros
lugares en todo;
- y que les llamen
«maestro», «padre» y «jefe»;
- quedan bloqueados por
detalles insignificantes y descuidan valores fundamentales en la vida;
- son hipócritas:
aparentan una cosa y son otra;
- no cumplen lo que
enseñan: obligan a otros a llevar fardos pesados, pero ellos no mueven ni un
dedo para ayudarles...
b) El estilo que enseña
Jesús a los suyos es totalmente diferente. Quiere que seamos árboles que no
sólo presenten una apariencia hermosa, sino que demos frutos. Que no sólo
«digamos», sino que «cumplamos la voluntad de Dios». Exactamente como él, que
predicaba lo que ya cumplía. Así empieza el Libro de los Hechos: «El primer
libro (el del evangelio) lo escribí sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde
el principio» (Hch i, l ).
Hizo y enseñó. ¿Se podría
decir lo mismo de nosotros, sobre todo si somos personas que enseñan a los
demás y tratan de educarles o animarles en la fe cristiana?
¿Mereceríamos alguna de
las acusaciones que Jesús dirige a los fariseos?
Repasemos, como mirándonos
a un espejo, esta lista de defectos y con sinceridad respondámonos a nosotros
mismos. Porque puede ser que también caigamos en lo de buscar los primeros
lugares y lo de cuidar la apariencia exterior, y lo de no cumplir lo que
recomendamos a los demás...
Jesús ataca, sobre todo, a
los que de alguna manera son dirigentes en la sociedad, porque dicen una cosa y
hacen otra. Él quiere que aquellos de entre nosotros que tengan alguna clase de
autoridad no se hagan llamar «maestros, padres, jefes»: que entiendan esa
autoridad como servicio («el primero entre vosotros será vuestro servidor»),
que no se dejen llevar del orgullo («el que se enaltece será humillado»).
El
mejor ejemplo nos lo dio el mismo Jesús, cuando, en la cena de despedida, se
despojó de su manto, se ciñó la toalla y empezó a lavar los pies a sus
discípulos: «si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros
también debéis lavaros los pies unos a otros» (Jn 13,14).
Tendremos que corregir lo
que tengamos de fariseos en nuestras actitudes para con Dios y para con el
prójimo.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 299-302
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21
Barcelona 1997. Págs. 299-302
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