¡Amor
y paz!
El
texto del Evangelio hoy es continuación del mensaje planteado ayer por Jesús en
torno a la riqueza. Se trata de preferir los valores del Reino de Dios por encima
de las riquezas que nos ofrece el mundo. El Señor ofrece una recompensa doble:
una en esta tierra y otra en la Vida eterna.
Quien
se desapega de los bienes terrenales puede compartirlos con quien no los tiene.
En eso nos dieron ejemplo las primeras comunidades cristianas. Hoy sigue siendo
un desafío para nosotros acoger y ayudarles a los más pobres, pequeños y frágiles.
La
invitación es a ejercer la fraternidad cristiana con nuestros hermanos carentes
no sólo de pan material, sino de alimento espiritual, amor y alegría.
Leamos
y meditemos el Evangelio y el comentario, en este martes de la 8ª. Semana del
Tiempo Ordinario.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Marcos 10,28-31.
Pedro le dijo: "Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido". Jesús respondió: "Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y, campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".
Comentario
a)
Ayer el joven rico se marchó triste, sin decidirse a seguir a Jesús. Hoy Pedro,
que sí le ha seguido, se lo recuerda: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo
y te hemos seguido». El resto ya se sobreentiende (y Mateo lo explícita en su
evangelio): ¿qué recibiremos en cambio?
La
respuesta de Jesús es esperanzadora y misteriosa a la vez: «Recibirá en este
tiempo cien veces más y en la edad futura vida eterna». No se trata de
cantidades aritméticas y tantos por ciento. La respuesta se refiere a la nueva
familia que se crea en torno a Jesús: dejamos un hermano y encontramos cien. Ya
habla Jesús cuáles eran los lazos de esta nueva familia: « ¿Quién es mi madre y
mis hermanos? Quien cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y
mi madre» (Mc 3,34s).
b) En
el fondo de la interpelación de Pedro está su concepto político e interesado
del mesianismo, un concepto todavía muy poco maduro. ¿Pregunta acaso una madre
cuánto le van a pagar por su trabajo? ¿Pone un amigo precio a un favor? ¿Pasó
factura Jesús por su entrega en la cruz? Los discípulos buscan puestos de
honor, recompensas humanas, soluciones económicas y políticas. Jesús y su
Espíritu les irán ayudando a madurar en su fe, hasta que después de la Pascua
se entreguen también ellos gratuita y generosamente al servicio de Cristo Jesús
y de la comunidad, hasta su muerte.
Una
experiencia de ese ciento por uno que promete Jesús la tienen tantos cristianos
laicos que desde su condición en la sociedad entregan sus mejores energías a
trabajar por el Reino de Dios. Ya saben lo que es la generosidad de Dios en
este mundo, a la vez que esperan en el otro la vida eterna prometida al siervo
bueno y fiel.
De un
modo especial esta experiencia la tienen los que han abrazado la vida religiosa
o el ministerio ordenado dentro de la comunidad como estado permanente de vida.
Han entrado en la dinámica de este otro género de familia y parentesco: los
hermanos y los hijos los cuentan por centenares y miles. No han formado familia
propia, pero no por eso han dejado de amar: al contrario, están más plenamente
disponibles para todos, movidos de un amor universal, no por una paga a corto
plazo.
Unos
y otros saben también que sigue siendo verdad una palabra muy breve pero muy
realista que Marcos ha añadido a la lista de las ventajas: «con persecuciones».
Jesús promete la vida eterna, después, y ya desde ahora una gran satisfacción. Pero no asegura el éxito y la felicidad y el aplauso de todos. En todo caso, la
felicidad del que se sacrifica por los demás. Lo que sí promete es la cruz y las
persecuciones. Una cruz que estaba incluida también en su programa mesiánico y
que varias veces ha asegurado que les tocará llevar también a sus discípulos.
Lo que vale cuesta. A la Pascua salvadora se llega por el vía crucis del
Viernes Santo. El amor muchas veces supone sacrificio. Pero vale la pena.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 217-221
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 217-221
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