¡Amor
y paz!
El
Espíritu Santo, además de ser nuestro defensor y abogado, es también nuestro
maestro. A Él debemos acudir en nuestras dudas y vacilaciones y todos los días de nuestra vida porque siempre necesitaremos de la sabiduría que viene de
Dios.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles
de la 6ª. Semana de Pascua.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Juan 16,12-15.
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'.
Comentario
Seguimos
leyendo los discursos de despedida de Jesús contenidos en el evangelio de san
Juan, en los capítulos 14 al 17. En los cuatro versículos de la lectura
evangélica de hoy, Jesús ilustra a sus discípulos sobre el papel que jugará en
sus vidas el Espíritu Santo, aquí designado por Jesús como “Espíritu de la
Verdad”. Él completará su formación, pues Jesús reconoce que no les ha dicho o
enseñado todo, porque no pueden cargar con ello todavía. Seguramente las
primitivas comunidades joánicas, entre las cuales circuló en primer lugar el 4º
evangelio, experimentaban la luz del Espíritu que los iba llevando a una cada
vez más profunda comprensión del mensaje de Jesús, que les ayudaba a superar
las dificultades y a resolver los no pocos problemas que se les presentaban.
Por ejemplo, problemas de entendimiento con otros grupos cristianos, o la
persecución por parte de los judíos y de los paganos, o la organización interna
de la misma comunidad, el contenido de la predicación y de la catequesis que se
debían transmitir, el ritual de las celebraciones comunitarias o el sentido de
las antiguas escrituras. A medida que la comunidad iba sorteando todos esos
problemas, iba experimentando la acción, en ella, del Espíritu de la Verdad.
Ese
Espíritu no era otro del que es mencionado como “Ruah”, como “aliento” de Dios
en el AT, a quien se atribuía la creación del mundo, la inspiración de los
profetas, la sabiduría de los gobernantes, la habilidad de los artesanos y las
enseñanzas de los sabios. Era el Espíritu que el profeta Joel había anunciado
para los últimos tiempos, no ya reservado a unos pocos sino dado sin medida a
todo el pueblo de Dios (Jl 3, 1-5; Hch 2, 17-21.33). En san Juan es llamado
varias veces “Espíritu de la Verdad”, no porque Jesús tenga de El una concepción
intelectualista, sino porque la verdad en el 4º evangelio es sinónimo de la
fidelidad de Dios, de su misericordia amorosa y de los demás atributos de su
ser.
Jesús
insiste en que el Espíritu transmitirá a los discípulos el conocimiento íntimo
de Dios, del Padre omnipotente y de su Hijo Jesucristo con los cuales El está
en íntima comunión. Sus palabras son las de Dios, sus inspiraciones proceden de
Dios, porque Él mismo es Dios. Por medio suyo la palabra de Cristo que es la
Palabra misma de Dios, se mantendrá viva y operante entre los discípulos a lo
largo de los siglos. Así lo ha experimentado la Iglesia y así lo experimentamos
nosotros cuando vivimos de manera activa y comprometida nuestra fe de
cristianos en comunidad.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional
Claretiana de Latinoamérica).
www.mercaba.org
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