¡Amor
y paz!
Jesús
dice hoy en el Evangelio: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás
tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed".
Este
pan es Jesús mismo, don continuo del amor del Padre a la humanidad; la
adhesión a él satisface toda necesidad del hombre (al contrario que la Ley, cf.
Eclo 24,21; cf. Jn 4,13a-14). A Jesús lo han tenido delante, pero no descubren
el sentido de su acción. Desean el pan, pero no dan el paso. Quieren recibir,
pero se niegan a amar.
Los
invito, hermanos, a leer y meditar le evangelio y el comentario, en este martes
de la 3ª. semana de Pascua.
Dios
los bendiga…
Evangelio
según San Juan 6,30-35.
Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo". Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo". Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.
Comentario
a) En
el evangelio, la gente sencilla pide «signos» a Jesús. Y casi como provocándole
le dicen que Moisés sí había hecho signos: el maná que proporcionó a los suyos
en la travesía del desierto. Así ha construido literariamente la escena el
evangelista para dar lugar a continuación al discurso de Jesús sobre el pan
verdadero.
Todo
el discurso siguiente va a ser como una homilía en torno al tema del pan: el
pan que multiplicó Jesús el día anterior, el maná que Dios dio al pueblo en el
desierto, y el Pan que Jesús quiere anunciar. La frase crucial es una cita del
salmo 77, 24: «les diste pan del cielo» (lo que cantábamos antes en latín en la
Bendición con el Santísimo: «panem de coelo praestitisti eis»).
Se
establece el paralelismo entre Moisés y Jesús, entre el pan que no sacia y el
pan que da vida eterna, entre el pan con minúscula y el Pan con mayúscula.
A
partir de la experiencia de la multiplicación y del recuerdo histórico del
maná, Jesús conduce a sus oyentes hacia la inteligencia más profunda del Pan que
Dios les quiere dar, que es él mismo, Jesús. Si en el desierto el maná fue la
prueba de la cercanía de Dios para con su pueblo, ahora el mismo Dios quiere
dar a la humanidad el Pan verdadero, Jesús, en el que hay que creer. Siempre es
parecido el camino: de la anécdota de un milagro hay que pasar a la categoría
del «yo soy». Aquí, al «yo soy el pan de vida».
b)
Nosotros tenemos la suerte de la fe. E interpretamos claramente a Jesús como el
Pan de la vida, el que nos da fuerza para vivir. El Señor, ahora Glorioso y
Resucitado, se nos da él mismo como alimento de vida.
Aquella
gente del evangelio, sin saberlo bien, nos han dado la consigna para nuestra
oración. Podemos decir como ellos, en nombre propio y de toda la humanidad:
«danos siempre de este Pan». Y no sólo en el sentido inmediato del pan humano,
sino del Pan verdadero que es Cristo mismo.
Pero
los cristianos no nos tendríamos que conformar con saciarnos nosotros de ese
Pan. Deberíamos «distribuirlo» a los demás: deberíamos anunciar a Cristo como
el que sacia todas las hambres que podamos sentir los humanos. Deberíamos
conducir a todos los que podamos, con nuestro ejemplo y testimonio, a la fe en
Cristo y a la Eucaristía. El pan que baja del cielo y da
vida al mundo.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 65-67
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 3
El Tiempo Pascual día tras día
Barcelona 1997. Págs. 65-67
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