¡Amor y paz!
El rico del que nos habla
hoy el Evangelio representa a tantos que en el mundo se dedican a acaparar riquezas
mientras se muestran insensibles e indiferentes ante las necesidades y
angustias de muchísimos seres humanos. Son estos hermanos nuestros que no hay
que ir a buscar a los países y las barriadas más pobres, sino que pueden estar
muy cerca físicamente, aunque muy lejos de nuestro corazón.
A veces el problema no es
solo la falta de bienes materiales para vivir dignamente; también hay
quienes sufren la carencia de amor y comprensión, aunque, incluso, pudieran ostentar una
considerable fortuna.
El Movimiento FRATRES
propugna porque le demos amor y comprensión a estos otros excluidos de nuestra
sociedad.
Celebramos hoy el Día Internacional de la Mujer. La mejor manera de homenajearlas es trabajar porque a todas les sean reconocidos su dignidad y sus derechos. ¡Muchas bendiciones!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y
el comentario, en este jueves de la 2ª. Semana de Cuaresma.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 16,19-31.
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'. El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".
Comentario
“Maldito quien confía en
el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor.
Bendito quien confía en el Señor, y pone en el Señor su confianza”. La Palabra
de Dios en este Jueves de Cuaresma pone el dedo en la llaga de la que brotan
tantos errores y sufrimientos injustos: La codicia, el afán de acaparar y
acumular riquezas para disfrutar. Esa actitud humana es desastrosa a nivele
personal y a nivel social. Cauteriza la sensibilidad humana y bloquea su
capacidad de amar y compartir con los demás. No es extraño que Dios exprese su
desacuerdo y pronuncie su maldición sobre esas personas. Han desplazado de su
corazón al Señor y por eso se incapacitan para tener en cuenta la dignidad y
derechos de los hermanos.
La parábola que nos
presenta hoy Jesús va en la misma dirección. Es un aviso, una llamada a la
responsabilidad individual y social. El “rico Epulón”, es el representante de
todos los codiciosos, especuladores y aprovechados de turno. Son los
protagonistas responsables, que han abierto y sostienen el abismo de la
injusticia en el mundo. Han preferido seguir los dictados de su corazón
embotado, insaciable, en vez de acoger el querer y la justicia amorosa del Dios
y Padre de Jesús y nuestro.
Pero Dios y su Enviado
Jesús, siguen confiando en el hombre y en su capacidad de rectificación. Le
proponen que se deje transformar por el Espíritu. Este Espíritu de amor puede y
quiere transformar el corazón humano. Porque es lo más profundo del corazón en
donde se decide y activa “la vida y la muerte, la justicia y la injusticia, el
bien y el mal”.
Este tiempo de Cuaresma es
propicio para que el corazón de los creyentes se deje guiar por el Espíritu de
Jesús. El destino del hombre se pone en juego dentro de su propio corazón.
Abrirse al Evangelio es la actitud adecuada para que germine y florezca la
bendición, la bienaventuranza que Jesús desea pronunciar sobre quienes han
escuchado (leído) y vivido su Palabra. Eso significa “confiar en el Señor” y
saber ser y vivir con la dignidad responsable de los seres humanos.
Dominicos
2004
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