¡Amor y paz!
En su lucha contra la mentalidad legalista de los fariseos, ayer nos decía Jesús que “el sábado es para el hombre” y no al revés. Hoy aplica el principio a un caso concreto, contra la interpretación que hacían algunos, más preocupados por una ley minuciosa que del bien de las personas, sobre todo de las que sufren.
Jesús nos hace ver la importancia fundamental de defender la vida humana, sobre todo ahora que es tan irrespetada.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 2ª. Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 3,1-6.
Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante". Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.
Comentario
La vida de un ser humano, por humilde que sea, está por encima de las leyes o normas más sagradas de cualquier religión. Por eso el evangelista Marcos nos presenta otra escena en la que Jesús cura a un lisiado, en la sinagoga, en pleno día sábado.
La pregunta que Jesús hace a las autoridades de la sinagoga nos la podemos hacer a nosotros mismos: "¿qué está permitido en sábado? ¿Hacer lo bueno o lo malo? ¿Salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?" Gracias a la enseñanza de Jesús y a su ejemplo, nosotros sabemos la respuesta.
Solo que debemos estar prontos a enfrentar la incomprensión, la oposición, incluso la persecución y la muerte, por defender nuestra actitud. Así le tocó a Jesús de quien, nos dice hoy el evangelio, decidieron deshacerse los fariseos y los herodianos, al sentirse provocados por su actitud.
¿Cuánto vale una vida humana? ¿Qué se puede dar a cambio de ella? Toda vida humana es un tesoro, un regalo, una promesa. Toda vida humana tiene a Dios por garante y contra ella no se pueden alegar ni las más perfectas leyes, ni los más elaborados principios jurídicos. Jesús nos enseña que incluso la vida humana amenazada, disminuida, aparentemente inútil, goza de esa sacralidad que la pone por encima de toda norma.
En nuestros tiempos de violencia y de guerra, de exclusión, de terrorismo y de hambre, de pena de muerte y de explotación de los países más pobres (…), la palabra de Jesús viene a recordarnos que Dios Padre ama la vida que el mismo creó y que no quiere que ninguno de sus hijos e hijas perezca de ninguna manera, ni siquiera alegando causas presuntamente justas, leyes presuntamente santas.
Servicio Bíblico Latinoamericano
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