miércoles, 14 de julio de 2010

Humildad y sencillez, puerta para conocer a Dios

¡Amor y paz!

La sencillez y la humildad son la puerta entrada al conocimiento de Dios. Si no damos este primer paso avanzamos en falso y nos llenamos de vanagloria. El crecimiento interior lo realiza el Espíritu cuando le permitimos que actúe en nosotros.

Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Miércoles de la XV Semana del Tiempo Ordinario.

Dios los bendiga…

Evangelio según San Mateo 11,25-27.

En esa oportunidad, Jesús dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Comentario

La sencillez y la humildad son la puerta entrada al conocimiento de Dios. Si no damos este primer paso avanzamos en falso y nos llenamos de vanagloria, el crecimiento interior lo realiza el Espíritu cuando le permitimos que actúe en nosotros.

El ser humano por su capacidad de razonar tendría muchos motivos para encontrar a Dios, pero precisamente la razón lo ha alejado más. La comprensión del mundo y de la naturaleza, el conocimiento de las leyes que rigen el universo, hacen sentirse al ser humano un ser prepotente.

Así como al hombre o a la mujer que practican la religión no les es suficiente el cumplimiento estricto de las normas y necesitan descubrir el espíritu que anima y da vida a las normas, necesitan practicar la justicia, así al hombre o a la mujer que se dedican a la ciencia y al conocimiento no les basta este solo conocimiento: deben aprender también la sabiduría para poder penetrar en la esencia del cristianismo y participar de la experiencia de Dios.

Sólo los pequeños, los que se sienten necesitados de Dios, reciben la revelación del misterio
divino que se oculta en toda los seres de la creación. Ellos son capaces de descubrir las huellas y la presencia divina en todo lo que existe y en todo lo que acontece. Pero cuando el ser humano está lleno de su propio conocimiento tiene dificultades para encontrar la presencia amorosa del Padre en la creación.

La generación de Jesús pretendía conocerlo porque sabían quiénes eran sus padres y sus hermanos y dónde vivía, pero en su mayoría y principalmente los que manejaban la religión, no fueron capaces de descubrir en Jesús al Hijo de Dios, por eso el mismo Jesús les dice que nadie conoce bien al Padre sino el hijo y aquel a quien el hijo se lo quiera revelar, creer en Jesús es un don del Espíritu, nadie puede darse ese don si Dios mismo no se lo da. En sus mismos discípulos vemos con cuánta dificultad van descubriendo y aceptando que ese Jesús, de carne y hueso, es el Señor, el Hijo de Dios.

El conocimiento de Dios es vida y no teoría, entre los cristianos encontramos muchos que saben demasiado de Dios, conocen bastante las Escrituras… pero eso no pasa de ser un simple conocimiento teológico o bíblico, inflados en su propio conocimiento pierden hasta la fe.

Servicio Bíblico Latinoamericano
www.mercaba.org

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