¡Amor y paz!
Después de haber establecido las diferencias entre la oración del cristiano y una oración de la dirigencia farisea, conforme al mismo criterio que rige para la limosna, Jesús presenta el carácter distintivo de la plegaria frente a la práctica pagana y ofrece la forma de concreta de realizarla.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Jueves de la XI Semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Comentario
Mateo pone el Padrenuestro en contraste con la oración de los paganos, llamada despectivamente "palabrería" por la acumulación de largas y tediosas fórmulas mágicas en que se amontonaban los epítetos de Dios. Mateo destaca, en cambio, de una manera positiva, el Padrenuestro como una oración breve.
El Padrenuestro no es una simple oración a pesar de ser tan breve; es una síntesis de todo lo que Jesús vivió y sintió a propósito de Dios, del mundo y de sus discípulos. En torno a estos temas giran las siete peticiones en las que Mateo construyó la oración.
Frente a un mundo que prescinde de Dios, Jesús propone como primera petición, como ideal supremo del discípulo, el deseo de la gloria de Dios: "santificado sea tu Nombre". Esta primera petición está orientada en la línea profética que sitúa a Dios por encima de todo, exalta su majestad y desea que se proclame su gloria.
Ante un mundo donde predominan el odio, la violencia, la crueldad, que a menudo nos desencanta con la injusticia, Jesús pide que se instaure el Reino de Dios, el reino de la justicia, el amor y la paz. Recoge en esta petición el tema clave de su mensaje, el Reino de Dios que se instaurará en la tierra como en el cielo.
Como tercer centro de interés de la oración, aparece la comunidad. Ese pequeño grupo de seguidores de Jesús, que necesita, día tras día el pan, el perdón, la ayuda de Dios para mantenerse firme. Peticiones que podemos hacer como individuos, pero que están concebidas por Jesús de forma comunitaria, y así es como adquieren toda su riqueza. Cuando se recuerdan los fallos de los discípulos, su incapacidad de comprender el mensaje de Jesús, sus envidias y recelos, adquiere mayor sentido la petición de que "perdone nuestras ofensas". Y, sobre todo, pensando en la experiencia de la entrega de la propia vida por la causa de Jesús, se pide "no caer en la tentación" y "ser librado del Maligno".
La oración del Padrenuestro es una invitación para establecer con Dios-Padre una relación de confianza e intimidad desde una dimensión comunitaria (Padre nuestro) y en una disposición constante de perdón. Desde esta dimensión, los cristianos estamos llamados a construir espacios de oración que reflejen el compromiso de construir el Reino de Dios, donde El es el Padre de todos, nosotros somos sus hijos y los hijos son hermanos que viven en comunidad y fraternidad.
Servicio Bíblico Latinoamericano
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