¡Amor y paz!
Esta vez es Juan el que nos cuenta el encuentro de María Magdalena con el Resucitado. Ya lo había hecho Mateo. La Magdalena es una mujer sensible, decidida, que ha sido pecadora, pero que se ha convertido y cree en Jesús y lo ama profundamente. Ha estado al pie de la cruz. Ahora está llorando junto al sepulcro.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Martes de la Octava de Pascua.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 20,11-18.
María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes'". María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.
Comentario
El evangelio nos presenta de una manera idílica el encuentro del Señor resucitado con una de sus más fieles discípulas: María Magdalena. Es idílico el lugar: Se trata del huerto en donde se encontraba, según san Juan, la tumba de Jesús. Idílica la trama del relato: los ángeles preguntan a la mujer por la causa de su llanto; lo mismo el hortelano; ella responde que llora la ausencia de su Señor, y recibe del Resucitado mismo la respuesta anhelada, cuando la llama por su propio nombre: "¡María!". Parecería una escena del Cantar de los Cantares.
María nos representa a todos los seres humanos, ansiosos de encontrar el sentido definitivo de nuestra existencia, la clave de todos los enigmas, el remedio eficaz para todos nuestros males. Nosotros los cristianos sabemos que el Señor Resucitado es todo eso y mucha más. Pero no de una manera mágica: Él es la salvación, el perdón, la vida en plenitud, en la medida en que nos comprometamos a compartirlo con los demás. Es por eso que María Magdalena no puede tocar a su Maestro y abrazarse a sus pies para besarlos, sino que recibe el encargo de hacerse misionera, evangelizadora, de ir a anunciar a los discípulos la «buena nueva» de la resurrección.
Como la Magdalena también nosotros hemos de convertirnos en pregoneros de la gran noticia. Que Dios nos ha visitado en Jesucristo a quien resucitó de entre los muertos.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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