¡Amor y paz!
Seguir a Jesús exige plena disponibilidad, no volver a mirar atrás y si, es necesario, renunciar a lazos que pueden impedir ese seguimiento.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 26a.semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,57-62.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: "¡Te seguiré adonde vayas!". Jesús le respondió: "Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza". Y dijo a otro: "Sígueme". El respondió: "Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre". Pero Jesús le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios". Otro le dijo: "Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos". Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".
COMENTARIO
a) En el camino de Jesús se despeja nuestro camino. Hoy leemos tres breves episodios de "vocación" a su seguimiento, con situaciones diferentes y respuestas que parecen paradójicas por parte de Jesús.
A uno que lo quería seguir, Jesús le advierte que no tiene ni dónde reclinar la cabeza: menos que los pájaros y las zorras, que tienen su nido o su madriguera. A otro lo llama Él, y no le acepta la excusa dilatoria de que tiene que enterrar a su padre: "deja que los muertos entierren a sus muertos". Al que le pide permiso para despedirse de su familia, le dice que hacerlo sería parecido al que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás.
b) Las respuestas no se deben tomar al pie de la letra, sino como una manera expresiva de acentuar la radicalidad del seguimiento que pide Jesús, y su urgencia, porque hay mucho trabajo y no nos podemos entretener en cosas secundarias.
Con su primera respuesta, nos dice que su seguimiento no nos va a permitir "instalarnos" cómodamente. Jesús está de camino, es andariego. Como Abrahán desde que salió de su tierra de Ur y peregrinó por tierras extrañas cumpliendo los planes de Dios.
Con la segunda, Jesús no desautoriza la buena obra de enterrar a los muertos. Recordemos el libro de Tobías, en que aparece como una de las obras más meritorias que hacía el buen hombre. A Jesús mismo le enterraron, igual que hicieron luego con el primer mártir Esteban. Lo que nos dice es que no podemos dar largas a nuestro seguimiento. El trabajo apremia. Sobre todo si la petición de enterrar al padre se interpreta como una promesa de seguirle una vez que hayan muerto los padres. El evangelio pone como modelos a los primeros apóstoles, que, "dejándolo todo, le siguieron".
Lo mismo nos enseña con lo de "no despedirse de la familia". No está suprimiendo el cuarto mandamiento. Es cuestión de prioridades. Cuando el discípulo Eliseo le pidió lo mismo al profeta Elías, éste se lo permitió (I R 19). Jesús es más radical: sus seguidores no tienen que mirar atrás. Incluso hay que saber renunciar a los lazos de la familia si lo pide la misión evangelizadora, como hacen tantos cristianos cuando se sienten llamados a la vocación ministerial o religiosa, y tantos misioneros, también laicos, que deciden trabajar por Cristo dejando todo lo demás.
Sin dejarnos distraer ni por los bienes materiales ni por la familia ni por los muertos. La fe y su testimonio son valores absolutos. Todos los demás, relativos.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 124-128
www.mercaba.org
miércoles, 30 de septiembre de 2009
martes, 29 de septiembre de 2009
LOS ÁNGELES, EMBAJADORES DE DIOS
¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario y a orar con el himno, hoy que se celebra la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 1,47-51.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
COMENTARIO
De todos modos, si nuestro futuro está en los cielos, ¿por qué no anticiparlo lo más posible? ¿Por qué no vivir en la tierra, como si ya estuviéramos en el cielo? Si hemos de vivir para siempre en el cielo con nuestros hermanos, ¿por qué no entrenarnos ya ahora con verdadero amor?. ¿Por qué, durante nuestra jornada terrena, no buscamos más espacios para conversar con Jesús y con la Virgen María? ¿Por qué no cultivamos una amistad más íntima con nuestros santos predilectos? ¿Por qué no tenemos más familiaridad con los ángeles? Y esto, no para desentendernos de nuestros compromisos temporales, sino para ser más responsables.
Miguel significa "¿quién como Dios?" Fue su divisa de guerra contra Lucifer y los ángeles rebeldes cuando quisieron igualarse con el Creador. Miguel es el jefe de la milicia celestial, es el príncipe de la luz. Es el defensor de la justicia, por lo que se le representa con una balanza. Es el protector y defensor de la Iglesia. Es la fiesta más antigua en honor de los ángeles. Es patrono de radiólogos y de los policías.
Gabriel significa "fortaleza de Dios". Es el anunciador, el gran mensajero celestial. A Daniel le anunció la venida del Mesías. A Zacarías le anunció el nacimiento del precursor de Jesús, Juan el Bautista. Y seis meses después se presentó en Nazaret y trajo a María la noticia más grande y feliz de todos los siglos: el Amor eterno la había escogido para ser madre del Redentor. Es patrono de las comunicaciones y de los filatelistas. El Embajador San Gabriel es también patrono de los embajadores.
Rafael significa "medicina de Dios". Curó a Tobit y acompañó a su hijo Tobías en el viaje que emprendió enviado por su padre. Curó también a Sara, la mujer de Tobías. Es el acompañante fiel y portador de salud. Es patrono de los novios y de los esposos. Le tienen también por patrono los caminantes, los marineros, los ciegos, los enfermos de peste, los farmacéuticos y los médicos.
Himno (vísperas)
Envía Cristo a tu valiente jefe,
Al ángel de la paz, a San Miguel,
Y crecerá tu pueblo, con su ayuda,
Próspero y fiel.
Visite siempre nuestro sacro templo
El ángel fuerte, el singular Gabriel,
Y arroje fuera al enemigo antiguo,
Falso luz bel.
Envía al ángel que a tu pueblo sana;
Manda, oh Cristo, del cielo a Rafael,
Que acompaña a tu pueblo peregrino,
Nuevo Israel.
Nos asistan tus ángeles gloriosos,
Cristo, gloria del coro angelical,
Y con ellos cantemos al
Dios trino Himno triunfal. Amén
©Evangelizo.org 2001-2009
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario y a orar con el himno, hoy que se celebra la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 1,47-51.
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez". "¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera". Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía". Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".
COMENTARIO
De todos modos, si nuestro futuro está en los cielos, ¿por qué no anticiparlo lo más posible? ¿Por qué no vivir en la tierra, como si ya estuviéramos en el cielo? Si hemos de vivir para siempre en el cielo con nuestros hermanos, ¿por qué no entrenarnos ya ahora con verdadero amor?. ¿Por qué, durante nuestra jornada terrena, no buscamos más espacios para conversar con Jesús y con la Virgen María? ¿Por qué no cultivamos una amistad más íntima con nuestros santos predilectos? ¿Por qué no tenemos más familiaridad con los ángeles? Y esto, no para desentendernos de nuestros compromisos temporales, sino para ser más responsables.
Miguel significa "¿quién como Dios?" Fue su divisa de guerra contra Lucifer y los ángeles rebeldes cuando quisieron igualarse con el Creador. Miguel es el jefe de la milicia celestial, es el príncipe de la luz. Es el defensor de la justicia, por lo que se le representa con una balanza. Es el protector y defensor de la Iglesia. Es la fiesta más antigua en honor de los ángeles. Es patrono de radiólogos y de los policías.
Gabriel significa "fortaleza de Dios". Es el anunciador, el gran mensajero celestial. A Daniel le anunció la venida del Mesías. A Zacarías le anunció el nacimiento del precursor de Jesús, Juan el Bautista. Y seis meses después se presentó en Nazaret y trajo a María la noticia más grande y feliz de todos los siglos: el Amor eterno la había escogido para ser madre del Redentor. Es patrono de las comunicaciones y de los filatelistas. El Embajador San Gabriel es también patrono de los embajadores.
Rafael significa "medicina de Dios". Curó a Tobit y acompañó a su hijo Tobías en el viaje que emprendió enviado por su padre. Curó también a Sara, la mujer de Tobías. Es el acompañante fiel y portador de salud. Es patrono de los novios y de los esposos. Le tienen también por patrono los caminantes, los marineros, los ciegos, los enfermos de peste, los farmacéuticos y los médicos.
Himno (vísperas)
Envía Cristo a tu valiente jefe,
Al ángel de la paz, a San Miguel,
Y crecerá tu pueblo, con su ayuda,
Próspero y fiel.
Visite siempre nuestro sacro templo
El ángel fuerte, el singular Gabriel,
Y arroje fuera al enemigo antiguo,
Falso luz bel.
Envía al ángel que a tu pueblo sana;
Manda, oh Cristo, del cielo a Rafael,
Que acompaña a tu pueblo peregrino,
Nuevo Israel.
Nos asistan tus ángeles gloriosos,
Cristo, gloria del coro angelical,
Y con ellos cantemos al
Dios trino Himno triunfal. Amén
©Evangelizo.org 2001-2009
lunes, 28 de septiembre de 2009
JESÚS PROPONE NUEVA MANERA DE SER, PENSAR Y ACTUAR
¡Amor y paz!
Termina hoy el relato que nos ha hecho Lucas sobre el ministerio de Jesús en Galilea y desde mañana se inicia su viaje a Jerusalén. Cuando el sábado Él anunció a los suyos la muerte que le esperaba, "ellos no entendían este lenguaje". Hoy nos damos cuenta que estaban discutiendo quién era el más importante. No habían captado el mensaje de Jesús, que su mesianismo pasa por la entrega de sí mismo y que, por tanto, sus seguidores deben tener esta misma actitud.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes 26º. del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,46-50.
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande". Juan, dirigiéndose a Jesús,le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros". Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".
COMENTARIO
Los discípulos, mientras permanecieron con el Maestro, nunca abandonaron sus pretensiones de poder. Constantemente se enfrascaron en discusiones acerca de quién debería ocupar el primer lugar, quién ocuparía un trono junto al rey o quién sería el más importante en el futuro.
Jesús, con su sinigual sencillez y pedagogía, les va mostrando que por ese camino únicamente llegarán al lugar que ocupan los poderosos. Lugares que son sumamente criticados, pero extremadamente apetecidos. Por eso, Jesús desenmascara las intenciones de sus seguidores y los pone a pensar en nueva lógica, donde lo valioso no es el prestigio, sino la sencillez y la verdad.
El llamado de Jesús pone de manifiesto que las aspiraciones de un discípulo no deben imitar las aspiraciones de los discípulos de los fariseos. Éstos sólo buscaban el reconocimiento y la popularidad manipulando a la gente para ganar posición social.
El discípulo de Jesús no se debe montar en ese tren, sino que, siguiendo el ejemplo del niño sirviente, se pondrá en el último lugar para servir y animar a los hermanos. Sólo la actitud de servicio le dará una nueva dimensión al ser humano.
De igual modo, los discípulos creían poseer la autoridad de Jesús en exclusiva, pero Jesús los contradice. Siempre que se luche contra el mal, se haga el bien y se siga los caminos de Jesús, cualquier persona tiene el poder y la autoridad que Dios le otorga a todos los seres humanos de buena voluntad. El don de Dios no es para privilegiados, sino que está disponible para la humanidad en la medida que sea bien empleado.
Hoy, necesitamos crear una catequesis que realmente cultive el conocimiento de Jesús y la práctica de sus actitudes. Pues, lo que Jesús quería era crear un grupo de personas que atendiendo al llamado de Dios propiciaran nuevas alternativas de vida.
Servicio Bíblico Latinoamericano
www.mercaba.org
Termina hoy el relato que nos ha hecho Lucas sobre el ministerio de Jesús en Galilea y desde mañana se inicia su viaje a Jerusalén. Cuando el sábado Él anunció a los suyos la muerte que le esperaba, "ellos no entendían este lenguaje". Hoy nos damos cuenta que estaban discutiendo quién era el más importante. No habían captado el mensaje de Jesús, que su mesianismo pasa por la entrega de sí mismo y que, por tanto, sus seguidores deben tener esta misma actitud.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes 26º. del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,46-50.
Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande". Juan, dirigiéndose a Jesús,le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros". Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".
COMENTARIO
Los discípulos, mientras permanecieron con el Maestro, nunca abandonaron sus pretensiones de poder. Constantemente se enfrascaron en discusiones acerca de quién debería ocupar el primer lugar, quién ocuparía un trono junto al rey o quién sería el más importante en el futuro.
Jesús, con su sinigual sencillez y pedagogía, les va mostrando que por ese camino únicamente llegarán al lugar que ocupan los poderosos. Lugares que son sumamente criticados, pero extremadamente apetecidos. Por eso, Jesús desenmascara las intenciones de sus seguidores y los pone a pensar en nueva lógica, donde lo valioso no es el prestigio, sino la sencillez y la verdad.
El llamado de Jesús pone de manifiesto que las aspiraciones de un discípulo no deben imitar las aspiraciones de los discípulos de los fariseos. Éstos sólo buscaban el reconocimiento y la popularidad manipulando a la gente para ganar posición social.
El discípulo de Jesús no se debe montar en ese tren, sino que, siguiendo el ejemplo del niño sirviente, se pondrá en el último lugar para servir y animar a los hermanos. Sólo la actitud de servicio le dará una nueva dimensión al ser humano.
De igual modo, los discípulos creían poseer la autoridad de Jesús en exclusiva, pero Jesús los contradice. Siempre que se luche contra el mal, se haga el bien y se siga los caminos de Jesús, cualquier persona tiene el poder y la autoridad que Dios le otorga a todos los seres humanos de buena voluntad. El don de Dios no es para privilegiados, sino que está disponible para la humanidad en la medida que sea bien empleado.
Hoy, necesitamos crear una catequesis que realmente cultive el conocimiento de Jesús y la práctica de sus actitudes. Pues, lo que Jesús quería era crear un grupo de personas que atendiendo al llamado de Dios propiciaran nuevas alternativas de vida.
Servicio Bíblico Latinoamericano
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domingo, 27 de septiembre de 2009
SER BUENOS CRISTIANOS NO ES FANATISMO
¡Amor y paz!
Jesús afirma hoy que tendrá recompensa todo de lo que hagamos en bien de los demás, pero, asimismo, sus palabras son duras contra quien escandalice a los niños, o sea, a los débiles.
El Señor es enfático también con algo que tratábamos en el comentario de ayer: la radicalidad que exige seguirlo: cortarnos la mano, o el pie, o el ojo si nos estorban en nuestro camino al Reino: el cristiano tiene que renunciar a algo para conseguir lo principal.
Como dice el padre J. Aldazábal, "La Palabra de Dios (...) nos va educando, nos ayuda a confrontar nuestra escala de valores con la mentalidad de Cristo. Es incómodo, pero es necesario, para que no conformemos nuestra vida según este mundo, sino según la voluntad de Dios que nos enseña Jesús".
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, y el comentario, en este XXVI Domingo del Tiempo Ordinario.
De otra parte, les comunico con gran júbilo que ¡hoy llegamos a las 100 entradas en este blog, creado para la gloria de Dios y el bien de nuestros hermanos!
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.» Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.» «Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.
Comentario
Recuerdo lo que me sucedió hace ya más de veinte años, cuando vine a Roma por primera vez. Yo era un joven seminarista. Fui a la Plaza de San Pedro, al Vaticano, con un grupo de compañeros sacerdotes. Me tocó estar al lado de un señor napolitano y, al poco rato, comenzamos a platicar. Sin yo preguntarle nada, él me dijo que era muy católico y que creía mucho en Dios. Yo lo felicité y, después de algunos comentarios por el estilo, me atreví a hacerle una pregunta: – “Oiga, amigo –le dije– ¿usted va a misa todos los domingos?”. Y el buen napolitano, entre extrañado y sobresaltado, me respondió: –“Padre, yo soy católico, pero no fanático”. Me quedé de piedra.
Tristemente, yo creo que esto mismo es lo que piensan hoy en día muchos católicos... Tal vez no lo digan así, tan abiertamente, pero así viven. Sí, se proclaman católicos y muy creyentes, –¡no faltaba más!–, pero van a misa muy de vez en cuando, no frecuentan los sacramentos y dicen que sólo oran y van a la iglesia “cuando les nace”. ¿Qué tipo de católicos tenemos en nuestra Iglesia? Y si esto sucede en América, desgraciadamente en los países de Europa la situación está muchísimo peor en este sentido...
En el Evangelio de hoy tal vez podemos encontrar una respuesta a este problema. Nuestro Señor no habla directamente del culto público de la religión o de la práctica de la fe. Pero creo que sus palabras nos pueden ofrecer una luz para iluminar esta situación. Nos dice: “Si tu mano te hace caer, córtatela, pues más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu ojo te hace caer, sácatelo, pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser echado al abismo con los dos ojos, donde el gusasno no muere ni el fuego no se apaga”. ¿Qué relación tienen estas palabras con la práctica religiosa? Es cierto que nuestro Señor está hablando aquí del escándalo, pero con un lenguaje tan claro y contundente que nos ayuda a entender bien su mensaje. Nos está invitando a adoptar una actitud de autenticidad en nuestros comportamientos y de radicalidad en nuestras opciones de vida; a no ser mediocres ni conformistas; a no contentarnos nunca con el “ahí se va” tan típico de nuestra cultura mexicana.
Y a propósito de esto, me viene ahora a la memoria una simpática historia que nos puede iluminar. Se cuenta que un hombre recién convertido iba un día caminando a toda prisa, mirando por todas partes, como buscando algo con ansiedad. Se acercó a un anciano que estaba sentado al borde del camino y le preguntó:
–“Por favor, señor, ¿ha visto pasar por aquí a algún cristiano?”.
El anciano, encogiéndose de hombros, le contestó: –“Depende del tipo de cristiano que ande buscando”.
–“Perdone –dijo contrariado el joven–, pero soy nuevo en esto y no conozco los tipos de cristianos que hay. Sólo conozco a Jesús”.
Y el anciano añadió: –“Pues sí amigo; hay de muchos tipos y para todos los gustos. Hay cristianos por tradición, cristianos por cumplimiento y cristianos por costumbre; cristianos por superstición, por obligación, por conveniencia; y también hay cristianos auténticos...”
–“¡Los auténticos! ¡Esos son los que yo busco! ¡Los de verdad!”–exclamó el hombre emocionado.
–“¡Vaya! –dijo el anciano con voz grave–. Esos son los más difíciles de ver. Hace ya mucho tiempo que pasó uno de esos por aquí, y precisamente me preguntó lo mismo que usted”.
–“¿Cómo podré reconocerlo?”.
Y el anciano contestó tranquilamente: –“No se preocupe amigo. No tendrá dificultad en reconocerle. Un cristiano de verdad no pasa desapercibido en este mundo semipodrido. Lo reconocerá por sus obras. Allí donde va, siempre deja una huella”.
Y esto, querido amigo lector, no es fanatismo, sino autenticidad y coherencia de vida. Es ser cristiano y católico de verdad, de cuerpo entero, y no mediocre y conformista. No sólo de los que se llaman cristianos, sino de aquellos que se han tomado en serio el Evangelio y lo testimonian con sus obras y con su vida. No tengamos miedo tomarnos nuestra fe en serio y ser cristianos como San Pablo o al estilo de los santos y de los mártires. ¿También tú dejas una huella allí por donde pasas? ¿o ni siquiera se dan cuenta los demás de que eres un cristiano auténtico? Pues ¡se debería notar, amigo mío!
Autor: P. Sergio A. Córdova LC
Fuente: Catholic.net
Jesús afirma hoy que tendrá recompensa todo de lo que hagamos en bien de los demás, pero, asimismo, sus palabras son duras contra quien escandalice a los niños, o sea, a los débiles.
El Señor es enfático también con algo que tratábamos en el comentario de ayer: la radicalidad que exige seguirlo: cortarnos la mano, o el pie, o el ojo si nos estorban en nuestro camino al Reino: el cristiano tiene que renunciar a algo para conseguir lo principal.
Como dice el padre J. Aldazábal, "La Palabra de Dios (...) nos va educando, nos ayuda a confrontar nuestra escala de valores con la mentalidad de Cristo. Es incómodo, pero es necesario, para que no conformemos nuestra vida según este mundo, sino según la voluntad de Dios que nos enseña Jesús".
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, y el comentario, en este XXVI Domingo del Tiempo Ordinario.
De otra parte, les comunico con gran júbilo que ¡hoy llegamos a las 100 entradas en este blog, creado para la gloria de Dios y el bien de nuestros hermanos!
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.» Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.» «Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.
Comentario
Recuerdo lo que me sucedió hace ya más de veinte años, cuando vine a Roma por primera vez. Yo era un joven seminarista. Fui a la Plaza de San Pedro, al Vaticano, con un grupo de compañeros sacerdotes. Me tocó estar al lado de un señor napolitano y, al poco rato, comenzamos a platicar. Sin yo preguntarle nada, él me dijo que era muy católico y que creía mucho en Dios. Yo lo felicité y, después de algunos comentarios por el estilo, me atreví a hacerle una pregunta: – “Oiga, amigo –le dije– ¿usted va a misa todos los domingos?”. Y el buen napolitano, entre extrañado y sobresaltado, me respondió: –“Padre, yo soy católico, pero no fanático”. Me quedé de piedra.
Tristemente, yo creo que esto mismo es lo que piensan hoy en día muchos católicos... Tal vez no lo digan así, tan abiertamente, pero así viven. Sí, se proclaman católicos y muy creyentes, –¡no faltaba más!–, pero van a misa muy de vez en cuando, no frecuentan los sacramentos y dicen que sólo oran y van a la iglesia “cuando les nace”. ¿Qué tipo de católicos tenemos en nuestra Iglesia? Y si esto sucede en América, desgraciadamente en los países de Europa la situación está muchísimo peor en este sentido...
En el Evangelio de hoy tal vez podemos encontrar una respuesta a este problema. Nuestro Señor no habla directamente del culto público de la religión o de la práctica de la fe. Pero creo que sus palabras nos pueden ofrecer una luz para iluminar esta situación. Nos dice: “Si tu mano te hace caer, córtatela, pues más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu ojo te hace caer, sácatelo, pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser echado al abismo con los dos ojos, donde el gusasno no muere ni el fuego no se apaga”. ¿Qué relación tienen estas palabras con la práctica religiosa? Es cierto que nuestro Señor está hablando aquí del escándalo, pero con un lenguaje tan claro y contundente que nos ayuda a entender bien su mensaje. Nos está invitando a adoptar una actitud de autenticidad en nuestros comportamientos y de radicalidad en nuestras opciones de vida; a no ser mediocres ni conformistas; a no contentarnos nunca con el “ahí se va” tan típico de nuestra cultura mexicana.
Y a propósito de esto, me viene ahora a la memoria una simpática historia que nos puede iluminar. Se cuenta que un hombre recién convertido iba un día caminando a toda prisa, mirando por todas partes, como buscando algo con ansiedad. Se acercó a un anciano que estaba sentado al borde del camino y le preguntó:
–“Por favor, señor, ¿ha visto pasar por aquí a algún cristiano?”.
El anciano, encogiéndose de hombros, le contestó: –“Depende del tipo de cristiano que ande buscando”.
–“Perdone –dijo contrariado el joven–, pero soy nuevo en esto y no conozco los tipos de cristianos que hay. Sólo conozco a Jesús”.
Y el anciano añadió: –“Pues sí amigo; hay de muchos tipos y para todos los gustos. Hay cristianos por tradición, cristianos por cumplimiento y cristianos por costumbre; cristianos por superstición, por obligación, por conveniencia; y también hay cristianos auténticos...”
–“¡Los auténticos! ¡Esos son los que yo busco! ¡Los de verdad!”–exclamó el hombre emocionado.
–“¡Vaya! –dijo el anciano con voz grave–. Esos son los más difíciles de ver. Hace ya mucho tiempo que pasó uno de esos por aquí, y precisamente me preguntó lo mismo que usted”.
–“¿Cómo podré reconocerlo?”.
Y el anciano contestó tranquilamente: –“No se preocupe amigo. No tendrá dificultad en reconocerle. Un cristiano de verdad no pasa desapercibido en este mundo semipodrido. Lo reconocerá por sus obras. Allí donde va, siempre deja una huella”.
Y esto, querido amigo lector, no es fanatismo, sino autenticidad y coherencia de vida. Es ser cristiano y católico de verdad, de cuerpo entero, y no mediocre y conformista. No sólo de los que se llaman cristianos, sino de aquellos que se han tomado en serio el Evangelio y lo testimonian con sus obras y con su vida. No tengamos miedo tomarnos nuestra fe en serio y ser cristianos como San Pablo o al estilo de los santos y de los mártires. ¿También tú dejas una huella allí por donde pasas? ¿o ni siquiera se dan cuenta los demás de que eres un cristiano auténtico? Pues ¡se debería notar, amigo mío!
Autor: P. Sergio A. Córdova LC
Fuente: Catholic.net
sábado, 26 de septiembre de 2009
SER SEGUIDORES DE JESÚS EXIGE RADICALIDAD
¡Amor y paz!
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado 25º. del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,43-45.
Todos estaban maravillados de la grandeza de Dios. Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres". Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
COMENTARIO
a) Jesús repite el anuncio sobre su muerte (esta vez no añade su resurrección). Se vuelve a llamar "Hijo del Hombre", apuntando a su mesianismo final, como Señor y Juez del universo.
Los discípulos "no entendían este lenguaje: les resultaba tan oscuro que no captaban el sentido". Y, además, "les daba miedo preguntarle sobre el asunto".
En otras ocasiones, los evangelistas nos describen los motivos de esta dificultad: los seguidores de Jesús tenían en su cabeza un mesianismo político, con ventajas materiales para ellos mismos, y discutían sobre quién iba a ocupar los puestos de honor a la derecha y la izquierda de Jesús. La cruz no entraba en sus planes.
b) Sí, Jesús despierta admiración, por sus gestos milagrosos y por la profundidad de sus palabras. También a nosotros nos gusta fácilmente ese Jesús.
Pero el Jesús servidor, el Jesús que se ciñe la toalla y lava los pies a los discípulos, el Jesús entregado a la muerte para salvar a la humanidad, eso no lo entendemos tan espontáneamente. Quisiéramos sólo el consuelo y el premio, no el sacrificio y la renuncia. Preferiríamos que no hubiera dicho aquello de que "el que me quiera seguir, tome su cruz cada día".
Pero ser seguidores de Jesús pide radicalidad, no creer en un Jesús que nos hemos hecho nosotros a nuestra medida. Ser colaboradores suyos en la salvación de este mundo también exige su mismo camino, que pasa a través de la cruz y la entrega. Como tuvieron ocasión de experimentar aquellos mismos apóstoles que ahora no le entienden, pero que luego, después de la Pascua y de Pentecostés, estarán dispuestos a sufrir lo que sea, hasta la muerte, para dar testimonio de Jesús.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 111-114
www.mercaba.org
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado 25º. del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,43-45.
Todos estaban maravillados de la grandeza de Dios. Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres". Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
COMENTARIO
a) Jesús repite el anuncio sobre su muerte (esta vez no añade su resurrección). Se vuelve a llamar "Hijo del Hombre", apuntando a su mesianismo final, como Señor y Juez del universo.
Los discípulos "no entendían este lenguaje: les resultaba tan oscuro que no captaban el sentido". Y, además, "les daba miedo preguntarle sobre el asunto".
En otras ocasiones, los evangelistas nos describen los motivos de esta dificultad: los seguidores de Jesús tenían en su cabeza un mesianismo político, con ventajas materiales para ellos mismos, y discutían sobre quién iba a ocupar los puestos de honor a la derecha y la izquierda de Jesús. La cruz no entraba en sus planes.
b) Sí, Jesús despierta admiración, por sus gestos milagrosos y por la profundidad de sus palabras. También a nosotros nos gusta fácilmente ese Jesús.
Pero el Jesús servidor, el Jesús que se ciñe la toalla y lava los pies a los discípulos, el Jesús entregado a la muerte para salvar a la humanidad, eso no lo entendemos tan espontáneamente. Quisiéramos sólo el consuelo y el premio, no el sacrificio y la renuncia. Preferiríamos que no hubiera dicho aquello de que "el que me quiera seguir, tome su cruz cada día".
Pero ser seguidores de Jesús pide radicalidad, no creer en un Jesús que nos hemos hecho nosotros a nuestra medida. Ser colaboradores suyos en la salvación de este mundo también exige su mismo camino, que pasa a través de la cruz y la entrega. Como tuvieron ocasión de experimentar aquellos mismos apóstoles que ahora no le entienden, pero que luego, después de la Pascua y de Pentecostés, estarán dispuestos a sufrir lo que sea, hasta la muerte, para dar testimonio de Jesús.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 111-114
www.mercaba.org
viernes, 25 de septiembre de 2009
ORAR Y AMAR, EL CAMINO PARA LLEGAR A JESÚS
¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 25ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,18-22.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
COMENTARIO
La oración, realizada en la compañía de Jesús, es el único instrumento válido que nos prepara a realizar el camino que va del reconocimiento de Jesús como Profeta a la proclamación del Mesías y desde ésta a la fe en el misterio del Hijo del hombre.
La primera etapa del recorrido nos conduce a la adhesión a la Persona de Jesús como única respuesta valedera a nuestras búsquedas más profundas. Con Pedro y, a diferencia de la multitud, debemos proclamar al Mesías Jesús, nuestro Salvador.
Pero éste nos exige un paso más. El Mesías, concebido muchas veces como un triunfador, a semejanza de la mentalidad de la sociedad elitista que vivimos, no puede colmar nuestra existencia. Es necesario recorrer el camino hacia Jerusalén en que tiene lugar la Historia de la Pasión. Esta es la suerte reservada al Hijo del Hombre y es también la suerte que debe ser asumida por todos sus seguidores si quieren, como él, ser agentes de transformación de un mundo dominado por la satisfacción de los egoísmos.
La lucha contra éstos y contra las injusticias que ellos generan nos coloca en el horizonte de la Pasión entendida, no como complacencia en el propio sufrimiento, sino como una actitud de coraje para actuar los valores del Reino en un mundo que trata de acallarlos, incluso con el homicidio de sus portadores.
El martirio es siempre una posibilidad real para los que, en seguimiento de Jesús, asumen su causa. Dicha causa necesita testigos confiables y en el horizonte de éstos siempre se encuentra la posibilidad de la entrega de la propia vida en defensa de sus valores.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
www.mercaba.org
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este viernes de la 25ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,18-22.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".
COMENTARIO
La oración, realizada en la compañía de Jesús, es el único instrumento válido que nos prepara a realizar el camino que va del reconocimiento de Jesús como Profeta a la proclamación del Mesías y desde ésta a la fe en el misterio del Hijo del hombre.
La primera etapa del recorrido nos conduce a la adhesión a la Persona de Jesús como única respuesta valedera a nuestras búsquedas más profundas. Con Pedro y, a diferencia de la multitud, debemos proclamar al Mesías Jesús, nuestro Salvador.
Pero éste nos exige un paso más. El Mesías, concebido muchas veces como un triunfador, a semejanza de la mentalidad de la sociedad elitista que vivimos, no puede colmar nuestra existencia. Es necesario recorrer el camino hacia Jerusalén en que tiene lugar la Historia de la Pasión. Esta es la suerte reservada al Hijo del Hombre y es también la suerte que debe ser asumida por todos sus seguidores si quieren, como él, ser agentes de transformación de un mundo dominado por la satisfacción de los egoísmos.
La lucha contra éstos y contra las injusticias que ellos generan nos coloca en el horizonte de la Pasión entendida, no como complacencia en el propio sufrimiento, sino como una actitud de coraje para actuar los valores del Reino en un mundo que trata de acallarlos, incluso con el homicidio de sus portadores.
El martirio es siempre una posibilidad real para los que, en seguimiento de Jesús, asumen su causa. Dicha causa necesita testigos confiables y en el horizonte de éstos siempre se encuentra la posibilidad de la entrega de la propia vida en defensa de sus valores.
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
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jueves, 24 de septiembre de 2009
¿QUIÉN ES JESÚS PARA TI?
¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 25ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,7-9.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado". Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado". Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.
COMENTARIO
¿Buscamos a Jesús y queremos verlo para comprometernos con Él, o sólo le buscamos por curiosidad?
Sobre su identidad podemos dar una y mil respuestas y verter miles de conceptos conforme a lo que de Él hemos oído o leído. Muchos hablan bien o mal de Él. Sin embargo, esto no es lo más importante, sino la actitud que nos lleva a Él. Todos sus beneficios, su amor por nosotros deben cuestionarnos acerca de si en verdad creemos en Él y le seguimos como discípulos, o simple y sencillamente queremos sentirnos a gusto por haber realizado en su presencia algunos actos de piedad y sentir que hemos recibido su consuelo, pero no se ha hecho huésped de nuestra vida. Herodes, antes de la pasión, finalmente se encontrará con Jesús y lo tomará como un loco y se burlará de Él. Ojalá y no busquemos al Señor para hacer de Él sólo un juguete en nuestra vida. Busquémoslo para encontrarnos con Aquel que le ha de dar un nuevo rumbo a nuestra historia, si es que en verdad somos capaces de escuchar su Palabra y ponerla en práctica.
Cuando participamos en una Celebración Eucarística, tenemos la dicha de contemplar a Jesús con todo su amor hacia nosotros. Tenemos la dicha de escuchar su Palabra, mediante cuyo cumplimiento manifestaremos que se ha hecho realidad en nosotros la salvación que Dios nos ofrece. En el gesto de la Paz comenzamos a vivir aquella realidad de hermanos que nos lleva a invocar a Dios como Padre nuestro. Ojalá y no (vayamos) movidos por otra cosa que no sea sólo el de estar con el Señor para que, habitando en nosotros, vayamos a nuestras labores diarias siendo portadores de la vida y no de la muerte; que vayamos empapados en el amor fraterno de tal forma que, al buscar a nuestro prójimo no queramos encontrarnos con él para despreciarlo o entregarlo a la muerte, sino para salvarlo dando incluso, si es necesario, nuestra vida por él.
¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra que abrió su boca para recibirla. El fantasma de la maldad del hombre le persigue, pues al levantarse contra su propio hermano y acabar con Él, su conciencia constantemente le reclamará el no haber procedido con la rectitud requerida que reclama el respeto y el amor fraterno.
Herodes, preocupado por la posible resurrección de Juan el Bautista, trata de apagar ese reclamo de su conciencia negando lo que otros rumorean, como si con eso pudiese recobrar la paz interior. Jesús, que ha querido quedarse entre nosotros por medio de su Iglesia, ha de seguir actuando en la historia por medio de ella, de tal forma que, a pesar de ser perseguida, jamás dé marcha atrás en la misión que se le ha confiado.
La Iglesia ha de ser signo de la Vida de Dios entre nosotros, y signo de unión fraterna. Dios nos quiere no como curiosos inútiles en su presencia, sino como apóstoles que proclamen su Nombre sin cobardías. Jesús, muerto y resucitado, sigue vivo también en su Iglesia; y todos han de reconocer que en verdad Él sigue haciendo el bien a todos. Esta es la responsabilidad que tenemos quienes hemos depositado nuestra fe en Él.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de ser fieles a la fe que hemos depositado en Jesús, su Hijo y Señor nuestro. Amén.
www.homiliacatolica.com
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 25ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,7-9.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: "Es Juan, que ha resucitado". Otros decían: "Es Elías, que se ha aparecido", y otros: "Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado". Pero Herodes decía: "A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?". Y trataba de verlo.
COMENTARIO
¿Buscamos a Jesús y queremos verlo para comprometernos con Él, o sólo le buscamos por curiosidad?
Sobre su identidad podemos dar una y mil respuestas y verter miles de conceptos conforme a lo que de Él hemos oído o leído. Muchos hablan bien o mal de Él. Sin embargo, esto no es lo más importante, sino la actitud que nos lleva a Él. Todos sus beneficios, su amor por nosotros deben cuestionarnos acerca de si en verdad creemos en Él y le seguimos como discípulos, o simple y sencillamente queremos sentirnos a gusto por haber realizado en su presencia algunos actos de piedad y sentir que hemos recibido su consuelo, pero no se ha hecho huésped de nuestra vida. Herodes, antes de la pasión, finalmente se encontrará con Jesús y lo tomará como un loco y se burlará de Él. Ojalá y no busquemos al Señor para hacer de Él sólo un juguete en nuestra vida. Busquémoslo para encontrarnos con Aquel que le ha de dar un nuevo rumbo a nuestra historia, si es que en verdad somos capaces de escuchar su Palabra y ponerla en práctica.
Cuando participamos en una Celebración Eucarística, tenemos la dicha de contemplar a Jesús con todo su amor hacia nosotros. Tenemos la dicha de escuchar su Palabra, mediante cuyo cumplimiento manifestaremos que se ha hecho realidad en nosotros la salvación que Dios nos ofrece. En el gesto de la Paz comenzamos a vivir aquella realidad de hermanos que nos lleva a invocar a Dios como Padre nuestro. Ojalá y no (vayamos) movidos por otra cosa que no sea sólo el de estar con el Señor para que, habitando en nosotros, vayamos a nuestras labores diarias siendo portadores de la vida y no de la muerte; que vayamos empapados en el amor fraterno de tal forma que, al buscar a nuestro prójimo no queramos encontrarnos con él para despreciarlo o entregarlo a la muerte, sino para salvarlo dando incluso, si es necesario, nuestra vida por él.
¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra que abrió su boca para recibirla. El fantasma de la maldad del hombre le persigue, pues al levantarse contra su propio hermano y acabar con Él, su conciencia constantemente le reclamará el no haber procedido con la rectitud requerida que reclama el respeto y el amor fraterno.
Herodes, preocupado por la posible resurrección de Juan el Bautista, trata de apagar ese reclamo de su conciencia negando lo que otros rumorean, como si con eso pudiese recobrar la paz interior. Jesús, que ha querido quedarse entre nosotros por medio de su Iglesia, ha de seguir actuando en la historia por medio de ella, de tal forma que, a pesar de ser perseguida, jamás dé marcha atrás en la misión que se le ha confiado.
La Iglesia ha de ser signo de la Vida de Dios entre nosotros, y signo de unión fraterna. Dios nos quiere no como curiosos inútiles en su presencia, sino como apóstoles que proclamen su Nombre sin cobardías. Jesús, muerto y resucitado, sigue vivo también en su Iglesia; y todos han de reconocer que en verdad Él sigue haciendo el bien a todos. Esta es la responsabilidad que tenemos quienes hemos depositado nuestra fe en Él.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de ser fieles a la fe que hemos depositado en Jesús, su Hijo y Señor nuestro. Amén.
www.homiliacatolica.com
miércoles, 23 de septiembre de 2009
JESÚS NOS ENVÍA: ¡PONGÁMONOS EN CAMINO!
¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 25ª. semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,1-6.
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.
COMENTARIO
a) Jesús ya había elegido a los doce apóstoles. Ahora les envía con poder y autoridad a una primera misión evangelizadora. Lo que les encarga en concreto es que liberen a los poseídos por los demonios, que curen a los enfermos y que proclamen el Reino de Dios.
Para este viaje misionero, les encomienda un estilo de actuación que se ha llamado "la pobreza evangélica", sin demasiadas provisiones para el camino. Les avisa, además, que en algunos lugares los acogerán bien y en otros, no. Sacudirse el polvo de los pies era una expresión que quería significar la ruptura con los que no querían oír la Buena Noticia: de modo que no se llevaran de allá ni siquiera un poco de tierra en sus sandalias.
b) Ésta es la doble misión que Jesús encomendó a la Iglesia: por una parte, anunciar el evangelio y, por otra, curar a los enfermos y liberarlos de sus males también físicos y psíquicos.
Exactamente lo que hacía Jesús: que iluminaba con su palabra a sus oyentes, y a la vez les multiplicaba el pan o les curaba de sus parálisis o les libraba de los demonios o incluso les resucitaba de la muerte. El binomio "predicar-curar" se repite continuamente en el evangelio y ahora en la vida de la Iglesia. Se puede decir que durante dos mil años se está cumpliendo la última afirmación del evangelio de hoy: "ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes". ¡Cuánto bien corporal y social ha hecho la comunidad cristiana, además del espiritual, sacramental y evangelizador!
También deberíamos revisar como comunidad y cada uno personalmente el desprendimiento que Jesús exige de los suyos. Los misioneros -la Iglesia- deben ser libres interiormente, sin demasiado bagaje. No deben buscarse a sí mismos, sino dar ejemplo de desapego económico, no fiarse tanto de las provisiones o de los medios técnicos, sino de la fuerza intrínseca de la Palabra que proclaman y del "poder y autoridad" que Jesús les sigue comunicando para liberar a este mundo de todos sus males y anunciarle la noticia de la salvación de Dios.
No trabajamos a nuestro estilo, sino según las consignas de Jesús. Porque no somos nosotros los que salvamos al mundo: sólo somos conductores -es de esperar que buenos conductores- de la fuerza salvadora del Resucitado y de su Espíritu.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 100-103
www.mercaba.org
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la 25ª. semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 9,1-6.
Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar a toda clase de demonios y para curar las enfermedades. Y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos, diciéndoles: "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, ni tampoco dos túnicas cada uno. Permanezcan en la casa donde se alojen, hasta el momento de partir. Si no los reciben, al salir de esa ciudad sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos". Fueron entonces de pueblo en pueblo, anunciando la Buena Noticia y curando enfermos en todas partes.
COMENTARIO
a) Jesús ya había elegido a los doce apóstoles. Ahora les envía con poder y autoridad a una primera misión evangelizadora. Lo que les encarga en concreto es que liberen a los poseídos por los demonios, que curen a los enfermos y que proclamen el Reino de Dios.
Para este viaje misionero, les encomienda un estilo de actuación que se ha llamado "la pobreza evangélica", sin demasiadas provisiones para el camino. Les avisa, además, que en algunos lugares los acogerán bien y en otros, no. Sacudirse el polvo de los pies era una expresión que quería significar la ruptura con los que no querían oír la Buena Noticia: de modo que no se llevaran de allá ni siquiera un poco de tierra en sus sandalias.
b) Ésta es la doble misión que Jesús encomendó a la Iglesia: por una parte, anunciar el evangelio y, por otra, curar a los enfermos y liberarlos de sus males también físicos y psíquicos.
Exactamente lo que hacía Jesús: que iluminaba con su palabra a sus oyentes, y a la vez les multiplicaba el pan o les curaba de sus parálisis o les libraba de los demonios o incluso les resucitaba de la muerte. El binomio "predicar-curar" se repite continuamente en el evangelio y ahora en la vida de la Iglesia. Se puede decir que durante dos mil años se está cumpliendo la última afirmación del evangelio de hoy: "ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes". ¡Cuánto bien corporal y social ha hecho la comunidad cristiana, además del espiritual, sacramental y evangelizador!
También deberíamos revisar como comunidad y cada uno personalmente el desprendimiento que Jesús exige de los suyos. Los misioneros -la Iglesia- deben ser libres interiormente, sin demasiado bagaje. No deben buscarse a sí mismos, sino dar ejemplo de desapego económico, no fiarse tanto de las provisiones o de los medios técnicos, sino de la fuerza intrínseca de la Palabra que proclaman y del "poder y autoridad" que Jesús les sigue comunicando para liberar a este mundo de todos sus males y anunciarle la noticia de la salvación de Dios.
No trabajamos a nuestro estilo, sino según las consignas de Jesús. Porque no somos nosotros los que salvamos al mundo: sólo somos conductores -es de esperar que buenos conductores- de la fuerza salvadora del Resucitado y de su Espíritu.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 100-103
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martes, 22 de septiembre de 2009
¿CUÁL ES LA ACTUAL FAMILIA DE JESÚS?
¡Amor y paz!
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Martes de la Vigésimoquinta semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 8,19-21.
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte". Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
COMENTARIO
a) Entre los muchos que seguían a Jesús, hoy aparecen también "su madre y sus hermanos", o sea, María su madre y los parientes de Nazaret, que en lengua hebrea se designan indistintamente con el nombre de "hermanos".
¿A qué vinieron? Lucas no nos lo dice. Marcos, en una situación paralela, interpreta la escena como que los familiares, asustados por lo que se decía de Jesús y las reacciones contrarias que hacían peligrar su vida, venían poco menos que a llevárselo, porque decían que "estaba fuera de sí" (Mc 3,20-21). Lucas, que parece conocer noticias más directas -¿de parte de la misma Virgen?- no le da esa lectura. Podían venir sencillamente a saludarle, a hacer acto de presencia junto a su pariente tan famoso, a alegrarse con él y a preocuparse de si necesitaba algo.
Jesús aprovecha la ocasión para decir cuál es su nuevo concepto de familia o de comunidad: "mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra". No niega el concepto de familia, pero sí lo amplía, dando prioridad a los lazos de fe por encima de la sangre. Continúa, por tanto, el eco de la parábola que leíamos el sábado: la de la semilla que es la Palabra de Dios. Da fruto cuando se acoge bien y se pone en práctica.
b) La nueva comunidad de Jesús no va a tener como criterio básico la pertenencia a la misma raza o familia de sangre, sino la fe.
Ciertamente en el pasaje de Lucas no podrá entenderse esto como una desautorización de su madre, porque el mismo evangelista la ha puesto ya antes como modelo de creyente: "hágase en mí según tu palabra". Al contrario: es una alabanza a su madre, en la que Jesús destaca, no tanto su maternidad biológica, sino su cercanía de fe. Su prima Isabel la retrató bien: "dichosa tú, porque has creído".
Nosotros pertenecemos a la familia de Jesús según este nueva clave: escuchamos la Palabra y hacemos lo posible por ponerla en práctica. Muchos, además, que hemos hecho profesión religiosa o hemos sido ordenados como ministros, hemos renunciado de alguna manera a nuestra familia o a formar una propia, para estar más disponibles en favor de esa otra gran comunidad de fe que se congrega en torno a Cristo. Pero todos, sacerdotes, religiosos o casados, debemos servir a esa "super-familia" de los creyentes en Jesús, trabajando también para que sea cada vez más amplio el número de los que le conocen y le siguen.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 92-99
www.mercaba.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este Martes de la Vigésimoquinta semana del Tiempo Ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 8,19-21.
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud. Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte". Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".
COMENTARIO
a) Entre los muchos que seguían a Jesús, hoy aparecen también "su madre y sus hermanos", o sea, María su madre y los parientes de Nazaret, que en lengua hebrea se designan indistintamente con el nombre de "hermanos".
¿A qué vinieron? Lucas no nos lo dice. Marcos, en una situación paralela, interpreta la escena como que los familiares, asustados por lo que se decía de Jesús y las reacciones contrarias que hacían peligrar su vida, venían poco menos que a llevárselo, porque decían que "estaba fuera de sí" (Mc 3,20-21). Lucas, que parece conocer noticias más directas -¿de parte de la misma Virgen?- no le da esa lectura. Podían venir sencillamente a saludarle, a hacer acto de presencia junto a su pariente tan famoso, a alegrarse con él y a preocuparse de si necesitaba algo.
Jesús aprovecha la ocasión para decir cuál es su nuevo concepto de familia o de comunidad: "mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra". No niega el concepto de familia, pero sí lo amplía, dando prioridad a los lazos de fe por encima de la sangre. Continúa, por tanto, el eco de la parábola que leíamos el sábado: la de la semilla que es la Palabra de Dios. Da fruto cuando se acoge bien y se pone en práctica.
b) La nueva comunidad de Jesús no va a tener como criterio básico la pertenencia a la misma raza o familia de sangre, sino la fe.
Ciertamente en el pasaje de Lucas no podrá entenderse esto como una desautorización de su madre, porque el mismo evangelista la ha puesto ya antes como modelo de creyente: "hágase en mí según tu palabra". Al contrario: es una alabanza a su madre, en la que Jesús destaca, no tanto su maternidad biológica, sino su cercanía de fe. Su prima Isabel la retrató bien: "dichosa tú, porque has creído".
Nosotros pertenecemos a la familia de Jesús según este nueva clave: escuchamos la Palabra y hacemos lo posible por ponerla en práctica. Muchos, además, que hemos hecho profesión religiosa o hemos sido ordenados como ministros, hemos renunciado de alguna manera a nuestra familia o a formar una propia, para estar más disponibles en favor de esa otra gran comunidad de fe que se congrega en torno a Cristo. Pero todos, sacerdotes, religiosos o casados, debemos servir a esa "super-familia" de los creyentes en Jesús, trabajando también para que sea cada vez más amplio el número de los que le conocen y le siguen.
J. ALDAZABAL
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Barcelona 1997. Págs. 92-99
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lunes, 21 de septiembre de 2009
SAN MATEO: UN EJEMPLO SIEMPRE VIGENTE
¡Amor y paz!
Celebra hoy la Iglesia la fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista. Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 9,9-13.
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
COMENTARIO
Mateo significa: "regalo de Dios". Se llamaba también Leví, y era hijo de Alfeo. Su oficio era el de recaudador de impuestos, un cargo muy odiado por los judíos, porque esos impuestos se recolectaban para una nación extranjera. Los publicanos o recaudadores de impuestos se enriquecían fácilmente. Y quizás a Mateo le atraía la idea de hacerse rico prontamente, pero una vez que se encontró con Jesucristo ya dejó para siempre su ambición de dinero y se dedicó por completo a buscar la salvación de las almas y el Reino de Dios.
Como ejercía su oficio en Cafarnaum, y en esa ciudad pasaba Jesús muchos días y obraba milagros maravillosos, ya seguramente Mateo lo había escuchado varias veces y le había impresionado el modo de ser y de hablar de este Maestro formidable. Y un día, estando él en su oficina de cobranzas, quizás pensando acerca de lo que debería hacer en el futuro, vio aparecer frente a él nada menos que al Divino Maestro el cual le hizo una propuesta totalmente inesperada: "Ven y sígueme".
Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y renunciando a su empleo tan productivo, se fue con Él, no ya a ganar dinero, sino almas. No ya a conseguir altos empleos en la tierra, sino un puesto de primera clase en el cielo. San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo es una lección para que todos los pecadores del mundo sepan que, sea cual fuere la vida que han llevado hasta el momento, en cualquier día y en cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y El los acepta con gusto.
Mateo dispuso despedirse de su vida de empleado público dando un gran almuerzo a todos sus amigos, y el invitado de honor era nada menos que Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y como allí se reunió la flor y nata de los pecadores y publicanos, los fariseos se escandalizaron horriblemente y llamaron a varios de los apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. "¿Cómo es que su maestro se atreve a comer con publicanos y pecadores?"
Jesús respondió a estas protestas de los fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: "No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a buscar santos sino pecadores. Y a salvar lo que estaba perdido". Probablemente mientras decía estas bellas palabras estaba pensando en varios de nosotros.
Desde entonces Mateo va siempre al lado de Jesús. Presencia sus milagros, oye sus sabios sermones y le colabora predicando y catequizando por los pueblos y organizando las multitudes cuando siguen ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. Jesús lo nombra como uno de sus 12 preferidos, a los cuales llamó apóstoles (o enviados, o embajadores) y en Pentecostés recibe el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Los judíos le dieron 39 azotes por predicar que Jesús sí había resucitado (y lo mismo hicieron con los otros apóstoles) y cuando estalló la terrible persecución contra los cristianos en Jerusalén, Mateo se fue al extranjero a evangelizar, y dicen que predicó en Etiopía y que allá murió martirizado.
En todo el mundo es conocido este santo, y lo será por siempre, a causa del maravilloso librito que él escribió: "El evangelio según San Mateo". Este corto escrito de sólo 28 capítulos y 50 páginas, ha sido la delicia de predicadores y catequistas durante 20 siglos en todos los continentes. San Mateo en su evangelio (palabra que significa: "Buenas Noticias") copia sermones muy famosos de Jesús, como por ej. El Sermón de la Montaña (el sermón más bello pronunciado en esta tierra), el sermón de las Parábolas, y el que les dijo a sus apóstoles cuando los iba mandar a su primera predicación. Narra milagros muy interesantes, y describe de manera impresionante la Pasión y Muerte de Jesús. Termina contando su resurrección gloriosa.
El fin del evangelio de San Mateo es probar que Jesucristo sí es el Mesías o Salvador anunciado por los profetas y por el Antiguo Testamento. Este evangelio fue escrito especialmente para los judíos que se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado en el idioma de ellos, el arameo.
Quizás no haya en el mundo otro libro que haya convertido más pecadores y que haya entusiasmado a más personas por Jesucristo y su doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos de leerlo y meditarlo.
A cada uno de los 4 evangelistas se les representa por medio de uno de los 4 seres vivientes que, según el profeta, acompañan al Hijo del hombre (un león: el valor. El toro: la fuerza. El águila: los altos vuelos. Y el hombre: la inteligencia). A San Marcos se le representa con un león. A San Lucas con un toro (porque empieza su evangelio narrando el sacrifico de una res que estaban ofreciendo en el templo). A San Juan por medio del águila, porque este evangelio es el que más alto se ha elevado en sus pensamientos y escritos. Y a San Mateo lo pintan teniendo al lado a un ángel en forma de hombre, porque su evangelio comienza haciendo la lista de los antepasados de Jesús como hombre, y narrando la aparición de un ángel a San José.
Que San Mateo, gran evangelizador, le pida a Jesús que nos conceda un gran entusiasmo por leer, meditar y practicar siempre su santo evangelio.
www.mercaba.org
Celebra hoy la Iglesia la fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista. Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 9,9-13.
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
COMENTARIO
Mateo significa: "regalo de Dios". Se llamaba también Leví, y era hijo de Alfeo. Su oficio era el de recaudador de impuestos, un cargo muy odiado por los judíos, porque esos impuestos se recolectaban para una nación extranjera. Los publicanos o recaudadores de impuestos se enriquecían fácilmente. Y quizás a Mateo le atraía la idea de hacerse rico prontamente, pero una vez que se encontró con Jesucristo ya dejó para siempre su ambición de dinero y se dedicó por completo a buscar la salvación de las almas y el Reino de Dios.
Como ejercía su oficio en Cafarnaum, y en esa ciudad pasaba Jesús muchos días y obraba milagros maravillosos, ya seguramente Mateo lo había escuchado varias veces y le había impresionado el modo de ser y de hablar de este Maestro formidable. Y un día, estando él en su oficina de cobranzas, quizás pensando acerca de lo que debería hacer en el futuro, vio aparecer frente a él nada menos que al Divino Maestro el cual le hizo una propuesta totalmente inesperada: "Ven y sígueme".
Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y renunciando a su empleo tan productivo, se fue con Él, no ya a ganar dinero, sino almas. No ya a conseguir altos empleos en la tierra, sino un puesto de primera clase en el cielo. San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo es una lección para que todos los pecadores del mundo sepan que, sea cual fuere la vida que han llevado hasta el momento, en cualquier día y en cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y El los acepta con gusto.
Mateo dispuso despedirse de su vida de empleado público dando un gran almuerzo a todos sus amigos, y el invitado de honor era nada menos que Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y como allí se reunió la flor y nata de los pecadores y publicanos, los fariseos se escandalizaron horriblemente y llamaron a varios de los apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. "¿Cómo es que su maestro se atreve a comer con publicanos y pecadores?"
Jesús respondió a estas protestas de los fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: "No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a buscar santos sino pecadores. Y a salvar lo que estaba perdido". Probablemente mientras decía estas bellas palabras estaba pensando en varios de nosotros.
Desde entonces Mateo va siempre al lado de Jesús. Presencia sus milagros, oye sus sabios sermones y le colabora predicando y catequizando por los pueblos y organizando las multitudes cuando siguen ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. Jesús lo nombra como uno de sus 12 preferidos, a los cuales llamó apóstoles (o enviados, o embajadores) y en Pentecostés recibe el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Los judíos le dieron 39 azotes por predicar que Jesús sí había resucitado (y lo mismo hicieron con los otros apóstoles) y cuando estalló la terrible persecución contra los cristianos en Jerusalén, Mateo se fue al extranjero a evangelizar, y dicen que predicó en Etiopía y que allá murió martirizado.
En todo el mundo es conocido este santo, y lo será por siempre, a causa del maravilloso librito que él escribió: "El evangelio según San Mateo". Este corto escrito de sólo 28 capítulos y 50 páginas, ha sido la delicia de predicadores y catequistas durante 20 siglos en todos los continentes. San Mateo en su evangelio (palabra que significa: "Buenas Noticias") copia sermones muy famosos de Jesús, como por ej. El Sermón de la Montaña (el sermón más bello pronunciado en esta tierra), el sermón de las Parábolas, y el que les dijo a sus apóstoles cuando los iba mandar a su primera predicación. Narra milagros muy interesantes, y describe de manera impresionante la Pasión y Muerte de Jesús. Termina contando su resurrección gloriosa.
El fin del evangelio de San Mateo es probar que Jesucristo sí es el Mesías o Salvador anunciado por los profetas y por el Antiguo Testamento. Este evangelio fue escrito especialmente para los judíos que se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado en el idioma de ellos, el arameo.
Quizás no haya en el mundo otro libro que haya convertido más pecadores y que haya entusiasmado a más personas por Jesucristo y su doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos de leerlo y meditarlo.
A cada uno de los 4 evangelistas se les representa por medio de uno de los 4 seres vivientes que, según el profeta, acompañan al Hijo del hombre (un león: el valor. El toro: la fuerza. El águila: los altos vuelos. Y el hombre: la inteligencia). A San Marcos se le representa con un león. A San Lucas con un toro (porque empieza su evangelio narrando el sacrifico de una res que estaban ofreciendo en el templo). A San Juan por medio del águila, porque este evangelio es el que más alto se ha elevado en sus pensamientos y escritos. Y a San Mateo lo pintan teniendo al lado a un ángel en forma de hombre, porque su evangelio comienza haciendo la lista de los antepasados de Jesús como hombre, y narrando la aparición de un ángel a San José.
Que San Mateo, gran evangelizador, le pida a Jesús que nos conceda un gran entusiasmo por leer, meditar y practicar siempre su santo evangelio.
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domingo, 20 de septiembre de 2009
EL QUE QUIERA SER EL PRIMERO, QUE SEA EL ÚLTIMO
¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este domingo de la 25ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 9,30-37.
Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".
COMENTARIO
Esopo, el conocido fabulista griego, cuenta que “una Caña y un Olivo disputaban sobre sus respectivas fuerzas, y éste con socarronería le dijo a la otra: –«Hablas de resistir y de poder, cuando el más débil soplo de viento te bambolea y humilla. Aprende de mí, que ni siquiera muevo mis ramas cuando tú te doblegas.»– La mísera Caña calló a estas razones, y se armó de paciencia hasta que viniese el huracán más próximo. En efecto, llegado aquel, la Caña se dobló como antes, mientras el Olivo cayó tronchado en tierra. –«¿Qué es lo mejor ahora (replicó la ofendida levantándose), ceder o resistir?».
De una manera muy parecida, la Madre Laura Montoya, religiosa colombiana fundadora de las misioneras que conocemos como Lauritas y que fue beatificada hace poco, dice en su autobiografía que tituló Historia de las Misericordias de Dios en un alma: “Una pequeña diferencia hay entre el profeta de Nínive y esta pobre Laura y es que yo siempre he tenido el valor del junco. Observe Padre mío, que las rocas se oponen a la corriente y cualquier día viene una ola y las derrumba; mientras que el junco, ante la borrasca, se inclina y las olas pasan por encima sin hacerle daño, puesto que pasada la borrasca vuelve a erguirse hermoso y dócil”.
De muchas formas Jesús nos dijo, por activa y por pasiva, lo que el profesor Maturana, filósofo de nuestro fútbol local, suele argüir cuando fracasa en un partido: “Perder es ganar un poco”. Los discípulos, que se demoraron más de lo conveniente en entender esta dinámica de la salvación que nos ofrece Dios en Jesús, discutían, mientras el maestro les hablaba de su pasión, sobre quién de ellos era el más importante; de manera que Jesús tiene que decirles: “Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos”. Cosa que todavía hoy no hemos podido entender. Casi, como los discípulos, habría que decir de nosotros y de nuestra sociedad que “no entendían lo que les decía, y tenían miedo de preguntarle”.
Nuestros criterios están en contradicción con los criterios de Jesús y no nos inquieta ni poquito seguir funcionando en una sociedad, en una familia y en una Iglesia en la que ser el primero no es hacerse servidor y último. ¡Ni más faltaba! dirán algunos. Ni siquiera se nos ocurre que esto puede tener aplicaciones prácticas en nuestras relaciones cotidianas. Seguimos apegados a las estructuras de poder y de mando que vino a renovar el Señor con su palabra y, sobre todo, con su ejemplo de vida. Por eso, “puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo: –El que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no solamente a mí me recibe, sino también a aquel que me envió”.
De una manera práctica, en nuestra vida ordinaria, en nuestras discusiones sobre quién es el más importante, debería guiarnos aquello que el P. Javier González, S.J., le recomendaba a Luis Fernando Múnera, S.J., cuando era un joven maestrillo: “Piensa en lo que pierdes cuando ganas una pelea; y piensa en lo que ganas cuando pierdes una pelea”. Siguiendo las enseñanzas de Jesús, tenemos la certeza de que a veces es mejor perder como la Caña frente al Olivo de Esopo, o como el junco frente a la piedra de la Madre Laura...
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio, en este domingo de la 25ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 9,30-37.
Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará". Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas. Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".
COMENTARIO
Esopo, el conocido fabulista griego, cuenta que “una Caña y un Olivo disputaban sobre sus respectivas fuerzas, y éste con socarronería le dijo a la otra: –«Hablas de resistir y de poder, cuando el más débil soplo de viento te bambolea y humilla. Aprende de mí, que ni siquiera muevo mis ramas cuando tú te doblegas.»– La mísera Caña calló a estas razones, y se armó de paciencia hasta que viniese el huracán más próximo. En efecto, llegado aquel, la Caña se dobló como antes, mientras el Olivo cayó tronchado en tierra. –«¿Qué es lo mejor ahora (replicó la ofendida levantándose), ceder o resistir?».
De una manera muy parecida, la Madre Laura Montoya, religiosa colombiana fundadora de las misioneras que conocemos como Lauritas y que fue beatificada hace poco, dice en su autobiografía que tituló Historia de las Misericordias de Dios en un alma: “Una pequeña diferencia hay entre el profeta de Nínive y esta pobre Laura y es que yo siempre he tenido el valor del junco. Observe Padre mío, que las rocas se oponen a la corriente y cualquier día viene una ola y las derrumba; mientras que el junco, ante la borrasca, se inclina y las olas pasan por encima sin hacerle daño, puesto que pasada la borrasca vuelve a erguirse hermoso y dócil”.
De muchas formas Jesús nos dijo, por activa y por pasiva, lo que el profesor Maturana, filósofo de nuestro fútbol local, suele argüir cuando fracasa en un partido: “Perder es ganar un poco”. Los discípulos, que se demoraron más de lo conveniente en entender esta dinámica de la salvación que nos ofrece Dios en Jesús, discutían, mientras el maestro les hablaba de su pasión, sobre quién de ellos era el más importante; de manera que Jesús tiene que decirles: “Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos”. Cosa que todavía hoy no hemos podido entender. Casi, como los discípulos, habría que decir de nosotros y de nuestra sociedad que “no entendían lo que les decía, y tenían miedo de preguntarle”.
Nuestros criterios están en contradicción con los criterios de Jesús y no nos inquieta ni poquito seguir funcionando en una sociedad, en una familia y en una Iglesia en la que ser el primero no es hacerse servidor y último. ¡Ni más faltaba! dirán algunos. Ni siquiera se nos ocurre que esto puede tener aplicaciones prácticas en nuestras relaciones cotidianas. Seguimos apegados a las estructuras de poder y de mando que vino a renovar el Señor con su palabra y, sobre todo, con su ejemplo de vida. Por eso, “puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo: –El que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no solamente a mí me recibe, sino también a aquel que me envió”.
De una manera práctica, en nuestra vida ordinaria, en nuestras discusiones sobre quién es el más importante, debería guiarnos aquello que el P. Javier González, S.J., le recomendaba a Luis Fernando Múnera, S.J., cuando era un joven maestrillo: “Piensa en lo que pierdes cuando ganas una pelea; y piensa en lo que ganas cuando pierdes una pelea”. Siguiendo las enseñanzas de Jesús, tenemos la certeza de que a veces es mejor perder como la Caña frente al Olivo de Esopo, o como el junco frente a la piedra de la Madre Laura...
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá.
sábado, 19 de septiembre de 2009
¡APROVECHEMOS LA GRAN RIQUEZA DE LA PALABRA DE DIOS!
¡Amor y paz!
Vuelve la parábola del sembrador y la oportunidad de revisar si estamos aprovechando o desperdiciando la Palabra de Dios que se nos ofrece diariamente. El mismo Jesús explica la parábola: cada uno de nosotros debe examinarse.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 8,4-15.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola: "El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno". Y una vez que dijo esto, exclamó: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.
COMENTARIO
El texto de la parábola de la semilla -que cae en campos fértiles, áridos, entre espinas, al borde los caminos- no precisa de comentario. Solo requiere lectura meditativa:
- ¿Soy camino trillado por todo tipo de tentaciones, corazón que pisotea a nobles sentimientos de amor, justicia, paz, solidaridad, oblación por los demás?
- ¿Soy vida complicada y amarga, indiferente, egoísta, que no retiene sentimientos de piedad, compasión, altruismo?
- ¿Soy persona enredada en la maleza y espinas y no logro despegarme de los intereses mezquinos que me encadenan?
- ¿Cuánto tengo en mi alma de tierra fecunda, con hambre de Dios, sed de justicia, espíritu de servicio, de entrega a la misión evangélica a que he sido llamado?
Dominicos 2003
www.mercaba.org
Vuelve la parábola del sembrador y la oportunidad de revisar si estamos aprovechando o desperdiciando la Palabra de Dios que se nos ofrece diariamente. El mismo Jesús explica la parábola: cada uno de nosotros debe examinarse.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 8,4-15.
Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, él les dijo, valiéndose de una parábola: "El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.
Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno". Y una vez que dijo esto, exclamó: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.
Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.
COMENTARIO
El texto de la parábola de la semilla -que cae en campos fértiles, áridos, entre espinas, al borde los caminos- no precisa de comentario. Solo requiere lectura meditativa:
- ¿Soy camino trillado por todo tipo de tentaciones, corazón que pisotea a nobles sentimientos de amor, justicia, paz, solidaridad, oblación por los demás?
- ¿Soy vida complicada y amarga, indiferente, egoísta, que no retiene sentimientos de piedad, compasión, altruismo?
- ¿Soy persona enredada en la maleza y espinas y no logro despegarme de los intereses mezquinos que me encadenan?
- ¿Cuánto tengo en mi alma de tierra fecunda, con hambre de Dios, sed de justicia, espíritu de servicio, de entrega a la misión evangélica a que he sido llamado?
Dominicos 2003
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viernes, 18 de septiembre de 2009
LAS MUJERES, DISCÍPULAS DE CRISTO
¡Amor y paz!
El Evangelio de hoy (viernes 24º. del T.O.) nos narra cómo, en contravía de lo que acostumbraban los rabinos de la época, Jesús no excluye a las mujeres del círculo de sus discípulos.
Es una oportunidad para reconocer la labor fundamental que han realizado incontables mujeres en la vida de la Iglesia. Pasan por nuestra mente muchísimas de ellas –encabezadas por la Virgen María-, Santa Mónica, Teresa de Lisieux, Teresa de Calcuta, Clara de Asís, Bernardita Soubirous, Catalina de Siena, Catalina Labouré, Santa Cecilia, Edith Stein, la madre Angélica (de EWTN), Chiara Lubich (fundadora de los Focolares)…
Un listado preliminar nos habla de 878 santas mujeres, reconocidas como tales por la Iglesia, pero son innumerables las que de manera silenciosa y abnegada han trabajado y siguen trabajando por la causa de Cristo y el Evangelio. Muchas han sido mártires, fundadoras e integrantes de comunidades religiosas, de organizaciones laicales; formadoras, enfermeras, escritoras, poetisas, doctoras, vírgenes, reinas y plebeyas, amas de casa, solteras y casadas, madres e hijas, trabajadoras de fábricas y de oficinas, hospitales y clínicas, orfanatos y ancianatos, colegios y universidades, talleres y albergues, campos y ciudades, laboratorios y centros de investigación, almacenes y centros de acopio, huertos y sembrados, capillas y conventos, coros y oratorios, etc., etc.
Dios las bendiga…
Evangelio según San Lucas 8,1-3.
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
COMENTARIO
a) En el grupo que acompañaba a Jesús durante sus viajes de predicación, además de los doce apóstoles había también varias mujeres.
Jesús evangelizaba. La palabra "evangelio" viene del griego: "eu", bueno, y "angelion", mensaje, noticia. La Buena Noticia. En esta misión se hacía ayudar de un grupo de discípulos.
Ayer se nos hablaba de la mujer anónima, con fama de pecadora, que obtuvo el perdón y dio muestras de gratitud y amor hacia Jesús. Hoy se añade un detalle que a nosotros nos puede parecer normal, pero no lo era en su tiempo. Nunca un rabino admitía a mujeres en el grupo de sus discípulos. Jesús, Sí. Eran mujeres a las que había curado de alguna enfermedad o mal espíritu, y "le ayudaban con sus bienes".
Lucas nos transmite el nombre de varias de ellas.
b) ¡Cuántas veces aparecen las mujeres en el evangelio con una actitud positiva y admirable! Baste recordar las que estuvieron cerca de él en el momento más trágico, al pie de la cruz, junto con María, su madre. Y que luego fueron las primeras que tuvieron la alegría de ver al Resucitado y anunciarlo a los demás.
Son un buen símbolo de las incontables mujeres que, a lo largo de los siglos, han dado en la Iglesia testimonio de una fe recia y generosa: religiosas, laicas, misioneras, catequistas, madres de familia, enfermeras, maestras... Que ayudaron a Jesús en vida y que colaboran eficazmente en la misión de la Iglesia, cada una desde su situación, entregando su tiempo, su trabajo y también su ayuda económica. La primera persona europea que creyó en Cristo, por la predicación de Pablo, fue una mujer: Lidia (Hch 16).
Deberíamos ser más abiertos en nuestra idea teológica y social de Iglesia: no es comunidad de puros y santos, sino también de personas pecadoras y débiles, como en el evangelio se ve, tanto en cuanto a las mujeres como a los hombres (baste recordar las actuaciones de algunos de los apóstoles). No es comunidad sólo de mayores, sino también de jóvenes y niños. No sólo de hombres, sino también de mujeres. No de una sola raza o lengua, sino pluralista.
En la Iglesia, aunque no se vea actualmente la posibilidad de admitir a las mujeres al ministerio ordenado (diáconos, presbíteros, obispos), es bueno que recordemos que lo principal lo tenemos en común, la fe y la misión evangelizadora. Jesús dijo: "¿quién es mi madre y mis hermanos? El que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica". Y en eso las mujeres han sido, ya desde el principio (la Virgen Maria: "hágase en mi según tu palabra") las que más ejemplo nos han dado a toda la comunidad. No serán obispos ni párrocos, como tampoco las que acompañaban a Jesús fueron elegidas y enviadas como apóstoles, pero las mujeres cristianas, religiosas o laicas, siguen realizando una misión hermosísima y meritoria en la vida de la comunidad.
Es interesante recordar que, en la lenta y progresiva valoración de la mujer por parte de la Iglesia, Pablo VI nombró a dos mujeres insignes "doctoras de la Iglesia", santa Teresa de Jesús y santa Catalina de Siena, y últimamente Juan Pablo II hizo lo mismo con santa Teresa del Niño Jesús.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 82-86
El Evangelio de hoy (viernes 24º. del T.O.) nos narra cómo, en contravía de lo que acostumbraban los rabinos de la época, Jesús no excluye a las mujeres del círculo de sus discípulos.
Es una oportunidad para reconocer la labor fundamental que han realizado incontables mujeres en la vida de la Iglesia. Pasan por nuestra mente muchísimas de ellas –encabezadas por la Virgen María-, Santa Mónica, Teresa de Lisieux, Teresa de Calcuta, Clara de Asís, Bernardita Soubirous, Catalina de Siena, Catalina Labouré, Santa Cecilia, Edith Stein, la madre Angélica (de EWTN), Chiara Lubich (fundadora de los Focolares)…
Un listado preliminar nos habla de 878 santas mujeres, reconocidas como tales por la Iglesia, pero son innumerables las que de manera silenciosa y abnegada han trabajado y siguen trabajando por la causa de Cristo y el Evangelio. Muchas han sido mártires, fundadoras e integrantes de comunidades religiosas, de organizaciones laicales; formadoras, enfermeras, escritoras, poetisas, doctoras, vírgenes, reinas y plebeyas, amas de casa, solteras y casadas, madres e hijas, trabajadoras de fábricas y de oficinas, hospitales y clínicas, orfanatos y ancianatos, colegios y universidades, talleres y albergues, campos y ciudades, laboratorios y centros de investigación, almacenes y centros de acopio, huertos y sembrados, capillas y conventos, coros y oratorios, etc., etc.
Dios las bendiga…
Evangelio según San Lucas 8,1-3.
Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
COMENTARIO
a) En el grupo que acompañaba a Jesús durante sus viajes de predicación, además de los doce apóstoles había también varias mujeres.
Jesús evangelizaba. La palabra "evangelio" viene del griego: "eu", bueno, y "angelion", mensaje, noticia. La Buena Noticia. En esta misión se hacía ayudar de un grupo de discípulos.
Ayer se nos hablaba de la mujer anónima, con fama de pecadora, que obtuvo el perdón y dio muestras de gratitud y amor hacia Jesús. Hoy se añade un detalle que a nosotros nos puede parecer normal, pero no lo era en su tiempo. Nunca un rabino admitía a mujeres en el grupo de sus discípulos. Jesús, Sí. Eran mujeres a las que había curado de alguna enfermedad o mal espíritu, y "le ayudaban con sus bienes".
Lucas nos transmite el nombre de varias de ellas.
b) ¡Cuántas veces aparecen las mujeres en el evangelio con una actitud positiva y admirable! Baste recordar las que estuvieron cerca de él en el momento más trágico, al pie de la cruz, junto con María, su madre. Y que luego fueron las primeras que tuvieron la alegría de ver al Resucitado y anunciarlo a los demás.
Son un buen símbolo de las incontables mujeres que, a lo largo de los siglos, han dado en la Iglesia testimonio de una fe recia y generosa: religiosas, laicas, misioneras, catequistas, madres de familia, enfermeras, maestras... Que ayudaron a Jesús en vida y que colaboran eficazmente en la misión de la Iglesia, cada una desde su situación, entregando su tiempo, su trabajo y también su ayuda económica. La primera persona europea que creyó en Cristo, por la predicación de Pablo, fue una mujer: Lidia (Hch 16).
Deberíamos ser más abiertos en nuestra idea teológica y social de Iglesia: no es comunidad de puros y santos, sino también de personas pecadoras y débiles, como en el evangelio se ve, tanto en cuanto a las mujeres como a los hombres (baste recordar las actuaciones de algunos de los apóstoles). No es comunidad sólo de mayores, sino también de jóvenes y niños. No sólo de hombres, sino también de mujeres. No de una sola raza o lengua, sino pluralista.
En la Iglesia, aunque no se vea actualmente la posibilidad de admitir a las mujeres al ministerio ordenado (diáconos, presbíteros, obispos), es bueno que recordemos que lo principal lo tenemos en común, la fe y la misión evangelizadora. Jesús dijo: "¿quién es mi madre y mis hermanos? El que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica". Y en eso las mujeres han sido, ya desde el principio (la Virgen Maria: "hágase en mi según tu palabra") las que más ejemplo nos han dado a toda la comunidad. No serán obispos ni párrocos, como tampoco las que acompañaban a Jesús fueron elegidas y enviadas como apóstoles, pero las mujeres cristianas, religiosas o laicas, siguen realizando una misión hermosísima y meritoria en la vida de la comunidad.
Es interesante recordar que, en la lenta y progresiva valoración de la mujer por parte de la Iglesia, Pablo VI nombró a dos mujeres insignes "doctoras de la Iglesia", santa Teresa de Jesús y santa Catalina de Siena, y últimamente Juan Pablo II hizo lo mismo con santa Teresa del Niño Jesús.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 82-86
jueves, 17 de septiembre de 2009
DIOS NOS PERDONARÁ TANTO COMO HAYAMOS AMADO
¡Amor y paz!
Amar y ser perdonado. Confesar la propia debilidad y agradecer la grandeza del Señor es lo que debe hacer el buen cristiano, con humildad, con generosidad, con mucho amor. ¡Pobre corazón humano cuando, en vez de ser generoso, se carcome de hipocresía y egoísmo!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves 24º. del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 7,36-50.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!". Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él. "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien". Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor". Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
COMENTARIO
Muchos de los contemporáneos de Jesús querían alcanzar la salvación por medio del estricto cumplimiento de la ley. Por eso, evitaban todo contacto con las personas que eran consideradas impuras: extranjeros, enfermos y pecadores; llevaban rigurosamente el descanso del sábado: no cocinaban, no comerciaban, no caminaban. Esta manera de actuar les creaba la falsa seguridad de que ya estaban salvados.
Jesús permanentemente cuestionaba esta forma de vivir la experiencia de Dios. Para él, lo más importante era el amor al hermano, al pecador e, incluso, al enemigo. Las verdaderas personas de Dios eran aquellas personas capaces de convertirse en fuente de vida para los demás.
En la casa del fariseo «Simón» se le presentó una ocasión propicia para mostrar el modo de actuar de Dios. Simón menosprecia a Jesús porque lo considera incapaz de rechazar a la mujer impura que le acaricia los pies. Jesús, descubriendo sus pensamientos le propone una parábola.
La parábola describe la generosidad de un hombre que perdona a sus deudores. El que le debía más es quién debe manifestar mayor agradecimiento. Con esto pone en evidencia el engreimiento en que había caído Simón. Los radicales se consideraban a sí mismos los hombres justos y negaban con su actitud el perdón de Dios a los demás.
Jesús lo llama a la conversión, al cambio de mentalidad. Le señala cómo lo más importante no es la rígida disciplina religiosa, sino el amor y el agradecimiento. Por esto, Jesús anuncia el perdón de Dios a la mujer. Ella no había escogido el camino de la autojustificación, sino el camino de la humildad y el reconocimiento del propio pecado.
Servicio Bíblico Latinoamericano
www.mercaba.org
Amar y ser perdonado. Confesar la propia debilidad y agradecer la grandeza del Señor es lo que debe hacer el buen cristiano, con humildad, con generosidad, con mucho amor. ¡Pobre corazón humano cuando, en vez de ser generoso, se carcome de hipocresía y egoísmo!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el evangelio y el comentario, en este jueves 24º. del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 7,36-50.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!". Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él. "Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien". Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor". Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados". Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?". Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".
COMENTARIO
Muchos de los contemporáneos de Jesús querían alcanzar la salvación por medio del estricto cumplimiento de la ley. Por eso, evitaban todo contacto con las personas que eran consideradas impuras: extranjeros, enfermos y pecadores; llevaban rigurosamente el descanso del sábado: no cocinaban, no comerciaban, no caminaban. Esta manera de actuar les creaba la falsa seguridad de que ya estaban salvados.
Jesús permanentemente cuestionaba esta forma de vivir la experiencia de Dios. Para él, lo más importante era el amor al hermano, al pecador e, incluso, al enemigo. Las verdaderas personas de Dios eran aquellas personas capaces de convertirse en fuente de vida para los demás.
En la casa del fariseo «Simón» se le presentó una ocasión propicia para mostrar el modo de actuar de Dios. Simón menosprecia a Jesús porque lo considera incapaz de rechazar a la mujer impura que le acaricia los pies. Jesús, descubriendo sus pensamientos le propone una parábola.
La parábola describe la generosidad de un hombre que perdona a sus deudores. El que le debía más es quién debe manifestar mayor agradecimiento. Con esto pone en evidencia el engreimiento en que había caído Simón. Los radicales se consideraban a sí mismos los hombres justos y negaban con su actitud el perdón de Dios a los demás.
Jesús lo llama a la conversión, al cambio de mentalidad. Le señala cómo lo más importante no es la rígida disciplina religiosa, sino el amor y el agradecimiento. Por esto, Jesús anuncia el perdón de Dios a la mujer. Ella no había escogido el camino de la autojustificación, sino el camino de la humildad y el reconocimiento del propio pecado.
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miércoles, 16 de septiembre de 2009
¿ACOJO A CRISTO O LO ELUDO CON EXCUSAS?
¡Amor y paz!
Bien dicen que quien no desea hacer algo busca excusas; mientras que quien lo quiere encuentra los medios. O también: "Palo porque bogas y palo porque no bogas". El razonamiento del innoble resulta caprichoso y ciego: se obstina en rechazar a una persona o a una propuesta, sin detenerse a mirar su conveniencia. Algún 'pero' le encuentran a la hora de eludirlo.
Así ocurrió y sigue ocurriendo con Jesús. ¿Cómo reaccionamos ante su mensaje?¿Manifestamos interés o siempre encontramos disculpas para hacernos los desentendidos, como diciendo “Eso no es conmigo”? “¿Ese mensaje es para otros?”.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la vigésimocuarta semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 7,31-35.
¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'. Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos".
COMENTARIO
a) El episodio de los niños que invitan con su música a otros niños no se puede entender sin hacer referencia a la escena anterior, que no se ha leído en esta selección de lecturas: el pasaje en que Jesús alaba a Juan Bautista y se lamenta de que algunos, los fariseos y escribas, no le aceptan.
Por tanto, no acogen bien ni a Juan ni a Jesús. Uno es austero. El otro, come y bebe con normalidad. Pero hay siempre excusas para no dar crédito a su mensaje. Al uno le tildan de fanático. Al otro, de comilón y "amigo de pecadores". Aunque haya curado al criado del centurión y resucitado al hijo de la viuda de Naín, no lo aceptan.
La comparación de los dos grupos de niños es expresiva: ni con música alegre ni con triste consiguen unos que los otros colaboren. Cuando no se quiere a una persona, se encuentran con facilidad excusas para no hacer caso de lo que nos propone.
b) Eso mismo nos puede pasar a nosotros, en pasiva y en activa. A la comunidad cristiana -desde sus responsables últimos, el Papa o los Obispos, hasta aquella familia que vive en un piso de la misma escalera dando ejemplo de vida cristiana íntegra- se la rechaza muchas veces, desacreditándola por cualquier motivo. Hay personas siempre críticas, con mecanismos de defensa contra todo. Como decía Jesús de los fariseos, ni entran ni dejan entrar. En el fondo, lo que pasa es que resulta incómodo el testimonio de alguien y por eso se le persigue o se le ridiculiza. Es muy antiguo eso de no creer y de no aceptar lo que Cristo o su Iglesia proponen.
Pero también, por desgracia, podemos hacer lo mismo nosotros con los demás. Cuando no nos interesa aceptar un mensaje, sacamos excusas -a veces ridículas o contradictorias- para justificar de alguna manera nuestra negativa a aceptarlo. Eso puede pasar en nuestra vida de cada día, en esa sutil y complicada relación interpersonal que sucede en toda vida comunitaria: si nos invitan a fiesta, mal, y si nos sugieren duelo, peor. Podemos llegar a ser caprichosos en extremo en nuestras reacciones de cerrazón y sordera voluntaria, a veces por un instinto continuado de contradicción a lo que dicen los demás.
Ya dijo Jesús que sólo "los discípulos de la Sabiduría" entienden estas cosas, los de corazón sencillo y humilde, los que no están llenos de sí mismos.
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 75-78
www.mercaba.org
Bien dicen que quien no desea hacer algo busca excusas; mientras que quien lo quiere encuentra los medios. O también: "Palo porque bogas y palo porque no bogas". El razonamiento del innoble resulta caprichoso y ciego: se obstina en rechazar a una persona o a una propuesta, sin detenerse a mirar su conveniencia. Algún 'pero' le encuentran a la hora de eludirlo.
Así ocurrió y sigue ocurriendo con Jesús. ¿Cómo reaccionamos ante su mensaje?¿Manifestamos interés o siempre encontramos disculpas para hacernos los desentendidos, como diciendo “Eso no es conmigo”? “¿Ese mensaje es para otros?”.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este miércoles de la vigésimocuarta semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 7,31-35.
¿Con quién puedo comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'. Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!'. Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos".
COMENTARIO
a) El episodio de los niños que invitan con su música a otros niños no se puede entender sin hacer referencia a la escena anterior, que no se ha leído en esta selección de lecturas: el pasaje en que Jesús alaba a Juan Bautista y se lamenta de que algunos, los fariseos y escribas, no le aceptan.
Por tanto, no acogen bien ni a Juan ni a Jesús. Uno es austero. El otro, come y bebe con normalidad. Pero hay siempre excusas para no dar crédito a su mensaje. Al uno le tildan de fanático. Al otro, de comilón y "amigo de pecadores". Aunque haya curado al criado del centurión y resucitado al hijo de la viuda de Naín, no lo aceptan.
La comparación de los dos grupos de niños es expresiva: ni con música alegre ni con triste consiguen unos que los otros colaboren. Cuando no se quiere a una persona, se encuentran con facilidad excusas para no hacer caso de lo que nos propone.
b) Eso mismo nos puede pasar a nosotros, en pasiva y en activa. A la comunidad cristiana -desde sus responsables últimos, el Papa o los Obispos, hasta aquella familia que vive en un piso de la misma escalera dando ejemplo de vida cristiana íntegra- se la rechaza muchas veces, desacreditándola por cualquier motivo. Hay personas siempre críticas, con mecanismos de defensa contra todo. Como decía Jesús de los fariseos, ni entran ni dejan entrar. En el fondo, lo que pasa es que resulta incómodo el testimonio de alguien y por eso se le persigue o se le ridiculiza. Es muy antiguo eso de no creer y de no aceptar lo que Cristo o su Iglesia proponen.
Pero también, por desgracia, podemos hacer lo mismo nosotros con los demás. Cuando no nos interesa aceptar un mensaje, sacamos excusas -a veces ridículas o contradictorias- para justificar de alguna manera nuestra negativa a aceptarlo. Eso puede pasar en nuestra vida de cada día, en esa sutil y complicada relación interpersonal que sucede en toda vida comunitaria: si nos invitan a fiesta, mal, y si nos sugieren duelo, peor. Podemos llegar a ser caprichosos en extremo en nuestras reacciones de cerrazón y sordera voluntaria, a veces por un instinto continuado de contradicción a lo que dicen los demás.
Ya dijo Jesús que sólo "los discípulos de la Sabiduría" entienden estas cosas, los de corazón sencillo y humilde, los que no están llenos de sí mismos.
J. ALDAZABAL
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Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 75-78
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martes, 15 de septiembre de 2009
MARÍA, MADRE DE LOS AFLIGIDOS
¡Amor y paz!
La soledad es una de las penas más profundas de los seres humanos, pues hemos nacido para vivir en compañía. Y hoy, aun en medio del impresionante despliegue tecnológico de las telecomunicaciones, muchos hermanos nuestros son víctimas de la soledad. Tantos, que el Movimiento Fratres fue ideado para auxiliar a los solitarios, a los que sufren de exclusión afectiva.
María Santísima también tuvo que soportar ese sufrimiento de la separación y de la soledad, pero lo hizo con amor, con fe, con serenidad interior. Oremos para que Ella interceda ante su divino Hijo con el fin de que a través de Fratres sepamos ser consuelo y compañía para nuestros hermanos acongojados y solitarios.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y a contemplar en su día a la Virgen de los Dolores, fiel, con sublime amor de Madre, al pie de la cruz.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 19,25-27.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
ESCUCHA, MARÍA
Escucha, María, sonríe feliz
desde tantas estatuas
con Cristo o sin él.
El joven que duda,
el niño sin padres,
el viejo olvidado,
sabrán que tú estás.
Escucha, María, el grito y la voz
de los que sufrieron
la persecución
por ser más fraternos
y más evangélicos:
semilla del pueblo,
cosecha de Dios.
Escucha, María, preséntale a Dios
la ignorancia extrema
y todo el dolor,
el llanto y el hambre
de amor y de paz,
el miedo y la angustia,
la falta de pan.
Escucha, María, amiga serás
de aquel joven solo
que busca calor,
que crea posible
vivir la utopía,
que sea posible
seguir a Jesús
Escucha, María, nos visitarás
y traerás palabras
en tu corazón,
Jesús se hará vivo
en nuestras opciones
y haremos contigo
el rostro de Dios.
Fuente: http://www.fmsmediterranea.com/documentos/cancionero_mariano.pdf
La soledad es una de las penas más profundas de los seres humanos, pues hemos nacido para vivir en compañía. Y hoy, aun en medio del impresionante despliegue tecnológico de las telecomunicaciones, muchos hermanos nuestros son víctimas de la soledad. Tantos, que el Movimiento Fratres fue ideado para auxiliar a los solitarios, a los que sufren de exclusión afectiva.
María Santísima también tuvo que soportar ese sufrimiento de la separación y de la soledad, pero lo hizo con amor, con fe, con serenidad interior. Oremos para que Ella interceda ante su divino Hijo con el fin de que a través de Fratres sepamos ser consuelo y compañía para nuestros hermanos acongojados y solitarios.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y a contemplar en su día a la Virgen de los Dolores, fiel, con sublime amor de Madre, al pie de la cruz.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 19,25-27.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
ESCUCHA, MARÍA
Escucha, María, sonríe feliz
desde tantas estatuas
con Cristo o sin él.
El joven que duda,
el niño sin padres,
el viejo olvidado,
sabrán que tú estás.
Escucha, María, el grito y la voz
de los que sufrieron
la persecución
por ser más fraternos
y más evangélicos:
semilla del pueblo,
cosecha de Dios.
Escucha, María, preséntale a Dios
la ignorancia extrema
y todo el dolor,
el llanto y el hambre
de amor y de paz,
el miedo y la angustia,
la falta de pan.
Escucha, María, amiga serás
de aquel joven solo
que busca calor,
que crea posible
vivir la utopía,
que sea posible
seguir a Jesús
Escucha, María, nos visitarás
y traerás palabras
en tu corazón,
Jesús se hará vivo
en nuestras opciones
y haremos contigo
el rostro de Dios.
Fuente: http://www.fmsmediterranea.com/documentos/cancionero_mariano.pdf
lunes, 14 de septiembre de 2009
LLEVAR LA CRUZ ES ACOGER SIN RESERVAS EL PLAN DE DIOS
¡Amor y paz!
La cruz no es un producto muy cotizado en nuestros días. A comienzo del tercer milenio de la era cristiana, lo que más se busca y anhela es el bienestar, el placer. Y sin embargo, muchas veces nos encontramos con hombres y mujeres hastiados, incluso heridos, por la vida. Personas que lo han disfrutado todo, lo han experimentado todo, y sin embargo, son seres profundamente infelices.
Nos hemos olvidado del signo del cristiano, que es la cruz. La hemos domesticado. No nos impresiona. Incluso es un adorno para nuestras casas o nuestro cuerpo. Y precisamente ahí, en ese olvido de la cruz, está el inicio de nuestro vacío interior.
Los invito, hermanos, a que leamos y meditemos el Evangelio y luego el comentario, en este lunes en que celebramos la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 3,13-17.
Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
COMENTARIO
En el día de la Cruz, la liturgia nos presenta un texto del evangelio de Juan, lleno de contenido simbólico, cuya comprensión sólo se entiende a la luz del Antiguo Testamento. En este texto, el evangelista Juan expone la realidad del Mesías, que ha bajado del cielo, indicando de este modo que la condición divina del Hijo del hombre no procede de su condición humana ni es el resultado de su desarrollo personal, sino que se debe a la plenitud del Espíritu que ha recibido de lo alto. El hombre no puede alcanzar la plenitud, si no es en comunión con Dios, fuente de la vida.
El evangelista establece un paralelo con el libro de los Números (21,8), donde se cuenta que Moisés, ante una plaga de serpientes venenosas, fabricó por indicación de Dios una serpiente de bronce y la levantó en un poste. Quien era mordido, al mirar a la serpiente alzada, quedaba curado, o según la expresión hebrea, “vivía”, “seguía vivo”.
Por ese paralelo “ser levantado en alto” indica una seña destinada a ser vista y mirada (contemplada) y, al mismo tiempo, la localización de una fuerza salvadora, de una fuente de vida. En el caso de la serpiente, se obtenía la vida física; en el del Hijo del hombre, que es levantado en alto en la cruz, la vida definitiva, que significa no solamente la vida después de la muerte, sino una vida de calidad divina de la que goza el hombre ya durante su existencia mortal.
Jesús, portador y dador de esta vida, se presenta de este modo como el prototipo de la nueva humanidad, indicando que lo que salva a los hombres de la muerte es fijar la mirada en el modelo de Hombre, que es Jesús, aspirar a la plenitud humana que resplandece en esa figura que, levantada en alto, destacará sobre todos y será el polo de atracción para la humanidad.
Es en el crucificado, en esa figura levantada en alto, donde llega a su culmen el proyecto divino, el Hombre Dios, donde se desvela la capacidad inmensa de amor de Dios, su entrega sin límites a los hombres, para dar vida y librar de la muerte, de la muerte en vida y de la muerte final a todo el que se adhiere a él y fija en él su mirada para poner en práctica su mensaje.
Servicio Bíblico Latinoamericano 2004
www.mercaba.org
La cruz no es un producto muy cotizado en nuestros días. A comienzo del tercer milenio de la era cristiana, lo que más se busca y anhela es el bienestar, el placer. Y sin embargo, muchas veces nos encontramos con hombres y mujeres hastiados, incluso heridos, por la vida. Personas que lo han disfrutado todo, lo han experimentado todo, y sin embargo, son seres profundamente infelices.
Nos hemos olvidado del signo del cristiano, que es la cruz. La hemos domesticado. No nos impresiona. Incluso es un adorno para nuestras casas o nuestro cuerpo. Y precisamente ahí, en ese olvido de la cruz, está el inicio de nuestro vacío interior.
Los invito, hermanos, a que leamos y meditemos el Evangelio y luego el comentario, en este lunes en que celebramos la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Juan 3,13-17.
Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo. De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
COMENTARIO
En el día de la Cruz, la liturgia nos presenta un texto del evangelio de Juan, lleno de contenido simbólico, cuya comprensión sólo se entiende a la luz del Antiguo Testamento. En este texto, el evangelista Juan expone la realidad del Mesías, que ha bajado del cielo, indicando de este modo que la condición divina del Hijo del hombre no procede de su condición humana ni es el resultado de su desarrollo personal, sino que se debe a la plenitud del Espíritu que ha recibido de lo alto. El hombre no puede alcanzar la plenitud, si no es en comunión con Dios, fuente de la vida.
El evangelista establece un paralelo con el libro de los Números (21,8), donde se cuenta que Moisés, ante una plaga de serpientes venenosas, fabricó por indicación de Dios una serpiente de bronce y la levantó en un poste. Quien era mordido, al mirar a la serpiente alzada, quedaba curado, o según la expresión hebrea, “vivía”, “seguía vivo”.
Por ese paralelo “ser levantado en alto” indica una seña destinada a ser vista y mirada (contemplada) y, al mismo tiempo, la localización de una fuerza salvadora, de una fuente de vida. En el caso de la serpiente, se obtenía la vida física; en el del Hijo del hombre, que es levantado en alto en la cruz, la vida definitiva, que significa no solamente la vida después de la muerte, sino una vida de calidad divina de la que goza el hombre ya durante su existencia mortal.
Jesús, portador y dador de esta vida, se presenta de este modo como el prototipo de la nueva humanidad, indicando que lo que salva a los hombres de la muerte es fijar la mirada en el modelo de Hombre, que es Jesús, aspirar a la plenitud humana que resplandece en esa figura que, levantada en alto, destacará sobre todos y será el polo de atracción para la humanidad.
Es en el crucificado, en esa figura levantada en alto, donde llega a su culmen el proyecto divino, el Hombre Dios, donde se desvela la capacidad inmensa de amor de Dios, su entrega sin límites a los hombres, para dar vida y librar de la muerte, de la muerte en vida y de la muerte final a todo el que se adhiere a él y fija en él su mirada para poner en práctica su mensaje.
Servicio Bíblico Latinoamericano 2004
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domingo, 13 de septiembre de 2009
¿QUIÉN ES JESÚS PARA TI? ¿QUÉ SIGNIFICA SEGUIRLO?
¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y luego el comentario, en este domingo de la XXIV semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 8,27-35.
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
COMENTARIO
1. Quién es Jesús...
El evangelio de este domingo lo podemos dividir en dos partes: en la primera, Jesús se revela a sí mismo y nos dice quién es él y cómo debemos pensarlo y concebirlo. En la segunda, él mismo indica quiénes somos nosotros en cuanto seguidores suyos, qué implica seguirlo y cuándo alguien puede llamarse su discípulo. Esta segunda parte se refiere al verdadero rostro del cristiano.
Mientras Jesús se dirigía hacia la ciudad de Cesarea de Filipo, ciudad construida en el nacimiento del Jordán como homenaje del rey Filipo al César romano, creyó oportuno hacerles a los discípulos la gran pregunta: Qué pensaban de él. La proximidad de la ciudad levantada en homenaje al dominador del pueblo judío, con sus templos paganos y su estilo de vida tan opuesto al ideal judío, parecía casi insinuar la pregunta y poner sobre el tapete la cuestión del Mesías. ¿Hasta cuándo el pueblo de Dios continuaría dominado bajo el yugo romano? ¿Es que Dios se había olvidado de los suyos? ¿No había venido ya Juan, cual nuevo Elías, preparando el camino al Enviado de Dios? ¿No tenía Jesús todas las apariencias y toda la popularidad necesaria como para iniciar la guerra santa y poner en marcha los tiempos mesiánicos?
Seguramente Jesús adivinó aquellos pensamientos que quisieron hacer eclosión después de la multiplicación de los panes, y él mismo introdujo la pregunta; pero no quiso interpelarlos ex abrupto, así que comenzó rodeando el problema con una pregunta introductoria: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ya conocemos la respuesta. Pero la pregunta puesta en boca de Jesús es, de alguna manera, la pregunta que siempre la Iglesia hizo mirando a su alrededor: ¿Qué se piensa en el mundo sobre Cristo? ¿Cómo lo ven los demás pueblos? ¿Qué se opina sobre él en un país cristiano por tradición?
El gran misterio de este texto no está en la incredulidad de los de fuera, sino en la resistencia que la misma Iglesia pone a Jesús como Mesías sufriente y humilde. Tan cierto es esto que -según relato de Marcos- Pedro se enfadó mucho con Jesús, se sintió profundamente defraudado por palabras tan peregrinas, y entonces lo tomó aparte y lo reprendió por lo que estaba diciendo; le discutió ese punto de vista que, bajo ningún aspecto, estaba dispuesto a aceptar.
La tentación demoníaca se ha hecho carne en la comunidad cristiana y tiene ya una precisa formulación. Hay que rechazar toda forma de cristianismo sufriente, hay que oponerse a que seamos perseguidos por la fe, hay que concluir con las formas humildes y pacíficas. Queremos seguir a Cristo Rey y queremos el poder, tanto el político como el religioso. Queremos gobernar el mundo con el cetro de Cristo; necesitamos bienes y riquezas para expandir el Evangelio y demostrar así quién es el más fuerte y quién el más rico. Si triunfamos, es porque Dios nos bendice...
Ninguno de nosotros ignora que, a lo largo de los siglos, la Iglesia estuvo sometida a la tentación de este Satanás que tan solapada y subrepticiamente se ha escurrido en el templo, en las curias, en las parroquias, en las congregaciones religiosas, en las instituciones cristianas, en la literatura religiosa y en los catecismos. La página de hoy de Marcos es una voz de alarma: ¡Cuidado! ¡Satanás se ha infiltrado en la Iglesia para que rechacemos al Cristo de la humildad, del dolor y de la pobreza! También puede haberse infiltrado en esta pequeña comunidad que hoy está aquí reunida. De aquí la pregunta de Jesús: «¿Quién decís que soy yo?»
2. Quién es discípulo de Jesús
En la segunda parte del texto evangélico, Jesús se dirige no sólo a los apóstoles, sino a toda la multitud de gente que quiera seguirlo. En pocas palabras, nos traza un ideario cristiano que no puede ser otro que el mismo ideario de Jesucristo.
-- «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo». El que quiera seguirme... Cada uno debe elegir entre los pensamientos de Dios y los pensamientos de los hombres sobre el Mesías. Es razonable pensar que haya otras formas más fáciles de vivir una religión; también hay otras maneras de encarar la misión de la Iglesia en el mundo. Jesús no ejercerá el poder para obligarnos a una forma u otra. La decisión la debe tomar cada uno desde su interior. Seguir a Jesús, a este Jesús tal cual él se presenta, debe ser un acto libre y consciente. Debe ser el fruto de una decisión personal. Supone que analicemos el problema, que estudiemos el Evangelio, que comprendamos las palabras de Jesús y que escuchemos otras doctrinas. Y después, decidirnos. Mas quien quiera seguirlo, que sepa que deberá hacerlo de acuerdo con el modo indicado por el mismo Jesús. No podemos fabricar un cristianismo sin este Cristo.
Que se niegue a sí mismo... Renunciar a algo es abandonar una cosa por otra considerada mejor. Pues bien, Jesús nos dice que quien quiera ser su discípulo, debe negarse, renunciar a sí mismo. No sólo a unas horas por el día o a tal descanso, sino a todo, las 24 horas de todos los días.
Alguno podrá pensar que esto ya es inaceptable, pues nos alienaría totalmente. ¿Acaso no se ha afirmado que el cristianismo valora la persona humana y quiere el crecimiento total del hombre? ¿Cómo conciliar dicha afirmación con esta otra de que nos tenemos que renunciar y negar a nosotros mismos? La objeción no es nueva y la respuesta no es tan simple.
En efecto, si la expresión «negarse a sí mismo» significara: anularse a uno mismo como persona, no ser capaz de tomar una decisión, esperar que alguien piense y decida por nosotros, someternos incondicionalmente a la autoridad religiosa y otras cosas por el estilo, es obvio que ningún hombre digno podría aceptarla. Porque de nada nos vale que nos libremos de tal o cual dominación -llámese del pecado o de Satanás- para caer bajo la esclavitud de Dios o de la Iglesia. Un cambio de amo no nos haría más libres. Sin embargo, si hay un dato por demás claro en los evangelios, es que Jesús nos trae la plena libertad como personas y como comunidad. Veamos, entonces, si desde este ángulo arrojamos luz sobre el texto en cuestión.
Jesús ha rechazado como venido del mismo Satanás el reproche de Pedro y su insinuación para que asumiera su mesianismo como una forma de poder. El poder es un «pensamiento de los hombres, no de Dios», es la fuerza que nos esclaviza, el dios que nos aliena. El poder bajo sus diversas formas -político, religioso, económico, social- nos exige la total entrega, impidiendo de esta manera que nos podamos sentir personas libres.
Todo régimen opresor aliena al hombre. Mas hay una particularidad: cuando nos adherimos a esas formas de poder -por ejemplo, del dinero o del status-, no nos damos cuenta de que estamos bajo su dominio; a tal punto nos identificamos con ese poder, que llegamos a tener la ilusión de que somos más en la medida que más disponemos de ese poder. Nos creemos, por ejemplo, más personas por tener más dinero, un cargo importante o un título profesional. Es una trampa sutil, porque el enemigo está dentro de nosotros y se hace pasar por nosotros mismos.
Es que toda tentación externa tiene su aliado en algo que está dentro del hombre: su egoísmo. El egoísmo nos aprisiona y nos traiciona. Pedro y los demás apóstoles corrieron el riesgo de traicionar a Dios y su plan redentor, por egoísmo; Judas traiciona a Jesús por egoísmo; y por egoísmo podemos traicionar a la esposa, a los hijos, a un amigo o a la comunidad entera. Por lo tanto, es inútil pensar en la liberación del hombre -en una liberación de algo exterior al hombre- si no comenzamos por la liberación interior. Digamos que Satanás no sólo se ha infiltrado en la Iglesia como comunidad, sino en cada uno de sus miembros. Y es en el interior de cada uno donde ha de librarse la primera y principal batalla.
Siguiendo estas reflexiones, tratemos de descubrir el sentido de la expresión: «Que se niegue a sí mismo.»
El pensamiento de Jesús es realmente genial en este pasaje. La vida humana se nos presenta como un enigma que descifrar: ¿Cómo ser libre y feliz? Aparentemente, la respuesta es: afirmando nuestro ego, convirtiéndonos en el centro, acaparando, dominando a los otros para que nos sirvan. Y la respuesta es la inversa: la enigmática respuesta del Hombre Nuevo que nos trae la libertad interior: demos muerte al enemigo que está dentro y desaparecerán todos los enemigos.
--«Que cargue con su cruz y que me siga, porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará.» El enigma de la vida continúa. Las apariencias vuelven a engañarnos. Nada peor y más humillante que nos carguen con una cruz. Y Jesús lo confirma: que nadie te cargue una cruz. Tómala tú mismo. La cruz es un modo de encarar la vida, y ese modo debe ser aceptado desde el corazón. Tomar la cruz es preguntarse cada día: ¿En qué puedo servir a mi hermano? ¿Qué debo dar hoy? ¿Cómo puedo engendrar vida en quien la necesita? Hay quienes se aferran de tal modo a sí mismos, que salvar su vida es su ideal. Todo es pensado y vivido en función de su egoísmo. Para Cristo, ese hombre está perdido; es un pobre hombre.
El discípulo de Jesús arriesga todo por su ideal. Si Cristo lo libera interiormente, justo es que por esa libertad lo arriesgue todo, hasta la misma vida. En efecto, ¿qué valor puede tener una vida sin libertad interior? Dicho lo mismo con otras palabras: hay vivir y vivir, hay vida y vida.
Hay dos maneras de encarar la existencia. El cristiano se decide por la forma de Cristo, aquella que sacrifica todo, que renuncia a todo, por la libertad de amar sin medida. Es la forma más arriesgada, más exigente y más comprometida. Pero está la otra forma... Y en el medio estamos nosotros. El que quiera, dice Jesús, que me siga... La cruz ya está armada, pero nadie nos podrá cargar con ella. Debe tomarla uno mismo. Si uno deja que se la impongan, es un esclavo cristiano. Esclavo al fin... Si no la toma, es esclavo de sí mismo. Si la toma, morirá en ella. Morirá como hombre libre. Esa es la paradoja...
SANTOS BENETTI
EL PROYECTO CRISTIANO. Ciclo B. 3º
EDICIONES PAULINAS.MADRID 1978.Págs. 258 ss.
Los invito, hermanos, a leer y meditar el Evangelio y luego el comentario, en este domingo de la XXIV semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Marcos 8,27-35.
Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas". "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro respondió: "Tú eres el Mesías". Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad. Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres". Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
COMENTARIO
1. Quién es Jesús...
El evangelio de este domingo lo podemos dividir en dos partes: en la primera, Jesús se revela a sí mismo y nos dice quién es él y cómo debemos pensarlo y concebirlo. En la segunda, él mismo indica quiénes somos nosotros en cuanto seguidores suyos, qué implica seguirlo y cuándo alguien puede llamarse su discípulo. Esta segunda parte se refiere al verdadero rostro del cristiano.
Mientras Jesús se dirigía hacia la ciudad de Cesarea de Filipo, ciudad construida en el nacimiento del Jordán como homenaje del rey Filipo al César romano, creyó oportuno hacerles a los discípulos la gran pregunta: Qué pensaban de él. La proximidad de la ciudad levantada en homenaje al dominador del pueblo judío, con sus templos paganos y su estilo de vida tan opuesto al ideal judío, parecía casi insinuar la pregunta y poner sobre el tapete la cuestión del Mesías. ¿Hasta cuándo el pueblo de Dios continuaría dominado bajo el yugo romano? ¿Es que Dios se había olvidado de los suyos? ¿No había venido ya Juan, cual nuevo Elías, preparando el camino al Enviado de Dios? ¿No tenía Jesús todas las apariencias y toda la popularidad necesaria como para iniciar la guerra santa y poner en marcha los tiempos mesiánicos?
Seguramente Jesús adivinó aquellos pensamientos que quisieron hacer eclosión después de la multiplicación de los panes, y él mismo introdujo la pregunta; pero no quiso interpelarlos ex abrupto, así que comenzó rodeando el problema con una pregunta introductoria: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ya conocemos la respuesta. Pero la pregunta puesta en boca de Jesús es, de alguna manera, la pregunta que siempre la Iglesia hizo mirando a su alrededor: ¿Qué se piensa en el mundo sobre Cristo? ¿Cómo lo ven los demás pueblos? ¿Qué se opina sobre él en un país cristiano por tradición?
El gran misterio de este texto no está en la incredulidad de los de fuera, sino en la resistencia que la misma Iglesia pone a Jesús como Mesías sufriente y humilde. Tan cierto es esto que -según relato de Marcos- Pedro se enfadó mucho con Jesús, se sintió profundamente defraudado por palabras tan peregrinas, y entonces lo tomó aparte y lo reprendió por lo que estaba diciendo; le discutió ese punto de vista que, bajo ningún aspecto, estaba dispuesto a aceptar.
La tentación demoníaca se ha hecho carne en la comunidad cristiana y tiene ya una precisa formulación. Hay que rechazar toda forma de cristianismo sufriente, hay que oponerse a que seamos perseguidos por la fe, hay que concluir con las formas humildes y pacíficas. Queremos seguir a Cristo Rey y queremos el poder, tanto el político como el religioso. Queremos gobernar el mundo con el cetro de Cristo; necesitamos bienes y riquezas para expandir el Evangelio y demostrar así quién es el más fuerte y quién el más rico. Si triunfamos, es porque Dios nos bendice...
Ninguno de nosotros ignora que, a lo largo de los siglos, la Iglesia estuvo sometida a la tentación de este Satanás que tan solapada y subrepticiamente se ha escurrido en el templo, en las curias, en las parroquias, en las congregaciones religiosas, en las instituciones cristianas, en la literatura religiosa y en los catecismos. La página de hoy de Marcos es una voz de alarma: ¡Cuidado! ¡Satanás se ha infiltrado en la Iglesia para que rechacemos al Cristo de la humildad, del dolor y de la pobreza! También puede haberse infiltrado en esta pequeña comunidad que hoy está aquí reunida. De aquí la pregunta de Jesús: «¿Quién decís que soy yo?»
2. Quién es discípulo de Jesús
En la segunda parte del texto evangélico, Jesús se dirige no sólo a los apóstoles, sino a toda la multitud de gente que quiera seguirlo. En pocas palabras, nos traza un ideario cristiano que no puede ser otro que el mismo ideario de Jesucristo.
-- «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo». El que quiera seguirme... Cada uno debe elegir entre los pensamientos de Dios y los pensamientos de los hombres sobre el Mesías. Es razonable pensar que haya otras formas más fáciles de vivir una religión; también hay otras maneras de encarar la misión de la Iglesia en el mundo. Jesús no ejercerá el poder para obligarnos a una forma u otra. La decisión la debe tomar cada uno desde su interior. Seguir a Jesús, a este Jesús tal cual él se presenta, debe ser un acto libre y consciente. Debe ser el fruto de una decisión personal. Supone que analicemos el problema, que estudiemos el Evangelio, que comprendamos las palabras de Jesús y que escuchemos otras doctrinas. Y después, decidirnos. Mas quien quiera seguirlo, que sepa que deberá hacerlo de acuerdo con el modo indicado por el mismo Jesús. No podemos fabricar un cristianismo sin este Cristo.
Que se niegue a sí mismo... Renunciar a algo es abandonar una cosa por otra considerada mejor. Pues bien, Jesús nos dice que quien quiera ser su discípulo, debe negarse, renunciar a sí mismo. No sólo a unas horas por el día o a tal descanso, sino a todo, las 24 horas de todos los días.
Alguno podrá pensar que esto ya es inaceptable, pues nos alienaría totalmente. ¿Acaso no se ha afirmado que el cristianismo valora la persona humana y quiere el crecimiento total del hombre? ¿Cómo conciliar dicha afirmación con esta otra de que nos tenemos que renunciar y negar a nosotros mismos? La objeción no es nueva y la respuesta no es tan simple.
En efecto, si la expresión «negarse a sí mismo» significara: anularse a uno mismo como persona, no ser capaz de tomar una decisión, esperar que alguien piense y decida por nosotros, someternos incondicionalmente a la autoridad religiosa y otras cosas por el estilo, es obvio que ningún hombre digno podría aceptarla. Porque de nada nos vale que nos libremos de tal o cual dominación -llámese del pecado o de Satanás- para caer bajo la esclavitud de Dios o de la Iglesia. Un cambio de amo no nos haría más libres. Sin embargo, si hay un dato por demás claro en los evangelios, es que Jesús nos trae la plena libertad como personas y como comunidad. Veamos, entonces, si desde este ángulo arrojamos luz sobre el texto en cuestión.
Jesús ha rechazado como venido del mismo Satanás el reproche de Pedro y su insinuación para que asumiera su mesianismo como una forma de poder. El poder es un «pensamiento de los hombres, no de Dios», es la fuerza que nos esclaviza, el dios que nos aliena. El poder bajo sus diversas formas -político, religioso, económico, social- nos exige la total entrega, impidiendo de esta manera que nos podamos sentir personas libres.
Todo régimen opresor aliena al hombre. Mas hay una particularidad: cuando nos adherimos a esas formas de poder -por ejemplo, del dinero o del status-, no nos damos cuenta de que estamos bajo su dominio; a tal punto nos identificamos con ese poder, que llegamos a tener la ilusión de que somos más en la medida que más disponemos de ese poder. Nos creemos, por ejemplo, más personas por tener más dinero, un cargo importante o un título profesional. Es una trampa sutil, porque el enemigo está dentro de nosotros y se hace pasar por nosotros mismos.
Es que toda tentación externa tiene su aliado en algo que está dentro del hombre: su egoísmo. El egoísmo nos aprisiona y nos traiciona. Pedro y los demás apóstoles corrieron el riesgo de traicionar a Dios y su plan redentor, por egoísmo; Judas traiciona a Jesús por egoísmo; y por egoísmo podemos traicionar a la esposa, a los hijos, a un amigo o a la comunidad entera. Por lo tanto, es inútil pensar en la liberación del hombre -en una liberación de algo exterior al hombre- si no comenzamos por la liberación interior. Digamos que Satanás no sólo se ha infiltrado en la Iglesia como comunidad, sino en cada uno de sus miembros. Y es en el interior de cada uno donde ha de librarse la primera y principal batalla.
Siguiendo estas reflexiones, tratemos de descubrir el sentido de la expresión: «Que se niegue a sí mismo.»
El pensamiento de Jesús es realmente genial en este pasaje. La vida humana se nos presenta como un enigma que descifrar: ¿Cómo ser libre y feliz? Aparentemente, la respuesta es: afirmando nuestro ego, convirtiéndonos en el centro, acaparando, dominando a los otros para que nos sirvan. Y la respuesta es la inversa: la enigmática respuesta del Hombre Nuevo que nos trae la libertad interior: demos muerte al enemigo que está dentro y desaparecerán todos los enemigos.
--«Que cargue con su cruz y que me siga, porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará.» El enigma de la vida continúa. Las apariencias vuelven a engañarnos. Nada peor y más humillante que nos carguen con una cruz. Y Jesús lo confirma: que nadie te cargue una cruz. Tómala tú mismo. La cruz es un modo de encarar la vida, y ese modo debe ser aceptado desde el corazón. Tomar la cruz es preguntarse cada día: ¿En qué puedo servir a mi hermano? ¿Qué debo dar hoy? ¿Cómo puedo engendrar vida en quien la necesita? Hay quienes se aferran de tal modo a sí mismos, que salvar su vida es su ideal. Todo es pensado y vivido en función de su egoísmo. Para Cristo, ese hombre está perdido; es un pobre hombre.
El discípulo de Jesús arriesga todo por su ideal. Si Cristo lo libera interiormente, justo es que por esa libertad lo arriesgue todo, hasta la misma vida. En efecto, ¿qué valor puede tener una vida sin libertad interior? Dicho lo mismo con otras palabras: hay vivir y vivir, hay vida y vida.
Hay dos maneras de encarar la existencia. El cristiano se decide por la forma de Cristo, aquella que sacrifica todo, que renuncia a todo, por la libertad de amar sin medida. Es la forma más arriesgada, más exigente y más comprometida. Pero está la otra forma... Y en el medio estamos nosotros. El que quiera, dice Jesús, que me siga... La cruz ya está armada, pero nadie nos podrá cargar con ella. Debe tomarla uno mismo. Si uno deja que se la impongan, es un esclavo cristiano. Esclavo al fin... Si no la toma, es esclavo de sí mismo. Si la toma, morirá en ella. Morirá como hombre libre. Esa es la paradoja...
SANTOS BENETTI
EL PROYECTO CRISTIANO. Ciclo B. 3º
EDICIONES PAULINAS.MADRID 1978.Págs. 258 ss.
sábado, 12 de septiembre de 2009
OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES
¡Amor y paz!
Al finalizar su discurso de la llanura, Jesús pide a sus discípulos ser coherentes en la vida y les dice que no bastan las palabras para ser sus seguidores, ya que lo que cuentan son las acciones. No bastará con invocar al Señor o escuchar su Palabra, sino que es necesario hacer lo que Él nos pide.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la semana 23ª. del tiempo ordinario.
Dios los bendiga..
Evangelio según San Lucas 6,43-49.
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Por qué ustedes me llaman: 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande".
COMENTARIO
a) Las comparaciones que ponía Jesús, tomadas de la vida diaria, eran muy expresivas para transmitir sus enseñanzas. Hoy son dos: la del árbol que da frutos buenos o malos, y la del edificio que se apoya en roca o en tierra.
Los árboles se conocen por sus frutos, no por su apariencia. Las zarzas no dan higos.
Así las personas: "el que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal".
El futuro de un edificio depende en gran parte de dónde se apoyan sus cimientos. Si sobre roca o sobre tierra o arena. En el primer caso la casa aguantará embestidas y crecidas. En el otro, no. Lo mismo pasa en las personas, según construyan su personalidad sobre valores sólidos o sobre apariencias. Es como un comentario a las antítesis de las bienaventuranzas que Jesús nos dictó el miércoles de esta misma semana.
b) ¡Qué sabiduría y qué retrato tan exacto de nuestra vida nos ofrecen estas frases!
"Lo que rebosa del corazón, lo habla la boca". Cuando nuestras palabras son amargas, es que está rezumando amargura nuestro corazón. Cuando las palabras son amables, es que el corazón está lleno de bondad y eso es lo que aparece hacia fuera. Tenemos motivos de examen de conciencia, al final del día, si recordamos las varias intervenciones que hemos tenido durante la jornada.
Lo mismo con el otro símil de la construcción. A veces el edificio de nuestra personalidad -la fachada exterior- aparece muy llamativo y prometedor. Pero no hemos puesto cimientos, o los hemos puesto sobre bases no consistentes: el gusto, la moda, el interés. No sobre algo permanente: la Palabra de Dios. ¿Nos extrañaremos de que estos edificios -nuestras propias vidas, o las de otros, que parecían muy seguras- se "derrumben desplomándose"?
Siempre estamos a tiempo para corregir desviaciones. ¿Cómo tenemos el corazón? ¿es estéril, malo, lleno de orgullo? Entonces nuestras obras serán estériles y malignas.
¿Trabajamos por cultivar sentimientos internos de misericordia, de humildad, de paz?
Entonces nuestras obras irán siendo también benignas y edificantes. Tenemos que cuidar y examinar nuestro corazón, que es la raíz de las palabras y de las obras.
También podemos hacernos la pregunta de cómo construimos nuestro porvenir. Sea cual sea nuestra edad, ¿podemos decir que estamos poniendo la base de nuestro edificio en valores firmes, en la Palabra de Dios? ¿o en modas pasajeras y en el gusto del momento? ¿cuidamos sólo la fachada o sobre todo la interioridad?
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 60-64
www.mercaba.org
Al finalizar su discurso de la llanura, Jesús pide a sus discípulos ser coherentes en la vida y les dice que no bastan las palabras para ser sus seguidores, ya que lo que cuentan son las acciones. No bastará con invocar al Señor o escuchar su Palabra, sino que es necesario hacer lo que Él nos pide.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este sábado de la semana 23ª. del tiempo ordinario.
Dios los bendiga..
Evangelio según San Lucas 6,43-49.
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca. ¿Por qué ustedes me llaman: 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida. En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande".
COMENTARIO
a) Las comparaciones que ponía Jesús, tomadas de la vida diaria, eran muy expresivas para transmitir sus enseñanzas. Hoy son dos: la del árbol que da frutos buenos o malos, y la del edificio que se apoya en roca o en tierra.
Los árboles se conocen por sus frutos, no por su apariencia. Las zarzas no dan higos.
Así las personas: "el que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal".
El futuro de un edificio depende en gran parte de dónde se apoyan sus cimientos. Si sobre roca o sobre tierra o arena. En el primer caso la casa aguantará embestidas y crecidas. En el otro, no. Lo mismo pasa en las personas, según construyan su personalidad sobre valores sólidos o sobre apariencias. Es como un comentario a las antítesis de las bienaventuranzas que Jesús nos dictó el miércoles de esta misma semana.
b) ¡Qué sabiduría y qué retrato tan exacto de nuestra vida nos ofrecen estas frases!
"Lo que rebosa del corazón, lo habla la boca". Cuando nuestras palabras son amargas, es que está rezumando amargura nuestro corazón. Cuando las palabras son amables, es que el corazón está lleno de bondad y eso es lo que aparece hacia fuera. Tenemos motivos de examen de conciencia, al final del día, si recordamos las varias intervenciones que hemos tenido durante la jornada.
Lo mismo con el otro símil de la construcción. A veces el edificio de nuestra personalidad -la fachada exterior- aparece muy llamativo y prometedor. Pero no hemos puesto cimientos, o los hemos puesto sobre bases no consistentes: el gusto, la moda, el interés. No sobre algo permanente: la Palabra de Dios. ¿Nos extrañaremos de que estos edificios -nuestras propias vidas, o las de otros, que parecían muy seguras- se "derrumben desplomándose"?
Siempre estamos a tiempo para corregir desviaciones. ¿Cómo tenemos el corazón? ¿es estéril, malo, lleno de orgullo? Entonces nuestras obras serán estériles y malignas.
¿Trabajamos por cultivar sentimientos internos de misericordia, de humildad, de paz?
Entonces nuestras obras irán siendo también benignas y edificantes. Tenemos que cuidar y examinar nuestro corazón, que es la raíz de las palabras y de las obras.
También podemos hacernos la pregunta de cómo construimos nuestro porvenir. Sea cual sea nuestra edad, ¿podemos decir que estamos poniendo la base de nuestro edificio en valores firmes, en la Palabra de Dios? ¿o en modas pasajeras y en el gusto del momento? ¿cuidamos sólo la fachada o sobre todo la interioridad?
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 60-64
www.mercaba.org
viernes, 11 de septiembre de 2009
¿PUEDE UN CIEGO AYUDAR A OTRO CIEGO?
¡Amor y paz!
Continúa Jesús el ‘sermón de la llanura’, y esta vez las advertencias son para quienes pretendemos ser guías de otros. Porque fácilmente vemos los defectos de nuestros hermanos, pero mostramos una gran habilidad para disimular los nuestros.
Por eso se nos ocurre hacer de guías de otros, cuando los que necesitamos orientación somos nosotros. Y queremos hacer de maestros, cuando no hemos acabado de aprender.
Como siempre, el Evangelio tiene algo que decirnos a todos. Los invito a leerlo y meditarlo, en este viernes de la 23ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 6,39-42.
Les hizo también esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
COMENTARIO
El Señor en este pasaje nos pone en estado de alerta contra el juicio temerario e injusto. Él quiere que actuemos con un corazón sencillo y que sólo a Dios dirijamos nuestra mirada. Puesto que el verdadero móvil de muchas acciones se nos escapa, sería temerario hacer juicios sobre ellas. Los que más prontamente y de manera temeraria juzgan y censuran a los demás son los que prefieren condenar antes que corregir y conducir al bien, y esto denota orgullo y mezquindad...
Un hombre, por ejemplo, peca por cólera, tú le reprendes con odio. La misma distancia hay entre la cólera y el odio que entre la mota y la viga. El odio es una cólera inveterada que, con el tiempo, ha tomado esta gran dimensión y que, justamente, merece el nombre de viga. Puede ocurrirte que te encolerices, deseando corregir, pero el odio no corrige jamás.... Primeramente echa lejos de ti el odio: después podrás corregir al que amas.
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia. Explicación del Sermón de la montaña, 19, 63
©Evangelizo.org 2001-2009
Continúa Jesús el ‘sermón de la llanura’, y esta vez las advertencias son para quienes pretendemos ser guías de otros. Porque fácilmente vemos los defectos de nuestros hermanos, pero mostramos una gran habilidad para disimular los nuestros.
Por eso se nos ocurre hacer de guías de otros, cuando los que necesitamos orientación somos nosotros. Y queremos hacer de maestros, cuando no hemos acabado de aprender.
Como siempre, el Evangelio tiene algo que decirnos a todos. Los invito a leerlo y meditarlo, en este viernes de la 23ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 6,39-42.
Les hizo también esta comparación: "¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo? El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro. ¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo', tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
COMENTARIO
El Señor en este pasaje nos pone en estado de alerta contra el juicio temerario e injusto. Él quiere que actuemos con un corazón sencillo y que sólo a Dios dirijamos nuestra mirada. Puesto que el verdadero móvil de muchas acciones se nos escapa, sería temerario hacer juicios sobre ellas. Los que más prontamente y de manera temeraria juzgan y censuran a los demás son los que prefieren condenar antes que corregir y conducir al bien, y esto denota orgullo y mezquindad...
Un hombre, por ejemplo, peca por cólera, tú le reprendes con odio. La misma distancia hay entre la cólera y el odio que entre la mota y la viga. El odio es una cólera inveterada que, con el tiempo, ha tomado esta gran dimensión y que, justamente, merece el nombre de viga. Puede ocurrirte que te encolerices, deseando corregir, pero el odio no corrige jamás.... Primeramente echa lejos de ti el odio: después podrás corregir al que amas.
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte) y doctor de la Iglesia. Explicación del Sermón de la montaña, 19, 63
©Evangelizo.org 2001-2009
jueves, 10 de septiembre de 2009
JESÚS NOS PIDE AMAR A LOS ENEMIGOS
¡Amor y paz!
Continuamos hoy escrutando los criterios de Dios, que se oponen diametralmente a los del mundo. Porque éste nos ha acostumbrado a responder al mal con mal, a amar a quien nos ama, a vengarnos y no olvidar las ofensas, a prestar con interés, a ser reconocidos cuando hacemos el bien. Pero ¡Jesús nos pide amar a los enemigos y hacer el bien a los que nos odian!
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 23ª semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 6,27-38.
Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".
COMENTARIO
a) Si las bienaventuranzas de ayer eran paradójicas y sorprendentes, no lo son menos las exhortaciones de Jesús que leemos hoy: "amad a vuestros enemigos". La enseñanza central de Jesús es el amor.
Es como si la cuarta bienaventuranza ("dichosos cuando os odien y os insulten") la desarrollara aparte. El estilo de actuación que él pide de los suyos es en verdad cuesta arriba:
- amad a vuestros enemigos,
- haced el bien a los que os odian,
- bendecid a los que os maldicen,
- orad por los que os injurian,
- al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra,
- al que te quite la capa, déjale también la túnica...
La lista es impresionante. Y Jesús, con sus recursos pedagógicos de antítesis y reiteraciones, concreta todavía más: si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?; si hacéis el bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?; si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis?
b) Esta página del evangelio es de ésas que tienen el inconveniente de que se entienden demasiado. Lo que cuesta es cumplirlas, adecuar nuestro estilo de vida a esta enseñanza de Jesús, que, además, es lo que él cumplía el primero.
Después de escuchar esto, ¿podemos volver a las andadas en nuestra relación con los demás? ¿nos seguiremos creyendo buenos cristianos a pesar de no vernos demasiado bien retratados en estas palabras de Jesús? ¿podremos rezar tranquilamente, en el Padrenuestro, aquello de "perdónanos como nosotros perdonamos"?
Jesús nos propone dos claves, a cual más expresiva y exigente, para que midamos nuestra capacidad de bondad y amor:
- "tratad a los demás como queréis que ellos os traten"; es una medida comprometedora, en positivo, porque nosotros sí queremos que nos traten así; y, en negativo, un aviso: "la medida que uséis la usarán con vosotros";
- "sed compasivos como vuestro Padre es compasivo"; cuando amamos de veras, gratuitamente, seremos "hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos".
Desde luego, los cristianos tenemos de parte de nuestro Maestro un programa casi heroico, una asignatura difícil, en la línea de las bienaventuranzas de ayer. Saludar al que no nos saluda. Poner buena cara al que sabemos que habla mal de nosotros. Tener buen corazón con todos. No sólo no vengarnos, sino positivamente hacer el bien. Poner la otra mejilla. Prestar sin esperar devolución. No juzgar. No condenar. Perdonar...
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 6
Tiempo Ordinario. Semanas 22-34
Barcelona 1997. Págs. 52-56
www.mercaba.org
Continuamos hoy escrutando los criterios de Dios, que se oponen diametralmente a los del mundo. Porque éste nos ha acostumbrado a responder al mal con mal, a amar a quien nos ama, a vengarnos y no olvidar las ofensas, a prestar con interés, a ser reconocidos cuando hacemos el bien. Pero ¡Jesús nos pide amar a los enemigos y hacer el bien a los que nos odian!
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este jueves de la 23ª semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 6,27-38.
Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".
COMENTARIO
a) Si las bienaventuranzas de ayer eran paradójicas y sorprendentes, no lo son menos las exhortaciones de Jesús que leemos hoy: "amad a vuestros enemigos". La enseñanza central de Jesús es el amor.
Es como si la cuarta bienaventuranza ("dichosos cuando os odien y os insulten") la desarrollara aparte. El estilo de actuación que él pide de los suyos es en verdad cuesta arriba:
- amad a vuestros enemigos,
- haced el bien a los que os odian,
- bendecid a los que os maldicen,
- orad por los que os injurian,
- al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra,
- al que te quite la capa, déjale también la túnica...
La lista es impresionante. Y Jesús, con sus recursos pedagógicos de antítesis y reiteraciones, concreta todavía más: si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?; si hacéis el bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?; si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis?
b) Esta página del evangelio es de ésas que tienen el inconveniente de que se entienden demasiado. Lo que cuesta es cumplirlas, adecuar nuestro estilo de vida a esta enseñanza de Jesús, que, además, es lo que él cumplía el primero.
Después de escuchar esto, ¿podemos volver a las andadas en nuestra relación con los demás? ¿nos seguiremos creyendo buenos cristianos a pesar de no vernos demasiado bien retratados en estas palabras de Jesús? ¿podremos rezar tranquilamente, en el Padrenuestro, aquello de "perdónanos como nosotros perdonamos"?
Jesús nos propone dos claves, a cual más expresiva y exigente, para que midamos nuestra capacidad de bondad y amor:
- "tratad a los demás como queréis que ellos os traten"; es una medida comprometedora, en positivo, porque nosotros sí queremos que nos traten así; y, en negativo, un aviso: "la medida que uséis la usarán con vosotros";
- "sed compasivos como vuestro Padre es compasivo"; cuando amamos de veras, gratuitamente, seremos "hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos".
Desde luego, los cristianos tenemos de parte de nuestro Maestro un programa casi heroico, una asignatura difícil, en la línea de las bienaventuranzas de ayer. Saludar al que no nos saluda. Poner buena cara al que sabemos que habla mal de nosotros. Tener buen corazón con todos. No sólo no vengarnos, sino positivamente hacer el bien. Poner la otra mejilla. Prestar sin esperar devolución. No juzgar. No condenar. Perdonar...
J. ALDAZABAL
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Barcelona 1997. Págs. 52-56
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miércoles, 9 de septiembre de 2009
LOS CRITERIOS DE DIOS VS. LOS DEL MUNDO
¡Amor y paz!
Tras descender Jesús de la montaña, donde eligió a los doce apóstoles, Lucas empieza hoy (miércoles 23 del T.O.) "el sermón de la llanura", que leeremos hasta al sábado, y que recoge diversas enseñanzas de Jesús, como había hecho Mateo en el "sermón de la montaña". Sólo que las bienaventuranzas de Lucas son distintas a las de Mateo. Las de este evangelista son ocho, mientras que las de aquel son cuatro y otras tantas lamentaciones.
Jesús llama "felices y dichosos" a cuatro clases de personas: los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los que son perseguidos por causa de su fe. Pero se lamenta y dedica su "ay" a los ricos, los que están saciados, los que ríen y los que son adulados por el mundo.
Dios los bendiga..
Evangelio según San Lucas 6,20-26.
Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
COMENTARIO
Jesús proclama su mensaje en el monte o en el llano. La revelación de Dios traspasa los habituales lugares sagrados como el templo o el monte Sinaí e interpela al hombre en cualquier espacio.
Jesús se dirige a la multitud de discípulos que lo siguen y confían en él. Son hombres, mujeres y niños pobres venidos de todas partes. Han perdido todo y sólo les queda su esperanza en Dios. A ellos les dice: dichosos ustedes que no han visto su pobreza como un obstáculo para disfrutar de la felicidad que trae el Reino. Estas palabras son una contradicción flagrante contra la mentalidad vigente. Para la ideología impuesta por los poderosos, únicamente son felices los que poseen tierras, dinero y cosas. Jesús tiene bien claro que las cosas, las tierras y la riqueza no pueden hacer feliz al hombre.
Jesús felicita a los pobres que lo acompañan porque ellos no han fincado su esperanza en el poder, el prestigio o el dinero. Y los felicita porque se diferencian de mucha gente pobre que tenía sus esperanzas de felicidad en el derrocamiento de los ricos.
Los discípulos de Jesús no eligen estos caminos y se centran en la realización concreta de la justicia, la paz y el amor. Esta nueva opción los hace auténticamente felices, aquí y ahora. En cambio, los que viven para la riqueza, la satisfacción egoísta de sus intereses, y el goce hedonista de la vida no tendrán otra alegría sino los falsos placeres que estas cosas proporcionan.
Hoy necesitamos preguntarnos a quién van dirigidas las bienaventuranzas. Estas sólo pueden germinar en la vida de aquellos seguidores de Jesús que en la actualidad viven con alegría su opción por el evangelio. Aquellos que han comprendido que la pobreza es algo más que la austeridad y que la alegría es algo más que la diversión.
SERVICIO BIBLICO LATINOAMERICANO
www.mercaba.org
Tras descender Jesús de la montaña, donde eligió a los doce apóstoles, Lucas empieza hoy (miércoles 23 del T.O.) "el sermón de la llanura", que leeremos hasta al sábado, y que recoge diversas enseñanzas de Jesús, como había hecho Mateo en el "sermón de la montaña". Sólo que las bienaventuranzas de Lucas son distintas a las de Mateo. Las de este evangelista son ocho, mientras que las de aquel son cuatro y otras tantas lamentaciones.
Jesús llama "felices y dichosos" a cuatro clases de personas: los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los que son perseguidos por causa de su fe. Pero se lamenta y dedica su "ay" a los ricos, los que están saciados, los que ríen y los que son adulados por el mundo.
Dios los bendiga..
Evangelio según San Lucas 6,20-26.
Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!
COMENTARIO
Jesús proclama su mensaje en el monte o en el llano. La revelación de Dios traspasa los habituales lugares sagrados como el templo o el monte Sinaí e interpela al hombre en cualquier espacio.
Jesús se dirige a la multitud de discípulos que lo siguen y confían en él. Son hombres, mujeres y niños pobres venidos de todas partes. Han perdido todo y sólo les queda su esperanza en Dios. A ellos les dice: dichosos ustedes que no han visto su pobreza como un obstáculo para disfrutar de la felicidad que trae el Reino. Estas palabras son una contradicción flagrante contra la mentalidad vigente. Para la ideología impuesta por los poderosos, únicamente son felices los que poseen tierras, dinero y cosas. Jesús tiene bien claro que las cosas, las tierras y la riqueza no pueden hacer feliz al hombre.
Jesús felicita a los pobres que lo acompañan porque ellos no han fincado su esperanza en el poder, el prestigio o el dinero. Y los felicita porque se diferencian de mucha gente pobre que tenía sus esperanzas de felicidad en el derrocamiento de los ricos.
Los discípulos de Jesús no eligen estos caminos y se centran en la realización concreta de la justicia, la paz y el amor. Esta nueva opción los hace auténticamente felices, aquí y ahora. En cambio, los que viven para la riqueza, la satisfacción egoísta de sus intereses, y el goce hedonista de la vida no tendrán otra alegría sino los falsos placeres que estas cosas proporcionan.
Hoy necesitamos preguntarnos a quién van dirigidas las bienaventuranzas. Estas sólo pueden germinar en la vida de aquellos seguidores de Jesús que en la actualidad viven con alegría su opción por el evangelio. Aquellos que han comprendido que la pobreza es algo más que la austeridad y que la alegría es algo más que la diversión.
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martes, 8 de septiembre de 2009
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, VIRGEN MARÍA!
¡Amor y paz!
Hoy celebra la Iglesia la Natividad de la Santísima Virgen María. Una oportunidad para honrar a nuestra Madre.
Los invito a leer y meditar el Evangelio que se nos propone para este día.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 1,1-16.18-23.
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".
COMENTARIO
“Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. De Ana y de Joaquín, oriente de aquella estrella divina, sale su luz clara y digna de ser pura eternamente: el alba más clara y bella no le puede ser igual, que, en con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. No le iguala lumbre alguna de cuantas bordan el cielo, porque es el humilde suelo de sus pies la blanca luna: nace en el suelo tan bella y con luz tan celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella".
Así canta el himno de Laudes de esta fiesta. Y el de vísperas no es menos encantador: "Canten hoy, pues nacéis Vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense desde ahora, para cuando nazca Dios. Canten hoy, pues a ver vienen, nacida su Reina bella, que el fruto que esperan de ella es por quien la gracia tienen. Digan, Señora, de Vos, que habéis de ser su Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios".
Y el día de su fiesta la saluda la Liturgia: "Celebramos el nacimiento de la Virgen María... Celebramos con gozo... ¿Quién es ésta que se asoma como alba? Cantamos de todo corazón la gloria de Cristo, en esta festividad del Nacimiento de la Virgen María... Hoy es el Nacimiento de María Santísima, cuya vida ilustra de esplendor a todas las Iglesias... Hoy ha nacido la Virgen María del linaje de David. Por ella vino la salvación del mundo a los creyentes, y por su vida gloriosa todo el orbe quedó iluminado... Tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunció la alegría de todo el mundo..”. Todos los textos de la Liturgia de las Horas y de la Eucaristía son piropos a esta Mujer sencilla y humilde, pero a la vez la más grande que jamás vieron los siglos, que acaba de nacer...
¡Felicidades, Madre! Felicidades por Ti, por tu nacimiento. Felicidades, Madre, porque ibas creciendo en el oscuro camino de la fe. Felicidades, Virgen peregrina, porque nos enseñas la ruta de la santidad. Felicidades, Madre, porque un día, un mes, en un lugar, de unos padres... naciste como cualquiera de nosotros y sin embargo de Ti nacería el Salvador del mundo unos años después. Felicidades, la pobre de Nazareth.
Felicidades, Madre, porque todos felicitarán "a la amada, la paloma única, la perfecta". Felicidades, Madre, porque eres la cima, la altura donde reside la divinidad. Felicidades, Madre, porque eres la "Tierra de delicias" como te llama Malaquías. Felicidades, Madre, porque eres la Madre de Dios y mía también.
©Evangelizo.org 2001-2009
Hoy celebra la Iglesia la Natividad de la Santísima Virgen María. Una oportunidad para honrar a nuestra Madre.
Los invito a leer y meditar el Evangelio que se nos propone para este día.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Mateo 1,1-16.18-23.
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros".
COMENTARIO
“Hoy nace una clara estrella, tan divina y celestial, que con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. De Ana y de Joaquín, oriente de aquella estrella divina, sale su luz clara y digna de ser pura eternamente: el alba más clara y bella no le puede ser igual, que, en con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella. No le iguala lumbre alguna de cuantas bordan el cielo, porque es el humilde suelo de sus pies la blanca luna: nace en el suelo tan bella y con luz tan celestial, que, con ser estrella, es tal, que el mismo Sol nace de ella".
Así canta el himno de Laudes de esta fiesta. Y el de vísperas no es menos encantador: "Canten hoy, pues nacéis Vos, los ángeles, gran Señora, y ensáyense desde ahora, para cuando nazca Dios. Canten hoy, pues a ver vienen, nacida su Reina bella, que el fruto que esperan de ella es por quien la gracia tienen. Digan, Señora, de Vos, que habéis de ser su Señora, y ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios".
Y el día de su fiesta la saluda la Liturgia: "Celebramos el nacimiento de la Virgen María... Celebramos con gozo... ¿Quién es ésta que se asoma como alba? Cantamos de todo corazón la gloria de Cristo, en esta festividad del Nacimiento de la Virgen María... Hoy es el Nacimiento de María Santísima, cuya vida ilustra de esplendor a todas las Iglesias... Hoy ha nacido la Virgen María del linaje de David. Por ella vino la salvación del mundo a los creyentes, y por su vida gloriosa todo el orbe quedó iluminado... Tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunció la alegría de todo el mundo..”. Todos los textos de la Liturgia de las Horas y de la Eucaristía son piropos a esta Mujer sencilla y humilde, pero a la vez la más grande que jamás vieron los siglos, que acaba de nacer...
¡Felicidades, Madre! Felicidades por Ti, por tu nacimiento. Felicidades, Madre, porque ibas creciendo en el oscuro camino de la fe. Felicidades, Virgen peregrina, porque nos enseñas la ruta de la santidad. Felicidades, Madre, porque un día, un mes, en un lugar, de unos padres... naciste como cualquiera de nosotros y sin embargo de Ti nacería el Salvador del mundo unos años después. Felicidades, la pobre de Nazareth.
Felicidades, Madre, porque todos felicitarán "a la amada, la paloma única, la perfecta". Felicidades, Madre, porque eres la cima, la altura donde reside la divinidad. Felicidades, Madre, porque eres la "Tierra de delicias" como te llama Malaquías. Felicidades, Madre, porque eres la Madre de Dios y mía también.
©Evangelizo.org 2001-2009
lunes, 7 de septiembre de 2009
LO PERMITIDO: ¿HACER EL BIEN O DEJAR MORIR?
¡Amor y paz!
Gabriel García Márquez denunció en 1994, en su proclama “Por un país al alcance de los niños”, que “En cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas, o para violarlas sin castigo”.
Tal vez a leguleyos como los que menciona el escritor colombiano se refiere Jesús en el Evangelio de hoy. Lo cierto es que Él desafía a escribas y fariseos, en aras de defender la dignidad perdida de los seres humanos.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 23ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 6,6-11.
Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y quédate de pie delante de todos". El se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: "Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
COMENTARIO
No cabe duda de que este pasaje marca un paso en el proceso de confrontación entre Jesús y sus adversarios. Jesús, en esta ocasión, toma la iniciativa y desafía a los letrados y fariseos, quienes se presentan con mala intención. Buscan la manera de prenderlo en un acto que diera pie a una acusación formal.
Por su parte la curación es un bien, ya que la enfermedad es anticipo de la muerte. Omitir un bien es sinónimo de hacer el mal (sería un acto de omisión). Jesús en este caso hace el bien, aunque sea sábado, provocando a aquellos inhumanos intérpretes de la ley, y ellos reaccionan, a falta de razones, indignados y prestos a tomar una medida contra Jesús.
La acción de Jesús nos enseña cómo la ley debe estar al servicio y el bien de toda persona humana. Jesús manda a aquel hombre de la parálisis en el brazo, en pleno sábado, ponerse en medio. Lo sitúa en el centro de la escena y lanza un argumento con fuerte lógica: ¿qué está permitido en sábado, hacerle bien a uno o dejarlo con su mal, salvar una vida o dejarla morir?...
Hoy día se cometen muchos abusos aduciendo pruebas legales. Se condena a uno por robarse un pedazo de pan y se absuelve a otro que se apropió indebidamente de los bienes del Estado. Millones pasan hambre y viven en condiciones infrahumanas por sistemas económicos legales. Mientras más se cumplan ciertas leyes, más personas habrá en el mundo malpasando, en la lucha por la supervivencia. Hacen falta personas libres que den la cara y, como Jesús, pongan en el centro de la escena los rostros de la miseria y pregunten a los interlocutores responsables de esta situación: ¿qué está permitido en este sistema, hacer el bien o dejar morir?...
Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
http://www.mercaba.org/
Gabriel García Márquez denunció en 1994, en su proclama “Por un país al alcance de los niños”, que “En cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas, o para violarlas sin castigo”.
Tal vez a leguleyos como los que menciona el escritor colombiano se refiere Jesús en el Evangelio de hoy. Lo cierto es que Él desafía a escribas y fariseos, en aras de defender la dignidad perdida de los seres humanos.
Los invito a leer y meditar el Evangelio y el comentario, en este lunes de la 23ª. semana del tiempo ordinario.
Dios los bendiga…
Evangelio según San Lucas 6,6-11.
Otro sábado, entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: "Levántate y quédate de pie delante de todos". El se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: "Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
COMENTARIO
No cabe duda de que este pasaje marca un paso en el proceso de confrontación entre Jesús y sus adversarios. Jesús, en esta ocasión, toma la iniciativa y desafía a los letrados y fariseos, quienes se presentan con mala intención. Buscan la manera de prenderlo en un acto que diera pie a una acusación formal.
Por su parte la curación es un bien, ya que la enfermedad es anticipo de la muerte. Omitir un bien es sinónimo de hacer el mal (sería un acto de omisión). Jesús en este caso hace el bien, aunque sea sábado, provocando a aquellos inhumanos intérpretes de la ley, y ellos reaccionan, a falta de razones, indignados y prestos a tomar una medida contra Jesús.
La acción de Jesús nos enseña cómo la ley debe estar al servicio y el bien de toda persona humana. Jesús manda a aquel hombre de la parálisis en el brazo, en pleno sábado, ponerse en medio. Lo sitúa en el centro de la escena y lanza un argumento con fuerte lógica: ¿qué está permitido en sábado, hacerle bien a uno o dejarlo con su mal, salvar una vida o dejarla morir?...
Hoy día se cometen muchos abusos aduciendo pruebas legales. Se condena a uno por robarse un pedazo de pan y se absuelve a otro que se apropió indebidamente de los bienes del Estado. Millones pasan hambre y viven en condiciones infrahumanas por sistemas económicos legales. Mientras más se cumplan ciertas leyes, más personas habrá en el mundo malpasando, en la lucha por la supervivencia. Hacen falta personas libres que den la cara y, como Jesús, pongan en el centro de la escena los rostros de la miseria y pregunten a los interlocutores responsables de esta situación: ¿qué está permitido en este sistema, hacer el bien o dejar morir?...
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