¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes 23 del tiempo ordinario, ciclo b.
Dios nos bendice.
1ª Lectura (1Cor 5,1-8):
Se sabe de buena
tinta que hay un caso de unión ilegítima en vuestra comunidad, y tan grave que
ni los gentiles la toleran: me refiero a ése que vive con la mujer de su padre.
¿Y todavía tenéis humos? Estaría mejor ponerse de luto y pidiendo que el que ha
hecho eso desaparezca de vuestro grupo. Lo que es yo, ausente en el cuerpo pero
presente en espíritu, ya he tomado una decisión como si estuviera presente:
reunidos vosotros en nombre de nuestro Señor Jesús, y yo presente en espíritu,
con el poder de nuestro Señor Jesús, entregar al que ha hecho eso en manos del
diablo; humanamente quedará destrozado, pero así la persona se salvará en el
día del Señor.
Ese orgullo vuestro no tiene razón de ser. ¿No sabéis que un poco de levadura
fermenta toda la masa? Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que
sois panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así
pues, celebramos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de
maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad.
Salmo responsorial: 5
R/. Señor, guíame con tu justicia.
Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu
huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y
traicionero lo aborrece el Señor.
Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, para que
se llenen de gozo los que aman tu nombre.
Versículo antes del Evangelio (Jn 10,27):
Aleluya. Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor, yo las conozco y ellas me siguen. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 6,6-11):
Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero Él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.
Comentario
Hoy, Jesús nos da ejemplo de libertad. Tantísimo hablamos
de ella en nuestros días. Pero, a diferencia de lo que hoy se pregona y hasta
se vive como “libertad”, la de Jesús, es una libertad totalmente asociada y
adherida a la acción del Padre. Él mismo dirá: «Os aseguro que el Hijo del
hombre no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al
Padre; lo que hace el Padre, lo hace el Hijo» (Jn 5,19). Y el Padre sólo obra,
sólo actúa por amor.
El amor no se impone, pero hace actuar, moviliza devolviendo con amplitud la
vida. Aquel mandato de Jesús: «Levántate y ponte ahí en medio» (Lc 6,8) tiene
la fuerza recreadora del que ama, y por la palabra obra. Más aún, el otro:
«Extiende tu mano» (Lc 6,10), que termina logrando el milagro, restablece definitivamente
la fuerza y la vida a lo que estaba débil y muerto. “Salvar” es arrancar de la
muerte, y es la misma palabra que se traduce por “sanar”. Jesús sanando salva
lo que de muerto había en ese pobre hombre enfermo, y eso es un claro signo del
amor de Dios Padre para con sus criaturas. Así, en la nueva creación en donde
el Hijo no hace otra cosa más que lo que ve hacer al Padre, la nueva ley que
imperará será la del amor que se pone por obra, y no la de un descanso que
“inactiva”, incluso, para hacer el bien al hermano necesitado.
Entonces, libertad y amor conjugados son la clave para hoy. Libertad y amor
conjugados a la manera de Jesús. Aquello de «ama y haz lo que quieras» de san
Agustín tiene hoy vigencia plena, para aprender a configurarse totalmente con
Cristo Salvador.
P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)
Evangeli.net
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