¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este martes 6º del Tiempo Ordinario, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Sant 1,12-18):
Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie. A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte. Mis queridos hermanos, no os engañéis. Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni periodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas.
Salmo responsorial: 93
R/. Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor.
Dichoso el hombre a quien tú educas, al que enseñas tu
ley, dándole descanso tras los años duros.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo, ni abandona su heredad: el justo
obtendrá su derecho, y un porvenir los rectos de corazón.
Cuando me parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene;
cuando se multiplican mis preocupaciones, tus consuelos son mi delicia.
Versículo antes del Evangelio (Jn 14,23):
Aleluya. Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mc 8,14-21):
En aquel tiempo, los discípulos se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan. Jesús les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes». Ellos hablaban entre sí que no tenían panes. Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada? ¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿No os acordáis de cuando partí los cinco panes para los cinco mil? ¿Cuántos canastos llenos de trozos recogisteis?». «Doce», le dicen. «Y cuando partí los siete entre los cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de trozos recogisteis?» Le dicen: «Siete». Y continuó: «¿Aún no entendéis?».
Comentario
Hoy —una vez más— vemos la sagacidad del Señor Jesús. Su
actuar es sorprendente, ya que se sale del común de la gente, es original. Él
viene de realizar unos milagros y se está trasladando a otro sector en donde la
Gracia de Dios también debe llegar. En ese contexto de milagros, ante un nuevo
grupo de personas que lo espera, es cuando les advierte: «Abrid los ojos y
guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes» (Mc 8,15),
pues ellos —los fariseos y los de Herodes— no quieren que la Gracia de Dios sea
conocida, y más bien se la pasan cundiendo al mundo de mala levadura, sembrando
cizaña.
La fe no depende de las obras, pues «una fe que nosotros mismos podemos
determinar, no es en absoluto una fe» (Benedicto XVI). Al contrario, son las
obras las que dependen de la fe. Tener una verdadera y autentica fe implica una
fe activa, dinámica; no una fe condicionada y que sólo se queda en lo externo,
en las apariencias, que se va por las ramas… La nuestra debe ser una fe real.
Hay que ver con los ojos de Dios y no con los del hombre pecador: «¿Aún no
comprendéis ni entendéis? ¿Es que tenéis la mente embotada?» (Mc 8,17).
El reino de Dios se expande en el mundo como cuando se coloca una medida de
levadura en la masa; ella crece sin que se sepa cómo. Así debe ser la auténtica
fe, que crece en el amor de Dios. Por tanto, que nada ni nadie nos distraiga
del verdadero encuentro con el Señor y su mensaje salvador. El Señor no pierde
ocasión para enseñar y eso lo sigue haciendo hoy día: «Nos hemos de liberar de
la falsa idea de que la fe ya no tiene nada que decir a los hombres de hoy»
(Benedicto XVI).
Rev. P. Juan Carlos CLAVIJO Cifuentes (Bogotá, Colombia)
Evangeli .net
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