¡Amor y paz!
Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este lunes 1º de Cuaresma, ciclo B.
Dios nos bendice…
1ª Lectura (Lev 19,1-2.11-18):
El Señor habló así a Moisés: «Di a la comunidad de los hijos de Israel: ‘Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No robaréis ni defraudaréis ni os engañaréis unos a otros. No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor. No explotarás a tu prójimo ni le robarás. No dormirá contigo hasta la mañana siguiente el jornal del obrero. No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezo al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor. No daréis sentencias injustas. No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzga con justicia a tu prójimo. No andarás difamando a tu gente, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor. No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor’».
Salmo responsorial: 18
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el
precepto del Señor es fiel e instruye a los ignorantes.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es
límpida y da luz a los ojos.
El temor del Señor es puro y eternamente estable; los mandamientos del Señor
son verdaderos y enteramente justos.
Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de
mi corazón, Señor, Roca mía, Redentor mío.
Versículo antes del Evangelio (2Cor 6,2):
He aquí el tiempo favorable, he aquí ahora el día de la salvación.
Texto del Evangelio (Mt 25,31-46):
En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria
acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.
Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de
los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas
a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su
derecha: ‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de
comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba
desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis
a verme’. Entonces los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te
vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos
enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?’. Y el Rey les dirá: ‘En verdad os
digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me
lo hicisteis’.
»Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apartaos de mí, malditos, al
fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no
me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me
acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me
visitasteis’. Entonces dirán también éstos: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’.
Y él entonces les responderá: ‘En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer
con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo’. E irán
éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna».
Comentario
Hoy se nos recuerda el juicio final, «cuando el Hijo del
hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles» (Mt 25,31), y nos
remarca que dar de comer, beber, vestir... resultan obras de amor para un
cristiano, cuando al hacerlas se sabe ver en ellas al mismo Cristo.
Dice san Juan de la Cruz: «A la tarde te examinarán en el amor. Aprende a amar
a Dios como Dios quiere ser amado y deja tu propia condición». No hacer una
cosa que hay que hacer, en servicio de los otros hijos de Dios y hermanos
nuestros, supone dejar a Cristo sin estos detalles de amor debido: pecados de
omisión.
El Concilio Vaticano II, en la Gaudium et spes, al explicar las exigencias de
la caridad cristiana, que da sentido a la llamada asistencia social, dice: «En
nuestra época, especialmente urge la obligación de hacernos prójimo de
cualquier hombre que sea y de servirlos con afecto, ya se trate de un anciano
abandonado por todos, o de un niño nacido de ilegítima unión que se ve expuesto
a pagar sin razón el pecado que él no ha cometido, o del hambriento que apela a
nuestra conciencia trayéndonos a la memoria las palabras del Señor: ‘Cuanto
hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis’ (Mt
25,40)».
Recordemos que Cristo vive en los cristianos... y nos dice: «Yo estoy con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).
El Concilio Lateranense IV define el juicio final como verdad de fe:
«Jesucristo ha de venir al fin del mundo, para juzgar a vivos y muertos, y para
dar a cada uno según sus obras, tanto a los reprobados como a los elegidos
(...) para recibir según sus obras, buenas o malas: aquellos con el diablo
castigo eterno, y éstos con Cristo gloria eterna».
Pidamos a María que nos ayude en las acciones de servicio a su Hijo en los
hermanos.
Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart (Tarragona, España)
Evangeli. net
No hay comentarios:
Publicar un comentario