sábado, 6 de enero de 2024

“Detrás de mi viene uno que es más fuerte que yo”

 

¡Amor y paz!

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este sábado antes de la Epifanía.

Dios nos bendice…

 

Primera lectura

1Jn 5,5-13 

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan.

QUERIDOS hermanos:
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo.
No solo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre, y el testimonio de los tres es único.
Si aceptamos el testimonio humano, mayor es el testimonio de Dios. Pues este es el testimonio de Dios, que ha dado
testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo.
Quien no cree a Dios lo hace mentiroso, porque no ha cre í do en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.
Les he escrito estas cosas a los que creen en el nombre de Hijo de Dios, para que se den cuenta de que tienen vida eterna.

Palabra de Dios.

 

Salmo

Sal 147,12-13.14-15.19-20 (R. 12a) 

R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

V. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, 
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R . 

V. Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R .

V. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R .

 

Aclamación

R. Aleluya, aleluya, aleluya
V. Jesús proclamaba el evangelio del reino, y curaba toda dolencia del pueblo. R.

 

Evangelio

Mc 1, 7-11 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos

EN aquel tiempo, proclamaba Juan:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo».
Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos:
«Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

Palabra del Señor. 


Pistas para la Lectio Divina

 

Marcos 1, 7-11: Saber quién soy. “Detrás de mi viene uno que es más fuerte que yo”

La semana pasada, el evangelio de Juan nos presentó en forma muy bella y secuencial una serie de testimonios sobre Jesús que nos llevaron a profundizar más acerca de su identidad como:

“Cordero de Dios” (1,29)
“Elegido de Dios” (1,34)
“Maestro” (1,38)
“Mesías – Cristo (1,42)
“Jesús el hijo de José, el de Nazareth” (1,45)
“Hijo de Dios” (1,49)
“Hijo del hombre” (1,49)

Una vez que hemos aclarado quién es Jesús, el evangelista Marcos, cuya lectura iniciamos hoy, pasa a narrarnos en quehacer salvífico de Jesús en Galilea.

En el texto que nos presenta la liturgia, Marcos retoma la figura de Juan Bautista, y más concretamente el episodio del bautismo de Jesús. Ya el lunes de la semana pasada, el mismo Juan bautista, tras la pregunta de los sacerdotes y levitas había contestado abiertamente que él no era el Cristo. (Jn 1,20). Juan tiene muy clara su identidad y su misión. Él no es el Cristo, su tarea ha sido precederle para anunciar su venida, como nos dice el evangelio: “Detrás de mi viene el que es más grande que yo” (1,7). Qué no quede ninguna duda. Jesús es más fuerte que Juan. Aquí no se trata de una fuerza física sino espiritual. Esto lo ratifica al decir que “él mismo no es digno de desatarle la correa de su sandalia” (1,7). Este era un gesto típico del antiguo oriente que lo hacían únicamente los esclavos en relación con su patrón. Aquí Juan se considera mucho menos que un esclavo ante Jesús.

La misma idea quiere darnos a entender Juan cuando dice que él bautiza con agua pero “El que viene detrás” ( 1,7) bautizará en el Espíritu. En realidad, el bautismo de Juan prepara para recibir el bautismo de Jesús.

Marcos hace aparecer entonces la figura de Jesús. Nos dice de dónde viene; de Nazareth y llega al Jordán para ser bautizado por Juan. Al que no se sentía digno de desatarle la correa de la sandalia, se le encomienda ahora la misión de bautizarlo. Aquí el evangelio nos ofrece dos signos claros que nos revelan la dignidad e identidad de Jesús. Dos signos que están estrechamente conectados con dos dimensiones comunicativas del hombre: “ver” y “oír”.

“Vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu Santo en forma de paloma bajaba a él” (1,10). Con frecuencia la liturgia del adviento que acabamos de celebrar, nos traía la expresión “rasgar los cielos y bajar” refiriéndose explícitamente a la salvación de Dios en la figura del Mesías. Aquí indica explícitamente la presencia del Espíritu Santo que desciende. A continuación se oye una voz “Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco” (1,11). Se trata de un momento del todo sublime. Un misterioso momento trinitario. Uno es el bautizado, tres son los presentes: El Espíritu Santo desciende santificando, el Padre habla reconociendo su paternidad y el Hijo recibe el amor y la fuerza que lo lanzan a la misión. Esto nos debería dar la certeza que en todo momento grande en nuestra vida están presentes los Tres, comunidad de amor, enseñándonos cómo se vive profundamente la realidad comunitaria.

Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor. El Señor nos hace un llamado a que pensemos muy seriamente en los compromisos que adquirimos como bautizados.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón.

1. ¿En qué sentido Juan bautista afirma que: ‘Detrás de él viene uno que es más fuerte y él no es digno de desatarle la correa de la sandalia’?

2. ¿Qué efectos ha tenido y tiene en mi la realidad de ser una persona bautizada?

3. Toda comunidad debe ser un reflejo de la comunidad trinitaria. ¿En nuestra familia o en nuestra comunidad cómo podemos vivir esta realidad?

 

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM
Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario