jueves, 25 de mayo de 2023

Que sean perfectamente uno

¡Amor y paz!

 

Los invito, hermanos, a leer y meditar la Palabra de Dios, en este jueves de la 7ª semana de Pascua, ciclo A.

 

Dios nos benduce...

 

PRIMERA LECTURA

 

Lectura de los Hechos de los apóstoles  22, 30; 23, 6-11

 

Queriendo saber con exactitud de qué lo acusaban los judíos, el tribuno le hizo sacar las cadenas, y convocando a los sumos sacerdotes y a todo el Sanedrín, hizo comparecer a Pablo delante de ellos.

Pablo, sabiendo que había dos partidos, el de los saduceos y el de los fariseos, exclamó en medio del Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos, y ahora me están juzgando a causa de nuestra esperanza en la resurrección de los muertos.»

Apenas pronunció estas palabras, surgió una disputa entre fariseos y saduceos, y la asamblea se dividió. Porque los saduceos niegan la resurrección y la existencia de los ángeles y de los espíritus; los fariseos, por el contrario, admiten una y otra cosas.

Se produjo un griterío, y algunos escribas del partido de los fariseos se pusieron de pie y protestaron enérgicamente: «Nosotros no encontramos nada de malo en este hombre. ¿Y si le hubiera hablado algún espíritu o un ángel…?»

Como la disputa se hacía cada vez más violenta, el tribuno, temiendo por la integridad de Pablo, mandó descender a los soldados para que lo sacaran de allí y lo llevaran de nuevo a la fortaleza.

A la mañana siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «Animo, así como has dado testimonio de mí en Jerusalén, también tendrás que darlo en Roma.»

 

Palabra de Dios.

 

SALMO         

 

 Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 (R.: 1)

 

R.        Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.

 

Protégeme, Dios mío,

porque me refugio en ti.

Yo digo al Señor: «Señor, tú eres mi bien.»

El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,

tú decides mi suerte!  R.

 

Bendeciré al Señor que me aconseja,

hasta de noche me instruye mi conciencia!

Tengo siempre presente al Señor:

él está a mi lado, nunca vacilaré.  R.

 

Por eso mi corazón se alegra,

se regocijan mis entrañas

y todo mi ser descansa seguro:

porque no me entregarás la Muerte

ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.  R.

 

Me harás conocer el camino de la vida,

saciándome de gozo en tu presencia,

de felicidad eterna a tu derecha.  R.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según san Juan     17, 20-26

 

Jesús levantó los ojos al cielo y oró diciendo:

«Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.

Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.

Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos.»

 

Palabra del Señor.

 

PARA REFLEXIONAR

  • En Pentecostés, del año 57, Pablo ha llegado a Jerusalén. Los hermanos le anuncian que algunos judíos lo acusan de «incitar» a la traición de las tradiciones de Moisés, abandonando la circuncisión y otros ritos heredados. Estaba orando en el Templo de Jerusalén cuando es perseguido, a los gritos, acusado de enseñar “contra el pueblo, contra la ley y contra este lugar santo”. La policía romana interviene y conduce a Pablo a la fortaleza. Esta vez su cautiverio durará varios años, en Jerusalén, en Cesarea, capital romana de Palestina y después en Roma.
  • El oficial romano, queriendo saber con certeza de qué lo acusaban los judíos, mandó que le quitaran las cadenas, convocó al Gran Consejo e hizo que Pablo compareciera ante ellos.
  • Es una cuestión entre las dos grandes corrientes religiosas de la época: el partido de los Saduceos que no cree en la resurrección y el partido de los Fariseos que cree en ella. La astucia de Pablo lo va a salvar cuando provoca una discusión entre estos dos grupos a tal punto que se olvidan de él.
  • Como la pelea iba creciendo, el oficial romano temiendo que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó a la tropa que lo llevase de nuevo a la fortaleza.
  • Pablo apela al César como ciudadano romano, e invoca su derecho de ser juzgado en Roma. De noche oye en visión la voz del Señor que le da ánimo, para que dé testimonio a favor suyo en Roma.

***

  • Esta es la última plegaria de Jesús antes de entrar en su Pasión: es la intención principal por la que ofrecerá el sacrificio de su vida, es su testamento.
  • Jesús agrandando el horizonte de su comunidad a aquellos que vendrán, ora por la comunidad futura. Su obra debe continuar y el mensaje del Padre y su mensaje, tendrá que ser también el de los discípulos. Este mensaje no puede ser una doctrina aprendida ni una ley externa a la que se está obli­gado.
  • Ruega por sus discípulos y  por cuantos creerán en Él por su palabra. Pide para que los que lo siguen y los que lo seguirán en el futuro sean «uno», como el Padre está en Él, y Él en el Padre, para que el mundo crea que el Padre lo ha enviado.
  • El amor no se puede proponer si no se vive; si no se comunica como experiencia propia. El mensaje vivido es lo que produce la adhesión a Jesús. El mensaje no es una teoría sobre el amor, sino el anuncio de la vida y muerte de Jesús como expresión de su amor y del amor del Padre.
  • Jesús pide la unidad como distintivo de la comunidad de fe. El modelo es siempre el amor y la unidad, que existe entre Jesús y el Padre. El amor de los cristianos tiene por modelo el amor mismo de Dios.
  • La comunión de los hombres con Dios se evidencia a través de las obras que revelan su amor y será la prueba convincente de la misión divina de Jesús. No se convence con palabras, sino con hechos.
  • Cuando Jesús pide la unidad, ratifica el supremo mandato: “ámense unos a otros como yo los amo, en esto los reconocerán como mis discípulos”. Es un mandato y un anuncio. Promete el don de su Espíritu porque nadie puede amar con su amor sino le es dado.
  • Esta unidad es la cumbre del evangelio, es la «buena nueva»: el amor mismo de Dios, el amor trinitario es dado a los que creen. Es ese amor perfecto que une al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, lo que está trabajando en el corazón de la humanidad cuando busca, desde y por la unidad, nuevos caminos para la justicia, la paz y el amor.

 

PARA DISCERNIR

  • ¿Dónde pongo el acento de mi fe?
  • ¿Cuál es mi esfuerzo más grande?
  • ¿Cuáles son mis argumentos de credibilidad?
  • ¿Cómo expreso este llamado a la unidad?
  • La unidad ¿es unidad conmigo o unidad en el Señor?

 

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

 

Estemos unidos para que el mundo crea

 

ARZOBISPADO DE BUENOS AIRES

Vicaría de Pastoral

 

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